CONRAD
GREBEL (1498-1526)
100 Personajes
de la Reforma Protestante. México,
CUPSA, 2017
Cofundador del movimiento anabautista de
Zúrich, nacido en esa ciudad y
muerto en Maienfeld. Cursó estudios humanísticos en Basilea, Viena, París, y
otras universidades. En 1520 regresó a Zúrich, donde se hizo seguidor de
Zwinglio. En 1522 tuvo una vivencia de conversión que lo marcó profundamente. A
partir de 1523 comenzó a tener diferencias con Zwinglio a quien reprochó una
errónea disposición a compromisos en la renovación eclesiástica. La ruptura
definitiva con él se produjo a raíz del primer “bautismo en la fe” (21 de enero
de 1525). “Zwinglio no comparte la urgencia que le proponen, y por su parte los
radicales inician el 21 de enero de 1525 la Iglesia de creyentes. Esta es de
asociación voluntaria, libre de nexos con el Estado y practica el bautismo
consciente de creyentes, es decir, se declara contraria al paidobautismo, al
bautismo de infantes. También subrayan el absoluto pacifismo que debe
caracterizar a los seguidores y seguidoras de Jesús. Hacen del Sermón del Monte
(Mateo, capítulos 5 al 7) norma de conducta personal y grupal, pero sin
pretender imponerla por la fuerza” (Carlos Martínez García). El anabautismo se
difundió rápidamente gracias a su amplia labor de predicación junto con otros
colegas. Debilitado por la persecución, murió víctima de la peste.
La disputa sobre el bautismo de niños terminó, en
enero de 1526, con la defensa de dicho bautismo por parte del consejo de la
ciudad y la orden a Grebel para que cesara en sus esfuerzos para organizar la
iglesia. Pero ese mismo mes Grebel desobedeció el edicto, al realizar el primer
bautismo de adultos en la historia moderna y al ganar convertidos en las
ciudades vecinas, particularmente en Zollikon. Al otro día de los bautismos en
Zúrich, Grebel, Félix Mantz y Jorge Cajacob revitalizaron al grupo de
simpatizantes que tenían en ese lugar. En la semana del 22 al 29 de enero de
1525 fueron bautizadas en Zollikon 35 personas. Además, el domingo 22, o lunes
23, Grebel condujo un servicio en casa de Jacob Hottinger, durante el cual se
compartió la Santa Cena. Debido a su éxito misionero fue hostigado hasta su
muerte. En dos ocasiones fue encarcelado en Zúrich con penas de seis meses. Al
igual que otros anabaptistas, Grebel creía que el cristiano debía vivir una
vida sencilla, sin recurrir a la violencia, a pesar de la lucha surgida entre
diversas facciones religiosas. Sus únicos escritos existentes son las 69 cartas
preservadas en Saint Gall.
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UNA NUEVA FE PARA UNA NUEVA ÉPOCA: LAS 95 TESIS
(XIV)
Marco Antonio Coronel
Ramos
Universidad de Valencia,
2017
75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa
sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible,
a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
76. Decimos, por el contrario, que las indulgencias
papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la
culpa.
77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría
conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa,
como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las
virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1a de
Corintios 12.
79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas
papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y
teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que
ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se
debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los
laicos.
82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio
a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo
cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de
almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo
cual es un motivo completamente insignificante?
83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y
aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar
las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo
orar por los redimidos?
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La primera pregunta tiene que ver con los argumentos
anteriores sobre la caridad y las indulgencias: por qué no se vacía el
purgatorio con caridad en vez de cobrando para construir una Basílica (T82). En
realidad, todo el resto de preguntas tienen que ver con el tema pecuniario: la
razón de celebrar misas de sufragio por almas redimidas con indulgencias (T83);
la razón por la que el impío puede redimir pena con dinero y sin conversión
(T84); o por qué el dinero hace que se mantengan en vigor cánones caducados
(T85). Menos conciliador con el papado será en la T86, cuando pregunta al papa
por qué no construye san Pedro del Vaticano con su peculio o qué efecto tiene
su perdón sobre alguien ya perdonado por efecto de la contrición (T87). Y, en
cualquier caso, si las indulgencias tienen esos efectos salutíferos, que
multiplique sus concesiones (T88), y que no suspendan las concedidas para
incorporar otras nuevas (T89).
Todos estos argumentos trasladan el debate a lo puramente
económico. En cierto modo, Lutero trata de dulcificar el ataque a la figura del
papa con su T91, en la que vuelve a pedir que se prediquen conforme a su
intención, en la creencia en que, si así fuera, las preguntas formuladas
holgarían. Las T86-86 serán, por ello, un toque de atención para el papa tome
conciencia de una realidad en la que el afán de lucro se conjuga con la mentira
con un afán meramente recaudatorio. Lo dirá en su madurez en Contra los 32 artículos de los teologastros
de Lovaina refiriéndose a las misas en sufragio, citadas en la T83: “Es
herético y blasfemo ofrecer misas por lo difuntos, y está mintiendo
soberanamente el charco de los de Lovaina cuando afirma que fue algo instituido
por Cristo”.
