THOMAS MÜNTZER (1490-1525) (I)
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Prominente entusiasta del tiempo de la Reforma y dirigente en la Guerra del Campesinado,
nació en Stolberg, Turingia, antes de 1490 y murió decapitado en Mühlhausen, Sajonia,
el 27 de mayo de 1525.
Su juventud
De su juventud sólo se saben unos pocos hechos
aislados. En 1506 ingresó en la universidad
de Leipzig y en 1512 era estudiante en la de Francfort. En la primera mitad de 1513
se enroló en una liga contra el arzobispo
Ernst de Magdeburgo;
en 1515 era preboste
en Froshe cerca de Aschersleben, tras lo cual parece que llevó una vida errática
durante varios años. A comienzos de 1519 estaba en Leipzig, donde todavía vivía
en el tiempo de la disputación. Parece que le causó buena impresión a Lutero,
pues le recomendó a Johann Silvanus de Eger (Egranus), como predicador
en Zwickau. A finales de 1519 era confesor de las monjas
bernardinas en el monasterio de Beutitz cerca de Weissenfels. Pero como no podía
quedarse en un lugar durante una cierta cantidad de tiempo, entró pronto en Beutitz
en dificultades. Evidentemente no tenía una idea seria de sus deberes, como se desprende
de una declaración de Lutero en el sentido de que a veces omitía la fórmula para
la transformación de los elementos en la administración de la Cena.
Es difícil asumir que alguna vez reconociera la autoridad del círculo de Wittenberg,
considerando su naturaleza independiente; pero el nuevo movimiento le había atrapado,
como resultado de su estudio de Eusebio,
Jerónimo,
Agustín
y las actas de los concilios
de Constanza
y Basilea.
El estudio de la Teología Germánica, recomendado por Lutero, y de
las obras de Tauler
y otros místicos
no ejercieron una considerable influencia sobre él.
Actividades en Zwickau
Con la aprobación
de Lutero aceptó una invitación de Zwickau donde Egranus había introducido la Reforma,
quedando envuelto en disputas con los monjes. Durante una ausencia temporal de Egranus,
Müntzer fue su sustituto como predicador de la iglesia principal en Zwickau. Sus
primeros sermones delataron sus extremistas tendencias, por sus vehementes ataques
sobre la actividad pastoral de los monjes, a quienes acusó de avaricia y engaño,
obteniendo el favor de los ciudadanos que tenían aversión a los frailes
mendicantes
por su riqueza. El consejo de la ciudad no escuchó las quejas de los católicos,
pidiendo al duque Juan que prohibiera cualquier molestia a los predicadores del
evangelio. Müntzer se volvió más y más agresivo, especialmente tras su traslado
de la iglesia a Santa Catalina, al regreso de Egranus. Injurió a todos los que le
contradijeron, haciéndoles sospechosos de ser oponentes del evangelio. Desde ese
tiempo dos principios movieron sus acciones: primero, la pretensión de una inspiración
inmediata del Espíritu guiándole en palabra y obra; segundo, la tendencia a organizar una comunión
de santos llenos con el Espíritu. Encrespó a los laicos
contra el clero,
congregó a los elegidos en conventículos
y les pidió que designaran a doce apóstoles
y setenta y dos discípulos. 'Los laicos deben ser nuestros prelados
y pastores', anunció, tal como Nicolás Storch, un sastre, a quien alabó como versado
en la Biblia
y de quien dio testimonio de poseer el Espíritu. De este modo entró en dificultades
con sus colegas en la ciudad, especialmente con Egranus, quien incitó al pueblo
a destituirlo por la fuerza. El 16 de abril fue depuesto y con Marcus Thomæ se fue
a Praga para establecer su iglesia espiritual entre los utraquistas.
En Bohemia. Obras sobre la liturgia
Predicó en diferentes
iglesias en alemán y latín, hallando adherentes entre la nobleza, pero sus salvajes
invectivas contra el clero hicieron imposible que se quedara. Fue de lugar en lugar,
siempre anunciando su evangelio espiritual y proclamando la inminente llegada del
Anticristo.
A pesar de su rechazo, tuvo que tener en 1522 una conversación con Lutero, en la
que se intercambiaron fuertes palabras. Desde Nordhausen, donde estuvo al menos
a finales de ese año, fue antes de Pascua
de 1523 a Alstedt, siendo aceptado por el consejo de la ciudad como predicador a
prueba de la iglesia de San Juan. Aquí comenzó inmediatamente aquellas reformas
del servicio de la iglesia conocidas principalmente por sus tres obras litúrgicas:
Deutsch kirchen ampt. Vorordnet aufzuheben den hirterlistigen Deckel, unter
welchem das liecht der Welt vorhalten war... (Alstedt, sin fecha); Deutsch
evangelisch Messe, etwann durch die bepstischen pfaffen im latein zu grossem
nachteil des christenglaubens von ein opfer gehandelt (Alstedt, 1524) y Ordnung
und berechnunge des teutschen ampts zu Alstadt durch Tomam Müntzer, seelwarters
in vorgangen osteren aufgericht (Alstedt, 1524).
