viernes, 28 de septiembre de 2012

Actividades


OREMOS POR TODAS LAS FAMILIAS QUE SERÁN VISITADAS DURANTE EL MES ENTRANTE

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 2 de octubre, 19 hrs.
Inicia el ciclo de Elías (Salmo 136.21-26)
Modera: A.I. Lauro Adame B.

EL CICLO DE ELÍAS
Pierre Buis 

La mayor parte de los relatos proféticos del reinado de Ajab se refieren a Elías. Pero el conjunto de relatos designados como “ciclo de Elías” desborda este reinado y continúa al menos hasta el reinado de Ocozías. Es un conjunto complejo, que recoge relatos de origen diverso. La primera sección (1 Re 17-18) es la mejor construida, que consigue conjuntar unos relatos heterogéneos. La segunda (19.1-18) es autónoma, pero ha habido interés en vincularla a la anterior. El episodio de 2 Re 1 es totalmente independiente de los demás. En cuanto a 1 Re 21, veremos que su pertenencia al ciclo de Elías es problemática.

La situación se complica más aún para 1 Re 19.19-21 y 2 Re 2.1-18, donde entra en escena Eliseo. Dado que Eliseo es el sucesor de Elías, es natural que los dos ciclos se superpongan en parte. Pero aquí parece ser que el ciclo de Eliseo ha absorbido al de Elías. Esto es más sensible todavía si se atiende a 1 Re 19.15-16, donde Elías recibe la misión de consagrar a Jazael, a Jehú y a Eliseo; pues bien, Elías no hace nada de esto, sino que se limita a llamar a Eliseo, pero sin darle la unción. Podría explicarse este hecho de dos maneras opuestas:

- o bien reconocer que el ciclo de Elías es más antiguo y que en parte fue cubierto por el de Eliseo (en el ciclo primitivo Elías realizaba personalmente la triple misión que habría recibido en el Horeb);
- o bien reconocer como más antiguo el ciclo de Eliseo, y que se habrían recogido ciertos elementos sobre Elías para ligar más estrechamente los dos círculos y hacer que Eliseo se aprovechara del prestigio de Elías. Con esa misma intención se atribuyeron a Elías algunos de los milagros de Eliseo (1 Re 17.8-24 y 2 Re 4.1-37). La comparación de estos relatos paralelos hace mucho más plausible esta segunda hipótesis (cf. el recuadro siguiente).

De todas formas, el ciclo de Elías es una reelaboración y sólo puede darnos una imagen deformada del personaje histórico de Elías. Lo que le corresponde con mayor seguridad son los episodios en que lucha contra el culto a Baal.
El libro de los Reyes. Estella, Verbo Divino, 1995 (Cuadernos bíblicos, 86), p. 22.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

OCTUBRE: UNA NUEVA VISIÓN DE LA IGLESIA REFORMADA

7 –Santa Cena/ Reunión de Consistorio
8-19 – Visitas de evangelización a hogares
21 – Clase unida/ Película especial

Presente y futuro de la libertad cristiana, L. Cervantes-O.


30 de septiembre, 2012

Ya no volverán a sentir hambre no sed ni el ardor agobiante del sol. El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.
Apocalipsis 7.17, La Palabra, SBU

El futuro de la nueva creación de Dios, por medio del hombre libre, traerá libertad al mundo, lo sacará de la esclavitud de la nada y lo glorificará. Por esto el que abraza en espíritu la libertad del Dios que viene, entra en un doble movimiento: el movimiento de la esperanza y el del sufrimiento por la opresión del mundo en que vive. El nuevo mundo será un mundo bajo el signo de la libertad de los hijos de Dios, porque en el momento presente es ya un mundo bajo el signo de Cristo, el Hijo de Dios. De ahí que la lucha por el advenimiento de este mundo tenga siempre el sentido de una lucha por la verdadera y plena libertad. Este proceso tiene su consumación en la parousía del Hijo y de la filiación y por esto determina ya aquí la marcha de la historia universal.[1]
J. Moltmann

La expresión máxima de la libertad cristiana, su plenitud en todos los órdenes, es anunciada y celebrada en último libro de la Biblia. La perspectiva de ese libro, dominada por la proclamación de la victoria de Dios sobre los enemigos de la vida no solamente es triunfante sino que forma parte de la manera en que el Espíritu que lo inspiró quiere dar esperanza a los/as creyentes perseguidos del primer siglo. La experiencia que vivieron, pletórica de angustia y persecución, es el marco en el que se inscribe semejante propuesta de fe y esperanza, pues la libertad prometida por Jesús de Nazaret alcanza las mayores alturas en ese libro, progresivamente, pues parte de la tribulación y poco a poco va desplegándose como un abanico de promesas que se entrelazan con la mirada simbólica sobre la conflictividad histórica. Así, cada avance en esa promesa de liberación plena, agrega zonas de esperanza en las que la Iglesia debía profundizar. Una revisión de esa evolución puede mostrar la manera en que se atisba la plenitud de la libertad cristiana.
Asomarse a la esperanza apocalíptica y esforzarse por penetrar en su simbolismo abre las puertas de la comprensión de esta libertad gloriosa. Situarse ante esta proclamación y asumir su horizonte hace posible comprender el sentido de la historia de la libertad: “¡Dichoso quien lee y dichosos los que prestan atención a este mensaje profético y cumplen lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer” (1.3). Comprometerse en las luchas de Dios por esa libertad no es fácil, pues implica ciertamente un sufrimiento implicado en las crisis que desata el anuncio y la vivencia en el nuevo Reino de la Libertad. La simbolización de la oposición real y la resistencia del mal a esa libertad es elocuente: “No te acobardes ante los sufrimientos que te esperan. Es verdad que el diablo va a poner a prueba a algunos de ustedes metiéndolos en la cárcel; pero su angustia durará poco tiempo. Tú, permanece fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida”. (2.10)
En este contexto, vencer no significa vivir con una actitud triunfalista sino más bien de búsqueda y práctica continua de esa libertad, obtenida por la cruz de Jesús y el impulso liberador de Dios, quien siempre ha estado del lado de la libertad. La victoria es una promesa a corto, mediano y largo plazo, aderezada con luchas permanentes en todos los frentes de la fe: “Al vencedor lo pondré de columna en el Templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y grabaré sobre él el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios”. (3.12). El sentido de futuro que otorga la libertad cristiana es la proyección de la existencia humana hacia el encuentro con la eternidad perfecta de Dios, cuyos anticipos en este mundo deben ser leídos como signos de la presencia creciente de su Reino.
La magnitud de la obra de redención se relaciona con las dimensiones de esa libertad ofrecida en Cristo. Las cadenas son rotas, literalmente, con sangre, para impedir que la sangre humana se siga derramando indiscriminadamente. Ése es el germen del nuevo pueblo de Dios, de hombres y mujeres libres, sacerdotes y sacerdotisas de sí mismos, pero con una visión plena del servicio libre en nombre del amor y la fraternidad: “…con tu sangre has adquirido para Dios/ gentes de toda raza,/ lengua, pueblo y nación,/ y has constituido con ellas/ un reino de sacerdotes/ que servirán a nuestro Dios/ y reinarán sobre la tierra” (5.9-10). Los hijos/as de Dios eligen el servicio y su realeza no es una señal de superioridad sino de la elección de Dios para cumplir su voluntad. Su destino es la solidaridad total con quienes viven aún desprovistos de la libertad verdadera. Son portadores/as y anuncios vivos de la libertad deseada por Dios para todas sus criaturas:

