domingo, 12 de noviembre de 2017

Letra 544, 12 de noviembre de 2017

CASPAR SCHWENCKFELD (1489/90-1561)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.

Resultado de imagen para caspar schwenckfeldEspiritualista místico nacido en Ossig (Baja Silesia) de una familia de la baja nobleza y muerto en Ulm. Tras estudiar en Colonia y Fráncfort actuó a partir de 1518 en la corte de Liegnitz. Fue un teólogo autodidacta y figura clave de la reforma de la nobleza en Silesia. Ganó en 1521 al duque Federico II para la Reforma en Liegnitz, que a partir de 1524 se extendió por toda Silesia. En la controversia sobre la Cena del Señor (Marburgo) estuvo del lado de Karlstadt y Zwinglio en contra de Lutero. A raíz de la espiritualización de su comprensión teológica (rechazo de la figura exterior de la iglesia), cayó bajo sospecha de anabautismo y abandonó Leignitz en 1529 para ir a la alta Alemania (Estrasburgo, Augsburgo, Ulm) donde tiempo después rompió relaciones con los reformadores. Tras la condena de sus doctrinas por la Liga de Esmalcalda, sólo pudo actuar literariamente en la clandestinidad y a través de su correspondencia, entre otros con Pilgram y Marpeck.
Su doctrina, plenamente desarrollada hacia 1540, se orientó por reconocimientos de tenor pneumatológico y soteriológico. El pecado es la naturaleza del hombre, que ya antes del pecado original necesita el conocimiento de Cristo para alcanzar la condición de imagen y semejanza de Dios. La naturaleza humana de Cristo fue divinizada después (en afirmaciones posteriores, antes) de su ascensión al cielo, y su carne transfigurada es la comida de los creyentes (doctrina de la carne celestial de Cristo). Vinculó a Dios sólo con la interioridad del ser humano, no con los ritos externos (sacramentos). A partir del reconocimiento de que su espiritualidad sólo podía vivirse en pequeños círculos, se formaron conventículos en Ulm y Augsburgo, así como en la nobleza caballeresca. Hubo círculos en Prusia oriental, Silesia (hasta 1826) y Lusacia. A través de emigrantes de Silesia, la acción de Schwenckfeld adquirió una figura eclesiológica propia en la Iglesia que lleva su nombre (1734), y que ha tenido el mérito de editar sus escritos.

Bibliografía
Matthias Asche, “Kaspar von Schwenckfeld”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 509-510.
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UNA NUEVA FE PARA UNA NUEVA ÉPOCA: LAS 95 TESIS (XI)
Marco Antonio Coronel Ramos
Universidad de Valencia, 2017

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57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.
59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.
61. Está claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.

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Si las indulgencias son un obstáculo para la humildad y carecen de toda eficacia, comprarlas es inútil, aunque las avalen las autoridades principales de la Iglesia (T52). Por ello Lutero resume en las T53-55 todos los peligros que hay que evitar en su predicación: que se dé más relevancia a la predicación de las indulgencias que a la de la escritura (T54), suspendiéndose los oficios en unas parroquias para que todos acudan a otra a adquirir indulgencias (T53), o que ceremonialmente se realce más la venta de aquellas que la predicación de esta (T55). Con estas indicaciones está Lutero trazando un retrato vívido de lo que serían aquellas predicaciones de indulgencias.
Se introduce en este punto el tema esencial del tesoro de la Iglesia, que era el argumento esencial usado por los cuestores para saldar su merx sacra. No resulta extraño, en relación con este tema, que la fecha mítica de fijación de las 95T sea la víspera de la fiesta de Todos los Santos, ya que sus méritos -y señaladamente los de Cristo- conformaban, al parecer de la época, ese tesoro administrado por el papa. Este hecho relaciona el tema de las indulgencias con el de las reliquias, porque su posesión no dejaba de ser la constatación material de la existencia de ese tesoro, y de ahí que también las reliquias acabaran por convertirse en un motivo de crítica entre luteranos y reformados, pero también entre humanistas católicos.
Lutero desarrolla esta cuestión en las T56-68. Empieza por declarar que el tema del tesoro no se encuentra suficientemente desarrollado ni explicado (T56). Es esta una manera de reducirlo a lo escolástico y de sancionar que no tiene fundamento en la Biblia. Pero, como es usual cada vez que Lutero introduce un tema, no se limita a certificar el desconocimiento que existe sobre él, sino que intenta aclararlo de una manera rápida y bíblica. Dirá entonces que ese tesoro no es material, porque, según afirma usando de nuevo una carga irónica, los predicadores no entregan nada a los fieles, sino que les trampean sus recursos (T57). Tampoco son los méritos de Cristo y los santos, porque, sobre estos, ninguna autoridad tiene el papa (T58). No parece ser tampoco -sigue usando la ironía- los pobres de la Iglesia, aunque eso era algo que se pensaba en tiempos de san Lorenzo, martirizado en el 258 (T59). Con esta alusión vuelve a indicar que la Iglesia ha perdido el contacto con la tradición (T12) y que ha agrandado la distancia entre el cristianismo primitivo y el de su época, nacido de la reversión de la Edad Media.
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QUINTO CENTENARIO DE LA REFORMA
Ezer R. May May, Diario de Yucatán, 7 de noviembre de 2017

