sábado, 19 de enero de 2019

Las familias en marcha hacia la reconstrucción, L. Cervantes-O.



20 de enero, 2019

Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. Esdras 2.68, TLA

El retorno de algunas familias judías exiliadas en Babilonia no aconteció como a veces lo presenta la imagen tradicional: una caravana única que volvía a la tierra luego de 70 años de cautiverio, porque según la información que se puede extraer del libro de Esdras-Nehemías habría habido cuatro grupos de exiliados que retornaron en momentos distintos:

a) El primer grupo retornó liderado por Sesbasar en el año 538 a.C. al calor del edicto de Ciro. Este grupo habría comenzado la construcción del templo, pero debido a la oposición de grupos locales no habría podido finalizarlo.
b) El segundo grupo volvió de Babilonia con Zorobabel y Josué durante el reinado de Darío I (521-485) y a pesar de las hostilidades finalizaron el templo y lo inauguraron.
c) El tercer grupo llegó liderado por Esdras bajo el auspicio de Artajerjes I (464- 423). En este viaje habría traído una copia de la Ley de Moisés y habría encontrado que la comunidad de Jerusalén estaba muy alejada de la fe mosaica.
d) El cuarto y último grupo habría llegado con Nehemías en tiempos de Artajerjes II (404-358) y habría encarado la reconstrucción del muro perimetral de la ciudad y otras reformas sociales.[1]

Las oleadas de retornados (Golah) al país, como sucede en estos casos, llevaban diversas expectativas y tuvieron que enfrentar las nuevas circunstancias que se iban acumulando y que fueron generando los obstáculos para lograr, primero, un establecimiento satisfactorio en la tierra (conflictos de propiedad, Jer 39.10) y, después, la reconstrucción de la ciudad y el templo. La gran lista de repatriados de Esdras 2, redactada a la manera de los libros de Crónicas, es, en sí misma, una reconstrucción genealógica de la historia del pueblo y, al mismo tiempo, una radiografía de lo que sucedió al interior del pueblo fragmentado que regresó a la tierra. Además de la ausencia de Sesbasar entre los líderes mencionados, la lista destaca los nombres de personajes que encabezaron el retorno, entre los que destacan los tres primeros, de diversos momentos: Zorobabel, Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehúm y Baaná (2.2).

Cada bloque tiene importancia propia:

·    Los vv. 2b-19 dan la lista de 17 fratrías (agrupaciones de familias y de clanes), de las que 14 se citan como firmatarias de los compromisos comunitarios contraídos en Neh 10; se citan 11 en la caravana de Esdras (Esd 8) y 6 en la lista de gentes que contrajeron matrimonios mixtos. […]
·  Los vv. 20-35 ofrecen los nombres de 22 localidades, entre las que está ausente Jerusalén. La distribución geográfica describe un territorio de Judea muy reducido. […]
·    Los vv. 40-42 describen las funciones de los levitas, cantores y porteros. […]
·  Los “donatos” de los vv. 43-54 hacen referencia al estatuto otorgado antiguamente por Josué a los gabaonitas según Jos 9.27. […]
·   Los “esclavos de Salomón”, vv. 55-57, remiten a las poblaciones cananeas sometidas por este rey a trabajos forzados (1 Re 9.20-21). […]
·    En los vv. 59-63, la lista de “los que regresaron..., pero no pudieron probar que su familia y su estirpe eran de origen israelita”, es seguramente el elemento más interesante de la lista por lo que da a entender: la preocupación genealógica del retorno […] se inscribe en la preocupación posexílica de reorganización comunitaria.[2]

La preocupación mayor, por encima de la clasificación racial, geográfica y el oficio, tenía que ver con el culto: “Por encima de la ruptura del destierro y del riesgo de asimilación en un imperio multi-racial, la comunidad de los desterrados reafirma su identidad e intenta definirse como ‘comunidad cultual’ (v. 64) separada”. Por todo ello, esta lista, así como el inventario de los objetos de culto (1.9-11a), además de la posterior reconstrucción del altar (Esd 3) “son eslabones esenciales del libro en su definición del judaísmo. La comunidad que ahora se reconstruye no puede estar en ruptura con el pasado ni puede diluirse en la realidad presente”.[3] La lista se repetirá en dos contextos diferentes: en Esdras, como parte del retorno, y en Nehemías 7, en la repoblación de Jerusalén. Llama la atención que no resalte el sacerdocio (a Josué no se le llama “sumo sacerdote”, como en Hageo y Zacarías).

