17 de septiembre de 2017
Pablo recuerda a los hermanos filipenses con agradecimiento, en los
primeros dos versículos de este capítulo forman parte del saludo de Pablo y
Timoteo aquí Pablo ruega con alegría por cristianos Filipenses, que formaban
parte regular de su vida de oración.
El contenido de su oración tiene varios escenarios, en el
verso 2, pide por la paz continua, siguiendo pide con alegría por toda la
iglesia, por el apoyo y colaboración que encontró en los filipenses para
anunciar el evangelio de Jesucristo, pide
que se manifieste el verdadero amor entre ellos, que su enseñanza sea un
aprendizaje del evangelio esté bien y que emitan juicios correctos, para elegir
lo mejor y al final por su testimonio.
No cabe duda de que Pablo tiene muy presente esta iglesia pues
tanto en su corazón como en su cuerpo lleva las marcas de su paso por Filipos.
Pero
para conocer el surgimiento de esta iglesia tenemos que ir la Hechos 16 en este
capítulo narra al menos 4 o 5 experiencias que dejaron huella en su vida, pero comencemos
identificando la cuidad: Filipos era una ciudad en Macedonia (en
el norte de Grecia). Durante el reinado de Filipo II, Macedonia se
expandió considerablemente, incluyendo la zona de la península Calcídica y
territorios al norte en dirección al río Danubio. Filipo terminó gobernando
sobre gran parte de Grecia y su país se expandiría aún más cuando su hijo,
Alejandro Magno, lo convirtiera en un imperio que gobernaría sobre gran parte
del mundo conocido hasta el momento. Tras la muerte de Alejandro, Macedonia
volvió a ser un pequeño reino tras la división del Imperio en diversos estados.
Tras la conquista por parte del Imperio romano en las llamadas guerras macedónicas,
el Senado Romano estableció como la provincia de Macedonia, su cultura
helenística y algunos personaje como Aristóteles sigue dando un toque griego a la
ciudad de Filipos, Hechos 16 menciona algunas características y costumbres como
el centro de oración es junto a un río donde mujeres acuden a la oración, y Pablo tiene el encuentro con Lidia quien se
convierte al evangelio y se bautiza junto con su familia, otro es la joven
vidente que le es reprendido el espíritu de adivinación, causando que Pablo sea
acusado con los magistrados y azotado, es echado a la cárcel y aun allí también
anuncia el evangelio, una noche un terremoto abrió las puertas de la
cárcel y desencadenó a los prisioneros.
El carcelero, pensando que los
prisioneros se habían escapado, estaba listo para suicidarse para no tener que
confrontar cargos por haber dejado escapar a los prisioneros. Pero Pablo gritó
y le aseguró que todos los prisioneros estaban allí presentes. Entonces Pablo
convirtió al carcelero y a su familia para que creyeran en Cristo. La siguiente
mañana, Pabló les comunicó su ciudadanía romana y acusó a los magistrados de
haber golpeado a un ciudadano romano, a quien todavía no habían declarado
culpable de nada. Después de recibir disculpas de los magistrados, Pablo y Silas
salieron de la cárcel, visitaron a Lidia, y salieron de Filipos hacia
Tesalónica, una ciudad griega al suroeste de Filipos.
Entonces Lidia , el carcelero y los presos, la muchacha adivinador y sus
familias con muchos más forman la iglesia de Filipos a ellos les escribe esta
carta, a ellos les dice Lo que
comenzó el Señor, seguramente lo perfeccionara, en la versión 60’ que usamos
dice: “el que comenzó tan buena obra en
ustedes la perfeccionara hasta el día de Cristo Jesús”
Pero cuál
es esa tan buena obra, ¿pues no es Pablo quien contacto e inicio el trabajo y
quien goza de buena referencias como pastor en la iglesia de Filipos?, sin
embargo queda claro que la misión de Pablo y sus compañeros de prisiones Silas
y Timoteo es el anuncio de Evangelio de Jesucristo, Pablo ha hecho su
parte, pero es Dios el que ha plantado la fe en los corazones de los cristianos
Filipenses. La iglesia en Filipos es obra de Dios. En el siguiente capítulo
Pablo dirá, “Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el
hacer, por su buena voluntad” (2:13).
