sábado, 29 de octubre de 2011

Letra 243, 30 de octubre de 2011


INTIMIDAD, ACCIÓN Y REIVINDICACIÓN: SOBRE LA REFORMA PROTESTANTE

Raúl Méndez Yáñez

I

E

ste 2011 se cumplen 494 años del inicio de la Reforma Protestante. El 31 de octubre de 1517 el monje de Sajonia, Martín Lutero, denunció pública y proféticamente los abusos de los representantes papales que hacían un marketing de mercancía virtual: la venta de indulgencias.

Lutero, quien aún no es reconocido por los procesadores digitales de texto, los cuales siguen corrigiendo al usuario de que la palabra “Lutero” sencillamente no existe y hay que cambiarla automáticamente por “lucero”, exhibió públicamente 95 tesis o argumentos en los cuales se evidencia el carácter ilegítimo de la venta de indulgencias. Estas tesis protestaban. Protestaban contra la dominación de los poderosos sobre los débiles, protestaban contra el hecho de asignar más importancia a los intereses materiales del clero que a la economía doméstica del pueblo europeo.

La escritora Janet Martin Soskice, ha hablado de buscar “el corazón de la religión en la esperanza”2 y con sus 95 tesis, Lutero dio un masaje cardiaco al infartado corazón de la Iglesia, no como institución, sino como pueblo. Las tesis de Lutero son, por tanto, la piedra de toque para que el oprimido se llenara de esperanza y tomara conciencia de que su fe, el don más íntimo del ser humano, no es un artículo más en el mercado.

La Reforma surge como un descubrimiento de la fe, de la intimidad, del hecho rotundo de que mi destino, mi salvación, mi futuro, en suma, mi vida, es asunto mío: “En mi fe, mando yo”. Nadie puede obligarme a entender mi relación con Dios como un contrato de compraventa en el que Dios y yo dejaríamos de ser sujetos para convertirnos en objetos de uso. “El hombre encontró a Dios y quiso servirse de él”, reflexiona angustiada Misato Katsuragi en un capítulo del anime japonés Neon Genesis Evangelion.

Contra esto protesta la Reforma, contra el proceso de convertir al ser humano en un objeto de uso, o como dijera un luterano del siglo XIX, Emanuel Kant, ver al hombre como medio y no como fin en sí mismo. La Reforma es una antropología, busca restituir al ser humano precisamente su carácter humano.

Llegados a este punto de protesta, es necesario reparar en Paul Tillich, teólogo luterano del siglo XX, quien se dio cuenta de la gran contradicción de la fe cristiana: al tiempo que proclama la vida humana en plenitud, niega al ser humano su derecho a la vida diciéndole que debe negar su vida temporal para ganar la vida eterna. Por eso Tillich habla de la crucifixión de Jesucristo, pero no la puede entender separada de su resurrección: la muerte al pecado significa renacer a la vida: “La vida os ama”.

Si no es a partir de Dios nunca podré saber quién soy en realidad y mi vida no hará otra cosa que desesperar. Por eso otro luterano, también del siglo XIX, Sören Kierkegaard dijo: “Todo hombre que no se conozca como espíritu, o cuyo yo interno no ha adquirido conciencia de sí mismo en Dios… semejante existencia es desesperación”.

II

Pasemos ahora a la segunda generación de la Reforma, trasladémonos de Alemania a la ciudad de Ginebra en la cual desde 1541 pastoreó sin interrupción Juan Calvino, padre fundador de las llamadas iglesias Reformadas. Con Calvino la Reforma tomará nuevos senderos: el movimiento y la comunidad. Calvino predica que la salvación, una vez asegurada en la conciencia del hombre, se mueve, corre, construye, forme, ayude. Para Calvino la salvación individual sólo tiene sentido en tanto el creyente redimido puede ir más allá de sí mismo y dar la gloria a Dios.

