sábado, 24 de diciembre de 2016

Letra 500, 25 de diciembre de 2016

EL IMPORTANTE PAPEL DE LOS NIÑOS DE BELÉN EN EL MENSAJE DE NAVIDAD DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS
www.oikoumene.org, 22 de diciembre de 2016


Dibujo de Massa Zahdeh, escuela Dar Al-Kalima, Belén.

Mientras los cristianos de todo el mundo esperan la llegada del Santo Niño a finales de diciembre, los niños de Belén han tenido un papel especial en la preparación del mensaje de Navidad del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de este año.
A través de una colaboración entre el departamento de comunicación del CMI y el Rev. Dr. Munib Younan, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana de Jordania y de la Tierra Santa, se invitó a los niños palestinos de varias escuelas de Belén a hacer dibujos que ilustraran su visión de la historia de la Navidad.
El proyecto forma parte de una intensificación de la colaboración en pro de una paz justa en la Tierra Santa, y las contribuciones muestran una variedad de ilustraciones de lo que eso significa para los niños de la Palestina de hoy.
“Creo que la comunicación es esencial en la labor y el recorrido de una peregrinación de justicia y paz juntos”, afirma la directora de Comunicación del CMI, Marianne Ejdersten. “No podemos dar cuenta de la realidad que nos rodea ni articular nuestra esperanza, si no nos comunicamos esos mensajes los unos a los otros y al resto del mundo”.
“Invitar a los niños a compartir sus propias reflexiones mediante dibujos tiene que ver con eso, con la necesidad de reflexionar sobre el papel de la comunicación en la construcción de comunidades justas y pacíficas. La comunicación para la paz crea oportunidades para que las personas se planteen y valoren respuestas no violentas ante los conflictos potenciales o reales”, añade Marianne Ejdersten.
Una vez recibidos todos los dibujos de los niños, el CMI designó un jurado formado por miembros de su personal para que seleccionara el mejor de todos. La ganadora, Massa Zahdeh, es una estudiante musulmana de la escuela evangélica luterana Dar al-Kalima, de Belén. Ahora su dibujo aparece en la portada de la postal de Navidad oficial del CMI.
Durante su visita al centro educativo, el 8 de diciembre, el CMI se encontró con un orgulloso y alegre director de escuela, el doctor Anthony Nasser. “Es un gran honor y una alegría, para mí y para los estudiantes, ver que el dibujo de Massa Zahdeh con el mensaje de Navidad desde Belén, se reparte por las iglesias de todo el mundo”, dijo el doctor Nasser; “esta es una iniciativa de paz que alienta a los estudiantes a reflexionar sobre la paz justa en la Tierra Santa”.
Los dibujos sirvieron de inspiración al secretario general del CMI para su mensaje anual de Navidad, y también fueron la base para elaborar el vídeo de Navidad del CMI de 2016.
Los miembros del jurado del CMI fueron Semegnish Asfaw, Manoj Kurian, Isabel Phiri, Frédérique Seidel, Pamela Valdés, Caroline Van der Veen, Ani Ghazaryan Drissi, Marc-Henri Heiniger y Stanley Noffsinger.
La escuela luterana evangélica de Dar al-Kalima, de Belén (www.elcjhl.org/department-of-education/schools/bethlehem/) fue fundada en el año 2000. Es mixta desde preescolar hasta el último curso de secundaria y cree en la coexistencia pacífica entre todos los pueblos, y especialmente en la armonía y la tolerancia entre los palestinos, los cristianos y los musulmanes.
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MEMORIA MIGRANTE EN LA PRIMERA NAVIDAD (II)
Jorge Daniel Zijlstra
ALC Noticias, 12 de diciembre de 2016


