3 de
septiembre, 2017
Manténganse
siempre en estado de alerta, pero confiando en Cristo. Sean fuertes y
valientes, y todo lo que hagan, háganlo con amor.
I Corintios 16.13-14, TLA
Fuerza y
valentía en la historia del pueblo de Dios
La exhortación a ser “fuertes y valientes” es
algo constante en buena parte del Deuteronomio y del libro de Josué, pues formó
parte de las exhortaciones a asumir la tarea correspondiente en la conquista y
ocupación de la tierra prometida. En Deuteronomio aparece tres veces en el cap.
31, adonde se llama al pueblo (v- 6), a Moisés (v. 7) y a Josué (v. 23) a
asumir esa actitud ante el cambio de época y de circunstancias que estaban por
vivir, al acercarse a ese territorio. En Josué 1 se utiliza cuatro veces (vv.
6, 7, 9 y 18) para consolidar la mentalidad del nuevo líder del pueblo ya
enfrascado en la conquista de la tierra ocupada. En Jueces (3.29-30; 6.12), I
Samuel (14.46-47) y I Crónicas (22.13; 28.20-21) vuelve a usarse la frase en contextos
de conflicto y enfrentamiento y, por último, en los salmos (24.8) y en el
profeta Jeremías (46.21).
El pueblo de Dios,
atenazado por la presencia de otras naciones hostiles, debía enfrentar las
circunstancias con una actitud beligerante y siempre dispuesta a la lucha
encarnizada. La época determinó que el lenguaje utilizado fuera de guerra y
confrontación constante. Hoy esa tendencia ha cedido su lugar al reconocimiento
de las fortalezas y debilidades propias de las personas y de las comunidades. El
lenguaje belicista, incluso en el terreno espiritual debe ceder su lugar a
formas de pacifismo que no excluyan la necesidad de adquirir y desarrollar una firmeza
y determinación propias de seres humanos que admiten la necesidad de potenciar
sus capacidades, pero nunca en detrimento de los demás. Al momento de trasponer
los diversos umbrales históricos que le correspondieron, el pueblo debió
procesar esta mentalidad y canalizarla hacia formas de espiritualidad que le
permitieran alcanzar una sana madurez ante cualquier circunstancia.
El agregado
del amor en el camino de la fe
El apóstol
Pablo no duda en usar ese mismo lenguaje para exhortar a los creyentes
corintios para enfrentar todo lo que tengan por delante en un contexto de
búsqueda permanente de apoyo para las comunidades palestinas necesitadas. Al comienzo
del último capítulo de la primera carta, ése es el motivo de todo cuanto ha
expresado en las importantes secciones anteriores. De hecho, la exhortación a
la perseverancia está ligada directamente con lo tratado en el extenso capítulo
15, dedicado íntegramente a la resurrección: “Los cuatro imperativos [“vigilad,
estad firmes en la fe, actuad varonilmente, sed fuertes”] persiguen una misma
finalidad: que los cristianos de Corinto, en medio de los serios problemas que
existen en su congregación, se mantengan vigilantes y fuertes, al mismo tiempo
que procuren actuar con amor en todo. La exigencia de ‘velar’ puede entenderse
en relación con los eventos escatológicos ya anunciados y esperados
momentáneamente (15.51-52)”.[1]
La expresión griega es bastante sexista para nuestro tiempo (“varonilmente”),
pero debe entenderse como la traducen casi todas las versiones actuales en su
aplicación para todos/as.
La correspondencia con
esta comunidad se caracteriza por la forma tan directa en que el apóstol se
dirige a ella para hacerle ver su realidad. Al despedirse, les pide que
consideren esa actitud de firmeza, pero que también actúen con amor. De esa
manera conseguirán complementar adecuadamente su conciencia cristiana con una
disposición de ánimo que les permitirá enfrentar todo lo que surja en el camino
de la nueva fe que habían recibido. La mención de varios nombres habla de la
relación tan dinámica que había entre ellos. Se trata, en última instancia, de
mantenerse alertas “ante las aberraciones que amenazan su calidad de pueblo del
Señor”, en términos de integridad doctrinal y calidad de vida ética.
[1] Irene Foulkes, Problemas pastorales en Corinto. Comentario exegético-pastoral a 1 Corintios.
San José, DEI, 1996, p. 425.
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