Ahora pregunto: ¿qué comenzó el Señor en la vida del
cristiano? A que obra se refiere el
apóstol Pablo que va ser perfeccionada, no quiero sonar retórico con estas
preguntas y menos en sus respuestas, yo creo que cada uno de nosotros debemos
valorar nuestra respuesta a la luz de la palabra, La “buena obra” que Dios comenzó en nosotros tuvo que ver
primero con el perdón de nuestros pecados. El grito desesperado de nuestro Redentor
desde aquella cruenta cruz, “Dios mío perdónalos porque no saben lo que hacen”,
nos habla del altísimo costo del perdón de nuestros pecados. Aunque
terriblemente padeciendo. La “buena obra” tenía que iniciarse con el perdón de
pecados.
Todo esto sucedió para
que se cumpliera lo que más adelante Pablo, haciendo gala de su erudición y
queriendo mostrarnos lo que significa esa “buena obra” originada en la misma
eternidad, nos dijo: “Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen
de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro. 8:29,
30). ¿Puede usted pensar en algo mejor que esto?
Viene a mi mente Jer 18.1-6 donde un día el Señor le dijo al
profeta Jeremías que se levantara y fuera a la casa del alfarero. Dice que
mientras éste trabajaba en la rueca, la vasija de barro que hacía se
le echó a perder en su mano. Pero luego volvió e hizo otra vasija, con el
mismo barro, según le pareció mejor hacerla. El Señor luego aplicó esto a
Israel quien era como barro en sus manos. Dios podía hacer una vasija mejor de
ellos. El que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta que él
venga. Muchas veces esa vasija se cae y se rompe y tiene que comenzarse otra
vez. Algunas veces se usará la rueca para darnos forma. Pero al final saldrá la
obra para la cual Dios nos ha creado, no ha dejado de trabajar en nosotros Tú y yo somos una obra no acaba, pero estás en
las manos del Alfarero Divino hasta el día de su regreso.
No quiero referir este
mensaje a querer justificar la obra de Dios solo a las debilidades del hombre
para consolarnos, calmarnos y escudarnos en una falsa enseñanza, porque
entonces podríamos caer en el error de que mi desobediencia le ha dado a Dios
oportunidad de demostrar su Justicia, mi infidelidad le ha dado a Dios una
oportunidad de hacer gala de su Fidelidad, mi falta de compromiso con el evangelio
de Jesucristo le da oportunidad de su pacto, mi pecado le ha dado a Dios una
oportunidad de otorgarme su perdón y así sucesivamente entonces según esto mi
pecado es algo valido pues le da la oportunidad de demostrar lo bueno que es
Dios y entonces pueda que yo haya hecho algo malo o incorrecto o pecaminoso el
resultado ha sido bueno pues no se puede condenar a un hombre por darle la
oportunidad a Dios de demostrar su Justicia y Redención.
Tal razonamiento es peor
que despreciable, pues a veces muchas predicaciones
van dejando ese pensamiento sutilmente en nuestras mentes y corazones pues
decimos que el que comenzó la buena obra la perfeccionara… Tal razonamiento es peor
y despreciable. No tiene más que sugerirlo para descubrir lo inaceptable que
es.
Hasta aquí podríamos terminar el mensaje pero que viene a plantar el
pasaje de Ezequiel 16. Éste pasaje nos ubica en la condición del ser humano
hombre y mujer pues Dios nos conoce y sabe el actuar del ser humano, al recibir
el evangelio de Jesucristo y querer vivir en comunión con él la tentación nos
arrastra a la infidelidad, así Ezequiel y los profetas nos recuerdan la
ingratitud y la deshonestidad del hombre tal como lo hamos expresado anteriormente.
