domingo, 28 de abril de 2013

Letra 326, 28 de abril de 2013


UN MODELO DE KOINONÍA, SOLIDARIDAD Y COOPERACIÓN
Carlos Scott
Protestante Digital, 16 de febrero de 2013

Un modelo de koinonía, solidaridad y cooperaciónHermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado. Filipenses 3:17

El apóstol Pablo nos da un modelo de misión y cooperación para seguir. Podemos sugerir que el apóstol está definiendo el rol de la cooperación y su representación con la palabra comunión (Fil. 1:5).

1. El evangelio es la pasión por participar con el Pueblo de Dios en la misión del Dios misionero. La pasión clave es por el evangelio. Pablo nos habla acerca de la comunión del evangelio en el capítulo uno de Filipenses. Cuenta lo que le pasó a él y anima a los creyentes a que se comporten como es digno del evangelio; firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe y sin temor a los adversarios. Por lo tanto: Debemos participar ayudando a otros por medio de la cooperación.
La pasión por el evangelio nos debe llevar a participar, cooperar, compartir (Fil. 1:5) y no a competir: Compartir una empresa común (2 Co. 8:23), compartir una experiencia común: la persecución (Heb. 10:33 y Ap. 1:9); el sufrimiento (2 Co. 1:7); la alabanza (1 Co. 10:16-17); la debilidad y fortaleza (2 Co. 11: 28-29); compartir privilegios en común (Ro. 11:17; 1 Co 9:23), compartir realidades en común (Fil. 1:7); compartir por medio del dar o donar (Fil. 1:5, 2 Co. 9:13).
Los Filipenses "participaban en el evangelio desde el primer día" (1:5) sosteniendo a Pablo (4:14-16). Se puede hablar de "comunión". Koinonía es la palabra neotestamentaria traducida como "comunión", "compartir", "contribución", "común".
Queda claro la idea de compartir algo, una empresa, un propósito, una experiencia, el dinero, debe ser compartido. Lo que se comparte primero en el contexto de la iglesia es la fe. Lo que sale de la koinonia de la fe es la koinonia de la obra. El compartir la fe viene primero y define la cooperación práctica, pero la fe común debe tener una salida a la participación práctica y esta participación en la práctica tiene consecuencias concretas.
Así lo vivió Epafrodito quien arriesgo su vida para atender las necesidades de Pablo. No solo se lo menciona como hermano y colaborador sino como "compañero de lucha". Implica el nivel más alto en la cooperación (Fil. 2:25-30, 4:18). Es la figura tomada de los soldados romanos cuando están espalda pegada contra espalda. El enemigo no puede distinguir cuando comienza uno y termina el otro. Es alegrarnos, sufrir y avanzar por lo mismo.

2. El evangelio es la pasión por ser siervos en la cooperación. En el capítulo dos hay una descripción única de Jesús como siervo, luego, tenemos ejemplos de otros siervos como Timoteo (2:19-23) y Epafrodito. El capítulo tres da una advertencia sobre los malos obreros (3:2) y en el capítulo cuatro Pablo le ruega a Evodia y Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor (4:2). Se habla mucho de los siervos, de servir juntos y de los problemas que hay cuando servimos juntos, por lo tanto: Debemos participar encarnando el modelo de Jesucristo. Jesucristo es el modelo y actitud que debemos desarrollar como siervos e iglesias en el corazón de Dios (2:5-11): “Se humilló y se rebajó voluntariamente tomando la naturaleza de siervo y se hizo semejante a los seres humanos” (v 5-7), Se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! (v8), Jesucristo es exaltado (v9-11). “Él debe ser exaltado como resultado de nuestra actitud en todo lo que hacemos especialmente en la cooperación."
El tema de fondo es relacionarnos correctamente encarnando el modelo de Jesucristo. Por eso dice el apóstol: “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás".
El primer paso para la unidad y cooperación comienza con H mayúscula: Humildad. Se requiere amor, verdad, aceptación, perdón, respeto, vulnerabilidad, sumisión, integridad, equidad, reciprocidad y paz. La fe bíblica no solamente tiene que ver con responder y creer en un mensaje, sino tiene que ver con vivir el mensaje en el mundo concreto, el mundo de riqueza y pobreza, el de injusticia y corrupción, el de divisiones y rivalidades.

3. El evangelio es la pasión por conocer más al Señor. Podemos estar trabajando muy fuerte y haciendo muchos planes, pero no debemos descuidar la pasión de conocer a Jesús. Algunas veces falta pasión hacia Cristo. Podemos estar muy emocionados con el programa de la iglesia, la organización o la institución, pero no con Jesús mismo. Nos involucramos tanto haciendo planes que corremos el riesgo de olvidamos de Jesucristo. Nuestra primera prioridad será siempre conocerlo a ÉL. Lo que le importaba al apóstol Pablo era conocer a Jesucristo (3:8), ahí es donde comienza la pasión en la cooperación, por lo tanto: Debemos conocer más a Jesucristo y participar en sus sufrimientos. "Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte." Fil. 3:10.
El apóstol nos deja su legado. "Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col. 1:24). Tanto Pablo, Timoteo y Epafrodito dieron un paso más allá. Se entregaron totalmente a punto de arriesgar la vida misma. La iglesia como parte de su misión está presente en el mundo para completar lo que falta de sus sufrimientos en la extensión del Reino de Dios (Fil. 1:29, 1 P. 4:13, 16). Es identificarnos y servir a los más vulnerables. Hay lugares en el mundo donde la iglesia es muy débil y sufre.
Se nos invita a estar en el seguimiento de Jesús y dar pasos de fe. La presente condición del mundo está marcada por el sufrimiento (Ro. 8:18-20). Nuestra vida debe ser un final abierto y lleno de sorpresas en las manos de Dios. Nunca terminamos de saber lo que viene después. ¿Es costoso estar en el centro de la voluntad de Dios? Esta debe ser nuestra pasión (Fil. 3:13-14).

Preguntas para la reflexión
·         ¿Estamos abiertos a tener comunión, compartir, participar y contribuir con otras iglesias del pueblo, ciudad y región? ¿Qué implica?
·         ¿Qué consecuencias concretas tendría que tener la participación en la comunión del evangelio?
·         ¿Cuáles son los obstáculos para avanzar hacia el nivel más alto de la cooperación, solidaridad y comunión? ¿Qué pasos debemos dar para superarlos?
·         ¿Cómo podemos colaborar unos con otros para extender el Reino de Dios entre la gente más vulnerable, débil y menos evangelizada? ¿Cómo contribuir con la iglesia sufriente en otros lugares del mundo?