Aunque
en comparación con otras declaraciones esas obras muestran una cierta moderación,
sin embargo delatan su tendencia característica. En las primeras dos obras puso
especial énfasis sobre los himnos;
toda la liturgia, a excepción de la colecta y el sermón, debía ser cantada. Su tercera
obra proporciona un relato de la disposición del servicio en la iglesia, tal como
existía en 1523 y explica en manera interesante y original las partes individuales
del culto. Las tres obras muestran su sentido artístico, gusto eclesiástico, alta
capacitación y extenso conocimiento, poseyendo un alto grado de originalidad; también
revelan el propósito de construir y no derribar. Sin embargo, la creciente desaprobación
de Lutero puede explicarse fácilmente. Estaba ofendido por el fuerte énfasis puesto
en el Espíritu, el bajo lugar en el que el sermón quedaba y por la polémica actitud
contra el círculo de Wittenberg y la formalidad del culto. Las incendiarias alocuciones
de Müntzer indujeron al conde Ernst de Mansfeld a prohibir la asistencia a los servicios
de Müntzer. Éste atacó e injurió violentamente al conde y en una carta dirigida
al elector el 4 de octubre de 1523 se ofreció a ser juzgado según el derecho divino,
contentándose el elector con la promesa de Müntzer de desistir de hacer futuras
invectivas desde el púlpito, que no eran para la edificación del pueblo. De esta
forma Müntzer ganó esta partida y sin obstáculos continuó con sus sermones de insurrección.
Enseñanza revolucionaria en Alstedt
A comienzos
de 1524 publicó Protestation oder empictung Tome Müntzers von Stolberg am
Hartzs seelwarters zu Alstedt seine leren betreffende unnd tzum anfang von dem
rechten Christen glawben, unnd der Tawffe, que fue seguida por Von dem
getichten glawben auff nechst Protestation aussgangen Tome Muntzers Selwerters
zu Alstedt. La primera publicación, en la que asumía las maneras de un apóstol
o profeta, era un ataque a la doctrina de los teólogos de Wittenberg, aunque Lutero
mismo no es mencionado.
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LA EVANGELIZACIÓN A LA MANERA DE CRISTO
Consejo Mundial de Iglesias
www.oikoumene.org/es/resources/documents/commissions/mission-and-evangelism/together-towards-life-mission-and-evangelism-in-changing-landscapes
1. Sin menoscabo de las diferentes dimensiones de
la misión, “la evangelización” consiste esencialmente en una sistematización
explícita e intencional del Evangelio, en particular, “la invitación a la
conversión personal a una nueva vida en Cristo y a ser sus discípulos”. Las
diferentes iglesias tienen entendimientos divergentes acerca de cómo nos llama
el Espíritu a evangelizar en nuestros contextos. Para algunas, la
evangelización es ante todo orientar a las personas hacia la conversión
personal por medio de Jesucristo; para otras, la evangelización es ser
solidarios y dar un testimonio cristiano sobre la base de la presencia de los
pueblos oprimidos; otras, además, consideran la evangelización como uno de los
componentes de la misión de Dios. Las diferentes tradiciones cristianas se
refieren a aspectos de la misión y la evangelización de diversas formas; sin
embargo, aún podemos afirmar que el Espíritu nos llama a todos a un
entendimiento de la evangelización arraigado en la vida de la iglesia local en
la que el culto (leitourgia) está inextricablemente ligado al testimonio
(martyria), al servicio (diakonia) y a la comunidad (koinonia).
2. Evangelizar es comunicar la buena nueva de
palabra y obra. Evangelizar mediante la proclamación verbal o la predicación
del Evangelio (kerygma) es una acción profundamente bíblica. Sin
embargo, si no demostramos lo que decimos con nuestros actos, nuestra
evangelización carece de autenticidad. La combinación de declaración verbal y
de acción visible da testimonio de la revelación de Dios en Jesucristo y de sus
designios. La evangelización está estrechamente relacionada con la unidad: el
amor recíproco es una demostración del Evangelio que anunciamos (Juan 13:34-35)
mientras que la desunión es un obstáculo para el Evangelio (1 Corintios 1).
3. Hay ejemplos históricos y contemporáneos del
servicio humilde y fiel que han desempeñado muchos cristianos en sus contextos
locales, con la ayuda del Espíritu, para aportar vida en su plenitud. Por otra
parte, muchos cristianos que vivieron y trabajaron como misioneros lejos de los
respectivos contextos culturales lo hicieron con humildad, mutualidad y
respeto; el Espíritu de Dios a su vez suscitó en esas comunidades la necesidad
de transformación.
4. Lamentablemente, muchos métodos y prácticas de
evangelización han traicionado en lugar de encarnar el Evangelio. Cuando eso
ocurre, estamos llamados a arrepentirnos. Imitar a Jesús en la misión entraña
afirmar la dignidad y los derechos de los otros. Estamos llamados a servir a
los otros como lo hizo Cristo (véase Marcos 10:45; Mateo 25:45), sin
explotación y sin utilizar cualquier forma de seducción. En esos contextos
individualizados, puede ser posible confundir la evangelización con la compra y
venta de un “producto”, en cuyo caso nosotros decidimos qué aspectos de la vida
cristiana queremos adoptar. Por el contrario, el Espíritu rechaza la idea de
que la buena nueva de Jesús para todos pueda consumirse según pautas
capitalistas, y el Espíritu nos llama a la conversión y la transformación a
nivel personal, lo que nos lleva a proclamar la plenitud de vida para todos.
