sábado, 19 de enero de 2019

Letra 604, 20 de enero de 2019


¿RETORNO DEL EXILIO O EVOCACIÓN DEL ÉXODO?
Philippe Abadie y Pierre de Martin de Viviès

Resultado de imagen para Cuatro libros de esdras verbo divinoCuando leemos el relato de Esdras 1 observamos que todo comienza con alegría. Lleno de espíritu profético, el rey persa Ciro emite un edicto que permite a los judíos exiliados retornar a su país (1.1-4) y tiene un arrebato de generosidad (vv. 5-6). Sin embargo, en lo que sigue se despierta la sospecha de que el gesto del rey, devolviendo a los judíos los utensilios del templo de Jerusalén antaño transportados a Babilonia (vv. 7-8 + v. 11b), tiende a anular los efectos del exilio.
Si la lista de los utensilios devueltos (vv. 9-11b) crea un efecto de credibilidad por parte del lector, la tonalidad misma del relato plantea dudas al historiador. De hecho, a lo largo de la lectura, un juego sutil de inclusiones unifica el relato y pone de relieve a los diferentes actores del drama, vinculando el pasado al presente:

v. 1 “Ciro, rey de Persia” (proclamación)
v. 7: alusión a la deportación (pasado)
v. 8a “Ciro, rey de Persia” (acción)
v. 8b: “Sesbasar”
v. 11b: “Sesbasar”
v. 11c: alusión a la deportación (presente)

Una tal claridad de expresión no deja de plantear problemas, comenzando por la indicación cronológica del v. 1: "el primer año de Ciro, el persa", que no remite al ascenso al trono de este rey (557 a.C.), sino a su conquista de Babilonia (539). No hay que poner en cuestión una cierta moderación de Ciro con respecto a los pueblos conquistados. Basta con recordar el cilindro con escritura cuneiforme (Museo Británico) en el que rey dice que debe su victoria a “Marduk, el gran Señor”, a él, “que le hizo entrar en Babilonia sin batalla ni combate” y liberar la ciudad de la tiranía de Nabónidas, el último rey babilonio.
El texto prosigue con la devolución por parte del vencedor de las esculturas de las divinidades a sus templos respectivos, esculturas de las que Nabónidas, el rey vencido de Babilonia, se había apoderado. Bajo esta luz, el relato no presenta ninguna incoherencia, salvo que la perspectiva que da es muy “judeocéntrica” y poco compatible con las actuaciones de un rey persa. Además, es difícil admitir, siguiendo el edicto mismo, que Ciro se reconociera muy en deuda con el dios hebreo: “Todos los reinos de la tierra, el Señor, el Dios de los cielos, me los ha dado, y me ha encargado, él mismo, construirle una Casa en Jerusalén, que está en Judá”.
En realidad, la política persa apenas se diferenciaba de la babilónica: el respeto o la deportación de esculturas y emblemas religiosos dependían de la actitud de sumisión de los pueblos vasallos. Por consiguiente, las medidas adoptadas por Ciro a favor de los judíos no tienen nada de excepcional, en la medida en que éstos se muestren vasallos fieles.
A esta primera interrogación se añade el análisis literario del edicto mismo. Además de una fraseología muy judía, marcada por la influencia de los profetas del exilio (en particular por los oráculos de Is 40–55), la fórmula de apertura, “Así habla Ciro, rey de Persia”, es un calco de los oráculos proféticos, cuando sería más apropiado que un edicto real comenzara así: “Yo, Ciro, el gran rey, el Dios del cielo me ha dado…”. Asimismo, el título divino en el v. 3, “el Señor, el Dios de Israel”, se inscribe en la teología bíblica de la alianza, estableciendo también un estrecho vínculo entre Dios y su Templo.
También resulta sospechosa la orden de retorno que pone en escena a los deportados: “Quien entre vosotros es de todo su pueblo, que su Dios esté con él, y que él suba […] y que él construya”. Singulariza a los judíos como un pueblo perteneciente a la divinidad que reina en Jerusalén, algo que, sin duda alguna, nunca habría admitido un rey persa. Más fundamental aún es que hace del retorno la obra de todos, legitimando así a los repatriados como la parte verdadera que pertenece a Dios —algo que refuerza más la lista que sigue en el cap. 2—.