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LA IGLESIA NO SE ARREGLA SÓLO CAMBIANDO DE ZAPATOS (II)
José María Castillo

Ahora bien, como sabe cualquier persona medianamente cultivada, la teología sigue siendo un conjunto de saberes que se han quedado demasiado trasnochados. Porque son ideas y convicciones que se elaboraron y se estructuraron hace más de ochocientos años. Y, como es lógico, en una cultura como la actual, cuando la mentalidad de la casi totalidad de la gente tiene otros problemas y busca otras soluciones, ¿nos vamos a extrañar de que las enseñanzas del clero interesan poco y cada día a menos personas? Yo estoy de acuerdo en que Dios es siempre el mismo. Y no se trata de que la gente de cada tiempo se invente el “dios” que le conviene a la gente de ese tiempo. Nada de eso. Se trata precisamente de todo lo contrario. Se trata de que nos preguntemos en serio si lo que enseñamos, con nuestras teologías y nuestros catecismos, es lo que Dios nos ha dicho. O más bien lo que enseñamos es lo que se les ha ido ocurriendo a una larga serie de teólogos, más o menos originales, que, en tiempos pasados, dijeron cosas que hoy ya sirven para poco.
Termino poniendo un ejemplo, que ilustra lo que intento explicar. En el “Credo” (nuestra confesión oficial de la fe), empezamos diciendo: “Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso”. Eso es lo que enseñó el primer Concilio ecuménico, el de Nicea (año 325). De otros calificativos, que se le podían haber puesto al Dios de nuestra fe, se escogió el de “todopoderoso”, Es decir, si optó por el “poder”, no por la bondad o el amor, que es como el Nuevo Testamento define a Dios (1 Jn 4, 8. 16). Pero no es esto lo que ocasiona más dificultades. El problema principal está en que, si se lee el texto original del concilio, el griego, lo que allí se dice es que los cristianos creemos en el “Pantokrátor”, que era el título que se atribuyeron a sí mismos los emperadores romanos de la dinastía de los “antoninos” (del 96 al 192), que dominaron la edad de oro del Imperio, y se igualaron a los dioses. Ahora bien, el “Pantokrátor” era el amo del universo, el dominador absoluto del cosmos. Una manera de hablar de Dios que poco (o nada) tiene que ver con el Padre que nos presentó Jesús. Y conste que este ejemplo, siendo importante, es relativamente secundario. Sin duda alguna, la teología necesita una puesta al día, que implica problemas mucho más graves que los zapatos del papa. Vamos a intensificar nuestra fe y nuestra esperanza en que el papa Francisco va a dar pasos decisivos en este sentido. En ello, los creyentes nos jugamos más de lo que seguramente imaginamos.

Actividades


PONGAMOS EN LAS MANOS DE DIOS LAS ACTIVIDADES DEL MES QUE SE AVECINA. ¡QUE CONFIRME SU OBRA ENTRE NOSOTROS!

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CULTO VESPERTINO
Dirige: A.I. Angelita Martínez

Llamamiento: Salmo 10.1-12
Oración de ofrecimiento
Himno: “Quiero alabarte” (422)
Momentos de oración
Lectura bíblica: I Timoteo 6.1-10
Tema: Mayordomía y economía en el siglo XXI
Himno: “¿Qué le darás a Cristo?” (545)
Ofertorio
Bendición pastoral

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 30 de abril, 19 hrs.
Modera: D.I. Pablo F. Sandoval

Llamamiento: Salmo 100
Oración de ofrecimiento
Himno: “Dulces melodías cantaré” (386)
Momentos de oración
Lectura bíblica: II Reyes 7
Tema: El episodio de los leprosos
Himno: “Fuente de la vida eterna” (531)
Ofertorio
Bendición pastoral

LOS CUATRO LEPROSOS
Adolfo Ham

El episodio de los cuatro leprosos (7.3-11) introduce un cierto elemento cómico en el relato. En vez de relatar el milagro directamente, “hablando con una ironía juguetona y un humor satírico, el escritor muestra varios personajes tropezando con los residuos de algún evento grande, pero inexplicado”. El redactor introduce una retrospectiva, una técnica poco frecuente en la narrativa bíblica (7.6).
“La profecía se actualiza, pero el narrador ha contado su verdad oblicuamente, como si fuera igualmente importante comunicar percepciones contradictorias en medio de la estulticia humana. El narrador habla del milagro a través de sus efectos, a través de los ojos de gente separada del mismo, como hablar de caracoles cuando vemos solamente su rastro de plata”. “Es consistente con esta visión doble de los acontecimientos que el escritor combine la ignorancia y el conocimiento con ciertos caracteres con sus estados emocionales”. “…irónica-mente, aquellos que la sociedad relega a la marginación total, los leprosos en la puerta de la ciudad, se convierten en los principales mediadores de la liberación y transmiten en su forma opaca el conocimiento que finalmente los libra de la desesperación.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

5 – Santa Cena/ 4º testimonio de evangelización/ Reunión de Consistorio/ Evaluación cuatrimestral
12 – Clase unida/ Día de las madres
17 – Velada de oración
18 – Paseo familiar de evangelización
19 – 1ª reunión de matrimonios jóvenes

Koinonía, economía y solidaridad al servicio de Dios y del prójimo, L. Cervantes-O.


28 de abril, 2013

Porque, a pesar de las muchas tribulaciones que han soportado, su alegría es tanta que han convertido su extrema pobreza en derroche de generosidad. Testigo soy de que han dado espontáneamente lo que podían, e incluso más de lo que podían.
II Corintios 8.2-3