Y la vida del pueblo de Israel es un ejemplo del menosprecio o de tomar a la ligera nuestra redención y la
intervención de Dios en el hombre para salvación.
En
este capítulo se describen los tratos de Dios con la nación judía y la conducta
de ellos hacia Él, y el castigo de ellos por medio de las naciones vecinas, aun
de aquellas en que más confiaban. Lo hace por medio de la parábola de la
infanta abandonada rescatada de la muerte, educada, desposada y ricamente
abastecida, pero, después, culpable de la conducta más vil y despreciable, y
castigada por ello; pero, al final, recibida con favor, y avergonzada de su
conducta vil.
No
tenemos que juzgar estas expresiones según las ideas modernas, sino por las de
los tiempos y lugares en que fueron usadas, donde muchas de ellas no sonarían
como nos suenan a nosotros. El designio era suscitar odio hacia la idolatría y
una parábola así era muy adecuada para ese propósito.
La alegoría
de Israel como
una esposa infiel,
16:1-63. (tomado de Robert Harkrider)
1. Jerusalén
fue encontrada en
inmundicia miserable y
no deseada, 16:1-7. v.1-3
- Aunque Jerusalén
está específicamente señalada,
parece ser mencionada aquí como
representante de la nación
de Israel. Los nombres
amorreo y heteo,
eran designaciones generales para
indicar el pueblo
de Canaán, que
antes de Israel
se establecieron ahí. Esta
es una sátira
para señalar el carácter
moral de Israel.
Cuando Dios encontró
a Israel, era
una recién nacida
descuidada, no había sido
limpiada con un
masaje de sal
(común en aquel
día como antiséptico),
ni lavada, ni envuelta.
Ningún ojo sentía
lástima por ella,
y ella no
recibió el tierno cuidado necesario. v.6-7 - Dios decretó que
debía vivir, y
entonces la hizo
crecer y convertirse
en una mujer hermosa
(Ex. 1:7,12). Pero
todavía Israel estaba
inadecuadamente vestida.
2. El
Señor entró en
un pacto con ella,
16:8-14 v.8 - Cuando
Israel llegó al momento del
matrimonio, Dios extendió
su manto sobre ella
(esponsales, Rut 3:9)
e hizo un
pacto con ella
(matrimonio, Jer 2:2;
3:1; Os. 2:2-23). v.9-12 -
El Señor la
trató magníficamente. Él
la ungió con
aceite, la vistió con costosos
vestidos, y le
obsequió sus hermosas
joyas (cf. Ex.
19:5-6). v.13,14 - Todo
el esplendor que
le había dado
el Señor la
llevó a ser
famosa, y las naciones
comenzaron a darse cuenta de
su belleza.
3. Israel se apartó
de Dios como una
esposa infiel, 16:15-34. v.15,16 -
Su orgullo la
llevó por mal
camino y cometió
fornicación espiritual cuando practicó la idolatría comprometiendo la
ley de Dios
con el fin
de ganar el
favor de las naciones
(Deut. 32:15). v.17-19 -
Cada pensamiento y
acción de Israel
se dirigió a
los ídolos: “y te hiciste imágenes de
hombres para prostituirte
con ellas” (LBLA).
¡Es inútil tratar
de negar esto!
vv. 20-22
- La idolatría ya
era lo suficientemente abominable,
pero Israel fue
aún más lejos al
ofrecer a los
dioses vanos el
sacrificio (cf. Jer.
7:31; 19:5-6; 32:35).
vv. .23-25 -
Tanto como una
amenaza y un
lamento, el Señor
dijo: “¡ay, ay de ti!...
te ofreciste a cuantos
pasaban, y multiplicaste
tus fornicaciones”. Israel
se volvió como una
prostituta desvergonzada disponible
para todos.
vv.26-29 -
Israel había dispuesto
su belleza para
el uso abominable
aceptando todo culto pagano
introducido en ella.