Resultado de imagen para ezer may mayEn el pasado mes se cumplieron 500 años de la Reforma, aquella iniciada por Martín Lutero el 31 de octubre de 1517 al clavar las 95 tesis en la puerta de la capilla del castillo de Wittenberg, Alemania.
Este acontecimiento europeo es motivo de celebración en casi todos los lugares del planeta, sea para recordar el “error” herético o el inicio del “verdadero” cristianismo; no hace falta decir que en este asunto hay perspectivas divergentes.
En el mismo mes también se cumplen 140 años de la llegada a Mérida del primer misionero presbiteriano, Maxwell Phillips, en 1877.
Aunque décadas antes se registra la presencia del colportor Diego Thomson, miembro de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, durante la coyuntura de la separación de Yucatán como república (1841-48).
Empero, el primer reducto no católico con identidad denominacional protestante fue el iniciado por dicho misionero norteamericano.
Por lo tanto, los grupos evangélicos locales con tradición religiosa nacida en la época de la Reforma tienen dos motivos de celebración; sin embargo, este último hecho es opacado por motivos de ignorancia derivados del desinterés y de la apatía hacia la propia memoria histórica local. Aunque es comprensible cuando se considera que el movimiento de Lutero fue la causa original de la actual existencia de los múltiples grupos protestantes, sobrepasando las fronteras doctrinales.
En Yucatán, la Sociedad Bíblica de México, A. C. organizó actividades el 31 de octubre culminando en la noche con un concierto musical. También el sínodo de la Península de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM) realizará un culto conmemorativo el 13 de noviembre. Y de manera aislada se realizarán o se han realizado marchas en otros espacios fuera de Mérida para conmemorar el aniversario.
Como puede notarse, un evento histórico y culturalmente lejano hace eco después de cinco siglos, evidenciando su impronta en la historia. Es evidente que ha dejado de ser una conmemoración únicamente europea, para ser también Latinoamericana. Por lo mismo, es necesario reconocer que se han gestado renovaciones teológicas desde visiones propias, para esto basta nombrar al teólogo brasileño Rubem Alves con su Teología de la Liberación Humana.
Liberación que también buscó Martín Lutero desde 1521, cuando notó que el clero católico sólo quería su retractación. No obstante, como sostuviera el historiador y teólogo Ernst Troeltsch, el luteranismo y calvinismo continuó con una cultura eclesiástica manteniendo la noción medieval del corpus christianum; es decir, Iglesia-Estado como cuerpo indivisible (El protestantismo y el mundo moderno, Fondo de Cultura Económica).
Es así que las palabras de Rubem Alves: “Deus nos deu asas do pensamento para voar, os homens nos deram as gaiolas da religião” (“Dios nos dio alas del pensamiento para volar, los hombres nos dieron las jaulas de la religión”) son sentimientos vigentes que convocan a la permanente reforma.
Si bien las Reformas se iniciaron en Europa, se actualizan y se mantienen vivas en América Latina.
Desde esta perspectiva, las experiencias de las ideas reformadas en contextos extra-anglosajones adquieren importancia —está de más decir que el protestantismo norteamericano desarrolló otro rostro religioso-doctrinal—, por lo tanto, no es para nada ocioso saber cómo dichas ideas lograron asentarse en tierras mexicanas y yucatecas. Infravalorar los acontecimientos locales sería erróneo porque, como dije, la Reforma ya no es únicamente europea.
La historia (regional y local) demanda a los teólogos (regionales y locales) sus reflexiones renovadas desde un diálogo abierto.
Y precisamente ese es el objetivo del Coloquio “Pensar la Reforma Protestante desde el sureste de México”, a realizarse el 16 y 17 de noviembre en el auditorio del Presbiterio Peninsular en esta ciudad.
Sin una teología abierta al pensamiento histórico y social, y dispuesta a escuchar y cavilar las críticas (como conjunto de opiniones derivadas de un análisis), la fórmula “Iglesia reformada, siempre reformándose” no tiene ningún sentido. En conclusión, sólo celebrar no es suficiente.

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