II Corintios 8-9 es un testimonio del esfuerzo amoroso del apóstol Pablo, su colaborador Tito y las iglesias de Macedonia para apoyar económicamente a la comunidad de Jerusalén. Guiados por la “economía política del Espíritu Santo”,[1] cuyos primeros frutos se evidencian en el libro de los Hechos, estos tres actores de la fe cristiana del primer siglo protagonizaron uno de los episodios más notables de koinonía, mayordomía y solidaridad del Nuevo Testamento, pues la manera en que lograron articular estos tres elementos es una lección para la iglesia de todos los tiempos. La reconstrucción del trasfondo de la colecta organizada por Pablo y recopilada por Tito aparece, en las palabras del primero a los corintios como un apoyo de amor en medio de la necesidad mutua. Todo comienza en I Co 16.1-3, donde el apóstol propone una “colecta en favor de los cristianos (santos) de Judea”. Para ello, debían seguir las instrucciones que había dado a las iglesias de Galacia: “Cada primer día de la semana vayan aportando cada uno de ustedes lo que hayan podido ahorrar, para que no haya que andar con colectas cuando los visite” (v. 2). Al llegar con ellos nuevamente, proveería cartas de recomendación a quienes escogieran para llevar a Jerusalén el obsequio enviado. Él sólo participaría de resultar conveniente.
En cada frase, en cada expresión que se utiliza, el lenguaje teológico, de la gracia en este caso, funciona para traducir el acto de apoyo material en una acción eminentemente espiritual. Nada de “iglesias ricas” que ayudan a “iglesias pobres”, pues todas son receptoras de la gracia de Dios (II Co 8.1). Las iglesias de Macedonia la han recibido, pero en medio de tribulaciones y angustias, pero su alegría para solidarizarse fue tanta que convirtieron “su extrema pobreza (báthous ptojeía, “pobreza abismal”: E. Tamez-I. Trujillo, El Nuevo Testamento griego palabra por palabra) en derroche de generosidad (ploutos tes aplótetos, “riqueza de la generosidad”)” (v. 2). Su actitud de dar incluso más de lo que podían (v. 3) los colocó en la línea de la viuda de Lucas 21.1-4, pues su intención logró superar sus carencias. Pero la cosa no quedó allí: las comunidades macedonias, más allá de lo que Pablo esperaba, se ofrecieron, se entregaron al Señor, primeramente, pero también a los demás hermanos, como voluntad de Dios que era (v. 5). Con ello se comprueba que, para un creyente, ofrendar no es únicamente un acto externo, susceptible de ser interpretado mezquina o favorablemente (como en el caso de la viuda otra vez) sino una manifestación de la gracia de Dios hacia los demás, pues se trata de colaborar en la ayuda personal. Los destinatarios de la misma tienen rostro, nombre y apellido; no se trata de aportar sólo por el gusto de hacerlo: es todo un privilegio para el que aporta.
La “obra de gracia” (v. 6b, RVR60) comenzada sería terminada por el recolector Tito, quien llegó providencialmente (7.6-7) para ello, entre otras cosas. El reconocimiento que viene a continuación coloca a las conflictivas comunidades macedonias como modelo de servicio y apoyo. Ahora toca el turno a los corintios, que destacan en todo: “en fe, en elocuencia, en conocimiento, en entusiasmo y en el cariño que nos profesan” (v. 7). Ahora se les exhorta a destacar también en la colecta, pues no se trataba de una imposición, como ninguna ofrenda lo es, sino que Pablo quería “comprobar la autenticidad del amor” que ellos decían tener (v. 8). Es a partir de allí que se explica la “razón cristológica” profunda de la mayordomía cristiana, pues la generosidad de Jesús, quien renunció a su riqueza para enriquecer a sus seguidores, paradójicamente, con su pobreza (v. 9). Se trataba, pues, de concluir el esfuerzo y de ver los resultados del mismo (vv. 10.-11). La realización práctica, sin incurrir en el pragmatismo, mostrará los alcances de la gracia divina. Y, como parte de una conclusión anticipada y también práctica, el apóstol adelanta, casi como una cadena de aforismos que el entusiasmo al proyectarla deberá corresponderse con lo logrado, “de acuerdo con las posibilidades de cada uno” (v. 11), pues si la disposición era buena, “a nadie se le piden imposibles” (v. 12) y lo que puedan dar será bien recibido. Porque no se trataba, tampoco, de que varios pasasen estrecheces para que otros vivieran holgadamente (v. 13); lo esencial debía ser “un criterio de equidad”: que la abundancia, quizá transitoria, de algunos remediara la necesidad existente, para que en otra ocasión las cosas puedan ser a la inversa y así reinará la igualdad (v. 14), tal como dice la Escritura en el episodio de la alimentación del pueblo en el desierto: “A quien recogía mucho, no le sobraba; y a quien recogía poco, tampoco le faltaba” (v. 15; Éx 16.18). “Pablo explica el por qué de la colecta para Jerusalén como una cuestión de equilibrio o igualdad de beneficios (2 Cor 8.13-14: isotês)”.[2] Tito sería el conducto para completar la ofrenda que, con temor y temblor, administrarían los apóstoles, con toda honradez y transparencia (vv. 16-21).
Así pues, la articulación práctica de estos factores, en medio de la labor misionera de estos mensajeros del Evangelio, muestra la posibilidad de realizarla incluso cuando las circunstancias no son muy favorables. La obra del Espíritu Santo en el terreno de la economía como posibilidad de servicio al prójimo y, por ende, a Dios mismo, es esbozada no sólo doctrinalmente por el apóstol, sino también en la acción misma, lo que demuestra que incluso las más pequeñas realizaciones al servicio del Reino de Dios pueden alcanzar dimensiones enormes si es Él quien las dirige.


[1] Cf. J. de Santa Ana et al, The political economy of the Holy Spirit: Discussion on the Seventh Assembly theme of WCC. Ginebra, CMI, 1990.

[2] Leif E. Vaage, “2Corintios: Desde el laberinto de la esperanza”, en RIBLA, núm. 62, http://claiweb.org/ribla/ribla62/leifevaage.html.

II Corintios 8.1-15


1 Queremos, hermanos, que tengan información sobre la colecta que por inspiración de Dios ha tenido lugar en las iglesias de Macedonia. 2 Porque, a pesar de las muchas tribulaciones que han soportado, su alegría es tanta que han convertido su extrema pobreza en derroche de generosidad. 3 Testigo soy de que han dado espontáneamente lo que podían, e incluso más de lo que podían. 4 Con la mayor insistencia nos rogaban que les permitiéramos colaborar en la colecta y en la ayuda a los hermanos. 5 Y más allá de nuestras expectativas, ellos mismos se ofrecieron a sí mismos, primero al Señor y luego a nosotros, ya que esta era la voluntad de Dios.
6 En vista de ello, hemos pedido a Tito que lleve a feliz término entre ustedes esa colecta, ya que él la comenzó. 7 Ustedes destacan en todo: en fe, en elocuencia, en conocimiento, en entusiasmo y en el cariño que nos profesan; pues a ver si destacan también en lo que se refiere a la colecta. 8 No se trata de ninguna imposición, sino que, a la vista del entusiasmo de los demás, quiero comprobar la autenticidad del amor que ustedes profesan tener.
9 Ya conocen cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo rico como era, se hizo pobre por ustedes para enriquecerlos con su pobreza. 10 Y es mi opinión al respecto que, si el año pasado tomaron ustedes la iniciativa no sólo para realizar la colecta, sino incluso para proyectarla, 11 la lleven ahora a feliz término. Así su entusiasmo al proyectarla se corresponderá con su realización práctica, de acuerdo con las posibilidades de cada uno. 12 Si la disposición es buena, a nadie se le piden imposibles; lo que dé es bien recibido. 13 Porque tampoco se trata de que ustedes pasen estrecheces para que otros vivan holgadamente; se trata de atenerse a un criterio de equidad: 14 que en este momento la abundancia de que ustedes gozan remedie su necesidad, para que la abundancia de ellos remedie en su día la necesidad de ustedes. De este modo reinará la igualdad, 15 como dice la Escritura: “A quien recogía mucho, no le sobraba; y a quien recogía poco, tampoco le faltaba”.

domingo, 21 de abril de 2013

Crónica de la Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday (1995-2013)



No a nosotros, Señor, no a nosotros,/ que sea a tu nombre al que des gloria,/ por tu amor y tu bondad.
Salmo 115.1, La Palabra. Latinoamérica