El individuo parte en su experiencia a partir del cuerpo y el cuerpo también es un don de Dios, desde la perspectiva calviniana él vehículo por excelencia de la gloria de Dios. El cuerpo tiene boca, y podemos bendecir, instruir, proclamar la Palabra de Dios; el cuerpo tiene manos, podemos construir, lavar, proclamar la Palabra de Dios; el cuerpo tiene piernas, podemos correr al encuentro de un amigo, , caminar despacito para que un niño siga nuestro paso, proclamar la Palabra de Dios. El cuerpo también es sexuado y como dijo un fiel calvinista, Karl Barth: “por lo sexual, se elevan los procesos humanos o animales a la categoría de vivencias de Dios”. Y en todo esto decir: “sólo a Dios la gloria”.

Para la fe reformada después del cuerpo está la comunidad. La doctrina reformada apuesta por la vida colectiva, porque el creyente vaya más allá de sí mismo y comunique todos sus “bienes y mercedes… amistosa y liberalmente”. La doctrina reformada es una ética de la fraternidad y una economía de la cooperación: produce y distribuye, no produce y acapara. El espíritu del capitalismo se forjó en realidad con una no-ética protestante.

En tercer escenario donde la gloria de Dios ha de manifestarse es el mundo. Ya Lutero aportó insumos para asegurar el corazón del creyente en la esperanza de un futuro, pero también de un presente en la construcción del Reino. Para el creyente reformado, el mundo entero es un escenario de devoción, y toda la vida es una oración, tal como rogaba Agustín de Hipona. La santidad reformada se construye mediante su participación en este escenario de devoción que es la buena creación de Dios. Salatiel Palomino, un calvinista mexicano ha expresado: “El cristiano o cristiana no es más santo ni más devota cuando ora con su corazón que cuando trabaja con sus manos”.

Esta tríada: mi cuerpo, los otros y el mundo se articula a través de la acción, de lo que en términos bíblicos se conoce como amor (ágape). Porque para la Biblia amor es acción, “De tal manera amó Dios al mundo” leemos al inicio de Juan 3.16, e inmediatamente escuchamos “que ha dado”. Dios ama y da, ama y actúa.

III

Este panorama teológico despierta grandes emociones, pero a casi medio milenio del inicio de la Reforma, se corre el riesgo de que su pasión de intimidad y comunidad se estanque y se vuelva una “supervivencia” sin significado pertinente para el entorno actual, e incluso que niegue su legado histórico. Un aceite que puede lubricar el engranaje es que el protestantismo saque partido de su doctrina y la aplique en actos de reivindicación, o reivindicaciones, entendidas como la actualización del mensaje reformado en contextos de discriminación, opresión y enajenación.

De estos contextos destaca el caso de la reivindicación de la mujer y de lo femenino, no sólo en la iglesia sino también en la sociedad. Diversas investigaciones etnográficas han demostrado que la participación religiosa habilita una, “reivindicación social a nivel familiar y comunitario” de las mujeres. La antropóloga Isabel Lagarrita constato que “cambiando de religión o integrándose a nuevas variantes de un mismo credo, nuestras mujeres lograban superar aspectos de frustración, relegamiento e inseguridad”11. Es decir, que la conversión de una mujer es experimentar la liberación de un mundo que la oprime, que no la reconoce y que le obliga a vivir en el temor.

Es liberación del autoritarismo doméstico, exhibiendo la capacidad de las mujeres de tomar sus propias decisiones, ser reconocidas en el hogar y poder decir a la familia: hoy me voy al templo. Su presencia en las diversas congregaciones religiosas (protestantes, católicas, espiritualistas, etcétera) es una manifestación de su capacidad de tomar sus propias decisiones, de hacer valer, por encima de las dificultades del hogar y de la vida diaria, su deseo íntimo, y decirle al mundo: en mi fe, mando yo. Como dijo Rubem Alves, poeta protestante, proclamar “la supremacía axiológica del corazón sobre los hechos brutos de la realidad”.