El propósito teológico de la lista es evidente y se sitúa en la línea de diversas interpretaciones proféticas de la historia, sobre todo del Segundo Isaías: “Esd 2 se inscribe en la línea teológica del redactor, que quiere describir el retorno como un ‘nuevo éxodo’. Si Esd 1 evocaba la ‘partida’, ¿no evoca Esd 2 la ‘entrada’ en la tierra prometida y, como en Jos 18-19, la distribución del país entre ‘todo Israel’? Sea cual sea el origen exacto de la lista, se percibe la lógica teológica que preside a la composición del conjunto: la de un Israel purificado que toma posesión de su tierra”.[4] En ese proceso, la participación de los clanes y familias resultó fundamental, puesto que el reinicio de una vida en un territorio largamente añorado debía enfrentar con realismo la cruda situación que se experimentaría allí. “El capítulo 5 de Nehemías expresa una crisis económica generalizada. Los grupos familiares ya no producían lo necesario para su reproducción. Más que fruto de la división de las herencias o del empeoramiento de la tierra, la vicisitud se debía a un profundo conflicto económico-social, en donde unos pocos presionaban para aprovecharse del trabajo de las mayorías. Los nobles y jefes hacían su agosto con la expropiación de la tierra de los campesinos y con la venta de esclavos. Estos últimos llegaban a costar hasta 60 siclos de plata”.[5]

El conflicto racial y religioso con los samaritanos obligó a las familias judías a privilegiar la pureza étnica, lo que ocasionó una fuerte tensión cuando aquellos quisieron participar en la reconstrucción, pero fueron vistos como “impuros” por los repatriados.

No existía solamente la causa cultural (pureza de la raza) para la posición de los repatriados en contra de los samaritanos. Tenían un motivo religioso: la idolatría era inaceptable para la Golah. A esto se sumaba un móvil político, pues los dirigentes de Samaria —de la cual dependía la misma Jerusalén— no podían aceptar los deseos de autonomía de los habitantes de la ciudad santa. Los samaritanos no estaban dispuestos a perder la preeminencia que solamente habían conseguido con la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor”.[6]

En ese sentido, la integración de los extranjeros preocupó a otro profeta, el anónimo conocido como “Tercer Isaías” (caps. 56-66), quien discute el asunto al menos de tres maneras diferentes: aniquilación total (63.3-6; 64.1), al servicio de Jerusalén (60.3-11; 61.5-9) y admisión total (56.1-7; 58.7), hasta en el sacerdocio (66.21). La conformación y colaboración de las familias se volvió una prioridad para los liderazgos, quienes encabezaron los clanes y representaron directamente el enorme esfuerzo para involucrarse activamente en la reconstrucción integral del pueblo y de los aspectos religioso de la misma, una prioridad central para el proyecto de Esdras, quien debió enfrentar enormes dilemas para salir adelante, especialmente el planteado por la recuperación de la teología yahvista, por un lado, y, por el otro, la intransigencia ante el mestizaje humano y religioso.


[1] Pablo Andiñach, “Introducción a Esdras y Nehemías”, en Cuadernos de Teología, Buenos Aires, ISEDET, vol. XXX, 2011, pp. 120-121, https://es.scribd.com/document/293753760/Introduccion-a-Esdras-y-Nehemias-Pablo-R-Andinach.
[2] Philippe Abadie, El libro de Esdras y de Nehemías. Estella, Verbo Divino, 1998 (Cuadernos bíblicos, 95), pp. 17-18, www.mercaba.org/SANLUIS/CUADERNOS_BIBLICOS/095%20El%20libro%20de%20Esdras%20y%20de%20Nehemias%20(PHILIPPE%20ABADIE).pdf.
[3] Ibíd., pp. 18-19.
[4] Ibíd., pp. 19-20.
[5] Neftalí Vélez Chaverra, “Reconstrucción e identidad (La alternativa de Esdras)”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 9, 2001, p. 31, www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/9.pdf.
[6] Ibíd., p. 32.

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