Los inicios como congregación se remontan a 1990, cuando un pequeño grupo de hermanos encontró su motivación en el pasaje que dice: “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11.1-3). Ese año surgió la inquietud de iniciar un proyecto de crecimiento de la iglesia Príncipe de Paz y fue así como se propuso un plan para establecer cuatro congregaciones en diferentes puntos de la ciudad. Un pequeño grupo se reunía semanalmente, entre ellos estaban: Jonathan y Gloria Forcada, Daniel Soto y su esposa, Vicky Apasa, Rafael Pineda y familia, las hermanas Sara y Pina Romero, Hiram y Ruth Palomino. Así, el grupo fue creciendo con la presencia de Javier y Pili Díaz, Rubén Núñez y su esposa Laurita, Samuel Hernández y Mati, y otros hermanos más.
El 13 de diciembre de 1992 se realizó un solemne culto de envío en el que un grupo de aproximadamente 60 hermanos tomó la decisión de formar parte de la congregación, siendo constituidos con el propósito de abrir un nuevo lugar de predicación y ministerio cristiano, denominándose Congregación “Príncipe de Paz Norte”. A fin de iniciar los trabajos, se rentó un salón para banquetes en “El alfil negro”, ubicado en Av. de los 100 Metros esquina Montevideo, donde se realizó el primer culto el 7 de enero de 1993, con cerca de 30 hermanos, mismos con los que se nombró el 31 de enero de 1993 la primera mesa directiva con Hiram Palomino López, presidente; Rubén D. Núñez Castro, vicepresidente, Rafael Pineda, secretario; y Jonathan Forcada Medrano, tesorero, y como vocales Ricardo Ruiz, Samuel Hernández. Como representante consistorial fue nombrado Ezequiel Salcedo Segura.
En reunión congregacional fueron nombrados candidatos a ancianos: Rubén Núñez, Jonathan Forcada, Pablo Gil (padre), Samuel Hernández e Hiram Palomino L., y para el diaconado Ricardo Ruiz, Pablo Gil (hijo), Israel Núñez, Javier Díaz, Daniel Soto, Rafael Pineda y Raúl Palacios, iniciándose el primer lunes de febrero de ese año el proceso de preparación de los candidatos electos. A escasos seis meses de iniciado el trabajo y por necesidades de la iglesia Príncipe de Paz, el pastor Jerry Cross dejó de colaborar. Durante este tiempo se trabajó arduamente en consolidar la membresía y en el mes de septiembre se bautizaron cinco niños y cuatro jóvenes que se recibieron como miembros.
En octubre de 1993 se tomaron tres acuerdos muy importantes: 1) presentar al consistorio un proyecto para la adquisición del terreno e iniciar la construcción del nuevo templo; 2) establecer como meta marzo de 1994 para la organización como iglesia; y 3) comenzar la búsqueda de un pastor. En cuanto a esto último, la comisión nombrada por el Consistorio realizó gestiones entre diciembre de 1993 y enero de 1994. En marzo, esta comisión informó que se había entrevistado con el presbítero Salatiel Palomino, quien podría colaborar a partir de mayo. El representante consistorial propuso que el presbítero Palomino trabajara como pastor invitado. Y así fue que el Señor envió a este siervo suyo para ejercer el ministerio pastoral. El 24 de julio del mismo año, el Consistorio de Príncipe de Paz, a través de la comisión de relaciones iglesia-congregación, llamó a la directiva para dar a conocer que por acuerdo y por un reglamento interno el pastor Palomino no podía ser admitido para hacerle el llamamiento.
Con profundo dolor en nuestro corazón, consideramos que para mantener la relación eclesiástica dentro del espíritu de unidad, amor, sumisión y orden que deben caracterizarnos como cristianos, y debido a que nuestras peticiones no eran atendidas nos veíamos forzados a desligarnos definitivamente de la jurisdicción eclesiástica que nos había vinculado a ese consistorio. El presbiterio designó al presbítero David Casillas para realizar las gestiones pertinentes y examinó a los candidatos a oficiales, y emitió su dictamen recomendando aceptar que la congregación pasara a ser iglesia, lo que sucedió el 23 de abril de 1995. Para tal fin se seleccionó el nombre propuesto por la hermana Miriam Gil: Ammi-Shadday, combinación de términos hebreos que puede traducirse como “Pueblo del Dios Todopoderoso”.
Un elemento esencial en la visión del pastor Palomino fue el ministerio de la mujer, sin duda, un parte-aguas en la iglesia presbiteriana, pues se despertó el interés por la necesidad de cambios históricos. Junto con su esposa, la presbítera Laura Taylor, se reafirmó la convicción de que sólo el estudio de la Biblia es el instrumento para entender esta enseñanza, pues luego de un largo periodo de análisis y reflexión, tuvimos la bendición de compartir el momento histórico que le tocó vivir a las mujeres que fueron electas por la iglesia, y que han ejercido el ministerio de Ancianas de Iglesia: Martita Aguilar Arellano, Carmelita Castro, y las diaconisas Laurita Cabrera B., Leticia Forcada, Amalia Villar y Sandra Salgado A. Otro legado no sólo espiritual que nos dejó la presbítera Taylor es el estandarte de la iglesia, que representar simbólicamente el sentido de nuestra vida comunitaria expresado en el nombre Ammi-Shadday. Además, el Consistorio escogió el lema propuesto por el hermano Adrián Martínez Leal, fundamentado en el hermoso texto que recoge la razón de las luchas y trabajos del escritor del Apocalipsis, quien, desterrado en la isla de Patmos, explica que todo esto lo sufre “por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Ap 1:9, revisión de 1909).
Luego de una serie de búsquedas, nos convocamos para resolver la cuestión acerca del lugar al que Dios nos llevaría, pues Él ahora ponía ante nosotros un gran reto de fe, al demandar que edificáramos casa para su santuario. Hubo incertidumbre e incluso desánimo, sin embargo, ahí estuvo siempre el consejo pastoral del pastor Palomino, pero sobre todo, la convicción de que por la fe lo podríamos lograr. El pasaje bíblico que fue el detonador para emprender este gran paso de fe y que nos consolidó como iglesia, fue I Crónicas 28:9-10: “Y tú Salomón hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallaras; más si lo dejares él te desechará para siempre. Mira, pues, ahora que Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate y hazla”. Después de muchos intentos por adquirir alguna propiedad para este gran propósito, el Señor puso los medios para conseguir este predio.
La vida de la iglesia ha girado en torno a la presencia de Cristo expresada eficazmente mediante la predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos. En 1993, y como pastor fundador tuvimos la presencia de Jerry Cross y su esposa Peggy; de 1994 a 1999, el doctor Palomino López y Laura Taylor; entre 1999 y 2006, Rubén Arjona Mejía. Desde 2007 a la fecha ha estado a cargo el presbítero Leopoldo Cervantes-Ortiz, primero como pastor fraternal, y a partir de marzo de 2011 como titular. En 1994-1995, Francisco Ruiz (Q.E.P.D.); 1994-1996: Alberto Arenas M.; 1995-1999: Hugo Gallardo Duarte; 1999-2001 Eliseo Vílchez Blancas y su esposa Deniz Ramírez Vargas; 2001: Saúl Rodríguez; así como el estudiante L. Iván Jiménez Jiménez.
Al mismo tiempo, se ha desarrollado una labor permanente de testimonio y evangelización en diversas actividades, entre ellas, las reuniones de estudio bíblico en hogares, reuniones evangelísticas en parques públicos y desayunos, pero sobresalen dos organizaciones que han sido como agua fresca en el crecimiento de la iglesia: por un lado, en 2004, la Sociedad de Esfuerzo Cristiano “Leví”, que ha aglutinado una gran fuerza y ha hecho sentir confianza en el futuro, y a partir de 2007 el coro Laudate Dominum.
De la misma manera que cuando iniciamos y no teníamos idea del camino que habríamos de transitar, hoy, al celebrar estos 18 años, y especialmente este ultimo año, estamos descubriendo que para cumplir los propósitos de Dios ha sido necesario cuestionar la sabiduría común y sustituirla por la enseñanza bíblica del sacerdocio universal de los creyentes. Como cristianos reconocemos que nuestro Dios guía y gobierna los destinos de los pueblos en cumplimiento de sus promesas, permitiendo que nuevas hermanas hermanos asuman el compromiso de participar en los procesos no sólo históricos de la iglesia, así como el crecimiento espiritual y cuidado de cada persona. Es así como los ministerios del ancianato y diaconado se renovaron y fortalecieron al ser elegidos otras hermanas y hermanos. Estamos convencidos de que en la búsqueda del desarrollo en el servicio, cada persona que asume los distintos ministerios debe esforzarse por ser más que amantes de las novedades, asegurarnos de la dirección del Espíritu Santo. Por eso, la decisión de defender la postura sobre los ministerios femeninos llevó a tomar la determinación de salir del seno de la Iglesia Nacional, pues luego de varias consultas y en reunión congregacional, la iglesia tomó esta decisión con la certeza de que Dios guía el destino de la comunidad hacia horizontes de renovación y cambio, junto con otras comunidades que tienen esperanzas comunes. El futuro nos depara lo que Dios ha preparado y hemos de asumirlo con humildad y valor, siempre dispuestos a obedecer sus mandatos.
Dios está trabajando en el mundo y nos llama a unirnos a él, afrontando los desafíos en el terreno de la predicación, la evangelización y la misión, especialmente en el campo de Tlapa y Huamuxtitlán, Guerrero, adonde el Señor puso al pastor Martimiano Morales y lo acercó a la iglesia para colaborar allí. Le damos gracias a Dios porque después de varias visitas de los responsables del Ministerio de Misiones, el D.I. Israel Núñez y posteriormente el A.I. Ricardo Ruiz, un grupo de hermanos pudieron hacer presencia allá, entendiendo que la vida misionera es compartida y que aunque es una gran responsabilidad también es un honor como cristianos ser usados por Dios.
El ministerio de la iglesia, como ha escrito el pastor Salatiel Palomino, consiste en establecer el sentido y dirección del cambio histórico de la comunidad, buscando identidad, liberación, transformación y proyecto de vida. Si tenemos una clara comprensión de ese ministerio iluminados por el Espíritu Santo, podremos conocer el plan divino para nuestra salvación por la fe en Cristo, y respecto del futuro de la iglesia y del mundo, en medio de tiempos siempre difíciles y, por ello, desafiantes. A nuestro Dios sea toda la gloria, honor y eminencia.