Lagarrita también nos recuerda que “por mera diferenciación genérica, la participación de la mujer como reproductora de los valores religiosos en el seno del hogar la hace adquirir, desde el punto de vista numérico, una mayor importancia en cuanto a la práctica religiosa se refiere”. Las operarias de los “sistemas expertos” de lo religioso son las mujeres, por más que los detentadores del control de los “sistemas simbólicos” sean los hombres. La reivindicación femenina es necesaria y conveniente para las iglesias emanadas de la Reforma porque reducirá esta conmoción que funcionalmente están convirtiendo al protestantismo mexicano (y ¡ay!, con mayor verdad en el presbiterianismo) en una casa dividida contra sí misma.

Otros grupos religiosos ya están dando ejemplo de esta reivindicación femenina, si la Reforma surgió con el ímpetu profético de la protesta, el tiempo le ha desgastado y será una señal de humildad si el protestantismo observa los procesos de intimidad, acción y reivindicación que ocurren en otras comunidades de fe, para que, parafraseando inversamente a Alves, vuelvan al protestantismo “más ligero” y alejado de la emergencia latinoamericana de nuevos fundamentalismos que protestan ante los nuevos modelos de familia, de amor y de equidad. Pero su protesta atenta contra la intimidad, contra las comunidades emergentes y contra la reivindicación de los diferentes tildados de pecadores en su diferencia.

A casi medio milenio de la Reforma se debe constatar con desesperación luterana que el protestantismo hoy tiene más cosas que aprender de otros grupos religiosos de las que pudiera predicarles, y reconocer esto a tiempo puede lograr que para sus 500 años reaparezca en el mundo como ese canto de cisne que alguna vez fue lucero… Lutero.


____________________________________________________

NUESTRA CONVICCIÓN

Obed Vizcaíno Nájera (Iglesia Presbiteriana de Venezuela)

A veces, nos enfrentamos a las críticas absurdas de quienes se sienten con la potestad de juzgar nuestro trabajo en la obra del Señor, como si tuvieran todo el derecho de hacerlo. Para colmo de males se arropan con una coraza de inmunidad y de intolerancia. También hay quienes se atreven a crear historias y cuentos acerca de nuestro proceder “secreto” y hasta tienen el poder infalible de saber que estamos pensando.

No soy ecuménico de moda, 35 años de moda no es posible en ningún área de la vida, estoy profundamente convencido que Dios quiere que apuntemos a la Unidad como compromiso de vida cristiana o por lo menos a la tolerancia verdadera en caso que no podamos entender los tiempos que estamos viviendo.

El ecumenismo no es dejar de ser lo que soy, para convertirme en otra cosa distinta, esos fueron cuentos que se inventaron a los cuales añadieron una gran dosis de fundamentalismo más que religioso ideológico. Muchas personas no se comportan con su fe de la manera más honesta, cuando no pueden explicar o comprender algo lo satanizan.

Soy presbiteriano, pero no todos los presbiterianos y presbiterianas tienen las mismas convicciones que he mantenido a lo largo de mi vida. Soy un hombre políticamente de izquierda, religiosamente ecuménico y moralmente calvinista. Pero a muchas personas en mi iglesia les molesta que yo sea así y en otras comunidades protestantes, católicas y hasta no creyentes hay gente que coincide conmigo en muchos aspectos de mi creencia.

En mi vida he conocido a muchas personas que me han criticado duramente mi posición ecuménica, la cual han tildado de “sumisión” a la Iglesia Católica Romana, otros me acusan de no ser ecuménico con mis hermanos y hermanas evangélicos de otras denominaciones, cosa que es falsa porque mis grandes amigos de ahora y del pasado han sido los evangélicos de diferentes denominaciones que existen en Venezuela.
Me han criticado con mucha pasión e injusticia mi “renuencia” a acercarme doctrinal, teológica y cúlticamente al neo-pentecostalismo en el cual han caído muchas de las iglesias evangélicas. He mantenido la vieja tradición de mi teología, doctrina y culto, en la convicción que tengo derecho a poder ser lo que quiero ser, siempre que esté sujeto a la soberanía de Dios en mi vida. Ser presbiteriano y no ser neo-pentecostal o no ser de otra denominación es una cuestión de opción personal y eclesial, yo y mi congregación hicimos nuestra opción con todo respeto, somos Cristianos, Calvinistas, Presbiterianos y Reformados.

