PONGAMOS EN LAS MANOS DE DIOS LOS
PLANES Y PROYECTOS PRÓXIMOS DE LA IGLESIA
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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 21 de octubre, 19 hrs.
Modera: Hna. Marena Ponce
Llamamiento: Miqueas
2.1-5
Oración de ofrecimiento
Himnos: “Majestad” (235)
“Lo que respira” (706)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Salmo
74
Tema: El ocaso del profetismo
Himno: “Ahora soy de Cristo”
(281)
Ofertorio
Bendición pastoral
EL
OCASO DEL PROFETISMO ANTIGUO
Louis Monloubou
Pieza capital en la
vida de la nación israelita, hasta el punto de que su impotencia (Jr 14.18),
pero sobre todo su ausencia, provocan el desconcierto (1 Sm 3.1) Y suscitan el
malestar, llega un día en que el profeta desaparece: “Ya no vemos estandartes
nuestros, no nos queda ni un profeta” (Sal 74.9).
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Pero el profeta muerto se pone inmediatamente a
gritar: “¡Viva el profeta!”. Ahora que el profeta ha desaparecido, todos lo
echan de menos. El tercer Isaías siente la nostalgia de los tiempos en que Dios
comunicaba a ciertos hombres “su santo Espíritu” (ls 63.11).
Durante la sublevación de los macabeos, siguen recordando
que la solución de los problemas insolubles sólo puede alcanzarse por medio de
los profetas y se dejan sin tocar las cosas que requieren su consejo
privilegiado.
¿Por qué ha desaparecido el profeta? Cabe proponer
varias razones de este hecho.
En primer lugar, pudiera ser que a los ojos del
pueblo los profetas se hubieran convertido en símbolos del fracaso histórico
que tuvo la nación y la condujo casi a la muerte.
¿Acaso aquellos predicadores desventurados habían
intentado hacerse creíbles alguna vez? Se puede dudar de ello, sobre todo
cuando oímos a un Isaías lanzar aquellas frases famosas, las más paradójicas
probablemente que contiene la Biblia (el Nuevo Testamento apreció tanto
aquellos versículos que los repitió varias veces: Mc 4.12 y par.; Jn 12.40; Hch
28.26-27), en donde se dice que el fracaso del profeta -esos ojos que se
cierran para no ver, esos oídos que se tapan para no oír, ese espíritu que se
rebela para no convertirse- ese fracaso se integra en la finalidad misma de su
predicación (ls 6, 8-13). Más allá de este fracaso, a través de él y gracias a
él, es como se realizará la obra para la que en definitiva ha sido enviado el
profeta.
Es bien conocida la tenacidad imperturbable de Jeremías,
así como es muy interesante la especie de desenvoltura provocativa con que
Ezequiel se dirige (Ez 17.2; 37, 18) a un auditorio recalcitrante (Ez 12.9; 21.5.12;
24.19). Incluso hasta Ezequiel llega a pensar que no es esencial a su misión
obtener que le escuchen sus oyentes; lo esencial -afirma- es que la gente
reconozca que “hay un profeta en medio de ellos” (2.5), que sepan que Dios
desea mantener el diálogo con ellos. […]
Un texto como Zacarías 1.11-12 dice toda la impaciencia
de los que no ven realizarse las profecías. […]
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
25 – Reunión de la CMIRP
26 – Culto unido de la
Reforma
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