ESDRAS Y NEHEMÍAS (I)
Philippe Gruson
Los libros de Esdras y de Nehemías son preciosos: son casi los únicos documentos que tenemos sobre la
historia de Israel durante los siglos oscuros que siguieron al destierro. Pero
es precisamente este periodo cuando se construye el judaísmo bíblico, en torno
al Templo de Jerusalén y de la Torá. Pero la lectura de estos libros resulta
delicada, ya que sus redactores han alterado a veces la cronología para
destacar mejor sus convicciones teológicas. Lograron de este modo imponer la
imagen de un gran reformador, Esdras, el sacerdote-escriba, seguido de su
auxiliar Nehemías, el gobernador laico, siendo así que históricamente Nehemías
llevó a cabo su reforma unos 50 años antes que la de Esdras.
Es un biblista de Lyon,
especializado en ese periodo, Philippe Abadie, el que nos guía en estos libros
de Esdras y Nehemías. Nos muestra su unidad —se trata de un solo y mismo libro—,
sus intenciones, sus convicciones y su densidad histórica. Entre las cuestiones
que resucita está la del Pentateuco: ¿en qué medida Esdras es el artífice de
esta construcción civil y religiosa de la comunidad judía? En cuanto a la
prohibición de los matrimonios mixtos por parte de Nehemías, es un testimonio
del rechazo a mezclarse con los pueblos vecinos y supone una viva conciencia de
la identidad israelita. Sin embargo, por aquella misma época, los relatos de
Rut y de Jonás protestan contra esa cerrazón nacionalista y religiosa.
Si los problemas de los
sacerdotes judíos no están ya sobre el tapete, la cuestión de la identidad
judía sigue estando de actualidad. Remite al lector cristiano de
Esdras-Nehemías a otros muchos interrogantes: ¿qué es lo que constituye la
identidad cristiana? ¿Qué diferencias fundamentales distinguen al sacerdocio
cristiano del sacerdocio judío? ¿De quién o de qué tiene que separarse la
Iglesia para ser fiel a Jesucristo? En una palabra, unas cuantas cuestiones
actuales para los creyentes.
EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer
“Amad a vuestros
enemigos”. Mientras en el precepto anterior sólo se hablaba de
sufrir el mal sin resistencia, Jesús va aquí mucho más adelante. No sólo hemos
de aguantar y soportar el mal, no sólo no debemos vengar el golpe con otro
golpe, sino que hemos de corresponder con un amor cordial a nuestros enemigos.
Hemos de servir y ayudar a nuestros enemigos en todas las cosas de forma
sincera y pura. Ningún sacrificio que haga el amante por la persona amada puede
parecernos demasiado grande y demasiado costoso por nuestros enemigos. Si
debemos a nuestros hermanos lo que poseemos, la propia honra, la vida, también
se los debemos en igual forma a nuestro enemigo. ¿Nos hacemos con esto
partícipes de su maldad? No, porque ¿cómo podría ser culpable del odio del otro
este amor que no nace de la debilidad, sino de la fuerza; que no procede del
miedo sino de la verdad? ¿Ya quién hay que regalar este amor, sino al que tiene
su corazón hundido en el odio?
“Bendecid a los que os maldicen”. Si nos
alcanza la maldición de los enemigos, porque no pueden soportar nuestra
presencia, debemos levantar las manos para bendecirlos: vosotros, nuestros
enemigos, sed bendecidos por Dios; vuestra maldición no puede destruirnos, pero
que vuestra pobreza quede colmada con la riqueza de Dios, con las bendiciones
de aquel contra el que inútilmente os dirigís. Queremos soportar vuestras
maldiciones, si con esto conseguimos que seáis bendecidos.
“Haced el bien a los que os odian”. Esto
no debe quedarse en puras palabras e ideas. El bien se hace en todas las cosas
de la vida diaria. “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed,
dale de beber” (Rom 12.20). Igual que un hermano se encuentra junto al hermano
en la necesidad, le venda las heridas, le alivia sus dolores, así actúa también
nuestro amor al enemigo. ¿En qué lugar del mundo hay una necesidad más
profunda, mayores heridas y sufrimientos que en nuestro enemigo? ¿Dónde es más
necesario y feliz hacer el bien que en nuestro enemigo? “Es mejor dar que
recibir”.