Según Pablo los cristianos sólo poseen esta libertad en la esperanza, y por tanto en la paciente espera de un Reino que aún no pueden ver. Por esto los cristianos no están excluidos de la miseria general de la criatura oprimida sino que suspiran con ella y por aquellos 'que han enmudecido. Suspiran no sólo por la esclavitud del otro sino también por la esclavitud de su propio cuerpo. La tensión esclavitud-libertad, libertad presente-libertad futura atraviesa el ser mismo del cristiano. Su esperanza en la libertad no le hace llevadera la esclavitud real que sufre; todo lo contrario, para el cristiano la esclavitud es insoportable porque cuando está cerca la libertad duelen más las cadenas de la esclavitud. Por esto la esperanza del cristiano en la libertad no le lleva a situaciones de privilegio ni a un autosuficiente segregacionismo Iglesia-mundo sino a una solidaridad comprometida y luchadora con toda la creación doliente.[2]

Ellos/as ya experimentan, en medio del dolor a veces inevitable, la realidad efectiva de la victoria sobre el mal: “Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege. Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol. El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos” (7.14-17).
La historia de la libertad estará incompleta sin la participación de los cristianos/as. Su labor es compleja y su testimonio, urgente y conflictivo, pero lleno de esperanza: “Pero al cabo de los tres días y medio, Dios los hizo revivir y los puso de nuevo en pie, para asombro y terror de quienes los contemplaban. Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: —Suban aquí. Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos” (11.11-12).
La plenitud de la libertad anunciada es la razón de ser de la esperanza y el destino final de la fe: “¡Dichosos quienes Dios ha elegido para tomar parte en ella! La segunda muerte no hará presa en ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo… mil años” (20.6). La historia se dirige hacia el rumbo de la libertad que Dios quiere establecer en todas las relaciones para que sea el estado final de la existencia: “— Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido” (21.3-4).


[1] J. Moltmann, “El cristianismo, religión de libertad”, en www.raco.cat/index.php/convivium/article/viewFile/76338/98937, pp. 48-49.
[2] Ibid., p. 49.

Apocalipsis, La Palabra, SBU


¡Dichoso quien lee y dichosos los que prestan atención a este mensaje profético y cumplen lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer. (1.3)

No te acobardes ante los sufrimientos que te esperan. Es verdad que el diablo va a poner a prueba a algunos de ustedes metiéndolos en la cárcel; pero su angustia durará poco tiempo. Tú, permanece fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida. (2.10)

Al vencedor lo pondré de columna en el Templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y grabaré sobre él el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios. (3.12)

…con tu sangre has adquirido para Dios
gentes de toda raza,
lengua, pueblo y nación,
y has constituido con ellas
un reino de sacerdotes
que servirán a nuestro Dios
y reinarán sobre la tierra. (5.9-10)

Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege. Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol. El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos. (7.14-17)

Pero al cabo de los tres días y medio, Dios los hizo revivir y los puso de nuevo en pie, para asombro y terror de quienes los contemplaban. Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: —Suban aquí. Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos. (11.11-12)

¡Dichosos quienes Dios ha elegido para tomar parte en ella! La segunda muerte no hará presa en ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo… mil años. (20.6)

—Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido. (21.3-4)

sábado, 22 de septiembre de 2012

Letra 288, 23 de septiembre de 2012


EL CRISTIANISMO, RELIGIÓN DE LIBERTAD (IV)
Jürgen Moltmann

Comparado con la tesis antirrevolucionaria de ciertos poderes concretos el movimiento cristiano por la libertad tiende a una transformación más radical y más total porque en su pasión escatológica hay un inagotable e incansable anarquismo de la fraternidad. En todas las revoluciones parciales por una mayor libertad alienta el espíritu de la Última Revolución, de la Revolución final y plenaria de Dios. Por esto en las revoluciones hay una centella del Espíritu de la Revolución: en lo Novum vive lo Ultimum (E. Bloch).

