sábado, 22 de septiembre de 2012

Letra 288, 23 de septiembre de 2012


EL CRISTIANISMO, RELIGIÓN DE LIBERTAD (IV)
Jürgen Moltmann

Comparado con la tesis antirrevolucionaria de ciertos poderes concretos el movimiento cristiano por la libertad tiende a una transformación más radical y más total porque en su pasión escatológica hay un inagotable e incansable anarquismo de la fraternidad. En todas las revoluciones parciales por una mayor libertad alienta el espíritu de la Última Revolución, de la Revolución final y plenaria de Dios. Por esto en las revoluciones hay una centella del Espíritu de la Revolución: en lo Novum vive lo Ultimum (E. Bloch).

1. ¿En qué relación se encuentran ausencia y presencia de Futuro en el presente humano?
Lo grandioso de las declaraciones de Garaudy está en que en ellas la ('ausencia'' de Infinito no encuentra satisfacción compensatoria alguna, sino que se mantiene abierta como tal ausencia de Infinito en la exigencia de este Infinito. Con todo, la alternativa planteada por Garaudy sólo es válida dentro de la dualidad teísmo-ateísmo pero no dentro de la comprensión escatológico-dialéctica de la libertad. En ésta, ''presencia” y “ausencia” del Infinito Futuro, que se expresan en promesa y exigencia, son dos aspectos conexos de la operación del Futuro sobre el presente. Esto se ve claramente en la dialéctica paulina, conocida hoy en día en todas partes, del carácter in-stante y ex-stante del Futuro: la libertad escatológica actúa “ya ahora” pero “aún no” está presente. Por esto está prometida en la promesa y exigida en la parénesis. Se recibe en la fe y se espera en la esperanza. Por esto se habla de ella en imperativo y en indicativo. En la teología dialéctica de la Reforma esta dualidad toma la figura de “Ley y Evangelio”: es decir, exigencia infinita que pesa sobre un presente finito, y presencia real finita de un Futuro Infinito. Es por esto por lo que dentro de la comprensión escatológico-cristiana de la dialéctica de la libertad esta alternativa entre libertad atea y libertad cristiana queda socavada de raíz. Ha habido dos intentos de suprimir la dialéctica histórica del futuro del marxismo originario: la deformación de esta doctrina debida al concepto engelsiano de evolución-el progreso hacia metas siempre nuevas” -:y el viraje del último marxismo hacia el idealismo kantiano, un viraje según el cual el Futuro Infinito está presente, a modo de postulado abstracto del quehacer histórico, en la exigencia indefinida de este futuro. Podría ser que, mejor aún que estos dos intentos, lo que realmente suprimiera la dialéctica marxista fuera precisamente la dialéctica escatológica de la libertad. […]

En cambio, la libertad escatológica que, según la concepción cristiana, está presente en la promesa, lejos de sustituir por “la gracia y la paz” el postulado de la acción y la aspiración al Reino de Dios y su justicia, penetrando en los estratos de la impotencia y del dolor humanos, lo que hace es liberar al hombre para que pueda seguir aquella exigencia. Por esto, debido a su vinculación dialéctica con la promesa de un nuevo Futuro dirigida al “hombre viejo”, a los pobres y miserables, a los pecadores y moribundos, esta promesa impide que la exigencia se convierta en pretexto de fariseísmo moral (o revolucionario) de “los hombres de buena voluntad”; y recíprocamente: la exigencia preserva a la promesa del peligro de convertirse en pretexto para la paz prematura del quietismo del pecado o de las ideologías de poder. […]

Una trascendencia no alienante debe ser pensada como una trascendencia que suprima todas las alienaciones. Pero esto, a mi entender, es un Dios que sólo se aquieta en su propio Reino, un Reino de creación nueva y libre de alienación; es decir, una realidad terrena en la que de esta futura presencia de Dios cobra el hombre eterna fuerza contra las acometidas de la nada y todas sus alienaciones y miserias. […]

Lo que en el mundo libre r en las circunstancias concretas de la historia supera el infierno de la autoalienación -“no sé propiamente quién soy”- no es el cielo de la autorrealización; tal infierno se supera en el movimiento histórico de la enajenación que acepta el dolor de lo negativo, toma sobre sus espaldas la cruz de la realidad y se mantiene en ella. Antaño Hegel llamó al Reino el contenido positivo de la Cruz. Podemos dar la vuelta a esta frase. La Cruz es la forma negativa del Reino. Es la presencia salvadora dcl Reino en las circunstancias de exilio y expatriación. La inalienada identidad no puede ser representada de otra forma que como aceptación de lo inaceptable. […]

Por la Cruz de Jesucristo la liberación será: 1.0 una liberación del pecado por la fe que justifica, 2.O una liberación de la muerte por la Resurrección y 3.O una liberación del diablo por el Reino eterno. […]

La miseria que los cristianos llaman mal se muestra sin duda en la culpa personal ligada a la condición humana y en la falta de libertad del hombre, pero se muestra también en el plano social y político. Por esto la esclavitud humana puede ser entendida 1º como esclavitud social e inhumanidad del hombre; es decir, como explotación y denigración; 2º como esclavitud política e inhumanidad; es decir, como dependencia y sujeción; 3º como esclavitud corpóreo-natural debida a la enfermedad y a la muerte; 4º y, a la base de todas estas esclavitudes, como una desfiguración social, política, corporal y personal del ser mismo de la humanidad. En consecuencia, la eficacia de la liberación del pecado, que desde el punto de vista cristiano es tanto culpa como destino, debe llegar al plano personal, corporal, social y político; de lo contrario no se llegaría a percibir la universalidad y totalidad de esta miseria.

