sábado, 18 de octubre de 2014

Actividades

PONGAMOS EN LAS MANOS DE DIOS LOS PLANES Y PROYECTOS PRÓXIMOS DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 21 de octubre, 19 hrs.
Modera: Hna. Marena Ponce

Llamamiento: Miqueas 2.1-5
Oración de ofrecimiento
Himnos: “Majestad” (235)
                  “Lo que respira” (706)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Salmo 74
Tema: El ocaso del profetismo
Himno: “Ahora soy de Cristo” (281)
Ofertorio
Bendición pastoral

EL OCASO DEL PROFETISMO ANTIGUO
Louis Monloubou

Pieza capital en la vida de la nación israelita, hasta el punto de que su impotencia (Jr 14.18), pero sobre todo su ausencia, provocan el desconcierto (1 Sm 3.1) Y suscitan el malestar, llega un día en que el profeta desaparece: “Ya no vemos estandartes nuestros, no nos queda ni un profeta” (Sal 74.9).
Pero el profeta muerto se pone inmediatamente a gritar: “¡Viva el profeta!”. Ahora que el profeta ha desaparecido, todos lo echan de menos. El tercer Isaías siente la nostalgia de los tiempos en que Dios comunicaba a ciertos hombres “su santo Espíritu” (ls 63.11).
Durante la sublevación de los macabeos, siguen recordando que la solución de los problemas insolubles sólo puede alcanzarse por medio de los profetas y se dejan sin tocar las cosas que requieren su consejo privilegiado.
¿Por qué ha desaparecido el profeta? Cabe proponer varias razones de este hecho.
En primer lugar, pudiera ser que a los ojos del pueblo los profetas se hubieran convertido en símbolos del fracaso histórico que tuvo la nación y la condujo casi a la muerte.
¿Acaso aquellos predicadores desventurados habían intentado hacerse creíbles alguna vez? Se puede dudar de ello, sobre todo cuando oímos a un Isaías lanzar aquellas frases famosas, las más paradójicas probablemente que contiene la Biblia (el Nuevo Testamento apreció tanto aquellos versículos que los repitió varias veces: Mc 4.12 y par.; Jn 12.40; Hch 28.26-27), en donde se dice que el fracaso del profeta -esos ojos que se cierran para no ver, esos oídos que se tapan para no oír, ese espíritu que se rebela para no convertirse- ese fracaso se integra en la finalidad misma de su predicación (ls 6, 8-13). Más allá de este fracaso, a través de él y gracias a él, es como se realizará la obra para la que en definitiva ha sido enviado el profeta.
Es bien conocida la tenacidad imperturbable de Jeremías, así como es muy interesante la especie de desenvoltura provocativa con que Ezequiel se dirige (Ez 17.2; 37, 18) a un auditorio recalcitrante (Ez 12.9; 21.5.12; 24.19). Incluso hasta Ezequiel llega a pensar que no es esencial a su misión obtener que le escuchen sus oyentes; lo esencial -afirma- es que la gente reconozca que “hay un profeta en medio de ellos” (2.5), que sepan que Dios desea mantener el diálogo con ellos. […]
Un texto como Zacarías 1.11-12 dice toda la impaciencia de los que no ven realizarse las profecías. […]
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

25 – Reunión de la CMIRP

26 – Culto unido de la Reforma

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