1. ¿En qué relación se encuentran ausencia y presencia de Futuro en el presente humano?
Lo grandioso de las declaraciones de Garaudy está en que en ellas la ('ausencia'' de Infinito no encuentra satisfacción compensatoria alguna, sino que se mantiene abierta como tal ausencia de Infinito en la exigencia de este Infinito. Con todo, la alternativa planteada por Garaudy sólo es válida dentro de la dualidad teísmo-ateísmo pero no dentro de la comprensión escatológico-dialéctica de la libertad. En ésta, ''presencia” y “ausencia” del Infinito Futuro, que se expresan en promesa y exigencia, son dos aspectos conexos de la operación del Futuro sobre el presente. Esto se ve claramente en la dialéctica paulina, conocida hoy en día en todas partes, del carácter in-stante y ex-stante del Futuro: la libertad escatológica actúa “ya ahora” pero “aún no” está presente. Por esto está prometida en la promesa y exigida en la parénesis. Se recibe en la fe y se espera en la esperanza. Por esto se habla de ella en imperativo y en indicativo. En la teología dialéctica de la Reforma esta dualidad toma la figura de “Ley y Evangelio”: es decir, exigencia infinita que pesa sobre un presente finito, y presencia real finita de un Futuro Infinito. Es por esto por lo que dentro de la comprensión escatológico-cristiana de la dialéctica de la libertad esta alternativa entre libertad atea y libertad cristiana queda socavada de raíz. Ha habido dos intentos de suprimir la dialéctica histórica del futuro del marxismo originario: la deformación de esta doctrina debida al concepto engelsiano de evolución-el progreso hacia metas siempre nuevas” -:y el viraje del último marxismo hacia el idealismo kantiano, un viraje según el cual el Futuro Infinito está presente, a modo de postulado abstracto del quehacer histórico, en la exigencia indefinida de este futuro. Podría ser que, mejor aún que estos dos intentos, lo que realmente suprimiera la dialéctica marxista fuera precisamente la dialéctica escatológica de la libertad. […]

En cambio, la libertad escatológica que, según la concepción cristiana, está presente en la promesa, lejos de sustituir por “la gracia y la paz” el postulado de la acción y la aspiración al Reino de Dios y su justicia, penetrando en los estratos de la impotencia y del dolor humanos, lo que hace es liberar al hombre para que pueda seguir aquella exigencia. Por esto, debido a su vinculación dialéctica con la promesa de un nuevo Futuro dirigida al “hombre viejo”, a los pobres y miserables, a los pecadores y moribundos, esta promesa impide que la exigencia se convierta en pretexto de fariseísmo moral (o revolucionario) de “los hombres de buena voluntad”; y recíprocamente: la exigencia preserva a la promesa del peligro de convertirse en pretexto para la paz prematura del quietismo del pecado o de las ideologías de poder. […]

Una trascendencia no alienante debe ser pensada como una trascendencia que suprima todas las alienaciones. Pero esto, a mi entender, es un Dios que sólo se aquieta en su propio Reino, un Reino de creación nueva y libre de alienación; es decir, una realidad terrena en la que de esta futura presencia de Dios cobra el hombre eterna fuerza contra las acometidas de la nada y todas sus alienaciones y miserias. […]

Lo que en el mundo libre r en las circunstancias concretas de la historia supera el infierno de la autoalienación -“no sé propiamente quién soy”- no es el cielo de la autorrealización; tal infierno se supera en el movimiento histórico de la enajenación que acepta el dolor de lo negativo, toma sobre sus espaldas la cruz de la realidad y se mantiene en ella. Antaño Hegel llamó al Reino el contenido positivo de la Cruz. Podemos dar la vuelta a esta frase. La Cruz es la forma negativa del Reino. Es la presencia salvadora dcl Reino en las circunstancias de exilio y expatriación. La inalienada identidad no puede ser representada de otra forma que como aceptación de lo inaceptable. […]

Por la Cruz de Jesucristo la liberación será: 1.0 una liberación del pecado por la fe que justifica, 2.O una liberación de la muerte por la Resurrección y 3.O una liberación del diablo por el Reino eterno. […]

La miseria que los cristianos llaman mal se muestra sin duda en la culpa personal ligada a la condición humana y en la falta de libertad del hombre, pero se muestra también en el plano social y político. Por esto la esclavitud humana puede ser entendida 1º como esclavitud social e inhumanidad del hombre; es decir, como explotación y denigración; 2º como esclavitud política e inhumanidad; es decir, como dependencia y sujeción; 3º como esclavitud corpóreo-natural debida a la enfermedad y a la muerte; 4º y, a la base de todas estas esclavitudes, como una desfiguración social, política, corporal y personal del ser mismo de la humanidad. En consecuencia, la eficacia de la liberación del pecado, que desde el punto de vista cristiano es tanto culpa como destino, debe llegar al plano personal, corporal, social y político; de lo contrario no se llegaría a percibir la universalidad y totalidad de esta miseria.

Si, en el sentido de la primitiva Iglesia, juntamos la miseria de la inhumanidad con la corrupción de la naturaleza salimos de la comprensión moral del pecado como culpa personal. Si juntamos la miseria del mal moral con el mal metafísico salimos de la mera superación de los síntomas de la miseria y llegamos a la raíz misma de ésta. Si, según el modelo de ambas, juntamos la miseria con la muerte estamos ante “el convidado de piedra” que pasa por toda vida y por toda sociedad.

