ANSIA
Karl Barth
Instantes.
Santander, Sal Terrae, 2005, p. 137.
Sí, ven,
Señor Jesús.
Apocalipsis 22.20
He Qi, El hijo pródigo
M
|
uéstrate siempre
en todas partes, Señor, como el Señor de los piadosos y de los impíos, de los
sensatos y de los necios, de los sanos y de los enfermos; y también como el
Señor de nuestra pobre Iglesia y de todas las demás; como el Señor de los
buenos y de los malos gobiernos, de los pueblos alimentados y desnutridos; y
también como el Señor de quienes se creen en la obligación de decir y escribir tantas
cosas buenas y menos buenas; como Señor nuestro, que de todo nos protege y a
quien podemos encomendarnos; pero también como nuestro Señor juez de todos, ante
el que hemos de rendir cuentas el día del juicio final y ya hoy.
Dios grande,
santo y misericordioso, nosotros ansiamos tu revelación última, que dejará
claro a los ojos de todos que todo el mundo creado y su historia, todos los
seres humanos y sus historias personales, estuvieron, están y estarán siempre
en tu mano bondadosa y severa. Te damos gracias porque ya desde ahora podemos
alegrarnos por esa revelación.
Todo esto
te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, en quien nos has amado, elegido y
llamado a nosotros, los seres humanos, desde toda la eternidad. Amén.
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LA PASTORA LIDIA
RODRÍGUEZ, DOCTORA EN TEOLOGÍA
Protestante Digital, 4 de noviembre de 2015
El Seminario Unido de Teología (SEUT, www.facultadseut.org) de España ha
comunicado la obtención del doctorado en Teología de la pastora evangélica Lidia
Rodríguez Fernández. Ella es licenciada en Literatura Española por la
Universidad de Valencia y pastora de la Comunidad Cristiana Evangélica del
barrio de Santutxu en Bilbao (Unión Evangélica Bautista de España).
Está casada con Juan Francisco
Muela. Desempeña también la labor de profesora de Antiguo Testamento y
Religión, Sociedad y Cultura en la Facultad de Teología de la Universidad de
Deusto (Bilbao). Su tesis trata de “La tradición del Horeb en el ciclo de Elías”,
y se basa en un análisis intertextual de I Reyes 19:1-21. El director de la
misma fue Victor Morla Asencio.
Comunicado del SEUT
“Nos complace comunicar que la profesora,
Lidia Rodríguez Fernández, de la Facultad de Teología de la Universidad de
Deusto, ha defendido con gran éxito su tesis doctoral este pasado día 30 de
octubre” dice el texto difundido. En el tribunal de defensa de la tesis
doctoral participó también Pedro Zamora, decano del SEUT. Posteriormente, en el
Salón de Grados de la propia Universidad de Deusto (Bilbao) se ha producido el
estreno oficial de su labor como doctora.
Algunos textos publicados
“Protestantismoa euskadin” (2010), “Prostitutas
¿cúlticas? En tiempos de los profetas” (2007), “La memoria, fundamento de la
acogida al emigrante” (2005); “Movimiento bíblico”, “Sociedades bíblicas”, “Traducciones
de la biblia”, “Obras bíblicas”, en Diccionario
de la Biblia (2012), “Otras comunidades de inspiración cristiana” (2010), “Las
minorías religiosas actuales en el País Vasco” (2010); “Espacio público y
pluralismo religioso desde una perspectiva cristiana protestante” (2010); “Profetas
anteriores y posteriores”, en Diccionario
del profetismo bíblico (2008). Video: Biblia y cultura, www.youtube.com/watch?v=Z63rVvY482w.
Otros textos: www.lupaprotestante.com/blog/author/lidia-rodriguez.
Entrevista: www.lupaprotestante.com/blog/lidia-rodriguez-%E2%80%9Cnecesitamos-ejercer-nuestra-labor-con-tenacidad-y-excelencia%E2%80%9D/
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JONÁS, UN REBELDE CON
CAUSA (I)
Lidia Rodríguez Fernández
Lupa Protestante, 7 de octubre de 2011
Jonás, el
profeta cuyo nombre significa “paloma”, había sido llamado a predicar entre
gavilanes… ¿Por qué huyó de Dios?
Un libro cargado de humor
Si tuviéramos que pensar en un libro
humorístico de la Biblia, probablemente nos costaría elegir uno; es más,
diríamos que no hay ningún libro cómico en ella. Sabemos que en las Escrituras
hay libros que recogen la tristeza y la pena de unos exiliados obligados a
vivir a mil kilómetros de su tierra natal, como el libro de las Lamentaciones; otros
nos cuentan las grandes gestas de los héroes del pasado de Israel, como los
libros de Josué y Jueces; un extenso libro recoge las oraciones y los himnos
que formaban parte de la experiencia espiritual del pueblo, los Salmos; incluso
encontramos un libro de fuerte carga erótica sobre el amor entre un hombre y
una mujer jóvenes, como es el Cantar de los Cantares. Pero humorístico… No, no
nos parece serio que la Biblia contenga un libro humorístico. Y sin embargo, en
la vida hay pocas cosas tan serias como el sentido del humor.