Por eso la genealogía de Jesús -según Mateo- resalta a David y Abraham como lo más destacado de su ascendencia. “Jesucristo hijo de David, hijo de Abraham” (v 1). Desde el inicio de su evangelio Mateo vincula a Jesús con los dos grandes personajes de la historia de Israel, con los cuales Dios Dios hizo pacto (2 S. 7:8-16, Gn. 12:1-3). En el caso de David es una promesa sobre la continuidad de su dinastía y un reinado que no tendrá fin. “Tu casa y tu reino se mantendrán permanentemente ante mí y tu trono quedará consolidado para siempre” (2 S. 7:16, LP-H).
En el caso de Abraham resulta importante notar que la promesa de bendición inicia con un llamado a la migración: “El Señor dijo a Abraham: Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y dirígete a la tierra que yo te mostraré. Te convertiré en una gran nación, te bendeciré y haré famoso tu nombre, y servirás de bendición para otros. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. ¡En ti serán benditas todas las familias de la tierra!” (Gn. 12:1-3, LPH). Ahí están las raíces que nutren la esperanza del pueblo, la historia de Jesús y nuestra historia como parte de un pueblo migrantes y peregrino. El pueblo de Israel definía su identidad migrante con orgullo y con memoria activa.
Ejemplo de esto son las indicaciones sobre cómo presentarse al altar del Señor confesando la la identidad migratoria: “Un arameo errante era mi padre. Bajó a Egipto y allí vivió como emigrante con un puñado de personas convirtiéndose en una nación grande, fuerte y numerosa. Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestras súplicas y vio nuestra miseria, nuestras fatigas y nuestra opresión. Por eso el Señor nos sacó de Egipto con gran poder y destreza sin igual, con terribles portentos, señales y prodigios; nos condujo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. 10 Por eso ofrezco ahora los primeros frutos que produce esta tierra que tú Señor, me has dado” (Dt. 26:5-10, LPH)).
En la genealogía de Jesús también resulta significativa la memoria de un único dato histórico mencionado por nombre -y en dos ocasiones-: “la deportación a Babilonia” (Mt. 1:11-12). Deportación implica destierro, desplazamiento forzado y migración; y pone otra vez de relieve el componente migratorio del pueblo de Dios y las dificultades que conlleva la migración cuando tiene el agravante de la violencia, las guerras y la explotación. El nacimiento de Jesús en el contexto del desplazamiento forzado de su familia por el censo y en medio de un pueblo con una profunda memoria migrante rescata la identidad del migrante de nuestros días; a la vez que resalta la fe de un pueblo que ve la acción de Dios incluso en los momentos más difíciles de la historia.
Así, hoy podemos comparar los sufrimientos del Israel migrante o cautivo, con los dolores y padecimientos de millones de migrantes estigmatizados por un excéntrico personaje poderoso que tiene es su agenda la “brillante” idea de resolver los problemas de su país construyendo un muro de separación, para así “salvar” a su nación del peligro de los extranjeros y migrantes.
Como si el problema de la sociedad moderna fueran las personas que migran y no los multimillonarios que acaparan los recursos de las minorías con injusticias y explotación. Sería importante recordar que los códigos legales de Israel, reflejados en el Antiguo Testamento, proveen para el resguardo, la protección, la hospitalidad y la justicia, tanto al extranjero que está de paso, como al que reside en el país.
Y volviendo al tema de las genealogías destaquemos que las mismas: “desempeñaron un rol muy importante para el pueblo judío, igual como hacen para muchas personas hoy en día. [porque las genealogías y las historias sobre nuestros antepasados] Nos cuentan acerca de quiénes somos y de dónde venimos. [a la vez que] Preservan, por medio de sus relatos, un registro de los valores de nuestras familias de generación en generación.” Joseph Castleberry.
Las genealogías despiertan las memorias y nos remontan al principio, a las raíces. En la genealogía de Jesús, según Mateo en el versículo 1 y 18, aparece en el texto griego la palabra “génesis” (origen, nacimiento) en directa referencia a libro del Génesis. Y así como el libro de los orígenes presentaba el “génesis del cielo y la tierra” (Gn. 2:4) Mateo nos presenta en 1:1-17 “el libro del génesis de Jesús” que concluirá en 28:20 con la consumación (sunteleia) del mundo. La consumación de los tiempos, en el paradigmático texto del Juicio a las naciones (Mt. 25:31-46), incluye la acogida al forastero como una de las señales del espíritu de Jesús que debe estar presente en la comunidad de quienes le siguen. “Porque cuando tuve hambre, ustedes me dieron de comer; cuando tuve sed, me dieron de beber; cuando tuve que salir de mi país, ustedes me recibieron en su casa” (Mt. 25:34 TLA).