En el fondo en todas estas formas de esclavitud se encuentran siempre hombres. Por esto una lucha por la libertad librada en un frente determinado no puede llevarnos nunca al olvido de los otros. Desde el punto de vista histórico existen sin .duda prioridades, pero no exclusividades. La lucha por la libertad y por un mundo libre o se gana en todos los frentes de la miseria del hombre y de la criatura o no se gana. […]
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PUBLICA LA UNAM OBRA COLECTIVA SOBRE EL ESTADO LAICO Y LOS DERECHOS HUMANOS
ALC Noticias, 20 de septiembre, 2012

Coordinado por las profesoras Margarita Moreno-Bonett y Rosa María Álvarez de Lara, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó El Estado laico y los derechos humanos en México: 1810-2010, en dos tomos, cuya versión impresa se dio a conocer el pasado 13 de septiembre. Moreno-Bonett es docente de la Facultad de Filosofía y Letras, y Álvarez de Lara en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, ambas de la misma universidad. La obra es el fruto del Seminario Permanente que se realizó como parte de las celebraciones del bicentenario de la Independencia de México y reúne más de 30 colaboraciones.
En la presentación escriben Gloria Villegas y Héctor Fix: “Esta obra […] reúne estudios de alto nivel académico, elaborados por especialistas reconocidos que contribuyen de manera destacada al debate histórico-jurídico de categorías necesarias para la comprensión de lo que hoy se entiende por derechos humanos: Estado secularización, laicismo, garantía individual, derecho social, entre otras. De igual manera, los textos que aquí se ocupan de la construcción del Estado laico mexicano, configuran un generoso conjunto que da cuenta del espíritu interdisciplinario con el que fue concebida esta obra y que se plasma en las sugerentes reflexiones contenidas en ellas acerca de los conceptos de legitimidad política, impartición de justicia e igualdad de los individuos ante la ley, como aspiraciones básica del Estado mexicano moderno”.
Las secciones en que se divide el contenido son: Estado laico, tolerancia, laicidad y secularización; La construcción histórica y conceptual de los derechos humanos; La iglesia en la independencia y en la formación del estado liberal; La definición de libertad religiosa y Estado laico: 1856-1930; El reconocimiento y respeto de los derechos humanos en un Estado laico; La masonería y el Estado laico; De las reformas secularizadoras a la tolerancia religiosa; La construcción histórica y conceptual de los derechos humanos, el estado laico y el laicismo; La construcción del estado liberal republicano y su relación con la iglesia; La relación Iglesia-Estado durante el Porfiriato y la Revolución Mexicana: connivencia o cisma; Las otras ideologías y los derechos humanos en un Estado laico; Estado laico, religión, movimientos sociales y los derechos de los grupos vulnerables; Estado liberal y educación laica: siglos XIX-XXI; La historia de la relación Iglesia-Estado a través de la literatura; Iglesia, argumentos religiosos, movilización y sociedad; Apreciaciones sobre el estado laico y los derechos humanos entre las iglesias; Una mirada a la articulación de aspectos religiosos y laicos en el ámbito social; Reflexiones jurídicas en torno al Estado laico en el siglo XXI; y Las reformas de Carlos Salinas y su repercusión en la actualidad.

Dentro del gran número de textos, valiosos todos, destacan los siguientes: “La construcción del Estado laico mexicano” (Patricia Galeana), “Estado laico y libertad religiosa“ (Jorge Adame Goddard), “Teología de la modernidad: el discurso mundial de los derechos humanos ante una era postmoderna. Paradojas y contradicciones“ (Gabriel Paris León García, Gabriel), “Reacción social a las Leyes de reforma (1855-1860) (Marta Eugenia García Ugarte), “Apreciaciones sobre el estado laico y los derechos humanos: coinciden­cias y divergencias entre los católicos en el México contemporáneo“ (Alejandro Castillo Morga), “Estado laico, fundamentalismos religiosos y derechos de las mujeres en México” (José Guadalupe Sánchez Suárez), “La reforma del artículo 40 constitucional” (Ruperto Patiño Manffer), “Antecedentes históricos del proceso de reforma de Salinas en materia religiosa“ (Juan Carlos Guzmán Rodríguez) y “Laicidad en México. Las reformas en materia religiosa“ (Alan Arias Marín).

La temática protestante o afín está representada por: “Establecimiento de la Iglesia anglicana en México” (José Manuel Villalpando) y “Tolerancia de cultos en Michoacán y la difusión de un protestantismo liberal en el oriente del estado, 1851-1911“ (Eduardo N. Mijangos Díaz y Leticia Mendoza García), y las participaciones de autores/as protestantes son: “Rupturas y continuidades en las políticas religiosas del liberalismo triunfante” (Rubén Ruiz Guerra), “Laicidad y libertad de conciencia. El vínculo histórico de las Iglesias protestantes en México“ (Ariel Corpus), “Teología y derechos humanos. Una agenda reformada urgente en México” (L. Cervantes-Ortiz) y “Sobre el Estado laico y la laicidad en los evangélicos mexicanos” (Deyssy Jael de la Luz García).


(LCO)

Actividades


EN EL CULTO VESPERTINO DE HOY EL TEMA SERÁ: “A LIBERTAD HEMOS SIDO LLAMADOS/AS”. LOS ESPERAMOS A TODOS/AS

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 25 de septiembre, 19 hrs.
Pioneros del presbiterianismo: Brígido Sepúlveda (II) (Salmo 136.21-26)
Modera: A.I. Angelita Martínez

REV. BRÍGIDO SEPÚLVEDA (II)