Se había enamorado
de los dioses
de los egipcios, de
los filisteos, de
los asirios, y
ahora de los
babilonios.
4. Estas
naciones derribarán sus
lugares altos y
la apedrearán (Deut.
13:10; Lev. 20:10), y
luego quemarán sus
casas a fuego.
La única razón
de que esto sucederá, se
debe a que
Israel no pudo
recordar y honrar
a la fuente
de sus bendiciones.
5. Jerusalén
es peor que
sus hermanas, Samaria
y Sodoma (“Cual
la madre, tal la
hija”), 16:44-59.
vv. 44,45 –
“De tal madre,
tal hija” (LBLA)
es un refrán
que encaja con
Jerusalén porque era tal
cual a los habitantes de
la tierra de Canaán
antes que ella
(cf. 16:3).
vv. 46, 47 Ella
ha sido infiel
a su madre
(hetea), al igual
que su hermana
mayor (Samaria), y al
igual que su
hermana menor (Sodoma).
Sin embargo, en
realidad, Israel las superó
en sus abominaciones.
vv. 48-52 -
Con lo mala
que Sodoma fue,
Jerusalén fue peor.
El orgullo y
la soberbia llevaron a
Sodoma a su
caída (Gen. 13:10;
18:21). Incluso Samaria
no había cometido la
mitad de los
pecados de Judá.
Sus hermanas parecían
justas en comparación con ella.
vv. 53-59 - Si
Dios llegase a
restaurar a Judá,
hay esperanza para
Samaria y Sodoma porque
no eran tan
malas en comparación
con Judá. Pero,
ninguna de ellas
serían literalmente restauradas
(cf. Jud. 7; Ez. 37:22).
Judá debe sentirse
avergonzada por llevar
“la afrenta de las
hijas de
Siria y de
todas las hijas
de los filisteos”.
Ella había cosechado
todas las dolorosas consecuencias
de una mujer
infiel que menospreció
“el juramento para invalidar el
pacto”.
Conclusión
TENDRÉ MEMORIA DE MI PACTO
Vv.
59—63. Después de una
advertencia completa de los juicios, se recuerda la misericordia, la
misericordia reservada. Estos versículos de cierre son una promesa preciosa, en
parte cumplida por el retorno de los judíos arrepentidos y reformados desde
Babilonia, pero que tendrá cumplimiento más pleno en el período del evangelio.
La misericordia divina debe ser poderosa para derretir
nuestros corazones en santo dolor por el pecado. Tampoco Dios dejará nunca que
perezca el pecador humillado por sus pecados, y que llega a confiar en su
misericordia y gracia por medio de Jesucristo, antes bien, lo sostendrá por su
poder por la fe para salvación.
El libro de Ezequiel es un libro que retrata la severidad
de Dios en sus juicios, los cuales culminan en la esperanza de la resurrección.
En el capítulo 37, Ezequiel representa al pueblo muerto resucitar en el valle
de los huesos secos. En el capítulo 11:19, resuena la promesa de convertir un
corazón de piedra en carne. En este capítulo, Dios declara: “pero yo cambiaré su suerte, la suerte de Sodoma y de Samaria, con
sus respectivas aldeas, y haré lo mismo contigo” (v. 53). Ezequiel
16 nos anima a tener una mirada de esperanza y expectativa, aun frente a las desobediencias
y la destrucción más horrendas, pues por la misericordia de sus juicios, Dios
restaura y da vida.
“La palabra final del profeta no es la destrucción,
sino la restauración” Esto nos es un
desafío a mantener la esperanza en medio de situaciones abrumadoras y pecados
desoladores, pues nuestro Dios es capaz de transformar la muerte en vida. La
historia de Jesús nos asegura que la última palabra no es la muerte, sino la
resurrección. Y así lo que comenzó el Señor, seguramente lo
perfeccionara. Amén.
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