MÉTODO
SENCILLO DE ORACIÓN PARA UN BUEN AMIGO (1535)
Martín Lutero
Primero. Se me enseña que no debo apropiarme
de los bienes de mi prójimo ni retenerlos contra su voluntad, ni privada ni
públicamente. Que no tengo que actuar de manera informal y desleal en lo
relativo al comercio, al servicio y al trabajo, para no ganar mi fortuna cual ladrón,
sino que debo alimentarme con el sudor de mi frente y comer mi pan
honradamente. Es más: tengo la precisión de poner por mi parte cuanto pueda
para que los demás, al igual que yo, no adquieran sus bienes por estos medios
antedichos. Se me enseña también aquí que Dios, al prohibir que se me robe, me
asegura y defiende mis bienes con su paternal providencia y su mandato
riguroso. En caso de que este mandamiento se quebrante, ha prescrito el castigo
correspondiente, y para eso ha confiado al verdugo la soga y la horca; y si no
se llegara a esto, será él mismo quien se tome la justicia, de forma que el
transgresor acabará sus días como un mendigo. Este es el significado de los
refranes usuales: «De joven ladrón, de viejo mendigo», «Lo mal adquirido no es de
provecho» y «Mal ganado, peor disipado».
Segundo. Le
agradezco su fidelidad y su bondad por haberme dado a mí y a todo el mundo una
doctrina tan excelente, su protección y su amparo. Porque, sin su protección,
no quedaría en nuestra casa ni una blanca ni un mendrugo de pan.
Tercero.
Confieso todos mis pecados y mi ingratitud, si es que he perjudicado a alguien,
si he tratado con los demás de forma sinuosa y poco honrada en mi vida,
etcétera.
Cuarto.
Pido a Dios nos conceda su gracia, para que tanto yo como todos los demás
sigamos aprendiendo y meditando este mandamiento suyo; que sepamos enmendarnos,
para que el hurto, el robo, la usura, el fraude, las transacciones injustas
disminuyan y se les ponga pronto fin por el juicio final, por el que están clamando
con ansiedad todos los suspiros de los santos y de las criaturas. Amén.
____________________________
¿QUÉ TIPO DE ACCIÓN SOCIAL
QUEREMOS HACER?
Concepto
clave: acción social de redención integral.
Tesis
principal: La Iglesia debe encarnar la obra de Cristo en la redención integral
del ser humano de la creación.
Introducción
La Iglesia
de Jesucristo tiene en sus manos una “buena noticia” que no solamente debe
proclamar, sino debe encarnar. Esta buena noticia es que Dios ha establecido su
Reino de justicia y paz por medio de su Hijo Jesucristo. Este Reino cumple el
propósito de Dios en la creación trayendo realización plena y redención a la
humanidad y a toda la creación. En este Reino la gente recibe, sólo de gracia,
una nueva posición delante de Dios y la sociedad, una nueva dignidad y valor
como hijas e hijos, y poder por su Espíritu para ser mayordomos de la creación
y siervos los unos de los otros en una nueva comunidad.
De
esta buena noticia surge nuestra misión como Iglesia y su gran responsabilidad
social encarnando la obra de Cristo. Cuando hablamos de “encarnar” esta buena
noticia, nos referimos a extender la obra de redención que Cristo comenzó
cuando se dio a sí mismo por nosotros, no sólo para redimirnos del pecado que
había en nuestro corazón, sino también para redimirnos de manera integral en
todas las áreas de nuestra vida.
Se
necesita recuperar la redención integral en la acción social de la Iglesia, en
la que el sacrificio de Cristo provee la base tanto para el perdón de Dios
mediante el arrepentimiento y la fe, como para un estilo de vida caracterizado
por la constante búsqueda de la dignidad completa del ser humano.
Nuestra propuesta
La Iglesia
debe buscar no solamente la redención del alma de las personas, sino una
redención completa. No solamente debe ayudar a los pobres proveyéndoles alimentos
frente a sus carencias, sino que debe buscar una solución integral. Esto está
inspirado en lo que la Palabra de Dios nos enseña acerca de los valores del
Reino de Dios y sus demandas de signos de Justicia, Bienestar y Alegría en el
Espíritu (Ro. 14:17) en nuestra vida eclesial y en la sociedad en la que
procuramos ser luminares y sazonarla con el evangelio viviente (Mt. 5:13-14).
