jueves, 21 de diciembre de 2017

Letra 549, 17 de diciembre de 2017

PIERRE VIRET (1509-1571) 
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017

REFORMADOR SUIZO NACIDO EN ORBE Y MUERTO EN BELLOCQ U Orthez (Berna). Estudió artes liberales en el Colegio de Montaigu, París (desde 1528), donde entró en contacto con las ideas de la Reforma. Pasó a la nueva fe, y en 1530 regresó a Vaud, donde Guillermo Farel lo convenció para convertirse en un predicador en Orbe y luego en Payerne, Neuchatel y Ginebra. Farel lo ordenó en 1531. En Neuchatel elaboró, con Farel y Antoine Marcourt, tratados y folletos (1533-35). Sus sermones junto a Farel llevaron al Consejo General de Ginebra a unirse a la Reforma en 1536. El siguiente año permaneció en Lausana como pastor, donde enseñó teología. Su actividad literaria con la Epistre consolatoire (Ginebra, 1541). Debido a un desacuerdo con el gobierno de Berna sobre la disciplina eclesiástica, en 1559 tuvo que abandonar Lausana y se trasladó a Ginebra. En 1561 se marchó al sur de Francia. Calvino justificó su salida por razones de salud, pero lo cierto es que su relación con Calvino y Beza fue problemática porque tenía una concepción más colegiada de la estructura eclesiástica. En 1561 fue llamado a Nîmes, pero al año siguiente los reformados franceses se vieron obligados a entregar su iglesia a los católicos, por lo que se trasladó a Montpellier. De allí fue llamado a Lyon y el 19 de agosto de 1563 presidió el cuarto sínodo nacional francés como cabeza del consistorio de Lyon. Perseguido en 1565, buscó refugio Vienne y en Orange. En 1567 fue invitado por Juana de Albret, reina de Navarra, para introducir la Reforma en Bearn, donde fue pastor hasta su muerte. La reina lo nombró profesor de teología en el Colegio de Orthez, fundado por ella.


Junto con Calvino y Farel formó el “triunvirato” de los reformadores de la suiza francesa. Participó en muchas controversias con monjes y antitrinitarios italianos. En la guerra de 1569 fue hecho prisionero por los católicos, pero fue liberado. Se distinguió por la calidad de sus sermones y en particular por sus muchos escritos. Menos dogmático que Calvino, practicó de buena gana el diálogo, popular, fácil de leer, a menudo divertido. Mientras que la conclusión de los debates era predecible (“lo reformado siempre triunfa”), la aparición de una discusión llevaba al lector a la reflexión, la evaluación de los pros y los contras, de un modo más atractivo que las verdades expuestas por sus colegas. Entre sus obras se encuentran: Disputations chrestiennes (1544), Instruction chrestienne (1556) y De la Providence divine (1564). Dejó también un interesante cuerpo de correspondencia que cubre el periodo 1532-1567.
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UNA NUEVA FE PARA UNA NUEVA ÉPOCA: LAS 95 TESIS (XVI) 
Marco Antonio Coronel Ramos 
Universidad de Valencia, 2017

90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos. 
91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían. 
92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: “Paz, paz”; y no hay paz. 
93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: “Cruz, cruz” y no hay cruz. 
94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno. 
95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz. 
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En la Controversia de Heidelberg aclarara precisamente esta contraposición entre paz y cruz en la misma línea expuesta: “El teólogo de la gloria llama al mal bien y al bien mal; el teólogo de la cruz llama a las cosas como son en realidad”. En síntesis, la paz es la ignorancia del pecado, el no someterse a las penas o consecuencias del pecado; en definitiva, es tratar de domeñar la contrición permanente que el pecado debe imponer en el hombre. A eso Pablo lo consideraba ser enemigos de la cruz de Cristo (Fil 3.18), y a eso se refiere Lutero en los siguientes términos: “De esta forma vienen a decir que el bien de la cruz es un mal y el mal de la obra es un bien, y ya hemos dicho que no se puede encontrar a Dios sino en el sufrimiento y en la cruz. Por el contrario, los amigos de la cruz afirman que la cruz es buena y las obras malas, porque por medio de la cruz se destruyen las obras y es crucificado Adán, que se erige sobre las obras”. 

En última instancia, atribuye esa tranquilidad a todos los que se ufanan de conocer a Dios, es decir, a los teólogos escolásticos. De hecho, el reformador, que editó la Teología Alemana en 1516, encuentra en ella una contraparte a la teología escolástica, cuyo objetivo era dar respuesta a todas las dudas y tranquilizar al hombre con formalismos como el de las indulgencias. La teología de la cruz, por el contrario, no alivia el sufrimiento, y así lo va apuntando Lutero en las T15 o T58. 