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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

¿En qué se diferencia el discípulo del pagano? ¿En qué consiste “lo cristiano”? Aquí aparece la palabra hacia la que está orientado todo el capítulo 5, en la que se compendia todo lo anterior: lo cristiano es lo “particular”, lo extraordinario (perisso), lo anormal, lo que no resulta natural. Es la “justicia mayor” que “supera” a los fariseos y marcha por delante de ellos, lo más, lo sumo. Lo natural es uno y lo mismo para paganos y cristianos, coloca a lo natural en su justa luz. Donde no se da esto particular y extraordinario, no existe lo cristiano. Lo cristiano no se da entre las cosas naturales, sino entre las que sobrepasan. Lo extraordinario nunca queda absorbido en lo uno y lo mismo. El mayor error de una falsa ética protestante consiste en convertir el amor a Cristo en amor a la patria, a la profesión o a la amistad, en diluir la mayor» en justicia civil. Jesús no habla así. Lo cristiano depende de lo «extraordinario». Por eso el cristiano no puede equipararse al mundo, ya que debe pensar en lo extraordinario.
¿En qué consiste lo extraordinario? Es la existencia de los bienaventurados, de los discípulos, es la luz resplandeciente, la ciudad sobre el monte, el camino de la negación de sí mismo, la caridad plena, la pureza plena, la veracidad plena, la ausencia plena de poder; es el amor indiviso al enemigo, el amor a aquel que a nadie ama y a quien nadie ama; el amor al enemigo religioso, político, personal. Es en todo esto, el camino que encontró su cumplimiento en la cruz de Jesucristo. ¿Qué es lo extraordinario? Es el amor del mismo Cristo, que marcha obediente y paciente hacia la cruz, es la cruz. Lo peculiar de lo cristiano es la cruz, que sitúa al cristiano por encima del mundo, dándole con ello la victoria sobre el mundo. La pasión amorosa del crucificado es lo “extraordinario” de la vida cristiana. Lo extraordinario es indudablemente lo visible, por lo que se alaba al Padre celestial. No puede permanecer oculto. La gente debe verlo. La comunidad de los que siguen a Jesús, la comunidad de la justicia mejor es una comunidad visible, separada de los órdenes mundanos; lo ha abandonado todo para conseguir la cruz de Cristo.
¿Qué hacéis de particular? Lo extraordinario, y esto es lo más sorprendente, consiste en una acción de los discípulos. Igual que la justicia mejor, debe ser hecho, debe ser hecho visiblemente. No con un rigorismo ético, no con formas excéntricas de vida cristiana, sino con la obediencia sencilla y cristiana a la voluntad de Jesús.
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GRACIA, MISTERIO, BELLEZA Y LIBERTAD: CUATRO AFIRMACIONES DE LA TEOLOGÍA REFORMADA (I)
Cynthia Rigby

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Lo que pasa con la teología reformada es que en realidad no apunta a ser “reformado”, apunta a ser cristiano. Está tratando de articular, de la mejor manera posible, el carácter de nuestra relación con Dios. Toma la Biblia seriamente, mirando a través de ella como si fueran lentes para ayudarnos a ver dónde y cómo Dios está presente en el mundo. Aprende y dialoga con nuestros antepasados en la fe, a través de los credos y confesiones de la iglesia. Se centra en Jesucristo, quien revela el amor de Dios y nos llama a participar en la obra de Dios. Depende del Espíritu Santo para que nos forme y nos guíe en el camino que debemos seguir. Y mira las leyes de Dios para imaginar lo que Dios desea y cómo Dios ha prometido que llegará a buen término.
Mucho de lo que he dicho en el párrafo anterior es cierto para todas las principales tradiciones cristianas, no exclusivamente para la teología reformada. ¿Hay algo distintivo en ser reformado? ¿Por qué deberían las congregaciones dedicarse a estudiar y aprender sobre esto? ¿Qué tiene la teología reformada para ofrecer a nuestras vidas en estos días?

Cuatro marcas de la teología reformada
En este breve artículo discuto cuatro temas teológicos enfatizados en la tradición reformada que pueden ser importantes para nuestro contexto actual. Creo que, si las congregaciones los atendieran, estarían mejor equipadas para contribuir a la curación de algunas heridas en nuestro mundo. Específicamente, creo que la teología reformada tiene los medios para:

  • Transmitir a las personas que su valor no está determinado por su desempeño.
  • Honrar el misterio sin dejar de lado el intelecto.
  • Celebrar la belleza incluso cuando estamos rodeados de profunda fealdad.
  • Y defender la libertad de Dios de manera que garantice y promueva la libertad de todas y cada una de las criaturas.


Permítanme reflexionar sobre el valor curativo de cada uno de estos cuatro temas con más detalle.

La gracia dice que el valor no está determinado por el desempeño
La teología reformada hace una gran aportación al enfatizar la gracia en un mundo que a menudo no tiene gracia. No me malinterpreten, creo que es algo muy común que las personas reciban más de lo que merecen. En medio de todo el odio, hay muchos ejemplos de personas que son realmente amables. Pero la gracia, tal como lo enseña la teología reformada, no se trata de ser excepcionalmente amable. Dios no es simplemente más amable, digamos, que el más amable entre nosotros en nuestro día más amable. La gracia es algo totalmente disociado del mérito, algo que no se puede conceptualizar en términos de contratos, transacciones o acuerdos increíbles.

(Versión: LC-O)

The Presbyterian Outlook, 7 de enero de 2019

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