sábado, 13 de abril de 2013

Letra 315, 14 de abril de 2013


SEGUIR POR LA RUTA DE LA RESURRECCIÓN
Protestante Digital, 7 de abril de 2013

Seguir por la ruta de la resurrección

Tercera Reunión Nacional de la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (CMIRP), Ciudad del Carmen, Campeche, 6-7 de abril, 2013

Esto es lo que les pido a quienes los dirigen, yo, que comparto con ellos la tarea y soy testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que está a punto de revelarse: apacienten el rebaño de Dios confiado a cargo de ustedes; cuídenlo, no a la fuerza o por una rastrera ganancia, sino gustosamente y con generosidad, como Dios quiere; no como dictadores sobre quienes estén a cargo de ustedes, sino como modelos del rebaño. Y el día en que se manifieste el Pastor supremo recibirán ustedes el premio imperecedero de la gloria. I Pedro 5.1-4

…cuando confesamos la santa Iglesia proclamamos su existencia; añadiendo la comunión de los santos precisamos cómo es la Iglesia que creemos [IRC 1536, II. OS 1, p. 92].
Testificar su naturaleza es tan importante como creer su existencia [IRC 1539, IV. CO 1, p. 541].
Juan Calvino

1. El Jesús-Resucitado acompañante
Al reencontrarse con el discípulo que lo había abandonado y negado días atrás, y encargarle formalmente el cuidado pastoral de la iglesia, el Jesús-Resucitado no solamente fundó un nuevo orden ministerial, colegiado y subordinado a la acción del Espíritu, sino que también indicó el horizonte por el cual debía circular la marcha de las comunidades desde entonces. Porque la dinámica trazada por Juan cap. 21 es muy clara y consistente: al retroceso de los discípulos que volvieron a sus quehaceres anteriores (vv. 1-3) le sigue un acercamiento de simpatía por parte de Jesús, quien les indica, sin recriminar su acción, por dónde deben pescar (vv. 4-6). Inmediatamente después, cuando obtienen el beneficio y reconocen a su Señor resucitado (vv. 7-11), pasan a los momentos de fraternidad, koinonía y comunión (vv. 12-14), en donde el texto subraya: “A ninguno de los discípulos se le ocurrió preguntar: “¿Quién eres tú?”, porque sabían muy bien que era el Señor” (v. 12b). Después de esos momentos relajados e inolvidables en los que el alimento del cuerpo los alegra y bendice, el relato adquiere una sólida formalidad, pues Jesús pregunta directamente a Pedro si lo ama, y a cada respuesta le encomienda apacentar sus ovejas y corderos (vv. 15-17), a él, que no había hecho los méritos suficientes para tamaña labor en consonancia con la obra de su Señor. Su respuesta es bien conocida y el ánimo que le produjo para responder afirmativamente también. A esta linealidad (trabajo-comida/comunión-encargo) le seguirían las acciones en las que el ministerio encargado producirá resultados palpables apenas el Señor desaparezca de su vista en la ascensión y los ahora apóstoles deban de enfrentar la oposición y el rechazo. El propio Pedro transformaría su discurso y la orientación de su pensamiento para exponer la historia salvífica con una convicción que debió sorprenderlo a él mismo en primer lugar. En el Pentecostés de los judíos (Hch 2) predicará con un énfasis histórico-profético sobresaliente y la presencia del Espíritu Santo se tornaría inteligible, a tal grado, que se integran miles de personas al grupo de seguidores, hombres y mujeres, de Jesús. Más tarde, Pedro llegaría también a la conclusión de que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5.29) y demostraría que aprendió la lección cuando al escribir su primera carta define óptimamente la labor de los pastores/as y ancianos/as (presbíteros): la presbiteralidad de la Iglesia, su colegialidad, pudo alejarlo de cualquier tentación de poder y por ello advierte que ésta debe quedar fuera del imaginario de quienes están al frente de una comunidad, no como “dictadores” (kléron) sino como “modelos” (ginómenoi) del rebaño (I P 5.3).
Con este cuadro de por medio se delinea con fortaleza el rumbo que debe seguir la Iglesia tras las huellas del resucitado, en medio de un panorama de pluralidad (deseado por el Espíritu), de convivencia humana (necesaria y hasta urgente), de crisis socio-cultural (por el sometimiento generalizado al poderío del Imperio Romano) y de una serie de compromisos de cambio expuestos para desarrollarse prontamente. A diferencia de una visión triunfalista de lo que no es, de lo que debe y puede ser la Iglesia, el texto neo-testamentario traza líneas de seguimiento de dicho horizonte que siguen vigentes hasta hoy, pues los liderazgos visibles de las comunidades no fueron concebidos como espacios o núcleos de poder sino de servicio, y lo que hoy se conoce aún como gobierno de la Iglesia, en realidad consiste en la circulación permanente de los dones otorgados por el Espíritu. El Jesús-Resucitado que suscita y (re)sucita continuamente a la comunidad (recuérdese el nombramiento del apóstol número 12) es quien conduce su destino y quien, periódicamente, le hace ver el tamaño de los desafíos que debe afrontar para que, aunque se equivoque, caiga e incluso desaparezca visiblemente, y vuelva a comenzar, el intento continuo sea la obediencia a sus dictados de amor, esperanza y justicia. Este Jesús, el mismo que en continuidad con aquel que camino sobre el mar, es el que exhorta continuamente a lanzar las redes y a encontrar siempre un buen número de peces, pues parte de un trabajo humano que es respetado y consolidado.