Para ser ecuménico hay que saber que somos en nuestro fuero personal y doctrinal, nadie que no tenga la convicción de lo que realmente es, podrá ser un verdadero agente de diálogo intereclesial. El Ecumenismo no es ni será nunca una instancia para negociar y vender lo que por convicción somos, si eso fuera así no sería Ecumenismo. Para que haya verdaderamente Ecumenismo debemos tener conciencia del otro, la otra, y de lo que ellos y nosotros somos.

El ecumenismo apunta históricamente a unos objetivos que son: Respeto, Tolerancia, Dialogo, Amistad. Muchos aunque lo nieguen tendrán que reconocer algún día el rol e importancia que hemos jugados los que nos hemos comprometidos con el Ecumenismo. Hoy por hoy las buenas relaciones de las diferentes Iglesias se debe amucha gente que han sido criticadas desde las bases y desde las cúpulas de sus iglesias. […].

A lo interno de mi Iglesia a veces miro hacia atrás y observo con mucha tristeza que muchos que nos acusaron infamemente de traidores y de “filocatólicos”, no están, unos emigraron hacia otras iglesias en busca de una máxima espiritualidad o de un mínimo de protagonismo. Otros los he visto volver al catolicismo, “arrepentidos” de haber abandonado en un tiempo su fe, esos y esas nunca fueron ecuménicos y nunca fueron tolerantes con quienes si estábamos construyendo caminos de Unidad. No les critico, ni les juzgo, porque en mi pequeña Iglesia presbiteriana aprendimos a ser tolerantes y respetuosos de las ideas de las demás personas.

Actividades

LA IGLESIA CONTINÚA EN ORACIÓN POR SUS RECIENTES DECISIONES Y POR LA PRÓXIMA REUNIÓN CONGREGACIONAL

***

CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO

Martes 1 de noviembre, 19 hrs.

PRIMERAS ACCIONES DE SALOMÓN (I Reyes 3.1-15)

Modera: Hna. Andrea Naranjo


I REYES 3.1-14

Traducción en Lenguaje Actual

S

alomón se casó con la hija del rey de Egipto, y además hizo un pacto de paz con él. Luego llevó a su esposa a vivir en la parte más antigua de Jerusalén, conocida como Ciudad de David. Mientras tanto, él se dedicó a terminar de construir su palacio, el templo de Dios y el muro que rodeaba toda la ciudad.

En aquel tiempo el pueblo ofrecía sus sacrificios a Dios en pequeños templos, porque todavía no se había construido un templo para Dios.

Salomón amaba a Dios y seguía las instrucciones que le había dado su padre, David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los pequeños santuarios. El santuario más importante de todos estos estaba en Gabaón. Un día, el rey fue allá y ofreció muchos sacrificios. Esa noche, Salomón la pasó en Gabaón. Mientras dormía, Dios se le apareció en un sueño y le dijo: —Pídeme lo que quieras; yo te lo daré. Salomón contestó: —Dios mío, tú amaste mucho a mi padre David, y fuiste muy bueno con él, porque él te sirvió fielmente, fue un buen rey y te obedeció en todo. Además, permitiste que yo, que soy su hijo, reine ahora en su lugar. Pero yo soy muy joven, y no sé qué hacer. Y ahora tengo que dirigir a tu pueblo, que es tan grande y numeroso. Dame sabiduría, para que pueda saber lo que está bien y lo que está mal. Sin tu ayuda yo no podría gobernarlo.