Si, en el sentido de la primitiva Iglesia, juntamos la miseria de la inhumanidad con la corrupción de la naturaleza salimos de la comprensión moral del pecado como culpa personal. Si juntamos la miseria del mal moral con el mal metafísico salimos de la mera superación de los síntomas de la miseria y llegamos a la raíz misma de ésta. Si, según el modelo de ambas, juntamos la miseria con la muerte estamos ante “el convidado de piedra” que pasa por toda vida y por toda sociedad.

En el fondo en todas estas formas de esclavitud se encuentran siempre hombres. Por esto una lucha por la libertad librada en un frente determinado no puede llevarnos nunca al olvido de los otros. Desde el punto de vista histórico existen sin .duda prioridades, pero no exclusividades. La lucha por la libertad y por un mundo libre o se gana en todos los frentes de la miseria del hombre y de la criatura o no se gana. […]
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PUBLICA LA UNAM OBRA COLECTIVA SOBRE EL ESTADO LAICO Y LOS DERECHOS HUMANOS
ALC Noticias, 20 de septiembre, 2012

Coordinado por las profesoras Margarita Moreno-Bonett y Rosa María Álvarez de Lara, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó El Estado laico y los derechos humanos en México: 1810-2010, en dos tomos, cuya versión impresa se dio a conocer el pasado 13 de septiembre. Moreno-Bonett es docente de la Facultad de Filosofía y Letras, y Álvarez de Lara en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, ambas de la misma universidad. La obra es el fruto del Seminario Permanente que se realizó como parte de las celebraciones del bicentenario de la Independencia de México y reúne más de 30 colaboraciones.
En la presentación escriben Gloria Villegas y Héctor Fix: “Esta obra […] reúne estudios de alto nivel académico, elaborados por especialistas reconocidos que contribuyen de manera destacada al debate histórico-jurídico de categorías necesarias para la comprensión de lo que hoy se entiende por derechos humanos: Estado secularización, laicismo, garantía individual, derecho social, entre otras. De igual manera, los textos que aquí se ocupan de la construcción del Estado laico mexicano, configuran un generoso conjunto que da cuenta del espíritu interdisciplinario con el que fue concebida esta obra y que se plasma en las sugerentes reflexiones contenidas en ellas acerca de los conceptos de legitimidad política, impartición de justicia e igualdad de los individuos ante la ley, como aspiraciones básica del Estado mexicano moderno”.
Las secciones en que se divide el contenido son: Estado laico, tolerancia, laicidad y secularización; La construcción histórica y conceptual de los derechos humanos; La iglesia en la independencia y en la formación del estado liberal; La definición de libertad religiosa y Estado laico: 1856-1930; El reconocimiento y respeto de los derechos humanos en un Estado laico; La masonería y el Estado laico; De las reformas secularizadoras a la tolerancia religiosa; La construcción histórica y conceptual de los derechos humanos, el estado laico y el laicismo; La construcción del estado liberal republicano y su relación con la iglesia; La relación Iglesia-Estado durante el Porfiriato y la Revolución Mexicana: connivencia o cisma; Las otras ideologías y los derechos humanos en un Estado laico; Estado laico, religión, movimientos sociales y los derechos de los grupos vulnerables; Estado liberal y educación laica: siglos XIX-XXI; La historia de la relación Iglesia-Estado a través de la literatura; Iglesia, argumentos religiosos, movilización y sociedad; Apreciaciones sobre el estado laico y los derechos humanos entre las iglesias; Una mirada a la articulación de aspectos religiosos y laicos en el ámbito social; Reflexiones jurídicas en torno al Estado laico en el siglo XXI; y Las reformas de Carlos Salinas y su repercusión en la actualidad.

Dentro del gran número de textos, valiosos todos, destacan los siguientes: “La construcción del Estado laico mexicano” (Patricia Galeana), “Estado laico y libertad religiosa“ (Jorge Adame Goddard), “Teología de la modernidad: el discurso mundial de los derechos humanos ante una era postmoderna. Paradojas y contradicciones“ (Gabriel Paris León García, Gabriel), “Reacción social a las Leyes de reforma (1855-1860) (Marta Eugenia García Ugarte), “Apreciaciones sobre el estado laico y los derechos humanos: coinciden­cias y divergencias entre los católicos en el México contemporáneo“ (Alejandro Castillo Morga), “Estado laico, fundamentalismos religiosos y derechos de las mujeres en México” (José Guadalupe Sánchez Suárez), “La reforma del artículo 40 constitucional” (Ruperto Patiño Manffer), “Antecedentes históricos del proceso de reforma de Salinas en materia religiosa“ (Juan Carlos Guzmán Rodríguez) y “Laicidad en México. Las reformas en materia religiosa“ (Alan Arias Marín).

La temática protestante o afín está representada por: “Establecimiento de la Iglesia anglicana en México” (José Manuel Villalpando) y “Tolerancia de cultos en Michoacán y la difusión de un protestantismo liberal en el oriente del estado, 1851-1911“ (Eduardo N. Mijangos Díaz y Leticia Mendoza García), y las participaciones de autores/as protestantes son: “Rupturas y continuidades en las políticas religiosas del liberalismo triunfante” (Rubén Ruiz Guerra), “Laicidad y libertad de conciencia. El vínculo histórico de las Iglesias protestantes en México“ (Ariel Corpus), “Teología y derechos humanos. Una agenda reformada urgente en México” (L. Cervantes-Ortiz) y “Sobre el Estado laico y la laicidad en los evangélicos mexicanos” (Deyssy Jael de la Luz García).


(LCO)

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