2. La iglesia renace siempre para seguir al Resucitado
Por lo anterior, cada vez que la Iglesia nace, muere y resucita como parte de la dinámica existencial que procede de Jesús, da comienzo nuevamente la espiral comunitaria que, vez tras vez, manifiesta la esperanza que el propio Dios tiene en aquellos/as que desean seguir en los pasos de su Hijo Resucitado: aunque las realidades históricas, religiosas y de todo tipo, se opongan a los planes para instalar su Reino en el mundo, las fuerzas espirituales convocadas por el Espíritu removerán conciencias, inercias, poderes fácticos y visibles, para que el magno propósito siga en marcha. Uno de los problemas consiste en la persistente negativa de los falsos poderes que surgen en las estructuras eclesiásticas a entrar y participar de esta dinámica en la que la resurrección es entendida como una marcha triunfal que inició el día que Jesús entró a Jerusalén, siendo que, mediante un proceso inverso, la toma de esa ciudad representó un espejismo para quienes supusieron que el Reino de Dios iba a establecerse mediante la violencia humana. Lo que los textos evangélicos desarrollan más tarde es lo que Lutero llamó teología de la cruz, es decir, una manera de percibir los acontecimientos que establecerían los propósitos de Dios en medio de una conflictividad reacia a dejarse dominar o poseer por los designios divinos.
La teología de la gloria, por el contrario, ha sido capaz de patrocinar proyectos eclesiales que, en nombre de lo sagrado, se sirve de un discurso que potencia acciones encaminadas a hacer creer que, en efecto, el “crecimiento eclesiástico” (numérico, económico o de influencia moral) es sinónimo del avance del Reino de Dios en el mundo. Ante ella, hay que afirmar proféticamente la necesidad de que las comunidades cristianas se conviertan de nuevo a ese proyecto amplio de dignificación humana, igualdad y restauración de todas las realidades al designio del Dios vivido y anunciado por Jesús de Nazaret. La vida que éste vivió, la muerte que atravesó, y el momento climático de su resurrección marcan “los tiempos y las sazones”, las coyunturas que las comunidades deben leer, interpretar y discernir constantemente para encontrar vías para una mejor fidelidad a la esperanza evangélica.
En nuestro caso, somos convocados a formas de renacimiento que ponen en juego replantear por entero la vivencia de la espiritualidad, la práctica del testimonio, la naturaleza del culto, la misión y la educación, así como los componentes básicos de la diaconía, la koinonía y el servicio mutuo, en el marco de nuevas condiciones, las cuales no fueron percibidas en los espacios tradicionales de los cuales provenimos. A la acusación de que se está fragmentando una vez más el cuerpo de Cristo, hay que responder con acciones y discursos ligados a la proyección de la resurrección continua de la Iglesia en el mundo, y con ésta en un proceso interminable de aprendizaje e identificación de los signos que Dios coloca en las circunstancias que nos toca vivir. Si la promoción y reivindicación de los ministerios de las mujeres fue la punta del iceberg de este movimiento, ahora hay que relanzar integralmente todo el corpus de la existencia cristiana, revisando a la luz de las Escrituras, de la tradición reformada y de la ya sólida tradición teológica latinoamericana y así poder inculturar nuevamente el mensaje evangélico en nuestra sociedad. Acaso a eso somos llamados/as en esta situación, pues a la otra crítica superficial de que “es más fácil destruir que construir”, es necesario responder con una creatividad dependiente de la movilidad y sorpresa del Espíritu a fin de que los pasos presentes verdaderamente canalicen un futuro viable, realista, pero también auténticamente fiel a las exigencias que, en otra época, acaso no se pudieron advertir, pero que hoy podemos reconocer que siempre estuvieron ahí: fortaleza en el diálogo ecuménico, interreligioso, de participación social, de formación completa de personas y de mantenimiento de la vida de la creación, entre otras cosas. Quizá por ahí va el rumbo de este seguimiento de la resurrección. Ojalá estemos a la altura de él. Que Dios nos bendiga a todos y todas en el camino, en la organización y el diálogo. (LCO)
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LA IGLESIA NO SE ARREGLA SÓLO CAMBIANDO DE ZAPATOS (I)
José María Castillo

En todo el mundo han sido noticia las nuevas costumbres que el papa Francisco ha introducido en la imagen pública que el sucesor de Pedro ofrece ante el mundo. Nadie duda ya que el papa se parece cada día más a un hombre normal, sin los zapatos rojos de Prada y cada vez con menos indumentarias de ésas, tan llamativas como trasnochadas. Por supuesto, esto es de elogiar, y expresa que este papa tiene una personalidad fuerte, original, ejemplar. Un papa es importante, no por su imagen pública, sino por su ejemplaridad. Es evidente que el papa Francisco tiene esto muy claro. Por eso lo admiramos, lo aplaudimos, lo sentimos más cerca. Y esperamos mucho de él.
Por supuesto, yo no soy quién para decirle al papa lo que tiene que hacer. ¿Quién soy yo para eso? De todas maneras, y con toda la modestia y humildad que me es posible, me atrevo a sugerir que solamente con simplificar la vestimenta y modificar algunas costumbres, se puede pensar que la Iglesia no se arregla. Será noticia, eso sí. Sobre todo entre personas y grupos más tradicionales. Algunos ya han puesto el grito en el cielo porque, el pasado jueves santo, el papa Francisco se atrevió a lavar los pies de dos mujeres. Da pena pensar que haya gente que, por semejante cosa, se alarmen tanto. ¿No sería más razonable pensar a fondo dónde está la raíz de los verdaderos problemas que sufre la Iglesia? Y, sobre todo, los problemas que sufre tanta gente desamparada, marginada y sin esperanzas de futuro.
Pues bien, planteada así la cuestión, lo que yo me atrevo a sugerir es que la raíz de los problemas, que arrastra la Iglesia, no está en la imagen pública que ofrece el papa. La raíz está en la teología que enseña la Iglesia. Porque la teología es el conjunto de saberes que nos dicen lo que tenemos que pensar y creer sobre Dios, sobre Jesucristo, sobre el pecado y la salvación, etcétera, etcétera.

