7 En
cuanto a ustedes, hermanos, esperen con paciencia la venida
gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra,
aguardando pacientemente que lleguen las [lluvias] de otoño y primavera, 8
así ustedes tengan paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida
gloriosa del Señor.
9 No se quejen,
hermanos, unos de otros, para que no sean condenados; el juez ya está a las
puertas. 10 Como ejemplo de sufrimiento y de paciencia, tienen a los
profetas, que hablaron en nombre del Señor. 11 Consideramos dichosos
a los que supieron mantenerse firmes. Más aún, ustedes tienen conocimiento de
la firmeza de Job, y ya ven el feliz desenlace a que lo condujo el Señor;
porque el Señor es compasivo y misericordioso.12 Pero, ante
todo, hermanos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro
juramento. Cuando digan “sí”, sea sí; y cuando digan “no”, sea no. De ese modo
no incurrirán en condenación.
13 ¿Sufre alguno de
ustedes? Que ore. ¿Está gozoso? Que alabe al Señor. 14 ¿Ha caído
enfermo? Que mande llamar a los presbíteros de la Iglesia para que lo unjan con
aceite en el nombre del Señor y hagan oración por él. 15 La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor lo
restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido. 16
Reconózcanse, pues, mutuamente sus
pecados y oren unos por otros. Así sanarán, ya que es muy poderosa la oración
perseverante del justo. 17 Ahí tienen a Elías, un ser humano
como nosotros: oró fervientemente para que no lloviese, y durante tres años y
seis meses no cayó una gota de agua sobre la tierra. 18 Luego volvió
a orar, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.
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