sábado, 26 de julio de 2014

Letra 378, 27 de julio de 2014

PROFUNDO RESPETO POR LA VIDA
Karl Barth, Instantes

“Dios insufló en sus narices aliento de vida” (Génesis 2.7)


Toda vida humana está, como tal, rodeada de una solemnidad especial. Requiere que como tal se la valore con admiración siempre nueva. Es cuestión de que cada cual trate su existencia y la de cualquier ser humano con profundo respeto. Un respeto que no se lo gana uno mismo. Pues si con su fe en la palabra de Dios el ser humano se apercibe del hecho y la manera en que Dios lo eligió y lo amó en su pequeña existencia desde la eternidad y de lo que hizo por él a lo largo del tiempo, en la vida humana le sale al encuentro el llamamiento al respeto profundo, precisamente porque el Dios vivo ha cuidado así de los suyos.
Se puede decir tranquilamente que el nacimiento de Jesucristo es la revelación de este mensaje de profundo respeto por la vida. Dicho nacimiento le da a ésta, en todas y cada una de sus formas, incluso las más dudosas, el carácter de lo extraordinario, único, irrepetible e insustituible. Determina a propósito de ella que poder existir como ser humano es un bien. Caracteriza la vida como la ocasión incomparable e irrepetible de alabar a Dios. Con ello ese nacimiento la eleva a la categoría de objeto del respeto profundo. En su calidad de respeto profundo brindado al ser humano, es inmenso. La vida no es un segundo Dios, y, por tanto, el respeto profundo que se le debe no es igual al que se ha de sentir ante Dios. Está más bien limitado por aquello que Dios quiere recibir del ser humano por él elegido. Pues suya es la vida del hombre. Él se la presta.
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LA ORACIÓN DE JESÚS Y DEL CRISTIANO (III)
Jon Sobrino

Síntesis en Jesús de todas estas tradiciones: trascendencia, amor
La síntesis histórica apunta a lo ya dicho antes: Dios es un Dios siempre mayor, y su realidad más profunda es el amor. Esto es lo que va a explicar la oración de Jesús.

1. Trascendencia. En Jesús no aparece un concepto sistemático de trascendencia, de que Dios "es mayor", pero se colige de su doctrina y actitudes. En efecto, aparece la idea de soberanía, de incomprensibilidad, incluso de Dios creador... con sus correlatos de respeto y reverencia. Pero esto no es algo típico de Jesús. Nos adentramos más en su visión de Dios cuando consideramos que, para Jesús, Dios es gracia. Esto aparece en numerosas parábolas: del amigo inoportuno (Lc 11.5-8), en la comparación de Dios con el padre que da a su hijo pan y no una piedra (cfr Mt 7,6), y, sobre todo, en la del hijo pródigo (Lc 15.11-24), donde la trascendencia de Dios aparece como la realización de algo que parece imposible, la gracia de Dios como algo absolutamente no pensado. También cuando le preguntan si los ricos pueden salvarse a lo que responde que "para los hombres es imposible pero no para Dios; pues para Dios todo es posible" (Mc 10.27). La realización de lo imposible es la expresión de la trascendencia de Dios. "Lo imposible aparece así: no como acontecimientos supranaturales desde un mundo del más allá con consecuencias absurdas para este mundo. Sino de esta forma: el hombre pobre, el impío, el malo puede de nuevo, y de manera inesperada, volver a llamarse hombre" (H. Braun).
Esta trascendencia la muestra también en sus discusiones con los fariseos cuando les acusa, por ejemplo, de querer manipular a Dios a través de sus tradiciones (Mc 7,1-17); y nótese que se trata de tradiciones religiosas.
Por último, la trascendencia de Dios es la que explica la misma historia de Jesús. La vida de Jesús va pasando por diversas etapas que son diversas para su concepción de Dios. Y el paso de la una a la otra no se da sin la tentación, la crisis, la ignorancia. Esa es la forma concreta cómo Jesús deja que en su vida Dios sea Dios. La realidad de un Dios trascendente, de un Dios siempre mayor incluso que las reflexiones del propio Jesús, es lo que explica la vida de Jesús, los cambios y rupturas dentro de esta misma vida. El Dios de Jesús es trascendente, misterio santo e inmanipulable. Este es el presupuesto de su predicación, de su actitud reverente, de sus polémicas con quienes creían tener a Dios aprisionado en sus tradiciones, y en el fondo el presupuesto de la trayectoria de su misma vida, siempre abierta a la voluntad soberana de Dios.