Con referencia a nuestra iglesia presbiteriana del lugar fueron el misionero Henry C. Thomson con la ayuda de Brígido Sepúlveda y otros los que empezaron a darle forma y carácter al primer grupo de presbiterianos en Monterrey.
Este trabajo fue iniciado en 1877 cuando el señor Thomson estando en Zacatecas vino a ocupar el nuevo campo transferido por los congregacionales a la misión presbiteriana del norte. Es de mencionar aquí que así como Antonio T. Graybill y Merril N. Hutchinson tuvieron sus brazos derechos en Leandro G. Mora y Arcadio Morales, respectivamente, de la misma manera don Brígido Sepúlveda fue para H.C. Thomson fiel compañero en las giras evangelísticas y trabajador eficaz en la extensión de la ahora obra presbiteriana.
Durante los años de 1877 a 1884 el trabajo fue arduo y en ocasiones peligroso, pero Dios prosperó el esfuerzo y cuidó de sus sembradores los que en su radio de acción predicaban no sólo en Monterrey, sino en todo Nuevo León y en algunos otros estados. Fue así como se establecieron puntos de predicación y se organizaron congregaciones en Montemorelos, Allende, Linares, Cadereyta y en diferentes lugares de Coahuila, Durango y Zacatecas.
Con referencia a la congregación presbiteriana de Monterrey, servicios regulares de Escuela Dominical y predicación fueron establecidos en el local que había adquirido la señorita Rankin, ubicado en la calle Matamoros en el centro de la ciudad. En 1880, el misionero Thomson tradujo al español el Libro de Doctrinas y Reglamentos de la Iglesia Presbiteriana formulados en Westminster, con el propósito de que los conversos adquirieran madurez conociendo sus doctrinas y la forma de gobierno y disciplina que como congregación presbiteriana tenían que observar. […]
Dentro de su vida ya como iglesia organizada, los misioneros Isaac Boyce y E.M. Haymaker hicieron prosperar la obra hasta que se llegó a tener un templo que fue dedicado a la Gloria de Dios en noviembre de 1894 bajo el pastorado del Pbro. Brígido Sepúlveda. Este fue el inicio de la Iglesia Presbiteriana en Monterrey, fruto que germinó de la semilla evangélica sembrada por la precursora Melinda Rankin y los pioneros H.C. Thomson y Brígido Sepúlveda. Éste, su primer pastor nacional.

Joel Martínez López, Orígenes del presbiterianismo en México, 1972, pp. 36-37.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

30 – Clase unida: Laboratorio litúrgico/ Celebración de cumpleaños/ Despensas

OCTUBRE: UNA NUEVA VISIÓN DE LA IGLESIA REFORMADA
7 –Santa Cena/ Reunión de Consistorio

Libres y siervos/as, la gran paradoja cristiana, L. Cervantes-O.



23 de septiembre, 2012

Soy plenamente libre; sin embargo, he querido hacerme esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda.
I Corintios 9.19

He aquí la libertad verdadera, espiritual y cristiana que libra al corazón de todo pecado, mandamiento y ley: la libertad que supera a toda otra como los cielos superan la tierra. ¡Quiera Dios hacernos comprender esa libertad y que la conservemos!
Martín Lutero, La libertad cristiana (1520)

No fue Martín Lutero quien acuñó las dos frases que resumen la gran paradoja de la libertad cristiana: “El cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todos”.[1] Fue el apóstol Pablo, quien al dirigirse a los creyentes de Corinto expone la estrategia utilizada para acercarse a todas las personas con quienes tenía contacto a fin de transmitirles de la mejor manera el contenido del Evangelio. Hoy se diría que practicó la inculturación del mensaje cristiano, es decir, que adaptó el contenido de éste a la idiosincrasia de las personas en medio de una cultura determinada. Pero él presenta esa acción como un ejercicio de la libertad y del servicio a los demás, al mismo tiempo, como parte de la paradoja que define la libertad otorgada por Dios en Cristo a cada creyente.
Nunca se alcanzarán a explicar con suficiencia los alcances de esta libertad para advertir las enormes dimensiones del proyecto libertario al que nos introduce la fe en Jesucristo. Uno de los obstáculos para captarla en todas sus aristas es, contradictoriamente, el ánimo de espiritualizar en demasía las consecuencias y derivaciones que invaden, literalmente, otras áreas de la existencia cristiana, pues el impacto de la conciencia liberada por la fe en Cristo es capaz de transformar todas las relaciones humanas, sociales y políticas, con el propósito de establecer esa libertad como norma en todos los ámbitos.
Desde la tradición reformada, Jürgen Moltmann esbozó desde 1967 una amplia lectura de las diversas palabras paulinas referidas al tema de la libertad, comenzando con II Corintios 3.17:

Las primeras comunidades cristianas que vivieron en suelo helenístico poseían un lema impresionante; rezaba así: “Aquí está el Espíritu y la Libertad”. En esta divisa quedan anuladas todas las diferencias humanas: las diferencias religiosas, políticas, sociales, e incluso las que se ha venido en llamar diferencias naturales: “Aquí no hay ni judío ni pagano, ni griego ni bárbaro, ni señor ni esclavo, ni hombre ni mujer: todos son una sola cosa en Cristo”. La vocación a la semejanza con Cristo, al mesianismo recíproco y al futuro común de la libertad es un elemento nuevo que, elevando al hombre por encima de su nivel no-humano. Penetra en los conflictos en los que los hombres, al afirmar el elemento positivo de su ser personal, se separan unos de otros. Por esto caen también las fronteras históricas y naturales que separan a los hombres: “Todo es vuestro; el mundo, la vida, la muerte; lo presente, lo venidero, todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo dc Dios” (1 Co 3.21-23). “Todo es lícito, pero no todo conviene” (1 Co 6.12). “Todo es lícito pero no todo edifica'' (1 Co 10.23). Exactamente lo contrario de lo que concluían Dostoievski y Sartre. Ellos decían: si no hubiera Dios todo sería lícito; los primitivos cristianos, en cambio: cerca del Dios de la libertad todo es lícito, todo es nuestro.
No es cuando Dios no existe que está todo permitido; es exactamente lo contrario: cerca de Dios, en el Espíritu de la Resurrección, todo es lícito, todo está permitido: el hombre se convierte en dueño absoluto de la Naturaleza y de la Historia, de su propia vida e incluso de su muerte. La predicación del apóstol no se dirige a limitar por medio de leyes esta libertad omnímoda, lo que hace es colocarla en el centro del amor que libera al prójimo y redime a toda criatura de su estado de opresión.[2]