A Dios le gustó que Salomón le pidiera esto, y le dijo: —Como me pediste sabiduría para saber lo que es bueno, en lugar de pedirme una vida larga, riquezas, o la muerte de tus enemigos, voy a darte sabiduría e inteligencia. Serás más sabio que todos los que han vivido antes o vivan después de ti. Pero además te daré riquezas y mucha fama, aunque no hayas pedido eso. Mientras vivas, no habrá otro rey tan rico ni tan famoso como tú. Y si me obedeces en todo como lo hizo tu padre, vivirás muchos años.

***

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

NOVIEMBRE: EL SEÑORÍO DE CRISTO SOBRE LAS POTESTADES

5– Visita a las misiones

6– Comunión/ Comida con mujeres ordenadas/ Reunión de Consistorio

13 Reunión congregacional

20 – Despensas/ 17.30: La teología bíblica de la luz

Una reforma continua en la vida personal y social, L. Cervantes-O.

30 de octubre, 2011

En el caso específico de la Reforma, existe una tradición llena de visiones brillantes y equívocos grotescos. Si tuviésemos conciencia de ellos, podríamos evitar la repetición del pasado e incluso comprender algunos de sus desarrollos históricos, contemporáneos nuestros, que se generaron en aquella época: de Lutero al psicoanálisis, del calvinismo al capitalismo, de Müntzer a Marx y Engels.[1]

Rubem Alves

1. Necesidad de reformas permanentes

Describir los procesos de transformación que ha sufrido la Iglesia cristiana en sus ya más de dos mil años de existencia sería tanto como querer suplantar la obra del Espíritu Santo. No obstante, si se revisan con atención algunos de ellos, es posible llegar a ciertas conclusiones que, en consonancia con las enseñanzas bíblicas, permitan replantear en cada época, la necesidad de llevar a cabo transformaciones importantes en la vida y misión de la Iglesia. Si uno de los grandes logros de las reformas religiosas del siglo xvi consistió en redefinir con claridad la naturaleza misma de la Iglesia y su nuevo lugar en el mundo, y más allá de cualquier apología de este movimiento, hay que destacar que las transformaciones eclesiásticas y religiosas abrieron la puerta para una serie de cambios en el comportamiento de las sociedades, inmersas como estaban ya en el proceso de dominio de las clases emergentes que llegaban a colocar lo religioso en otra dimensión. Nos referimos, por supuesto, al arribo de la “modernidad burguesa” en Occidente que intentó desplazar la función de lo sagrado y propició la separación entre las esferas religiosa y política, aun cuando tuvo que enfrentar, en el seno mismo de las nuevas iglesias, una oposición de grado variable sobre la posible intervención de los Estados en la vida de las mismas.

Los paralelismos entre algunos episodios bíblicos, como los que se han enunciado con anterioridad (el periodo de Josías como rey y las cartas de Apocalipsis 2-3), los inicios de la Reforma Protestante y la situación actual deben desarrollarse con sumo cuidado para encontrar puntos de contacto que, sin menoscabo de las coyunturas específicas, sea posible trazar puentes de análisis que permitan ampliar la visión de dichos sucesos y su posible aplicación. De ese modo, hay que reconocer que los ímpetus reformadores en el antiguo Israel fueron idealizados, lo mismo que algunas vertientes protestantes han elevado lo sucedido durante el siglo xvi a una estatura legendaria que no corresponde con la realidad y que más bien aleja sus bondades al no querer ver sus contradicciones. La proyección socio-política, económica y cultural de la Reforma se deja de observar como una cadena de sucesos y planteamientos que conformaron un nuevo escenario que tardó tiempo en estabilizarse y en mostrar sus beneficios. La fuerza con que progresivamente se impuso la secularización no fue uniforme y hubo zonas completas (como España, y después América Latina) en donde la importancia de la religión siguió y sigue permeando la mentalidad de mucha gente. Por ello, suponer que la Reforma alcanzó a renovar el rostro de Occidente en todo el aspecto religioso sería desconocer sus límites. Lo que sí hizo fue establecer una cultura asociativa diferente y reestructurar la comprensión de las doctrinas cristianas para adaptarlas a una nueva época.

