jueves, 24 de marzo de 2016

Unidos a Cristo para gozar de su justicia, A.I. Ricardo Ruiz Ocampo

23 de marzo de 2016 

1 JUAN 2:24-29

Esta epístola, así como la de hebreos,  está escrita en una forma literaria distinta a la que se acostumbraba en una carta común, no nombra ni a su autor ni a los destinatarios, aun cuando es intensamente personal, tal como lo indica el uso frecuente del “yo” y el “vosotros”   y comienza con una introducción semejante al prólogo del cuarto evangelio y termina sin  despedida ni la típica formula de bendición que se encuentran en otras cartas.     Sin embargo, las epístolas de Juan contienen un  mayor número de mandatos y principios claros acerca de la separación del error, que cualquier otra parte de la Palabra de Dios.    Puede decirse que este escrito se asemeja más a un sermón, en donde las exposiciones doctrinales van alternándose con las exhortaciones y amonestaciones.       Haciendo alusión a que nuestra conciencia este siempre sensible a la santidad con un absoluto sometimiento a la autoridad de la Palabra inspirada por Dios, a  guardar un profundo vinculo de comunión espiritual con nuestros hermanos en la fe, manteniéndonos separados de los placeres del mundo y a buscar con la guía del Espíritu Santo el entendimiento claro e instintivo de las doctrinas evangélicas acerca de la salvación del alma, que es lo esencial de la fe, esto aunado a una profunda lealtad a esas doctrinas y voluntad para defenderlas.
De los tres temas principales que trata esta carta, hoy nos hablara el Señor sobre la verdadera fe a través de la cual solo  podemos gozar de la justicia de Dios.

El versículo   24. “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre”.      
El apóstol Juan había recibido de Jesús esta enseñanza y la expone en su evangelio capítulo 8 versículo 31 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en Él: Sí vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”   por eso lo expresa con la confianza que le brindaba el haberlo escuchado de los propios labios de Jesús. 

De igual forma que en el capítulo 14 versículo 23 ”Respondió Jesús y le dijo: el que me ama,  mi palabra guardara; y mi padre le amara, y vendremos a él, y haremos morada con él”

La seguridad que sentía Juan al describir esto se fundamentaba en el conocimiento directo de estos hechos que había vivido al lado de Jesús, y debemos puntualizar que no está queriendo decir que esto es verdad por ser lo más antiguo lo del principio, sino que no podía existir otra versión legitima que esta,    la expresada por el propio Jesús y que toda interpretación derivada de la mente humana era falsa llena de supersticiones y aberrante a las enseñanzas del divino maestro que los había instruido correctamente en la verdad.    Por lo que los exhorta no solo a que la tengan presente que la recuerden siempre, sino a que permanezcan en ella, que la estén practicando diariamente hasta convertirse en un modo de vida, que no la cambien que echen mano de su fe para continuar confiando y perseverando; tener siempre presentes las maravillas y prodigios que vivieron al lado de su maestro y que les dejo muy en claro que provenía del Padre.    

Que para ayudarlos a fortalecer y aumentar su fe y su esperanza,  su Espíritu los acompañaría a través de su palabra y si eran obedientes y fieles a ella darían testimonio de ser sus discípulos, poniendo en práctica sus enseñanzas para que el mundo creyera.   Por ello el conocimiento de Jesucristo para nosotros es imprescindible separados de Él nada somos y cuando hablamos del conocimiento de Él no pensemos que se hace referencia a que sepamos de memoria su biografía y todos los hechos y milagros que realizo, sino que con la inteligencia que fuimos creados busquemos lo que nos revela en la Escritura podamos comprender y aprender su manera de pensar; la manera de concordar con la sabiduría que le provenía del Padre  en obediencia y sujeción en eso consiste hacer su voluntad  y entonces seremos capacitados para realizar sus hechos.   El apóstol Juan a diferencia de los autores de los evangelios sinópticos, no busca la narrativa más exacta de los hechos de Jesús, sino más bien busca introducirse con una visión más íntima de lo que se encontraba en el pensamiento y en el corazón de Jesús, esto para Jesús representaba mucho lo veía como un verdadero discípulo.