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ADVIENTO: ESPERANZA QUE TRANSFORMA
Harold Segura
Son numerosas y
diversas las comunidades de fe que celebran la temporada de Adviento y que
acogen en su liturgia dominical y en sus disciplinas espirituales diarias lo
que se conoce como el Año litúrgico: presbiterianas, anglicanas, metodistas,
Iglesia católica, luteranas, reformadas, algunas bautistas y otras más. Por cierto,
con el Adviento se inicia el Año litúrgico.
Pero, ¿qué es el Adviento? La palabra proviene del latín
y significa “venida”. La expresión completa es Adventus Redemptoris que significa la “venida del Redentor”. Es un
tiempo de preparación para la celebración de la Navidad.
El Adviento tiene una historia de muchos siglos. Según
algunos historiadores su práctica se inició entre el siglo IV y V; pertenece a
la tradición del cristianismo histórico. Los cristianos y cristianas de esas
épocas se preparaban con anticipación para la celebración de la Navidad que
era, y sigue siendo, una de las fiestas de mayor jerarquía dentro del
calendario cristiano. Se preparaban orando, leyendo las Escrituras,
participando en las celebraciones de la iglesia, ayunando y atendiendo con
espíritu de solidaridad a los pobres y necesitados.
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MARÍA, MADRE EN
CIRCUNSTANCIAS DIFÍCILES
Margot Kässmann
María representa la madre solícita por antonomasia. Acepta su embarazo, a
pesar de no haberlo planificado ella. Acompaña a su hijo hasta el último
momento, hasta su amargo final: está al pie de la cruz cuando él muere. De
ninguna otra figura bíblica, fuera de Jesús, tenemos tantas imágenes e
representaciones. Abarcan desde el momento en que como joven madre sostiene al
bebé en sus brazos —símbolo central del amor materno—, hasta sus
representaciones como Pietá: la madre sentada que sostiene en sus brazos y
regazo el cuerpo del hijo muerto. Ambas imágenes simbolizan, respectivamente,
el amor y el dolor maternos.
Si nos remontamos a la historia
bíblica, María es ante todo una mujer joven que antes de contraer matrimonio se
queda embarazada. En el Evangelio de Mateo, la genealogía de Jesús sigue la
línea de los ascendientes de José; sin embargo, Mateo señala expresamente que,
«antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo». A su vez, en el Evangelio
de Lucas, María misma se pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. En
cualquier caso, en Lucas se dice también que José viajó «con su esposa María,
que estaba encinta», a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea...
¿Cómo entender todos estos datos?
Desde hace siglos se ha planteado la pregunta de si José fue el padre biológico
de Jesús. Desde mi fe, esta es para mí una pregunta de segundo orden. El punto
realmente decisivo de la fe cristiana es que Dios resucitó a Jesús de entre los
muertos. Sólo a partir de Pascua —es decir, mirando la vida de Jesús
retrospectivamente— cobra interés también el tema de su nacimiento. La madre
que dio a luz a Jesús era una mujer joven, llamada María. En un pasaje, al que
se recurre a menudo cuando se habla del nacimiento de Jesús, Mateo (1.23) cita
una profecía de Isaías (7.14), que en su versión griega utiliza el término parthenos, es decir, “virgen”. En el
texto hebreo de Isaías encontramos en este pasaje el término ‘almah, que significa “mujer joven” en
general. El tema de la virginidad corporal de María se incorporó tardíamente a
las tradiciones del Nuevo Testamento. La idea del nacimiento virginal en
sentido corporal era extraña al mundo religioso judío. En los ambientes griegos
y egipcios había sido utilizada a veces en la poesía épica.
Es posible que la fijación en la
virginidad corporal provocase también un desplazamiento en la imagen de la
mujer que sería difícil de justificar desde un punto de vista estrictamente
bíblico. A la figura de una “Eva pecadora” se contrapone entonces la figura de
una “María santa”. De alguna manera, la historia de la hostilidad contra la
sexualidad y de la opresión de las mujeres se orientó también según una falsa
idea de la virginidad. En la Biblia, la sexualidad no es vista como un pecado,
sino como un don de Dios. Se convierte en pecado cuando por causa de ella otros
se ven ofendidos en su dignidad o son tratados irresponsablemente.
María era una mujer joven que de
manera singular se convirtió en madre del Hijo de Dios. ¿No podemos dejar que
esto continúe siendo un misterio de la fe? María era una mujer joven, y era
virgen en el sentido de que estaba abierta a Dios, al Espíritu Santo de Dios.
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