En
su misión, la Iglesia debe considerar las estructuras socio-económicas, como
debatiéndose entre la fidelidad a las riquezas (Lc. 16:13) o la fidelidad a
Dios. La exclusión social creemos es producto de la infidelidad a Dios y a los valores
de su Reino.
Por
esto, la acción social de la iglesia se debe dar en el acompañamiento solidario
y en la inserción de la persona en la actividad socio-económica de la sociedad.
Como Iglesia debemos ofrecer una acción solidaria, como la expresión del
reconocimiento de la dignidad humana y de la responsabilidad cristiana ante el
sufrimiento del otro, creado igualmente a la imagen de Dios.
______________________________________
HEMOS OÍDO DOS PROMESAS
(Lc 1.39-56)
Karl Barth
Adviento. Madrid,
Studium, 1970
____________________________________
MARTIN JUNGE: “ES POSITIVO
EL IMPACTO DE LA CELEBRACIÓN CONJUNTA DE LOS 500 AÑOS DE LA REFORMA
PROTESTANTE” (III)
Más
complejos que las sospechas son para mí las memorias y los recuerdos que aquí y
allá guardamos de nuestras respectivas historias, y que a menudo nos agobian y
nos duelen hasta el día de hoy. Hubo discriminación, exclusión y violencia, en
casos con ramificaciones sentidas hasta el presente. En algunos casos hemos
sido víctimas de todo ello, en otros casos debemos admitir nuestra responsabilidad
como perpetradores. Aquí tenemos una tarea importante por delante. Necesitamos
hacernos cargo de nuestras historias con todos sus aciertos y yerros. Y hacerlo
con una perspectiva de esperanza, sabiendo de las muchas cosas que Dios hace y
continuará haciendo en medio nuestro. Es por eso que utilicé en mi sermón la
frase de Eduardo Galeano: “La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia
atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.” Si hay
alguien en este mundo que puede creer en esta perspectiva, es el pueblo
cristiano.
¿Considera usted que esta celebración puede renovar eventualmente a las
iglesias protestantes actuales sobre todo ante la gran diversidad de
movimientos evangélicos?
Con todo lo
explicado anteriormente queda claro que antes que impartir lecciones a otras
denominaciones, lo que hemos hecho en la conmemoración conjunta es asumir las
lecciones que nos deja nuestra propia historia, e incorporar los acercamientos
teológicos y prácticos que se han producido en las últimas décadas en nuestra
mirada sobre los cinco siglos de la Reforma.
La
Federación Luterana Mundial no se arroga el derecho de conmemorar con la
Iglesia Católico-Romana los 500 años de la Reforma a nombre de todo el mundo
protestante. ¿Cómo podríamos hacer algo así, más todavía sabiendo del profundo
sentido de pertenencia y de propiedad que muchas denominaciones protestantes,
evangélicas y pentecostales expresan con respecto a la reforma iniciada por
Martín Lutero? Pero tampoco lo hace de espaldas a las múltiples y muy intensas
relaciones, en casos hasta de comunión, que las iglesias luteranas tienen con
otras iglesias protestantes. Me tiene muy contento que en el mismo año en el
cual hemos tenido la conmemoración conjunta, hemos iniciado finalmente un diálogo
ecuménico a escala global con el mundo pentecostal.
Me
alegra sobremanera saber que la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas viene
alentando un proceso para muy probablemente sumarse el próximo año a la
Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación de 1999, y que la
Comunión Anglicana tomara una decisión similar en abril de este año. Estamos
caminando y avanzando en el peregrinaje ecuménico con muchas de nuestras
múltiples relaciones, y estas relaciones se articulan en múltiples ejes que no
deseamos perder de vista.
Como alguien procedente de América Latina, ¿percibe usted avances
sustanciales en el movimiento ecuménico a escala global?
Hay avances
y retrocesos al mismo tiempo. Algunos de los procesos que acabo de mencionar
los sitúo claramente en el ámbito de progresos; y habría muchos otros procesos
que deberían mencionarse. Pero sabemos a la vez que las fuerzas centrífugas de
división y fragmentación que imperan en el mundo de hoy también abarcan a las
iglesias y a las comuniones globales. A veces optamos menos por la fuerza
centrípeta del bautismo, atendemos menos a la oración de Jesús sobre la unidad
e ignoramos las exhortaciones de los apóstoles a permanecer unidos y a
dialogar, y preferimos hacernos eco de discursos divisorios y corrosivos que
nos rodean. El apóstol Pablo hace una diferencia entre una existencia según la
carne y según el Espíritu.
(LC-O)
No hay comentarios:
Publicar un comentario