25 "Esta es la promesa que nos ha ofrecido, aún la vida eterna". 

La promesa que encierra este versículo no es escatológica, es una promesa que desde hoy los creyentes ya podemos empezar a disfrutar,  estar en Jesús y en el Padre y ellos haciendo morada en nosotros,  nos lo ofrece desde hoy y hasta la eternidad.   Nos está diciendo si tú abonas, riegas y cuidas obediente y permanentemente la semilla del evangelio que ha sido sembrada en ti, ya puedes disfrutar desde ahora de la vida eterna, porque ya fuiste liberado del miedo a la muerte segunda,  tu no la vas a sufrir, Jesús la venció y ahora tiene las llaves del Hades, ya no puede ejercer poder, ni dominio sobre ti,  porque el reino de Dios ya fue instaurado y solo resta esperar su plenitud y perfección cuando Jesús regrese lleno de gloria a encontrarse con su amada esposa, su Iglesia.   Pero hermanos también para los que no creen hay algo, que atraen sobre si mismos aquí y ahora la perdida de la vida eterna.

Y mientras esperamos ese momento a los creyentes nos invita a que nos gocemos, que nos contentemos con lo que Él nos da, a hallar la felicidad con lo que tenemos sin amargar nuestra vida deseando lo que no podemos tener, luchando por ser mejores personas con la paz verdadera y la bendición que nos trae cuando Dios habita en nosotros guiándonos fructificando nuestra vida espiritual creciendo día a día.    
Pero muchas personas inquietas no conformes con la sencillez de la doctrina del evangelio enseñado por Jesús, desesperan y seducidos por la curiosidad,  más que movidos por su fe, hurgan en la Escritura buscando lo que a Dios no le plugo revelar sin apreciar lo que esta revelado tan claramente y ocupan meses, años desgastando el conocimiento adquirido en discusiones ociosas que a nada llevan, en lugar de poner en práctica las enseñanzas de Jesús y ser verdaderos testigos y embajadores de su reino y saben porque lo hacen, porque no están contentos con lo revelado, están inconformes y quieren sobresalir en el conocimiento de Dios y no se dan cuenta de que se alejan del propósito para el cual nos llamó el Señor,  que es ser discípulos de Jesús y no tratar de develar sus designios secretos.   Y no quiero hermanos decir con esto que seamos fundamentalistas y vivamos la Palabra de Dios a la letra, porque si así fuera entonces Lutero no habría sido guiado por el Espíritu santo para encontrar la verdad, él no la develo, el Señor lo guio para encontrar la verdad y descubrir las mentiras que la iglesia de aquel entonces empleaba manipulando al pueblo de Dios y lo más importante porque esto era justo.
El Señor Jesús dijo, en el Evangelio de Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida”. 
Sabemos que en el momento en que un inconverso cree que Cristo dio su vida por él, recibe la vida eterna, y esa persona ha renacido espiritualmente, ha pasado a formar parte de la familia de Dios. Por ello Juan se estaba dirigiendo a los hijos amados, a los hijos de Dios, al decir Mirad cual amor nos ha dado el Padre ¿Por qué? Porque ha entregado a su unigénito para darnos la salvación, y con ello nos hace participes de la adopción, ahora somos Sus hijos ha concedido su amor a sus hijos, y ellos responden a ese amor con una actitud de obediencia hacia Él viviendo una vida de servicio, al igual que su hijo Jesucristo.