Este enfoque trata de espiritualizar la “vida mundana” de los creyentes, por decirlo así, para que se den cuenta de los alcances de la libertad cristiana. Ésta invade los intersticios de la existencia, justamente aquellos en donde la alienación sigue haciendo de las suyas; la desenmascara, la evidencia y propone las formas nuevas que Dios desea instalar en todas las áreas de la vida. Moltmann agrega: “Por esto no es posible pasar ante las desigualdades e injusticias de la historia sin ver en ellas algo que guarda relación con la igualdad y la libertad últimas: en las circunstancias históricas de cada momento se anuncia ya la común libertad y la libre comunidad. La lucha por los derechos y por la libertad de cada hombre no se basa en unos derechos innatos, sino en un futuro de libertad y comunidad que actúa ya sobre nuestro presente”.[3]
Eso es lo que soñaron los autores bíblicos y los reformadores/as del siglo XVI. Moltmann también bosquejó una interpretación actual de las consecuencias aludidas, al referirse directamente al documento de Lutero:

De la palabra que justifica nace la libertad de un hombre cristiano. El cristiano pasa a ser señor de todas las cosas y hombre libre de toda sumisión porque tiene en Cristo el fundamento mismo de su libertad. 'Con esto la libertad cristiana pierde su carácter de privilegio de clase y se convierte en fundamento de las decisiones libres en la obediencia de la fe. Los privilegios del clero no tienen ya lugar allí donde la libertad cristiana se convierte en fundamento de la realeza sacerdotal de todos los creyentes. La Iglesia ya no puede ordenar que el hombre trabaje para ganar la libertad porque éste ya no se libera por medio del trabajo sino que por la libertad de la fe nace de nuevo para la creación libre: el hombre libre hace obras libres.[4]

La libertad cristiana es, ciertamente, teologal, pero es también profundamente humana en el sentido de que ha engendrado y se ha desdoblado histórica y políticamente, en las libertades que se han alcanzado, no sin luchas, pero progresivamente en un camino interminable que enfrenta innumerables obstáculos para hacer realidad la paradoja de asumir el señorío y la dignidad que Dios ofrece a todos los seres humanos y, al mismo tiempo, la disposición para el humildad, el servicio y la solidaridad fraterna. La falsa libertad deshumanizada no debería presentarse ante los ojos del mundo como fruto de la obra de Jesucristo, pues él fue un hombre libre que vino a enseñar a vivir en la libertad de Dios.


[1] M. Lutero, La libertad cristiana (1520), en www.fiet.com.ar/articulo/la_libertad_cristiana.pdf, p. 1.
[2] J. Moltmann, “El cristianismo, religión de libertad”, en www.raco.cat/index.php/convivium/article/viewFile/76338/98937, pp. 45-46.
[3] Ibid., p. 47.
[4] Ibid., p. 59. Énfasis original.

I Corintios 6.12-17; 9.19-23


La Palabra, SBU


12 Andan diciendo algunos: “Todo me está permitido”. Sí, pero no todo es conveniente. Y, aunque todo me esté permitido, no debo dejar que nada me esclavice. 13 Dicen también: “La comida es para el estómago, y el estómago, para la comida”; pero Dios hará que perezcan ambas cosas. Y, en todo caso, el cuerpo no está hecho para la lujuria, sino para el Señor. A su vez, el Señor es para el cuerpo.
14 Por su parte, Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. 15 ¿Ignoran que sus cuerpos son miembros del cuerpo de Cristo? ¿Y voy a convertir un miembro de Cristo en miembro de prostituta? ¡De ningún modo! 16 Ustedes saben, en efecto, que unirse a una prostituta es hacerse con ella como un solo cuerpo. La misma Escritura lo dice: Los dos formarán un solo ser. 17 En cambio, el que se une al Señor, formará con él un solo ser en la esfera del Espíritu. […]
19 Soy plenamente libre; sin embargo, he querido hacerme esclavo de todos para ganar a todos cuantos pueda. 20 Con los judíos me conduzco como judío, para ganar a los judíos. Con los que están sujetos a la ley, yo, que no estoy sujeto a la ley, actúo como si lo estuviera, a fin de ganarlos. 21 Igualmente, para ganar a los que están sin ley, yo, que no estoy sin ley de Dios ya que mi ley es Cristo, me comporto con ellos como si estuviera sin ley. 22 Con los poco formados en la fe, procedo como si yo también lo fuera, a ver si así los gano. A todos traté de adaptarme totalmente para conseguir, cueste lo que cueste, salvar a algunos.
23 Todo sea por amor al mensaje evangélico, de cuyos bienes espero participar.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Letra 287, 16 de septiembre de 2012


EL CRISTIANISMO, RELIGIÓN DE LIBERTAD (III)
Jürgen Moltmann

Este sentido universal de la libertad lo explica Pablo en el octavo capítulo de la Carta a los Romanos. Todo cuanto existe está sometido a la esclavitud de la muerte pero no a causa de una condición trágica inherente a todas las cosas sino en vistas de una esperanza futura. El mundo está humanamente abierto para la manifestación de la libertad de los hijos de Dios. Por esto no son sólo los creyentes, que son libres por el Espíritu, quienes sufren de la esclavitud de su cuerpo mortal; la tortura de la coacción y cl a17heIo dc libertad aquejan a toda criatura oprimida.