“Rogad por los que os maltratan y
persiguen”. Esto es lo sumo. En la oración nos ponemos al lado del enemigo,
estamos con él, junto a él, en favor de él, delante de Dios. Jesús no nos
promete que el enemigo al que amamos, bendecimos y hacemos el bien, no nos
maltratará y perseguirá. Lo hará. Pero tampoco aquí podrá perjudicarnos ni
vencernos si damos el último paso hacia él en una oración suplicante. Entonces
recogemos su necesidad y pobreza, su culpa y extravío, y nos presentamos ante
Dios pidiendo por él. Hacemos en representación suya lo que él no puede hacer.
Toda ofensa del enemigo sólo servirá para unirnos más a Dios y a él. Toda
persecución sólo contribuirá a que el enemigo esté más cerca de la
reconciliación con Dios y a que el amor aparezca invencible.
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AMÓS OZ: LITERATURA, TOLERANCIA Y LAICIDAD
Leí el Nuevo Testamento y amé a
Jesús. Es imposible no hacerlo. Pero estaba descontento con el tratamiento dado
a la historia de Judas. No por razones religiosas judías, sino por un espíritu
detectivesco que tenía a esa edad. ¿Cuánto dinero suponían las 30 monedas de
plata? Pude averiguar que no era demasiado dinero, y Judas no era un hombre
pobre de Galilea como los demás apóstoles. ¿Por qué iba a vender a su maestro,
a su profesor, a su Dios, por el equivalente actual a unos 600 euros? Por las
mismas razones que aportaría un detective, no puedo creerme la historia de
Judas. No tiene base. Y es el Chernóbil del antisemitismo cristiano en más de
2.000 años. Los judíos son odiados en muchos lugares por esa historia.
Amós Oz, “Critico a Israel y no soy antisemita” (Juan Carlos Sanz, en El País, 30 de octubre de 2015)
El reciente fallecimiento de Amós Oz (nacido en Jerusalén en
1939), uno de los mayores escritores israelíes de la actualidad y varias veces
candidato al Premio Nobel de Literatura, ha permitido recordar, en este inicio
de año, la importancia de la tolerancia, la igualdad y la convivencia pacífica,
especialmente a propósito de lo que sucede cotidianamente en Israel y
Palestina. Oz creía que los palestinos deben vivir en un país propio y
consideraba que la ocupación militar de sus territorios palestinos corroe los
cimientos del Estado judío, lo que le ocasionó acusaciones de traición a su
país. […]
En el ámbito literario, Oz
pertenece a la corriente encabezada por Jaim Biálik (1873-1934) y encarnada más
tarde por escritores Schmuel Agnon (1888-1970), el poeta Yehuda Amichai
(1924-2000), gran amigo de Octavio Paz (y ampliamente traducido en España) o el
novelista Abraham B. Yehoshúa (1936). En 2007 se le otorgó el Premio Príncipe
de Asturias de las Letras. […]
Especialmente en los volúmenes Contra el fanatismo (2006) y Queridos fanáticos (aparecido en marzo
de 2018), ha señalado las enormes dificultades que plantea la cerrazón cultural
y religiosa hacia otras culturas. […] En el segundo libro escribe: “El
fanatismo es mucho más antiguo que el islam. Más antiguo que el cristianismo y
que el judaísmo. Más antiguo que todas las ideologías del mundo. Es un elemento
intrínseco a la naturaleza humana, un “gen malo”: los que dinamitan clínicas
donde se practican abortos, los que asesinan a inmigrantes en Europa, los que
asesinan a mujeres y niños judíos en Israel, los que en los territorios
ocupados por Israel incendian una casa con una familia palestina dentro, los que
profanan sinagogas, iglesias, mezquitas y cementerios, todos esos se
diferencian de Al Qaeda y del Daesh en el alcance y la gravedad de sus
acciones, pero no en la naturaleza de sus crímenes”. (LC-O)
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