26. Os he escrito esto sobre los que os engañan. 
Dios inspirando al autor a que haga una exhortación a los creyentes a defender la verdadera fe en Jesucristo, señalando las desviaciones de algunos seductores que, habiendo sido de la comunidad, se apartaron  de ella.      Estos negaban algunas de las verdades fundamentales: como que Jesús  fuera el Mesías y que viniera como hombre verdadero a redimirnos de nuestro pecado.
Desde el principio del cristianismo hermanos observamos cómo se presenta en el hombre esta terrible tentación de buscar en la precaria imaginación de su mente lo que en la revelación no encuentra o no le satisface, y es entonces cuando su mente entenebrecida por las tinieblas comienza a elucubrar interpretaciones que lejos de provenir de la luz de Dios, provienen de las tinieblas de su falsa fe, lejos de reconocer la justicia que alcanzamos por su sacrificio en la cruz,  con estos hechos lo declaraban injusto y mentiroso,     porque en realidad no habían creído en el evangelio y tratan de desvirtuar la verdadera fe para sacar al creyente del buen camino y llevarlo a su perdición, por lo que solo unidos a Cristo podemos gozar de su justicia, pues Él nos justifica ante el Padre concediéndonos la virtud de contentarnos y conformarnos con la suprema voluntad de Dios.   

Desde el principio este escrito ha sido reconocido como carta circular del apóstol Juan a las iglesias alrededor de Éfeso, para subrayar los hechos esenciales del Evangelio y para amonestar contra herejías nacientes que luego produjeron una forma corrompida y paganizada de cristianismo.       La carta fue escrita para poner en guardia a los cristianos de los enemigos de Cristo, cuyas doctrinas presentan algunas semejanzas con las que los llamados gnósticos propagarían más tarde por lo que se cree que este fue el comienzo de esas tendencias.

El cristianismo ya tenía unos 60 o 70 años de existencia y en muchas partes del imperio romano ya era una religión importante y una influencia poderosa.    Naturalmente, se habían presentado toda clase de intentos de amalgamar el Evangelio con filosofías y sistemas de pensamiento existentes.
Una forma de gnosticismo que perturbaba a las iglesias de los tiempos de Juan y que exageraba el valor del intelectualismo, y sostenía que en la naturaleza humana había un irreconciliable principio de dualismo: que el espíritu y el cuerpo eran dos entidades separadas y hostiles entre sí.      El pecado residía solamente en el cuerpo; el espíritu podía tener sus raptos y el cuerpo podía hacer lo que quisiera.     Una vida de piedad mental elevada y mística era del todo compatible con una vida sensual y voluptuosa.     Negaban la encarnación, en Éfeso el dirigente de este culto un tal Cerinto que decía tener místicas experiencias interiores y un elevado conocimiento de Dios pero era voluptuoso como los maestros de error que perturbaban a las siete iglesias mencionados en (Apoc. 2:2, 6, 14, 15, 20, 21)
   
Pero como no iba a oponerse Juan a estas herejías si había palpado con sus propias manos las de Jesús encarnado,  acompañándolo en su ministerio y tomando el encargo de cuidar a su madre hasta su muerte y haciendo de Jerusalén  su centro principal de trabajo hasta su destrucción, y una vez cerrada la edad apostólica, estableciéndose después  en Antioquia, que para entonces era ya el centro numérico y geográfico de la población cristiana.   Para Juan era imprescindible combatir los argumentos de estos herejes, ya que insistía siempre en que el conocimiento verdadero de Dios había de producir una transformación moral, y  que Jesús era la manifestación verdadera, material y autentica de Dios en la carne.  Y de ninguna manera hace mención a que es verdad solo porque él lo dice, sino pidiendo que se dejen guiar por el Espíritu de Dios el cual al unirnos a Jesucristo y al Padre nos hace uno solo con ellos y nos capacita y compromete para ser diligentes y cuidar la proclamación del evangelio puro.

La segunda epístola a los corintios capítulo 3: versículos 4 al 6;  4  Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios”;  5 “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”;  6 “el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica”.      

Debemos evitar tratar de construir nuestro ministerio sobre la base de la preparación y las habilidades humanas exclusivamente, dejando a un lado las buenas obras que produce el estar en comunión con el Espíritu de Dios, esforzándonos diariamente por dar testimonio practicando el evangelio, ser sensibles hacia lo que le ocurre a los demás nos enriquece espiritualmente si compartimos su aflicción.