Actividades


OREMOS POR LA CELEBRACIÓN DEL XVIII ANIVERSARIO DE LA IGLESIA EL PRÓXIMO DOMINGO

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 16 de abril, 19 hrs.
Modera: Hno. David Ábrego

Llamamiento: Salmo 9.1-12
Oración de ofrecimiento
Himno: “Con mis labios y mi vida” (410)
Momentos de oración
Lectura bíblica: II Reyes 6.1-23
Tema: Milagro del hacha y captura de los sirios
Himno: “Si no fuera por ti” (384)
Ofertorio
Bendición pastoral

PROFETAS COMPROMETIDOS EN LA HISTORIA
Pierre Gibert

Es verdad que ya se nos ha hablado en el primer libro de Samuel de ciertas bandas de profetas, personajes de manifestaciones alborotadas y contagiosas, a Juzgar por los efectos que produjeron en el mismo Saúl. Y el segundo libro de los Reyes nos pone también en presencia de estos “hermanos” a propósito de Eliseo (cf. 2 Re 4.38-41) Pero parece ser que Israel no apreció nunca demasiado a estos personajes que daban la impresión muchas veces de ser auténticos energúmenos. Es una originalidad de nuestros relatos, y por tanto de Israel, haber sabido distinguir a Ciertos personajes de estas bandas y de estos «hermanos» para hacer de ellos los testigos de la palabra de Dios, tan exigentes en su denuncia del pecado como precisos y justos en sus enseñanzas.
Así pues, hay que considerar a unos hombres como Elías y Eliseo, más allá de los relatos pintorescos que adornan su historia, como auténticos teólogos que hacen progresar a Israel en el conocimiento de Dios, como demuestra en especial la teofanía del Horeb (1 Re 19), y en el sentido del pecado y de la justicia.

 EL SECUESTRO FALLIDO DE ELISEO
Pierre Buis

Si este relato habla de guerra, forma parte todavía de los prodigios realizados por el hombre de Dios. El primero es su conocimiento de los secretos: sabe incluso “lo que el rey de Aram dice en su alcoba” (v. 12) y hace que se aproveche de ello el rey de Israel, que puede de este modo burlar todas las trampas de su enemigo. Cuando los arameos intentan secuestrario, la ayuda de Dios le permite hacer que caigan en la inconsciencia y poder conducirlos a donde él quiera. Después de burlarse de ellos, impide que el rey de Israel los mate e incluso les sirve una buena comida antes de despedirlos. ¿Habrá que hacer de Eliseo un campeón de la no-violencia? Sí, pero no en todos los relatos.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

8-20 – Visitas de evangelización
21 – XVIII aniversario de la iglesia/ 2ª reunión juvenil
28 – Día del Niño(a)/ 4º testimonio de evangelización

El valor comunitario de los bienes y el dinero según el Nuevo Testamento, L. Cervantes-O.


14 de abril, 2013

Nadie entre los creyentes carecía de nada, pues los que eran dueños de haciendas o casas las vendían y entregaban el producto de la venta, poniéndolo a disposición de los apóstoles para que estos lo distribuyeran conforme a la necesidad de cada uno. […] Pero un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, de nombre Safira, vendió una finca y, de acuerdo con la esposa, retuvo una parte del precio y puso lo restante a disposición de los apóstoles.
Hechos 4.34-35; 5.1-2

“En un mundo en el que crece el individualismo en las relaciones y en las estructuras sostenidas por el proyecto neoliberal excluyente, es de vital importancia reflexionar sobre el estilo de vida de las primeras comunidades cristianas, con la intención de buscar luz y orientaciones para la vivencia de las congregaciones y comunidades cristianas de hoy”.[1] La triste historia de Ananías y Safira es un ejemplo de lo que no debe hacerse, en términos de mayordomía, solidaridad y colaboración, en el seno de una comunidad cristiana. En los inicios mismos del cristianismo, justo cuando se estaba delineando el perfil comunitario de las comunidades que intentaban seguir los lineamientos establecidos por Jesús de Nazaret, el comportamiento económico de esta pareja es presentado como opuesto radicalmente a los ideales de hermandad, koinonía y diaconía, que empezaban a ponerse en práctica no sin dificultades. El libro de los Hechos de los Apóstoles no se queda en la superficie de las mismas y mientras expone la disposición de algunos creyentes que poseían bienes y se desprendían de ellos para formar un fondo común para distribuir recursos en la comunidad, al mismo tiempo muestra las actitudes contrarias a dicho espíritu de participación y apoyo. Si lo dijésemos en términos más realistas, la pareja resulta ser muy previsora pues, ante el ambiente apocalíptico dominado por la posibilidad del regreso (parusía) de Jesús, deciden anticiparse y preservar una parte de su patrimonio.
Existe un fuerte contraste entre las acciones de solidaridad y renuncia a los bienes por parte de algunos/as y la premeditación con que actuaron Ananías y Safira. En la línea que viene del Evangelio de Lucas, en Hechos se pone a funcionar la propuesta de Jesús en el sentido “de una priorización del servicio a la gente más necesitada, empobrecida y excluida de la sociedad, por diversos motivos” (Idem). Debe subrayarse que el ministerio de la comunidad de apóstoles y seguidores/as fue guiado permanentemente por el Espíritu Santo, lo que conduce a entender que cada paso, incluso los relacionados con la economía y el dinero, dependían totalmente de él, especialmente a la hora de observar y responder a la necesidad de cada uno (4.35). Compartir los bienes era, entonces, resultado de la acción del Espíritu y no de un “convencimiento ideológico” o de alguna forma de coerción o imposición.
Lo que el episodio pone en evidencia es cómo se relacionaba esa pareja con los bienes y el dinero, no en función de un propósito comunitario sino de sus propios intereses, algo muy normal y previsible siempre. Ya integrados a la comunidad cristiana, ambos deciden vender una finca, quizá dominados por el ímpetu milenarista, es decir, como parte del sistema actúan dentro de las leyes del mismo y en uso de sus facultades de propietarios. El pasaje no explica el origen de los bienes de la pareja en cuestión, lo cual al no parecer relevante, pone todo el énfasis en la manera en que trataron de engañar al Espíritu, tal como se lo dice Pedro: “Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás te convenciera para mentir al Espíritu Santo, guardando para ti parte del precio de la finca? Tuya era antes de venderla y, una vez vendida, tuyo era el producto de la venta. ¿Cómo se te ha ocurrido hacer una cosa semejante? No has mentido a los hombres sino a Dios.” (5.3-4). El texto establece un contraste específico entre ellos y Bernabé, quien sin ocultar nada practica la “transparencia económica” en su relación con la comunidad al vender una propiedad (4.37). “No se trata aquí solamente del hombre rico que deja todo para ser discípulo de Jesús, a la manera cómo Jesús se lo exigió al joven rico: ‘todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre lo pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme’ (Lc 18.18-23). Aquí se trata no solamente de un acto de desprendimiento, sino más bien de una ruptura con el pasado. Bernabé, al vender su campo en Jerusalén, rompe con la institucionalidad judía y entra en la nueva comunidad misionera y del Espíritu dirigida por los apóstoles”.[2]
Richard resume lo acontecido en la comunidad y aventura una interpretación sobre el suceso:

En el primer sumario lo que se vende son posesiones y bienes en general, ahora se dice más concretamente que venden campos o casas. No se trata solo de gente rica que se desprende de sus bienes, sino de discípulos que dejan todo aquello que los ata a un lugar (tierra y casa). Hay dos novedades importantes en 4,34-35: “no había entre ellos ningún necesitado” y el precio de la venta “lo ponían a los pies de los apóstoles”. Estas dos expresiones muestran una comunidad con una organización interna más desarrollada. Ya no se trata solo de satisfacción de necesidades, sino de eliminación de la pobreza en la comunidad. Esto exige a los apóstoles cumplir el rol de administradores. […]
¿Qué significa este relato de Bernabé, Ananías y Safira? El significado aparente del texto es ilustrar, con un ejemplo positivo y negativo, la vivencia de la koinonía en la primera comunidad. […]
En el caso de Ananías y Safira, el hecho de retener parte del dinero de la venta del campo, revela que los esposos están divididos: por un lado, quieren venderlo todo, traer el precio de la venta a los apóstoles y así participar en la comunidad; por otro lado, retienen una parte del dinero, para continuar su proyecto de vida anterior. Quieren participar de la vida de la nueva comunidad, pero mantener su posición tradicional dentro de la institucionalidad judía. […]
Muchos encuentran un paralelismo entre esta historia y la historia de Acán en Josué 7,1-26. Éste se queda con parte del botín y es apedreado y muerto, pues por su culpa el pueblo es derrotado. […]
Quedarse con parte del botín era complicidad con el sistema que estaban justamente destruyendo. El verbo en ambos pasajes es el mismo: “retener para sí” (nosphizo). El relato de Ananías y Safira tiene esta connotación violenta del relato de Acán. Igual que Acán, Ananías y Safira no rompen con el sistema con el cual la comunidad apostólica ha decidido romper. En momentos de consolidación de la comunidad, la actitud de Ananías y Safira implicaba el fin de la comunidad, como la actitud de Acán significó la derrota del pueblo de Dios en tiempos de Josué. […]}
¿No es este relato de Ananías y Safira un relato violento contrario al Espíritu de Jesús? Todo depende de la interpretación. Si interpretamos 5,1-11 como un juicio, donde Pedro es el juez, que dicta sentencia y condena a muerte, entonces tendríamos aquí el inicio de la violencia jerárquica y autoritaria en la Iglesia. No se trata de eso. En este texto no hay ni juicio ni condena de muerte por parte de Pedro. La intención del relato es otra. Véase la abundancia de términos económicos en esta sección: posesión de campos y casas, venta y precio de venta, entregar o retener dinero, administrar (poner dinero a los pies de alguien). Lo económico define aquí la identidad religiosa institucional: templo o comunidad cristiana. Es en este contexto que entra Satanás, que simboliza aquí el poder del pecado. Satanás induce a Ananías a retener dinero, para asegurar una opción institucional económica-religiosa. La fuerza del pecado actúa especialmente en el ámbito de lo económico-religioso y lleva a la muerte. No es Pedro quien impone aquí el régimen del terror, sino el dinero con sus opciones religiosas. Es el estatus económico y religioso que el dinero impone lo que mata a Ananías. Se repite aquí la historia de Judas, en el cual también “entró Satanás” (Lc 22.3), traicionó a Jesús y “compró un campo con el precio de su iniquidad” (Hch 1.18), luego cayó de cabeza en su propio campo y se mató. Aparece el vínculo estrecho entre campo-dinero-Satanás-muerte. Ni Jesús mató a Judas, ni Pedro a Ananías. Los mató el poder religioso del dinero. [Énfasis agregado]
¿Fue el pecado de Safira el mismo que el de Ananías? Llama la atención que Lucas diferencia explícitamente tanto la acción como la intención de los dos esposos. Él que actúa es Ananías, pero su mujer está de acuerdo y sabe lo que hace Ananías (5.1-2). Cuando Pedro la interroga sobre el monto del precio del campo vendido, Safira miente y da una respuesta falsa (v. 8). Safira entra donde está Pedro tres horas más tarde y sin saber lo que había pasado con su marido (v. 7). Esto quiere decir que Safira actúa no influenciada por la muerte de Ananías. Con esto Lucas separa y diferencia el pecado de cada uno de los dos esposos. A Ananías lo mató el poder satánico del dinero y su estatus económico-religioso, pero ¿qué mató a Safira? El texto no dice que Satanás entró en el corazón de Safira y que mintió al Espíritu Santo, sino dice solamente que se puso de acuerdo con Ananías para “poner a prueba el Espíritu del Señor” (v. 9). El pecado de Safira no está en lo económico, sino en la forma de vivir su matrimonio. Lo que mata a Safira es el matrimonio patriarcal, que la somete a las intenciones de su marido. Esta forma patriarcal de matrimonio fue lo que los puso de acuerdo. El matrimonio conforme al Espíritu del Señor prohíbe al esposo ejercer poder sobre la esposa y permite a la esposa ser independiente de las opciones de pecado y muerte del esposo. La esposa puede vivir como si no tuviera esposo y viceversa (ese sería el sentido de 1 Cor 7.29). El pecado de Safira fue participar de una forma de matrimonio, que no le permitió resistir a la opción de muerte de su esposo. El matrimonio patriarcal no permitió a Safira ser libre frente a la fuerza del pecado que dominaba a su esposo. El matrimonio de Ananías y Safira representa aquí la vieja comunidad patriarcal de la Ley y del Templo, con la cual rompe la nueva comunidad de Jesús. (Ibid., pp. 60, 61-66)

De modo que la nueva comunidad debía superar este tipo de acciones para consolidar su fe y su accionar como pueblo nuevo de Dios en el mundo y las variables económicas tenían que dejar de influir en el comportamiento individual y colectivo tal y como lo hacían en el resto de la sociedad.


[1] Franklyn Pimentel-Torres, “Ministerios, diakonía y solidaridad en la literatura lucana (Lucas y Hechos)”, en RIBLA, núm. 59, http://claiweb.org/ribla/ribla59/franklin.html.
[2] P. Richard, El movimiento de Jesús antes de la Iglesia. Una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles. Santander, Sal Terrae, 2000, p. 60.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...