2. Dinámica de las transformaciones personales y sociales

Una primera cosa que la Reforma Protestante transformó fue la necesidad de balancear adecuadamente la piedad individual y la colectiva, pues al estilo vertical y corporativo con que la desde la Edad Media se promovía la religiosidad, opuso lo que sería el germen de la democracia dentro y fuera de la Iglesia, es decir, la fuerza participativa de los laicos/as, tan menospreciados por la Iglesia antigua y que se ha resistido tanto, posteriormente, a establecerse como una acción normativa dentro de las comunidades católicas. Esta dialéctica entre individuo y comunidad abarcaba tanto lo religioso como lo político, por lo que inevitablemente terminaría por “exportarse” a la vida social, con todo y que las nuevas fuerzas trataron de manipular este impulso participativo, y en algunas ocasiones lo lograron.

Además, los alcances de esta dinámica, al rebasar el ámbito meramente eclesiástico, comenzaron a fortalecer los fermentos de una religiosidad que podía experimentarse extra-muros, fuera de las limitaciones de las iglesias institucionales. En ello, el calvinismo tuvo mucho que ver, pues tomó la protesta religiosa y la proyectó hacia las colectividades en general con particular énfasis en la responsabilidad sobre su destino. Como explica Emile Leonard, notable historiador del protestantismo:

Después de la liberación de las almas, la fundación de una civilización. Con Lutero, sus émulos y sus rivales, la Reforma había dado todo su mensaje propiamente religioso y teológico y las épocas siguientes no podían hacer otra cosa que repetirlo y completarlo. Mas Lutero se había interesado poco por la encarnación de este mensaje en el mundo secular, al cual aceptaba tal y como era, y las experiencias de Zuinglio, de Müntzer y de los anabaptistas de Münster habían sido o de un contenido excesivamente reducido o demasiado revolucionarias para hacer salir a la Reforma del pietismo individualista donde corría el riesgo de desmesurarse y disolverse. Estaba reservado al francés y al jurista Calvino el crear más que una nueva teología un mundo nuevo y un hombre nuevo. El hombre “reformado” y el mundo moderno. En él ésta es la obra que predomina y la que nos da razón de su autor.[2]

Surgiría, así, un interesante balance entre una conciencia clara sobre la predestinación individual para la salvación eterna y la necesidad de que en la vida cotidiana, colectiva, esa misma realidad también ejerza un papel movilizador, transformador, de los hechos que impliquen una responsabilidad que se entendería mejor, dos siglos después, con el concepto de ciudadanía. Es decir, de la mentalidad de súbdito, propia de sociedades jerárquicas, se llegaría a una mentalidad igualitaria en donde si los creyentes son ciudadanos de este mundo, también lo son del Reino de Dios, presente y futuro, de manera equitativa. Así lo comprendió el doctor Ortega y Medina, quien desde una sólida visión histórica e ideológica, lo resumió como sigue, al diferenciar el peso específico de las creencias católicas y protestantes:

El católico posee la libertad trascendental, pero es esclavo del mundo. […] Hay pues, un desequilibrio entre el ideal a que se aspira y las exigencias que la realidad impone. El calvinista, por contra, es esclavo de la trascendentalidad, pero vive en el mundo: y gracias a su vivir intramundano y activo puede manumitirse del yugo predestinatorio. [...] De parecida manera bien pudiera el protestantismo haber hecho del hombre un siervo de la allendidad, pero un amo y señor de la aquendidad.[3]

Parece que allí se encontraría la clave para comprender y actualizar los aspectos transformadores y prácticos de la mentalidad protestante reformadora.

Justificar a ambos lados

[1] R. Alves, “Las ideas teológicas y sus caminos por los surcos institucionales del protestantismo brasileño”, en Pablo Richard, ed., Materiales para la historia de la teología en América Latina. San José, DEI, 1981, p. 162.