27. “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado,   permaneced en él”

En el antiguo testamento, la palabra unción (aleifo) termino general usado para una unción de cualquier clase: para ungir enfermos, para refrigerio físico después de lavarse, para una especie de embalsamiento de cadáveres o en sentido sagrado para ungir sacerdotes.    Ya en el Nuevo Testamento es crio la palabra empleada para unción y queda su uso en un sentido más limitado y confinado a unciones sagradas y simbólicas; de Cristo como el ungido de Dios,  Juan lo utiliza dos veces en los versículos 20 y 27  en un sentido metafórico; de que los creyentes tenemos la unción del Espíritu Santo  haciendo alusión a que a través de Él conocemos todas las cosas y que no hay necesidad de que nadie nos enseñe, porque la unción misma nos enseña todas las cosas refiriéndose a la Palabra de Dios inspirada por el propio Espíritu.    Con esto nos explica claramente que las enseñanzas ajenas a la Escritura son inútiles, no porque en si mismas lo sean, sino porque si el creyente ha sido ungido con el Espíritu Santo, él no iba a inspirar a los hombres que la escribieron a describir cosas lejos del alcance de nuestra inteligencia y mucho menos algo para que no lo entendiéramos, lo que si es necesario entonces,  es que cada uno adquiera el conocimiento de Dios conforme a la medida de su fe entre más estrecha sea nuestra relación con Dios, en la oración, la lectura de su Palabra y sobre todo en su aplicación para que nuestra fe no sea muerta, Dios nos permite alcanzar una mayor comprensión y conocimiento de ella, el Espíritu es el único corrector y aprobador de la doctrina y quien nos garantiza que conocimiento proviene de Dios y lo sella en nuestros corazones y en nuestras mentes.

Pero hermanos no debemos ser sistemáticamente excluyentes de toda fuente histórica, arqueológica, antropológica y de cualquier índole, que pueda actuar en auxilio para extender nuestro conocimiento de lo revelado en la Escritura,  pero considerando siempre como eje rector de nuestra fe la Palabra de Dios, porque solamente el Espíritu puede confirmarnos cuando la enseñanza proviene de Dios,  y que Él es quien nos está hablando.

Juan también hace mención que las enseñanzas de la unción, son verdaderas porque el Espíritu es como un sello con el cual la verdad de Dios es testificada;  y aun agrega y no es mentira indicando otro oficio del Espíritu, que nos dota con juicio y discernimiento, para que no seamos engañados por mentiras, para que no seamos indecisos y llevados por todo viento de doctrina.    Y por último hace nuevamente la exhortación a permanecer en Él refiriéndose a Cristo, que los fieles retengamos el conocimiento verdadero de Cristo.

28. “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados”

Ahora el Apóstol Juan habla amorosamente haciendo un llamado a permanecer en Cristo, a los que han nacido de nuevo verdaderamente, a que manifiesten esa nueva vida permaneciendo en sus mandatos y enseñanzas las cuales no tienen  contraparte en ninguna sociedad en el mundo, ni en ningún otro orden religioso.    Porque un verdadero creyente recibe una notable identidad o unicidad con otros cristianos.    No es impositivo en su conocimiento de Dios ni transgresor, ni excluyente de quienes no piensan como él.