Esa teología convierte a los cristianos en auténticos seguidores de Jesús, porque actúan como él, es decir, no cayendo en la tentación de arrojarse de alero del templo, para que los ángeles lo rescatasen (Mt 4.5s), o no bajándose de la cruz (Mt 27.40). Se inaugura así una teología más descriptiva que prescriptiva que no da soluciones, pero que sitúa al hombre en el correcto lugar de sumisión ante la voluntad del creador. Por ello, el reformador insta a infundir fuerzas a los hombres para seguir a Cristo, que es la cabeza de esa Iglesia aludida, a través precisamente de todas las penalidades provocadas por el pecado (T94). Esa nueva teología sólo puede ofrecer una cruz (I Co 1.23), a la que parece renunciar incluso un papa transformado en el más rico de los Crasos, en alusión a Marco Licinio Craso (115-153), prototipo de hombre rico en la antigua Roma (T86). 
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ADVIENTO CON ROSTRO MIGRANTE 
Hernán Astudillo 
El Tiempo, Ecuador, 16 de diciembre de 2017 

DE LA PALABRA LATINA ADVENTUS NACE este precioso momento llamado “Adviento”, que significa tiempo de espera y de preparación espiritual, emocional y mental. 

Tiempo para que las iglesias y sus feligreses recuperen la identidad del pequeño Emanuel (Dios con nosotros) que nace sonriente día a día, en los espontáneos gestos de reconciliación, perdón, redención e integral liberación. Tiempo para que los líderes gubernamentales asuman sus responsabilidades con la ciudadanía en general y no caigan en la tentación del nepotismo, represión y corrupción. Tiempo de reflexión y discernimiento para construir una cultura equitativa. Tiempo de organización y fortalecimiento, para no embriagarnos del odio desbordado en las redes sociales o expuestos en las mentiras de los medios de comunicación masivos. Tiempo para escuchar, opinar y dialogar las desventajas y ventajas comunes... 

Adviento con rostro migrante, se escuchan tus quejidos, gemidos, sonrisas, voces, pasos, susurro y silencios, en los desérticos caminos soleados. En las grandes pampas infinitas y en las fronteras mezquinas que te miran con ternura desbordante, mientras los cordones militares esperan para detenerte y deportarte.

Adviento con rostro migrante, huyes de los ruidos prepotentes de los nuevos emperadores embriagados en la espiritualidad de los dioses del poder y dinero. Con tu rostro resquebrajado abandonas tu tierra, tu provincia, tu país y continente. Avanzas como fiera herida buscando un pesebre de esperanza. Mientras en el Norte, tus sueños, divinos sueños de la gallina de los huevos de oro. Están siendo estrangulados por la vulnerable arrogancia e ignorancia de una bestia sin son ni ton.

Desaforadamente vocifera desorientada su angustiada prepotencia en las rutas de la guerra, se burla de sus oponentes, inspira y respira odio descontrolado. Y en maquiavélica fiesta sus medios de comunicación masivos transmiten los novedosos alaridos de sus porfiadas payasadas.

Mientras millones de criaturas avanzan y avanzan con su intimidad herida por abandono gubernamental de los de su patria y de la patria a donde huyen. Adviento sin pesebre, sin animales, sin requesón, sin oro, sin mirra, sin incienso. Adviento entre montañas, ríos, valles, lagos y océanos. Adviento entre desiertos, hambre, deshidratación, persecución, cárcel y deportación.

Adviento con rostro migrante desde el norte hacia el sur, desde el este hacia el oeste y desde un olvidado rincón sin nombre. Adviento, canto divino de adviento en los que te esperan, en las patrias de los nuevos desterrados, que sin importarles su estatus celebran a lo grande cuando llegas a tu destino final, o celebran tu deportación porque regresaste vivo luego de haberte perdido por mucho tiempo. Adviento entre lágrimas cuando regresas en aquel frio silencioso cajón, o te mantienen en el secreto vivo de su memoria histórica porque nunca más supieron de ti.

Adviento con rostro migrante, en la patria en que te inculturaste, en la patria que te rechazó cuando en silencio llegaste. Mientras tú, entre miedo e incertidumbre domarla lograste con tu fina ternura, con tu entrega incansable, y amor infatigable. ¡Adviento pan de esperanza en millones de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos con su precioso e indeclinable rostro migrante…!
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MARÍA, MADRE EN CIRCUNSTANCIAS DIFÍCILES ,
Margot Kässmann t

Si seguimos de cerca el desarrollo de la historia bíblica en torno a la persona de María, nos damos cuenta de que José fue un padre absolutamente comprometido. Lucas refiere que José estaba presente en el establo durante el nacimiento de Jesús.

Es este un detalle realmente sorprendente. Desde el punto de vista histórico es un fenómeno muy reciente el hecho de que los padres estén presentes en el momento del nacimiento sus hijos. Y seguramente esta presencia de los padres es mucho más fácil y comprensible en una clínica de un país moderno y desarrollado que en un establo de Judea de hace dos mil años, donde por no haber, ¡no había ni comadrona ni médico! Como nos cuenta Mateo, más tarde, aunque poco después del nacimiento, José huye con María y el niño a Egipto, para poner al niño a salvo de la matanza que preparaba el rey Herodes.

Con respecto a este niño que enseguida se volverá tan “difícil”, José se comporta en general como un padre muy responsable. Como nos cuenta el Evangelio de Lucas (2.41ss), a la edad de 12 años Jesús se separa del grupo, con ocasión de una visita a Jerusalén. Sin decir nada a nadie, desaparece entre la multitud. José y María tienen que buscarlo, y lo encuentran en el templo de Jerusalén. Con posterioridad a estos hechos, el rastro de José como padre se pierde definitivamente en la vida de Jesús. En cambio, de María, la madre, se sigue hablando hasta el final. También ella tiene que vivir sabiendo que su hijo viene al mundo en circunstancias difíciles. 

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