1 Por el amor entrañable de Dios les pido, hermanos: preséntense
a ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser su
auténtico culto. 2 No se
amolden a los criterios de este mundo; al contrario, déjense transformar y
renueven su interior de tal manera que sepan apreciar lo que Dios quiere, es
decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto. […]
11 Si se trata de
esforzarse, no sean perezosos; manténganse espiritualmente fervientes y prontos
para el servicio del Señor. 12
Vivan alegres por la esperanza, animosos en la tribulación y constantes en la
oración. 13 Solidarícense con las necesidades de los creyentes;
practiquen la hospitalidad; 14 bendigan a los que los persiguen y no
maldigan jamás. 15 Alégrense con los que están alegres y lloren con
los que lloran. 16 Vivan en plena armonía unos con otros. No
ambicionen grandezas, antes bien pónganse al nivel de los humildes. Y no
presuman de inteligentes. 17 A nadie devuelvan mal por mal.
Esfuércense en hacer el bien ante cualquiera.
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