Tenemos que reconocer que a causa de la debilidad de nuestra carne aun como cristianos que han experimentado una verdadera conversión,  podemos albergar en nuestro corazón sentimientos de hostilidad, lo cual significa que no nos hayamos convertido, pero cristianos que profesan su fe por un lado,  pero por otro muestran frialdad e indiferencia persistente y ninguna necesidad de comunión con otros cristianos, demuestran claramente una ausencia de verdadera fe,  porque su comportamiento es constante en cualquier lugar donde se desenvuelvan,  denotando una pequeñez espiritual, no cuentan con amistades espirituales, no se involucran en ningún trabajo verdadero relacionado con el evangelio, desdeñan particularmente a aquellos que revelan entusiasmo por las cosas espirituales,  de ahí el llamado del  apóstol al pueblo de Dios para que nos integremos a la Iglesia, a que permanezcamos y expresemos con actitud cristiana nuestros vínculos con un amor profundo y de servicio al Señor porque es el sello de la congregación del pueblo que ha nacido de nuevo.   Y todavía más, con esto damos  clara evidencia de nuestra conversión al estar dispuestos a convivir y vincularnos en amor para trabajar para el Señor con hermanos de otras denominaciones cristianas.
Nos recuerda que Jesús vendrá nuevamente no para juzgar a que denominación pertenecemos para ser aceptados, sino que quiere encontrarnos sirviéndole con amor, ejercitando y fortaleciendo nuestra fe, porque la fe no es un conocimiento y aceptación siega y fría de Jesucristo, sino la acción viva y verdadera de su poder que nos produce la perseverancia y la confianza de no ser avergonzados a  su regreso, sin miedo a la tentación o a la muerte, porque los creyentes ya no tienen temor de enfrentar el tribunal de Cristo viven sosegada y piadosamente esperando su regreso. 

29. Si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. 

La palabra justicia Dikaiosune=es el carácter o cualidad de ser recto o justo. En la Escritura se usa para denotar un atributo de Dios. El propio Jesús lo utiliza en sus dichos expresados en (Mt. 6:33) ”Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”

En los tiempos del Antiguo Testamento se creía que la justicia se podía alcanzar por medio de la perfecta observancia de la Ley (La Tora) y emplearon métodos y vías para obtener la justicia que era una constante en el mundo judío como en el caso de Job.  Y respondiendo Bildad suhita las interrogantes de Job le dijo: 
(8:3) ¿Acaso torcerá Dios el derecho, O pervertirá el Todopoderoso la justicia?
(8:6) “Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertara por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia”
Aun desde su perspectiva de confusión Job se preguntaba inquietantemente  “¿y cómo se justificará el hombre con Dios?” (Job. 9:2)
Pero ahora que contamos con toda la Escritura completa podemos observar que tuvo que ser Dios mismo quien encontrara la solución a este problema, proveyendo mediante la muerte y resurrección de su hijo un medio de justicia al alcance del hombre, pero amados hermanos desde la antigüedad en los tiempos de Job a nuestra era, tal pareciera que no hemos avanzado aun teniendo la Escritura completa que nos da el conocimiento perfecto de esta interrogante mucha gente desprecia aceptar, reconocer, creer que Jesucristo murió por sus pecados.
 (Heb. 5:12) “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuales son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”

