La Palabra (Hispanoamérica)
11 Desde
el principio han escuchado ustedes el anuncio de amarse unos a otros. 12
No como Caín, quien, por ser del maligno, asesinó a su hermano. Y ¿por qué lo
asesinó? Pues porque sus acciones eran malas, y las de su hermano, en cambio,
eran buenas.
13
No se extrañen, hermanos, si el mundo los aborrece. 14
Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida,
mientras que quien no ama sigue muerto. 15 Odiar al hermano es como darle muerte, y deben saber que
ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna. 16 Nosotros hemos
conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos
también nosotros la vida por los hermanos. 17 Pero si alguien nada en la abundancia y, viendo que su
hermano está necesitado le cierra el corazón, ¿tendrá valor para decir que ama
a Dios? 18 Hijos míos, ¡obras son amores y no buenas razones!
19
Esta será la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros
en presencia de Dios: 20 que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más
grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. 21
Pero si la conciencia no nos acusa, queridos, crece nuestra confianza en Dios 22
y él nos concederá todo lo que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y
hacemos cuanto le agrada. 23 Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo
Jesucristo y que nos amemos unos a otros conforme al precepto que él nos dio. 24
Quien cumple sus mandamientos, permanece en Dios y Dios en él; así nos lo hace
saber el Espíritu que nos dio.
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