EN TODO EL MUNDO LAS MUJERES TIENEN ESCASO ACCESO A LA
ECONOMÍA Y LA TOMA DE DECISIONES
ALC Noticias, 8 de marzo de 2012
Los avances hacia
la equidad en la educación de las mujeres de todo el mundo todavía están lejos
de asegurarles la parte que les corresponde de la economía o el poder político.
Esta conclusión surge de las cifras actualizadas del Índice de Equidad de
Género (IEG) 2012, publicado por Social Watch en vísperas del Día Internacional
de la Mujer, el 8 de marzo.
Este índice, que Social Watch prepara cada año, mide la brecha entre
hombres y mujeres en educación, actividad económica y empoderamiento político.
Consiste en un promedio de las desigualdades en las tres dimensiones. En
materia de alfabetización, estudia la brecha de género en la matricula en todos
los niveles de la enseñanza; la participación económica calcula las brechas de
los ingresos y el empleo; y el empoderamiento mide las brechas en los empleos
altamente calificados, los cargos parlamentarios y las cúpulas empresariales.
El IEG 2012 ha calculado un valor mundial de 71 (o Bajo, según las
categorías del índice) para la educación; 42 (Muy bajo) para la participación
económica y tan sólo 17 (Crítico) para el empoderamiento político.
La participación de la mujer en la fuerza laboral es apreciablemente
menor que la de los hombres. Tienen sueldos considerablemente menores por el
mismo tipo de trabajo, y un porcentaje mayor de las mujeres trabaja en empleos
vulnerables o irregulares. Pero lo más destacado que muestra el índice es que
los logros inferiores de las mujeres en participación económica y
empoderamiento se repiten en cada uno de los 154 países estudiados para
preparar el índice 2012.
Social Watch mide la brecha entre mujeres y hombres, no su bienestar. Así
es que un país en el que los jóvenes de ambos sexos tuvieran igualdad de acceso
a la universidad tendría el valor 100 en este indicador. De la misma manera, un
país en el que niñas y varones estuvieran igualmente impedidos de completar la
enseñanza primaria, también tendría un 100.
Esto no significa que la calidad de la enseñanza sea la misma en ambos
casos. Simplemente establece que en ambos casos las niñas no reciben menos
educación que los varones.
Países como
Mongolia (81), Rwanda (77), las Filipinas (76) y Nicaragua (74) han logrado un
alto grado de equidad de género, aunque muchas mujeres y hombres viven en la
pobreza.
En cambio,
países con ingresos altos, como Japón (57 puntos en el IEG), Turquía y Arabia
Saudita (37 puntos) presentan enormes brechas entre hombres y mujeres. El IEG
2012 destaca lo que muestran estas cifras: que se puede y se debe luchar por la
igualdad en la estructura de oportunidades de una sociedad, sin importar el
poderío económico.
Los cinco
niveles según los que el índice mide la brecha de género son: Crítico, Muy bajo,
Bajo, Medio y Aceptable. Ningún país del mundo ha llegado a los 90 puntos o
más, lo que significa que por ahora ningún país ha logrado el nivel Aceptable.
Al estudiar
la brecha de género por regiones, el índice mencionado encuentra que Europa y
América del Norte, ambas con un IEG promedio de 73 (Bajo), encabezan la lista.
Sin
embargo, el índice destaca que no todos los países europeos logran los mismos
avances para cerrar la brecha de género. Por ejemplo, Albania (55) y Turquía
(45) están por debajo del promedio mundial de 57, con lo que su índice es Muy
bajo.
Asia
Oriental y el Pacífico con 69, América Latina y el Caribe (68) y Asia Central
(63) también están en la categoría Baja. África Subsahariana (52) y el Medio
Oriente y Norte de África con 43 están ambas en la categoría Muy baja, y ambas
por debajo del promedio mundial, mientras que Asia Meridional cierra la lista
con 39 puntos (Crítico).
De los 154
países computados, los que tuvieron mejor puntuación son Noruega (89),
Finlandia (88), Islandia y Suecia (87), Dinamarca (84), Nueva Zelanda (82), y
Mongolia y España (81), todos con un IEG Medio.
Los cinco
países del mundo en la peor situación son la República del Congo (29), Níger
(26), Chad (25), Yemen (24) y Afganistán (15), todos con IEG Crítico.
Para una
descripción detallada de la metodología y las fuentes ver http://www.socialwatch.org/es/node/14380
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VISITAS
APOSTÓLICAS DE AYER Y DE HOY
Roberto
Blancarte
Milenio Diario, 6 de marzo de 2012
¿Por qué un señor de 85 años, enfermo
del corazón, decide hacer un largo viaje transatlántico para visitar brevemente
dos países tan lejanos de Roma como México y Cuba? Hago esta pregunta precisamente
de esta manera, porque podría ayudar a esclarecer el sentido de este evidente
esfuerzo del papa Benito (o Benedicto) XVI. ¿Son razones religiosas? ¿Son
motivaciones políticas? ¿O una mezcla de las dos?
Comencemos
por las cuestiones protocolarias. Cuando un jefe de Estado de algún país viaja
a Roma y visita el Vaticano, lo puede hacer de tres maneras: en visita privada,
en visita oficial y en visita de Estado. Casi siempre las visitas de los jefes
de Estado se catalogan como privadas, porque las oficiales y las de Estado
suponen un viaje exclusivo al Vaticano y, en consecuencia, un protocolo
especial que ya casi no se practica, pues supone una movilización especial de
esfuerzos que la santa sede, en tanto que gobierno de la Iglesia y del
Vaticano, ya no está dispuesta a hacer. Por el contrario, los pontífices
también pueden llevar a cabo visitas de Estado, pero son inusuales. Lo más
común ahora es que los papas realicen visitas pastorales o viajes apostólicos,
como se anuncia oficialmente el que se hará a “México y la República de Cuba”.