[2] E. Leonard, Historia general del protestantismo. Vol. 1. Trad. de S. Cabré y H. Floch. Madrid, Península, 1967, p. 263.

[3] J.A. Ortega y Medina, Reforma y modernidad. México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, p. 160.

Apocalipsis 3.14-18

















Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: “¡Yo soy el Amén! Y me llamo así porque enseño la verdad acerca de Dios y nunca miento. Por medio de mí, Dios creó todas las cosas. Escucha bien lo que te voy a decir: ‘Estoy enterado de todo lo que haces, y sé que no me obedeces del todo, sino sólo un poco. ¡Sería mejor que me obedecieras completamente, o que de plano no me obedecieras! Pero como sólo me obedeces un poco, te rechazaré por completo. Pues tú dices que eres rico, que te ha ido muy bien y que no necesitas de nada. Pero no te das cuenta de que eres un pobre ciego, desdichado y miserable, y que estás desnudo. Por eso te aconsejo que compres de mí lo que de veras te hará rico. Porque lo que yo doy es de mucho valor, como el oro que se refina en el fuego. Si no quieres pasar la vergüenza de estar desnudo, acepta la ropa blanca que yo te doy, para que te cubras con ella, y las gotas medicinales para tus ojos. Sólo así podrás ver”.

Días de muertos en México: ideas y creencias populares


Clase unida, 23 de octubre, 2011

1. La muerte en la Biblia: diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento

  • Según la fe más antigua, el Sheol era el lugar al que iban los muertos (Salmo 16).
  • No existía un equivalente de la resurrección.
  • Esta creencia surgió por influencia de la literatura apocalíptica.
  • Jesús enfrentó a los saduceos, quienes no creían en ella por ser una idea de reciente aparición.
2. Las doctrinas cristianas sobre muerte y resurrección
  • Jesús transmitió la esperanza en la resurrección y la experimentó en carne propia como “Primogénito de la creación” (Col 1.15).
  • Pablo la estableció como afirmación central del cristianismo (Hch 17; I Cor 15).
  • Representa la irrupción del nuevo eón en la historia humana.
  • Tiene un potencial movilizador para el presente y el futuro.

3. La muerte en Mesoamérica: líneas dominantes

Mictlán

  • Gobernado por Mictlantecutli y Mictlantecihuatl
  • Muerte común.
  • “Mira bien desde la orilla de los nueve ríos por mí” (Palabras al perro doméstico antes de morir el dueño).
  • Tiene 9 niveles.

Tlalocan

  • Ahogados, muertos por un rayo, hidrópicos, leprosos…
  • Hay maíz, calabaza, ramitas, vaina, flores.
  • Al morir las personas eran enterradas y les ponían semillas de bledos en las quijadas y sobre el rostro.

Chichihuacuauhco (“Lugar de la nodriza”)

  • Bello lugar para niños pequeños que morían.
  • Hay un árbol nodriza que alimenta a los niños.
  • Los niños esperan una segunda oportunidad de vida.

4. El sincretismo católico y la perspectiva evangélica

CATÓLICO

INDÍGENA

Motivo

Purgatorio

Reproducción-Salud-Cosecha

¿Qué hacen los muertos”

Recibe plegarias

El muerto “chupa” los alimentos

Significado de la ofrenda

Limosna a los Ministros

Comida a los muertos

Papel de los muertos

Los muertos dan (excepto las ánimas del purgatorio)

Los muertos reciben


  • El “Día de Muertos” no es una celebración católica.
  • Como celebración ritual no es la identidad nacional, sino una forma de identidad posrevolucionaria.
  • ¿Participamos los evangélicos de la “nacionalización de la muerte”?
  • La escuela no debe discriminar a los niños evangélicos que no participan en la celebración… ¿La iglesia debe estigmatizar a quienes participan?
  • Como práctica cultural tiene valores importantes:

- Católico: Recuerdo de los antepasados

- Prehispánico: Reproducción (Continuidad de la sociedad), salud (vida con bienestar), cosecha (sustento cotidiano)

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...