2. Amor. Si la formalidad del Dios de Jesús es la de ser siempre mayor, el contenido de su realidad es el amor. Para Jesús Dios es ante todo "Abba". La última experiencia de sentido no la encuentra en que Dios sea "Rey", "Señor"..., sino "Padre". El fondo último de la realidad no lo encuentra en la belleza, poder... sino en el amor. Pero ese Dios cuya esencia es el amor no se revela como un amor abstracto e intemporal, sino como un amor parcial, que se dirige no a los que detentan el poder -quienes suponen que Dios es poder- sino a los sin-poder. ("Me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres...", Lc 4.18).
Que la realidad de Dios es amor, es decir, un ser parcial en favor de los hombres, y que, por tanto, va a ser el amor a los hombres la mediación privilegiada de acceso a Dios aparece claramente en el evangelio, sobre todo en aquellos pasajes en los que podría parecer que el amor al hombre entra en colisión con los derechos de Dios. Según Jesús, Dios no quiere proclamar ningún derecho para sí que no fuera el amor eficaz a los hombres. Por esto, el culto no es entendido por Jesús como la esfera autónoma de Dios, de sus derechos. Si Dios es amor es imposible en el sentido más radical de la palabra que coexista un culto que no sea -a su vez manifestación de amor; de lo contrario, habría una estricta contradicción entre la mediación para llegar a Dios y la realidad de Dios a quien se quiere llegar. Por esto no puede haber sábado que no sea para los otros. Dios no es un ser egocéntrico cuya realidad es ser para sí mismo, sino que es para los demás.
Por último, aportemos el pasaje en el que se habla de los mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo (Mc 12,28-34 y paralelos) y en donde resultan equiparados. La afirmación de "amar a Dios", cuando se hace cristianamente tiene una novedad y una complejidad desconocidas. "Amar a Dios" es una expresión doxológica en la que se quiere afirmar que la última realidad para el hombre y la última experiencia de sentido que puede realizar es la del amor. Significa que corresponder a un Dios que es amor sólo puede hacerse en la praxis del amor. Pero la complejidad surge cuando uno se pregunta por las mediaciones históricas de esta afirmación doxológica. La fe cristiana afirma que es imposible amar a Dios en directo, sin que ese amor sea mediado por un amor histórico.
Cuando se habla de amor a Dios, entonces materialmente se está hablando de amor al prójimo, del amor histórico y real del hombre. El que el amor al prójimo se pueda calificar además como amor a Dios depende de la formalidad de este amor al prójimo. Si éste se hace realmente sin reservas ni condiciones y con la convicción de que pase lo que pase el que ama hasta el fin ha vivido en plenitud, entonces tiene sentido formular esta experiencia histórica del amor al prójimo como amor a Dios.
No es que existan, por lo tanto, dos objetos distintos del amor: Dios y el prójimo. Existe una única experiencia de la praxis del amor, cuyo material es el amor al prójimo, y en cuya formalidad -cuando se hace sin reservas- se da también la experiencia de Dios; y por ello puede formularse como amor a Dios.

IGLESIAS PIDEN EL CESE INMEDIATO DE LAS HOSTILIDADES EN GAZA
CMI, 22 de julio de 2014

 Iglesias piden el cese inmediato de las hostilidades en GazaGaza, 18 de Julio. Foto: Mohammed Badarin

Expresando su profunda preocupación por la escalada de las operaciones militares en Gaza, el secretario general del CMI, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit dijo: "Las hostilidades deben cesar. A Israel, Palestina y la región circundante se les debe ofrecer la esperanza de la paz: una paz basada en la justicia, la paz duradera que pueda conducir a la reconciliación ".

En un comunicado oficial del CMI, emitido el 22 de julio, Tveit expresó profunda tristeza por "la devastación humana en todas partes, y el número desproporcionadamente elevado de víctimas civiles palestinos, entre ellos mujeres y niños".

En nombre de las 345 iglesias miembros del CMI, Tveit hizo un llamamiento a "todas las partes a que cumplan sus obligaciones en virtud del derecho humanitario y de los derechos humanos internacionales", que condenan y prohíben todo tipo de asesinato indiscriminado y desproporcional de la población civil.

Tveit compartió el llamamiento del CMI para el cese inmediato de las hostilidades en Gaza e instó el levantamiento de las restricciones a la circulación de personas y mercancías dentro y fuera de la Franja de Gaza para que las necesidades humanitarias urgentes pueden ser tratadas.

En la declaración, el CMI también pidió la reanudación de las conversaciones directas de paz para lograr una paz global y sostenible basada en una solución de dos estados a lo largo de las fronteras internacionalmente reconocidas.

Tveit dijo que "los recientes conflictos armados –y el sufrimiento intolerable consecuente causado a las familias y a las comunidades- no pueden hacer nada para promover una paz justa y sostenible para los israelíes y los palestinos".

Añadió que "la paz en Israel y Palestina vendrá sólo a través de la restauración de la compasión entre los seres humanos, a través de la búsqueda de caminos comunes hacia la justicia y la paz, y por medio de un compromiso genuino con la creación de las bases para que las futuras generaciones de israelíes y palestinos vivan lado a lado en paz".

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