En otras palabras, de acuerdo con la santa sede, no se trata de una visita de
Estado, sino de una visita como las que hacían los apóstoles a sus comunidades,
es decir para difundir el evangelio y organizar las iglesias locales.
Ahora bien,
un viaje apostólico en el siglo XXI tiene características distintas a las que
podían hacer los apóstoles en el siglo I de nuestra era, aunque también tiene
similitudes. En aquella época en la que los cristianos eran pocos, vistos con
desconfianza como una secta judía y eventualmente perseguidos, los apóstoles
hablaban de lo que significaba ser cristianos y de la manera como debían
comportarse individual y colectivamente, pero también hacían referencia a la
relación que debían tener con el resto de la sociedad y con las autoridades
políticas. Así por ejemplo es clásico el multicitado pasaje de la carta de San
Pablo a los romanos (Romanos, 13) cuando éste aconseja a los cristianos
obediencia a las autoridades: “Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por
Dios han sido establecidas.” En suma, que hasta esos primeros viajes
apostólicos tenían un ingrediente político, en la medida que establecían la
manera como las comunidades cristianas recién establecidas debían manejarse en
su entorno social y político”.
El viaje
que el papa Ratzinger está por emprender a nuestras tierras es, por lo tanto,
tan pastoral como político. Tiene como propósito fortalecer a su iglesia
internamente y mejorar las condiciones en que desarrolla su actividad en el
marco de las circunstancias políticas del momento en ambos países. No me cabe
la menor duda entonces que no vendrá a hablar de cuestiones meramente
espirituales, sino acerca de las leyes que hay en México y Cuba a las cuáles su
iglesia se opone, sobre la relación de sus comunidades y autoridades
eclesiásticas con las autoridades mexicanas y cubanas, así como del papel que
su institución pretende desempeñar en la vida de ambas naciones. En otras
palabras, el Papa viene a avanzar la agenda de la Iglesia católica en México.
En la
práctica, Benito XVI estará poco tiempo en México y tendrá en apariencia pocas
oportunidades de hablar, aunque suficientes para establecer su perspectiva de
los acontecimientos sociales y políticos mexicanos, de las leyes que se han
aprobado, de los artículos constitucionales que se quieren aprobar. La primera
oportunidad la tendrá en el avión que lo conduce a nuestro país. Desde Juan
Pablo II los encuentros
con los periodistas se han vuelto una
costumbre y una oportunidad de fijar, con más libertad, ciertos puntos álgidos
de la agenda. Luego, durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto
internacional de Guanajuato, el viernes 23 por la tarde, el Papa seguramente se
referirá a las visitas de su antecesor, a las circunstancias difíciles del país
y a la necesidad de consolidar la libertad religiosa en México y el mundo. Al
día siguiente, durante su saludo a los niños en la plaza de la Paz, aunque el
contexto no parece propicio, no dudo que Ratzinger trate el tema del “derecho a
la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Si no lo hace allí,
tendrá todavía cuatro oportunidades más para hacerlo: en la misa multitudinaria
que se celebrará en el parque Bicentenario de León, en el rezo del Ángelus, más
probablemente en su discurso durante la celebración de las Vísperas (oración
vespertina) con los obispos de México y América Latina en la catedral de León,
o en la ceremonia de despedida en el aeropuerto.
Así, la
gran diferencia entre los viajes apostólicos de hoy y los del siglo I de
nuestra era es que, por lo menos en nuestro país, los católicos no son los
perseguidos, sino eventualmente los miembros de otras religiones. Y que lejos
de sentirse una iglesia amenazada, la jerarquía viene a presionar políticamente
para imponer su agenda y su visión del mundo a un conjunto de ciudadanos,
incluidos los católicos, que no necesariamente las comparten.
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LA INDIGNACIÓN DE JESÚS
José Antonio Pagola
Acompañado de sus
discípulos, Jesús sube por primera vez a Jerusalén para
celebrar las fiestas de Pascua. Al
asomarse al recinto que rodea el Templo, se encuentra con un espectáculo
inesperado. Vendedores de bueyes, ovejas y palomas ofreciendo a los peregrinos
los animales que necesitan para sacrificarlos en honor a Dios. Cambistas
instalados en sus mesas traficando con el cambio de monedas paganas por la
única moneda oficial aceptada por los sacerdotes.
Jesús se llena
de indignación. El narrador describe su
reacción de manera muy gráfica: con un látigo saca del recinto sagrado a los
animales, vuelca las mesas de los cambistas echando por tierra sus monedas,
grita: “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.
Jesús se siente como un extraño en aquel lugar. Lo que ven sus ojos nada
tiene que ver con el verdadero culto a su Padre. La religión del Templo se ha convertido en un negocio donde los sacerdotes buscan buenos ingresos,
y donde los peregrinos tratan de "comprar" a Dios con sus ofrendas.
Jesús recuerda seguramente unas palabras del profeta Oseas que repetirá más de una
vez a lo largo de su vida: “Así dice Dios: Yo quiero amor y no sacrificios”.
Aquel Templo no es la casa de un Dios Padre en la que todos se acogen
mutuamente como hermanos y hermanas. Jesús no puede
ver allí esa "familia de Dios" que quiere ir formando con sus
seguidores. Aquello no es sino un
mercado donde cada uno busca su negocio. […]
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