¿Y tu abuela dónde está?
“El primer génesis de Jesús es su genealogía desde Abraham hasta José. Son 42 generaciones exactas (seis veces siete generaciones). Con Jesús comienza la últi-
última generación (1:17). Mateo sitúa así a Jesús en la historia de Israel, desde Abraham hasta José. El eje en este génesis de Jesús son sólo hombres. Es un génesis totalmente patriarcal. (P. Richard) Sin embargo, la genealogía de Jesús conserva la memoria activa y reivindicatoria de cuatro mujeres a quienes podríamos denominar ‘las abuelas de Jesús’. […]
Sobre las abuelas de Jesús Ivoni Richter Reimer dice: “Son cuatro mujeres. Cuatro tradiciones de mujeres. Historia de salvación en cuanto procesos salvíficos que pasan por la historia y por los cuerpos de esas mujeres. Hacen parte de sus experiencias, denuncias y esperanzas. Son rescatadas como tradición de mujer y es así que van a hacer parte de la vida y de la memoria de la(s) comunidad(es) de Mateo, y es por eso que van a entrar en el Evangelio de Mateo, bien al inicio.
Todas ellas —Tamar, Rajab, Rut y Betsabé— son mujeres marginadas dentro de estructuras de poder patriarcal. Todas ellas van (re)creando espacios de poder en la contra-mano de la historia oficial. Esa tradición de mujer es tan importante para la comunidad y el Evangelio de Mateo, porque así otras extranjeras, prostitutas, adúlteras, pueden reflejarse en ellas. Pueden mirar hacia esa tradición de la historia salvífica y (re)construir su vida en solidaridad con aquellas personas que, en la contra- mano de la historia, fueron acogidas también por Jesús y viven en seguimiento de él”. (Ivoni Richter Reimer). Por otra parte, el Evangelio de Mateo en 1:18-25 nos presenta el otro génesis de Jesús, el del Espíritu Santo, que le es revelado a María.

Su mamá también migró
Esas cuatro mujeres son las que preparan el camino a María, la madre de Jesús, y a través de quien Jesús y también el Espíritu, irrumpen en la historia, en un nuevo y definitivo comienzo (génesis). María, una joven judía pobre, prometida en casamiento a un joven carpintero del linaje de David, quedó embarazada en condiciones de apariencia vergonzosa para su sociedad y dio a luz lejos de su casa, obligada a una migración interna, a causa del censo, pero también alejada de los comentarios, las miradas y los prejuicios de sus vecinos. María fue visitada por sabios que, interpretando los signos de su tiempo, buscaban al rey que estaba por nacer. Con las herramientas de su ciencia y la visión de las estrellas, descubrieron lo que toda la creación estaba revelando, un acontecimiento cósmico, único: el nacimiento de Dios en la tierra. Aquellos extranjeros, peregrinos, caminaron desde otras latitudes con el firme propósito de adorar a Jesús (Mt.2:2) y ofrendarle como rey, profeta y sacerdote (Mt. 2:11).
Lucas nos recuerda que a la fiesta de la vida también acudieron los pastores, marginales, pobres, que cuidaban los rebaños a las afueras de la sociedad, al otro lado de la muralla, excluidos de la sociedad, privados del descanso y que fueron sorprendidos por Dios, en el lugar de sus trabajos y afanes. Allí en la oscuridad de la noche el resplandor de la gloria de Dios los arropó y oyeron la voz del mensajero angelical que les invitaba a celebración por el cumplimiento de la promesa mesiánica anticipada por los profetas. (Lc. 2:10-14, LPH). […]
Y así continúa la historia; ayer María y hoy nosotros hacemos memoria. Memoria del nacimiento y memoria de las y los migrantes. Los que luchan y sobreviven y los que mueren. Los que buscan sus raíces y mastican sus nostalgias del mundo nuevo que Jesús vino a empezar y los que sufren porque no ven las claras señales de una liberación esperada, que es inminente (Is. 43:18-19). María, dice el evangelio de Lucas (2:19), guardaba todas esas cosas en su corazón, para hacer memoria de ellas, para recordarlas, del latín recordare, es decir para volverlas a pasar por el corazón.

Que así sea hoy entre nosotros. Rescatemos a las y los migrantes en esta navidad, para que la gloria del cielo resplandezca en la tierra y traiga paz a quienes buscan con buena voluntad el mundo nuevo que encarnó Jesús.

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