En la ya vieja película de 1988 que
mezclaba por primera vez imágenes reales y dibujos animados titulada ¿Quién engañó a Robert Rabbit?, un
homenaje al cine negro, uno de los personajes dice: “La risa es muy importante
y a veces en la vida es la única arma con que contamos”. Si entendemos por
sentido del humor “la disposición con la que afrontamos las situaciones más o
menos adversas que nos vamos encontrando en la vida”, es desde luego una
cualidad fundamental para todo ser humano: el sentido del humor nos permite
expresar sentimientos que de otra manera nos provocarían gran tensión y
ansiedad; nos ayuda a deshacernos de emociones negativas, eso que los
psicólogos llaman “catarsis”; cuando somos capaces de reírnos de nosotros
mismos, o de lo que ocurre a nuestro alrededor, gozamos de mejor salud mental;
disfrutamos más de la vida y nos sentimos más felices, porque eliminamos el
stress; mejora nuestras relaciones sociales y nos ayuda a cuestionar las
rigideces mentales en las que nos movemos tantas veces; y por si todo esto no
fuera suficiente, ¡la risa desintoxica el cerebro, mejora el cutis y
ayuda a quemar calorías!
Pero, volviendo a la Biblia, ¿hay
algún libro que podríamos calificar de humorístico? Desde luego que sí, solo
que nuestra reverencia por la Palabra nos impide reírnos a carcajada limpia,
cosa que sí hicieron sus primeros lectores. En el Antiguo Testamento
encontramos un breve libro de apenas cuatro capítulos; es una historia muy
entretenida, llena de aventuras fantásticas y sorpresas… y desde luego de lo
más divertida, un libro que se ha utilizado en las Escuelas Dominicales de todo
el mundo, aparentemente fácil de entender para los niños de cualquier edad. Pero no nos engañemos: detrás de ese estilo casi juguetón del libro se esconde
uno de los temas más controvertidos para Israel, como es la
respuesta a las preguntas: ¿Por qué fue elegido Israel? ¿Cuál es su misión
entre los demás pueblos? A lo largo de sus muchos siglos de historia, el pueblo
de Dios cultivó a menudo un fuerte sentimiento nacionalista que pedía a Yahvé
que aniquilase a sus enemigos, y un orgullo religioso que le hacía sentirse un
privilegiado entre el resto de naciones.
Aquí es donde se sitúa ese aparentemente sencillo libro
del profeta Jonás, cargado de ironía; pero su humor no pretende ofender a
aquellos hombres y mujeres excesivamente orgullosos de su pasado y de sí
mismos, sino ayudarles a pensar de otra manera. Y lo hace con una sonrisa en la
boca, porque sin el humor que caracteriza el libro de Jonás…
• ¿Qué judío habría estado dispuesto a creer que su Dios
no es exclusivamente suyo, sino que quiere la salvación de los “otros”, y que
para lograrlo es capaz de poner el mundo patas arriba?
• ¿Qué judío habría estado dispuesto a admitir que lo que
él considera un trato de privilegio no significa nada, porque de lo que se
trata es de ponerse al servicio de Dios y de los demás?
• ¿Qué judío habría estado dispuesto a considerar a los
paganos mejores que él mismo, más sensibles y más cerca de Dios?
Jonás huye de Dios
(Jonás 1:1-3)
El Señor dirigió su palabra a Jonás hijo de Amitai y le dijo:
“Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella, porque su
maldad ha subido hasta mí”. Pero Jonás se levantó para huir de la presencia del
Señor a Tarsis, y descendió a Jope, donde encontró una nave que partía para
Tarsis; pagó su pasaje, y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la
presencia del Señor.
¿Quién es este Jonás, hijo de Amitai? Encontramos su
nombre en 2 Reyes 14:25; es un profeta que ejerció su ministerio durante el
reinado de Jeroboam II y le anunció la restauración de las antiguas fronteras
de Israel y la recuperación del territorio. Así que, como profeta, Jonás animó
el espíritu nacional de su pueblo cuando tuvo que defenderse del temible imperio
asirio que amenazaba sus fronteras, heredero del celo de otros profetas
anteriores a él, como Elías o Eliseo.
Precisamente Jonás es llamado por Dios para que lleve un
terrible mensaje a Nínive, la capital del imperio asirio. Nínive representaba
para los judíos el pecado extremo, la ciudad malvada por excelencia; de hecho,
la crueldad de los asirios fue proverbial en el mundo antiguo, tal y como
leemos en los profetas Sofonías y Nahum: “¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda
llena de mentira y de pillaje! ¡Tu rapiña no tiene fin! Chasquido de látigo,
estrépito de ruedas, caballos al galope, carros que saltan, cargas de
caballería, resplandor de espada y resplandor de lanza. ¡Multitud de heridos,
multitud de cadáveres! ¡Cadáveres sin fin! La gente tropieza con ellos”. (Nah
3:1-3)
Pero no sólo tenemos el testimonio de los textos bíblicos; la
arqueología también ha venido a confirmar su barbarie con testimonios gráficos
espeluznantes: en los frisos de los templos y palacios asirios que nos han
llegado aparecen los largos cortejos de prisioneros desnudos que desfilan
vencidos; guerreros asirios que decapitan a los prisioneros en presencia del
rey; soldados que dejan ciegos a los vencidos con lanzas; enemigos obligados a moler los huesos de los soldados muertos y
comérselos…
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