MÉTODO SENCILLO DE ORACIÓN
PARA UN BUEN AMIGO (1535)
Martín Lutero
Con esto aprendo, en primer lugar, lo que Dios
me ha prescrito y espera de mí. Es decir: que debo llevar una vida casta,
disciplinada y moderada en pensamientos, palabras y obras, y que no debo
atentar contra el honor de las mujeres, de las hijas y de las criadas. Al
contrario: tengo la precisión de cooperar a salvaguardar, a defender y hacer cuanto
esté en mi mano y contribuya a la conservación de su honor y de su virtud.
También estoy obligado a cerrar el pico a los murmuradores que manchan y roban
la fama. A todo esto, estoy obligado y Dios quiere que así sea. No sólo se me
manda que deje intactos a la mujer de mi prójimo y a sus deudos; tengo además
la obligación de cooperar a que su virtud y su honor estén garantizados, de la
misma forma que me gustaría lo hiciera mi prójimo conmigo y cumpliese este
mandamiento por lo que a mí se refiere.
Segundo.
Agradezco al Padre bueno y leal esta gracia, este beneficio de haber tomado
bajo su protección y amparo en virtud de este mandamiento a mi esposa, mi hijo,
mi criado, mujer, hija, criada, y haber prohibido con tan estrecho rigor que se
atente contra su honor. Porque me ha dado un salvoconducto seguro, vela por su
cumplimiento y, aunque tenga que mediar él mismo, no deja impune al que lo
quebrante. Nadie puede burlarle; el culpable tendrá que pagarlo aquí abajo o
apagar su deseo impuro en el fuego eterno. Dios ama la pureza y no perdonará el
adulterio; a diario podemos ver que la cólera divina agarra a fin de cuentas a
los impenitentes, a los malvados, y permite su vergonzosa perdición. De otra
forma resultaría imposible garantizar por un momento la decencia y el honor de
la mujer, del hijo, de los suyos contra el diablo impuro. El comercio sexual
sería sencillamente como el de los perros y conduciría a la bestialidad, como
de hecho sucede cuando Dios, encolerizado, retira su mano y permite que todo se
vaya a pique.
Tercero.
Confieso y reconozco mi pecado y el del mundo entero, por haber atentado
durante mi vida contra este mandamiento con pensamientos, palabras y obras. No
solamente he sido ingrato con esta enseñanza hermosa y este don; me he dedicado
también a murmurar de lleno contra Dios por haber preceptuado esta pureza y
esta castidad y por no haber permitido el libre curso y la impunidad a todas
las posibles impurezas y maldades. He despreciado el estado matrimonial, me he
burlado de él, he mantenido que estaba condenado, etcétera. No obstante, los pecados
cometidos contra este mandamiento son los más llamativos y los que se notan con
más claridad. No se anda con tapujos ni disimulo de ninguna clase. Me pesa, etcétera.
Cuarto.
Ruego que Dios me conceda a mí y a todo el mundo la gracia de observar
fervorosamente este mandamiento con caridad, para que, además de vivir en
castidad nosotros, estemos dispuestos a ayudar y aconsejar a los demás para que
hagan lo mismo.
__________________________________
EN EL CENTRO DEL MENSAJE (Lc 1.26-38)
Karl Barth
Adviento. Madrid, Studium, 1970
________________________________
MARTIN JUNGE: “ES POSITIVO
EL IMPACTO DE LA CELEBRACIÓN CONJUNTA DE LOS 500 AÑOS DE LA REFORMA
PROTESTANTE” (II)
Sabemos que la FLM lleva largos años de diálogo con la Iglesia Católica.
¿Considera usted que el documento conjunto Del conflicto a la comunión resume bien ese
esfuerzo?
De hecho,
esta conmemoración conjunta es fruto directo de los diálogos ecuménicos
sostenidos por casi cinco décadas entre la Iglesia Católico-Romana, y la
Federación Luterana Mundial. Es sobre la base de estos diálogos, y sobre los
importantes acercamientos que ellos han podido forjar, que pudimos encarar una
conmemoración conjunta con su claro mensaje de superar los conflictos del
pasado y encarar la comunión que, sin ser una realidad actualmente, continuamos
teniendo en nuestras oraciones y acciones ecuménicas. Destaco entre estos
acuerdos ecuménicos particularmente la Declaración Conjunta de la Doctrina de
la Justificación firmada en 1999, la cual identificó fundamentales consensos en
aquella doctrina que en el siglo XVI dividió a la iglesia occidental.
El
documento Del conflicto a la comunión es conciso, claro y honesto: narra
conjuntamente los eventos de la Reforma del siglo XVI, hace un recuento de los
asuntos teológicos en disputa y cómo estos asuntos han ido evolucionando desde
entonces. Identifica tanto aquellos temas que hoy ya no constituyen diferencia,
como aquellos que, hasta el día de hoy, representan un desafío para nuestros
continuos diálogos, particular-mente la comprensión teológica del ministerio,
de la iglesia y de la Eucaristía.
Los puntos de acuerdo son más que los de disensión, se dijo en los días
pasados. ¿Hasta dónde se ha avanzado en el diálogo con el Vaticano?
Se ha
avanzado mucho, y es solamente sobre la base de estos avances que pudimos
plantearnos la idea de una conmemoración conjunta. De hecho, la conmemoración
conjunta es un acto de responsabilidad teológica: invita a dejar atrás
conflictos y a distanciarse de actos de violencia injustificables; a la vez, la
conmemoración conjunta no relativiza ni minimiza las diferencias existentes,
más las identifica como tareas pendientes. Y definitivamente, ubica estas
diferencias en el contexto de la amplia base común que tenemos católicos y
luteranos, que a partir del diálogo y de la cooperación en el área del servicio
al prójimo no ha dejado de aumentar. A veces las iglesias lidiamos con nuestro
pasado como si no tuviéramos futuro alguno. En esto veo el importante giro que
dimos durante la conmemoración conjunta: sin obviar ni olvidar el pasado, sin
minimizar las diferencias existentes, hemos enfatizado en lo que nos une y
hemos declarado nuestra intención de volvernos al futuro al cual sabemos Dios
llama a su iglesia. Esta convicción la basamos en el hecho que Jesucristo puso
en oración la unidad entre los suyos. El mensaje de esta oración es inequívoco:
la unidad importa y es importante.
Como se sabe, en ambos espacios hay todavía sospechas de acuerdos
doctrinales extraordinarios. ¿Se justifican tales temores?
No sé
exactamente a cuáles sospechas sobre acuerdos doctrinales extraordinarios se
refiere. Como he indicado anteriormente, la agenda de temas que pendientes está
claramente identificada y estamos decididos a continuar trabajando en ello, y a
hacerlo responsablemente. Las perspectivas particulares de la Reforma del
siglo XVI son importantes y en su gran mayoría tienen vigencia hasta el día de
hoy. No estamos alentando procesos de unidad “amnésicos”, que no conocen de la
historia y los importantes frutos que la Reforma del siglo XVI aportó tanto a
la iglesia como a la sociedad en general. (LC-O)
No hay comentarios:
Publicar un comentario