El futuro de la nueva creación de Dios, por medio del hombre libre, traerá libertad al mundo, lo sacará de la esclavitud de la nada y lo glorificará. Por esto el que abraza en espíritu la libertad del Dios que viene, entra en un doble movimiento: el movimiento de la esperanza y el del sufrimiento por la opresión del mundo en que vive. El nuevo mundo será un mundo bajo el signo de la libertad de los hijos de Dios, porque en el momento presente es ya un mundo bajo el signo de Cristo, el Hijo de Dios. De ahí que Ia lucha por el advenimiento de este mundo tenga siempre el sentido de una lucha por la verdadera y plena libertad. Este proceso tiene su consumación en la parousía del Hijo y de la filiación y por esto determina ya aquí la marcha de la historia universal.

Pero cabe preguntarse ahora: si la libertad futura guarda una relación tan universal con el dolor presente de todas las cosas, ¿de qué modo esta libertad se encuentra anticipada en la fe cristiana? Esta libertad (se encuentra ya tan presente en la fe y en la Iglesia que a éstas no les falte más que revelarla e, incorporando en su seno la totalidad del mundo, inocularla en él? (Esta libertad es un privilegio de los cristianos de la iglesia o una real anticipación de un futuro, todavía a la espera, de la totalidad de lo creado? Según Pablo los cristianos sólo poseen esta libertad en la esperanza, y por tanto en la paciente espera de un Reino que aún no pueden ver. Por esto los cristianos no están excluidos de la miseria general de la criatura oprimida sino que suspiran con ella y por aquellos 'que han enmudecido. Suspiran no sólo por la esclavitud del otro sino también por la esclavitud de su propio cuerpo. La tensión esclavitud-libertad, libertad presente – libertad futura atraviesa el ser mismo del cristiano. Su esperanza en la libertad I no le hace llevadera la esclavitud real que sufre; todo lo contrario, para el cristiano la esclavitud es insoportable porque cuando está cerca la libertad duelen más las cadenas de la esclavitud. Por esto la esperanza del cristiano en la libertad no le lleva a situaciones de privilegio ni a un autosuficiente segregacionismo Iglesia-mundo sino a una solidaridad comprometida y luchadora con toda la creación doliente.

Si distinguimos entre los efectos de la libertad y la efectividad (realidad) de la libertad, el espíritu de la Libertad y el Reino de la Libertad, debemos decir que los creyentes sólo poseen esta Libertad en el éxodo de la esclavitud, aún no en la tierra prometida de la Libertad. La Iglesia la posee en lucha por el Reino de la Libertad, aún no en el triunfo. Es decir, en este mundo el hombre posee la libertad en el dolor de la alienación no en la resurrección aún; en la historia, no en sí misma.

Esta diferencia es importante porque una y otra vez ha sido difuminada por una iglesia triunfante. Si los cristianos quisieran revestir el mundo con la libertad real que les es propia, su “grito” de libertad, solidario con el de todos los hombres, se extraviaría en el griterío de una ideología cristiana de auto-imposición eclesial. Los cristianos dejarían de ver la libertad cristiana como el principio de la libertad de todas las criaturas y la confundirían con la libertad de la iglesia. El movimiento de esperanza dé libertad degeneraría en programa de realización del mundo, y la representación de los otros en incorporación de éstos. Pero si los cristianos y las Iglesias se dan cuenta de que no están aún en su propio Reino, de que es sólo de un modo terreno como reciben los efectos de la libertad futura, se enfrentarán en una múltiple revolución contra -las viejas y las nuevas formas de esclavitud del hombre (1 Co 9.19: siendo libre me he hecho siervo de todos).

En el cuarto capítulo de la carta a los Gálatas, Pablo llama a los cristianos “hijos de la libertad” porque son “hijos de la promesa”. La libertad misma es su madre. Por la promesa han nacido libres y herederos del futuro mundo de la Libertad. En sí mismos los cristianos no son aún los libres, pero son ya los hijos y herederos de la Libertad. Por esto Pablo no dice que Cristo les haya hecho libres, dice que les “ha hecho libres para la Libertad”. Los cristianos no han sido colocados en el estamento privilegiado de los hombres libres sino que han sido puestos en camino hacia la ciudad futura de la Libertad, “la celestial Jerusalén”.

El “manteneos firmes” en la libertad de Pablo (Gal. 5.1) no tiene el sentido del estoico “sé el que eres”; hay que entenderlo en sentido escatológico: atente a aquello que debe ser tu ser futuro. Los que creen en Cristo son, mes, libres en la medida en que se identifican con su propio futuro y el de1 mundo. La diferencia entre el futuro de la libertad y los efectos presentes de esta introduce, pues, al creyente en la solidaridad del amor a toda la creación oprimida. Por el amor el cristiano hace posible el futuro real. Por la solidaridad otorga a los mortales una nueva esperanza. Si hubiera alcanzado el estadio de la plena libertad, el cristiano, como el estoico y el gnóstico, sería indiferente al dolor de la esclavitud del mundo. Pero éste no es el caso del cristiano; el cristiano sólo posee libertad en cuanto que está apresado por los efectos del mundo libre del futuro; y esto es lo que le fuerza a modificar el mundo concreto de la vida y del trabajo en el sentido de la libertad. Los efectos del Espíritu no se manifiestan en una actitud interior de distancia frente al destino del mundo sino en la carismática vitalización y humanización de todas las circunstancias de la vida.

En todo derrumbamiento violento de una situación de fuerza nace necesariamente una nueva situación de violencia; es por esto por lo que el movimiento cristiano por la libertad tiene un método distinto al de Espartaco. Sabemos por la carta a Filemón que Pablo manda a Onésimo, el esclavo fugitivo, a su antiguo señor, pero ya no como esclavo sino como algo más que un esclavo, como un hermano amado”, y esto, subraya Pablo, “tanto en la carne como en el Señor” (vv.  15-16); es decir, su condición le esclavo cesa no sólo en el espíritu, en el Señor, sino también en la carne.