(Rom. 4: 3, 5) “Porque ¿Que dice la escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”   “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia“
El apóstol Pablo utiliza para denotar el don de la gracia de Dios a los hombres por el cual todos los que creen en el Señor Jesucristo son introducidos a la correcta relación con Dios.   Esta justicia es inalcanzable por obediencia a ley alguna o por cualquier mérito propio del hombre o por cualquier otra condición que no sea la de la fe en Cristo.
(2 Cor. 5:21) “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él”    
Es decir el pecador al creer en el Señor Jesucristo es justificado y deja su condición de pecador, para ser en Cristo todo aquello que Dios demanda que sea un hombre.    Debido a que Abraham acepto la Palabra de Dios, haciéndola suya mediante aquel acto de la mente y del Espíritu que recibe el nombre de fe, y, como demuestra lo  que sucedió posteriormente, sometiéndose a su control, por ello Dios lo acepto como uno que cumplió todas sus demandas.      
Cuando la fe es ejercida de esta forma el alma del pecador es llevada a una unión vital con Dios en Cristo, e inevitablemente produce rectitud de vida, esto es, conformidad y contentamiento con la voluntad de Dios.    
La justicia es entonces un don de Dios que se recibe por la fe, es así que venimos a ser hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparo de antemano para que anduviéramos en ellas (Ef.2.10)
La justicia es considerada la virtud suprema por excelencia;   humanamente hablando la justicia “sensu stricto” es “el hábito consistente en la voluntad de dar a cada uno lo suyo” La justicia no es algo subjetivo idealista inalcanzable para el ser humano, pero imaginen que desde el principio una vez que sucedió la caída ¿cómo pueden dos hombres ponerse de acuerdo en algo que consideran justo desde su particular y diferente punto de vista?  ¿Quién y con base en que puede determinarse cuál de ellos tiene la razón? Caín como agricultor presenta su ofrenda al Señor al igual que Abel que era pastor de ovejas y solo la ofrenda de Abel es agradable a Dios y entonces surge la pregunta del lector cual es la causa de la parcialidad Divina para considerar justa la ofrenda de Abel y no así la de Caín?   El texto no expone cual es la causa de la preferencia Divina, aunque contiene algunos puntos ambiguos,   Psicológicamente nos impulsa a pensar que Caín lo mato por celos o envidia, pero el texto no dice nada de eso.    Otra comprensión posible es pensar que la maldad previa de Caín implica su incapacidad de agradar a Dios, pero el texto tampoco dice eso.     El relato describe que Caín se entristeció al no ser aceptado con su ofrenda, pero no debemos deducir de ello que se produce un rechazo total de parte de Dios porque estaríamos excluyendo la advertencia que el Señor le hace en el versículo 7 intentando evitar el desastre.    Esta historia toca temas muy profundos desde el punto de vista antropológico, moral y religioso. De un modo ingenuo e infantil para el modo contemporáneo de percibir la realidad, pero con una belleza que no puede ser despreciada.   No debe extrañarnos que entre muchos autores cristianos, ya se intuye la imagen de Jesucristo oculta en este pasaje, relacionando la sangre del justo Abel con la de Cristo derramada en el calvario como una anticipación al Misterio Pascual.    Sin embargo la crítica reciente, se ha visto en la narración un origen de tipo etiológico. Caín sería un héroe legendario que se sitúa en un tiempo remoto y que explicaría el origen del pueblo quenita.    Lo cierto de todo esto es que ninguna interpretación individual o colectiva logra determinar en qué consiste la justicia de Dios para encontrar la ofrenda de Abel agradable.

Y veamos ahora el punto de vista espiritual: La justicia no es subjetiva es objetiva y tiene que tomar vida en el diario vivir del hombre y la mujer, pero no como un acto hueco, vacío que tengo que hacer para que los demás me vean y gane su simpatía y reconocimiento.    La justicia pierde todo su virtuoso valor ante la presencia del amor, cuando un hombre deja de hacer justicia para buscar reconocimiento y encumbrarse en la sociedad puesto que estamos tan alejados  de la justicia  que se ha convertido en una virtud escasa y llena de conveniencia.    Pero cuando el creyente hace justicia por amor a su creador y a su prójimo entonces la justicia  deja su supremo valor humano y se convierte en la actitud divina de Dios que tiene para mostrar su naturaleza esencial (1 Jn. 4:7-8) “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”   “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”    

Dios tuvo que echar mano de la ley,  para que esta fuera nuestro yugo,  como un espejo en el que pudiéramos ver a través de nuestros actos lo que era bueno y lo que era malo, lo que era recto delante de Dios y lo que era pecaminoso.  Ahora en nuestra era podemos entender y reconocer que el sacrificio de Jesucristo, al ser entregado por el Padre para redimirnos no como un acto de complacencia o sentimiento de afecto, sino como la más pura manifestación de su natural esencia y voluntad y que ahora no solo nos justifica delante de Dios por la fe en Él, sino que  al creer nos otorga el don inefable de su Espíritu y con Él su fruto que es el amor, para que venga a hacer morada en nosotros, lo cual significa que es nuestro Ayo Él se encarga de criarnos, educarnos espiritualmente, como si fuéramos niños, esto  implica ser conscientes de nuestra falta de rectitud, de nuestra vida de pecado y reconocer que solamente unidos a Cristo y a su amor podemos ejercitar la justicia hoy en este tiempo sirviéndole con amor para gozar de su justicia por siempre hasta la eternidad,  el profeta miqueas nos expresa lo que agrada a Dios del hombre:
“Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”

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