5. La evangelización auténtica está arraigada en
la humildad y el respeto a todos, y prospera en el contexto del diálogo.
Promueve el mensaje del Evangelio, de curación y reconciliación, de palabra y
obra. “No hay evangelización sin solidaridad, ni hay solidaridad cristiana que
no implique comunicar el mensaje del reino que ha de venir”. Así pues, la
evangelización sirve de inspiración para la edificación de las relaciones
interpersonales y comunitarias. Esas relaciones auténticas se sustentan mejor
en las comunidades religiosas locales, y sobre la base de contextos culturales
locales. El testimonio cristiano lo es tanto por nuestra presencia como por
nuestras palabras. En situaciones en las que el testimonio público de la fe no
es posible sin arriesgar la propia vida, el mero hecho de vivir el Evangelio
puede ser una poderosa alternativa.
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DEL CONFLICTO
A LA COMUNIÓN, UN DOCUMENTO
INELUDIBLE
Protestante Digital, 27 de enero
La
verdadera teología y el conocimiento de Dios se encuentran en Cristo
crucificado.
M. Lutero, Disputa de Heidelberg
(1518)
Todos los protestantes interesados en su historia,
identidad y misión, luteranos o no, deberían conocer en profundidad el
documento Del conflicto a la comunión. Conmemoración conjunta
luterano-católico romana de la Reforma en el 2017, coeditado por la
Federación Luterana Mundial (FLM) y el Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos (PCPUC) (Maliaño, Sal Terrae, 2013), traducción del
Dr. José David Rodríguez, prólogo de Karlheinz Diez, obispo Auxiliar de Fulda,
y Eero Huovinen, obispo emérito de Helsinki, fruto de una serie de reuniones
iniciadas varios años atrás.
Hay
que subrayar, especialmente para quienes no están muy informados, que este tipo
de diálogos inter-confesionales lleva realizándose desde hace varias décadas y
tiene un carácter multilateral: católicos, reformados, luteranos,
pentecostales, menonitas, anglicanos, ortodoxos y un buen número de iglesias
libres se reúnen continuamente para dialogar y establecer, desde sus semejanzas
y diferencias, acuerdos que permitan el avance en el testimonio y en el trabajo
comunes. Ése es un rostro del ecumenismo que, por no alcanzar las primeras
planas de los medios, tampoco consigue impactar, lamentablemente, a las
diversas comunidades cristianas alrededor del mundo. Basta con asomarse a la
red informática para ponerse un tanto al día acerca de estos diálogos y
acuerdos.
Sus
antecedentes están marcados por fechas significativas, tal como lo explica el
propio documento en la introducción: Ya en 1980, la celebración del 450
aniversario de la Confesión de Augsburgo ofreció a luteranos y católicos la
oportunidad de desarrollar un entendimiento común de las verdades fundamentales
de la fe, al señalar a Jesucristo como el centro viviente de nuestra fe
cristiana. En el 500 aniversario del nacimiento de Martín Lutero en 1983, el
diálogo internacional entre católicos y luteranos obtuvo la afirmación conjunta
de un número de inquietudes fundamentales de Lutero. El informe de la comisión
lo designó como “Testigo de Jesucristo” y declaró que “los cristianos, ya sean
protestantes o católicos, no pueden ignorar la persona y el mensaje de este
hombre”. (p. 9)
Otra
etapa muy importante fue la Declaración conjunta sobre la doctrina de la
justificación, firmada el 31 de octubre de 1999 la cual, como se explica
también, “se elaboró a partir de dicho trabajo preparatorio [de 1980] y del
trabajo producido por el diálogo estadounidense sobre Justificación por la Fe
[1985], y ratificó la existencia de un consenso en las verdades básicas de la
doctrina de la justificación entre luteranos y católicos” (p. 21). […]
El
documento recuerda que, a pesar de lo anterior, todavía existen ideas muy
contrapuestas, en ambos espacios confesionales, acerca del significado de la
reforma de la iglesia, además de la importancia que han adquirido, en años
recientes, las iglesias del Sur, las cuales “no ven los conflictos
confesionales del siglo XVI necesariamente como sus propios conflictos, aun
cuando estén conectadas a las iglesias de Europa y de América del Norte a
través de distintas comuniones cristianas mundiales, con las que comparten un
fundamento doctrinal común” (p. 14). Esta expansión del cristianismo en otras
latitudes puede permitir que el diálogo ecuménico se profundice y alcance
nuevas dimensiones espirituales, litúrgicas y teológicas. Pero el documento
subraya bien que “el ecumenismo no puede fundamentarse en el olvido de las
tradiciones” y plantea preguntas relevantes: “¿cómo podrá ser recordada en 2017
la historia de la Reforma?
(LC-O)