El movimiento cristiano de liberación sustituye el método de la lucha por el poder por otro método: socava las situaciones de fuerza con los efectos de la libertad del futuro mundo libre y con los efectos de la fraternidad del futuro mundo fraterno: al fin los edificios de poder pierden toda consistencia y acaban por venirse abajo porque se han hecho ya inservibles. Se trata, en el fondo, de un anarquismo escatológico en nombre de la libertad divina que va a unir a todos los hombres en un abrazo fraterno. Por esto, comparado con las revoluciones violentas de las situaciones de fuerza que nos presenta la historia, el movimiento cristiano por la libertad tiene un tono más paciente pero también más penetrante. No son sólo los poderes concretos lo que hay que cambiar, es el poder mismo que no tiene lugar.
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ANUNCIA ROSI OROZCO QUE CONTINÚA EN LA LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS
ALC Noticias, 11 de septiembre, 2012

Luego de no conseguir los votos suficientes para acceder al Senado de la República, la ex diputada ciudadana por el Partido Acción Nacional (PAN), Rosi Orozco, de filiación evangélica, anunció a fines de agosto que presidirá el Consejo Ciudadano Unidos Contra la Trata de Personas, días antes de concluir su periodo legislativo, en el cual presidió una comisión sobre el tema y, junto a diputadas de varios partidos, impulsó la ley sobre el particular, que finalmente se aprobó en el mes de abril. El éxito de dicha iniciativa, que asumió con especial intensidad, hizo que se sintiera con la fuerza suficiente para aspirar a un escaño senatorial, pero quedó en tercer lugar en las preferencias en el Distrito Federal, detrás de los izquierdistas Alejandra Barrales y Mario Delgado.

Señalada, junto con su esposo Alejandro Orozco Rubio (de quien tomó el apellido, pues en realidad se llama Rosa María de la Garza) por ser ambos pastores y fundadores de Casa Sobre la Roca (filial del mismo movimiento en Colombia, dirigido por la pareja de pastores-políticos César y Claudia Castellanos, en quienes se inspiran), organismo religioso que alcanzó gran notoriedad por su influencia en algunas políticas públicas de Felipe Calderón, sobre todo en la creación de los Centros Nueva Vida para combatir las adicciones, ha manejado un perfil político indistinto en relación con la ideología del partido que la llevó a la Cámara de Diputados. La revista Proceso ventiló ampliamente los acercamientos con Calderón y su esposa que le permitieron, incluso, hacerse de una casa expropiada a narcotraficantes. El libro de Rodolfo Montes, La cruzada de Calderón (Grijalbo, 2011) ofreció más detalles sobre esos contactos y el efecto de los mismos en la imagen religiosa de la presidencia, los cuales inquietaron mucho a ciertas cúpulas católicas que esperaban más apoyo, dado el manifiesto catolicismo que siempre ostentó Calderón. Según Bernardo Barranco, éste pagó los favores a los Orozco con puestos, recursos y redes de influencia, pues Alejandro fue nombrado director del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam). Barranco fue más explícito aún: “No es casualidad que la diputada Rosi Orozco, con su iniciativa aprobada sobre trata de personas, se sienta, y así quiere que la miren en su entorno, como una heroína patriótica haciendo un gran servicio a la nación. Es evidente el malestar entre un sector de panistas que se siente desplazado por el advenimiento de los Orozco”.

Lejos están ya los tiempos en que todo protestante mexicano era priísta por necesidad u obligación. Y lejos también quedaron aquellos años heroicos en que algunos militantes de esta rama del cristianismo militaban en algún partido de manera convencional. Los nombres de las figuras nacidas todas en el siglo XIX y que durante los gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios ejercieron cargos en la administración pública o en alguna de las cámaras no son tan conocidos por las nuevas generaciones. El de Aarón Sáenz es quizá el más notable, pues pudo ser el candidato a la Presidencia en las elecciones de 1929, pero el hecho de ser protestante fue usado en su contra. Los tiempos cambiaron y la ideología más cercana a la de las comunidades evangélicas se movió bastante más a la derecha: el PAN, de filiación católica, comenzó a tener simpatizantes en ellas, que se alejaron casi inconscientemente del liberalismo de antaño.

En una entrevista concedida a Milenio Televisión al conocerse su derrota electoral, Orozco anunció que no descansará hasta erradicar la trata de personas y que seguiría su lucha desde la sociedad civil. Además, reconoció que, de haber ganado, se alinearía formalmente en las propuestas de Acción Nacional. Las iniciativas que tomará y el seguimiento a las mismas pueden leerse en el sitio: http://unidoshacemosladiferencia.com, donde se percibe la misma actitud oficialista de meses atrás.

Finalmente, el matrimonio Orozco presentará el volumen Transformaciones México en la librería Visión, de su propiedad, el 22 de septiembre próximo, como parte de su nuevo posicionamiento, pues con anterioridad habían adelantado el proyecto en la página web del mismo nombre (http://transformacionesmexico.com), adonde se palpa la misma actitud institucional, lo mismo que en la revista, que coloca el membrete de “mexicanos” por el de “cristianos”, utilizado en otros espacios (www.transformacionesmexico.com/ Revista.pdf). Uno de los proyectos anunciados allí es precisamente el de la librería mencionada, a cargo de Emilio Orozco. Antes, ambos habían publicado materiales en la línea de autoayuda en la misma empresa que publica las obras de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Aprovechando la discusión de la ley, ella dio a conocer Del cielo al infierno en un día, co-escrito con Evangelina Hernández (www.editorialdiamante.com/diamante/index.php?option=com_content&view=article&id=268&Itemid=240&lang=es). Alejandro, por su parte, lanzó Como limón en la herida. Arde pero desinfecta (2005, www.editorialdiamante.com/ diamante/images/stories/catalogo/pdf/ limon.pdf), y Bartimeo en 2008 (Thomas Nelson), reflexiones bíblicas(LCO)

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...