26 de mayo de 2019
Nehemías 3:1-16
El capítulo tres
trata de cuarenta segmentos específicos del muro de Jerusalén que se desplaza
en un movimiento de acuerdo con las manecillas del reloj desde la Puerta de las
Ovejas en la esquina nororiental, cerca del estanque de Bethesda según (Jn.5:2)
La mayoría de los lugares específicos
todavía son buenas suposiciones. Por el
trabajo arqueológico de Kathleen Kenyon en Jerusalén sabemos que este muro era
de alrededor de 2,600 metros si no se incluyera el muro del norte, y de 4,150
metros si se incluye. La
mayor parte del muro era simplemente un trabajo de reconstrucción, en tanto que
se construyó un nuevo muro oriental que se extendía a lo largo de la parte de
arriba de la cordillera.
Este nuevo muro se
construyó rápidamente, pero tenía 2.75 metros de grosor. La reconstrucción del muro de Jerusalén
es el tema principal del libro de Nehemías y tomaremos para esta exposición
solo algunas de las puertas o segmentos en que son descritas por su importancia
y por lo que representan espiritualmente para edificación de nuestras vidas; no
sin antes haber definido bíblicamente el significado de edificar y reconstruir
y concluiremos asomándonos de vez en vez por la ventana de nuestro tiempo y
espacio, para que reflexionemos sobre la reconstrucción espiritual en el caso
específico de nuestra iglesia.
Existe una idea muy puntual de lo que
es edificar y que el Señor Jesús en el Sermón del Monte nos presenta, compara la respuesta que cada oyente podría
dar a sus palabras a una obra de construcción: "cualquiera, pues, que me
oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó
su casa sobre la roca..." (Mt 7:24).
"Edificar" involucra
necesariamente estos elementos: esfuerzo, sabiduría, trabajo, y constancia, hay
que ponerse la camiseta y sudarla, es decir estar convencidos de que somos elegidos
para ser verdaderos súbditos del Rey de reyes y Señor de señores con la plena
conciencia de que no somos merecedores de este privilegio y que solo por
voluntad de Dios al escogernos es que debemos estar dispuestos a entrarle a su
causa, pero también se requieren ciertos conocimientos para edificar bien y no
mal.
Es necesario saber qué hacer para no
levantar un muro torcido. El hecho de edificar también sugiere todo un proceso:
echando los cimientos, colocando ladrillo sobre ladrillo, y rematando con los
carpinteros al final. Hace falta paciencia y constancia, porque hay toda una
serie de pasos que seguir.
La idea de edificación se aplica no sólo
un muro o una vida, sino también mostrar un testimonio de Dios en la tierra y
diariamente nosotros construimos el muro de nuestra espiritualidad, el cual
puede a veces quedar torcido, manchado de mezcla o caerse, y es necesario
recurrir al maestro para que nos ayude a levantarlo, a enderezarlo y a
limpiarlo. Cuando Jesús dice "edificaré mi iglesia" (Mt 16:18), anuncia
que él gastará energías (a través de sus siervos, sosteniéndolos por su
gracia), que transmitirá conocimientos (para que lo hagan bien), y que será un
proceso de larga duración. Esfuerzo,
sabiduría. trabajo y constancia son los ingredientes esenciales.
Pablo dice a los corintios que había
trabajado entre ellos como perito arquitecto (1 Co 3:10-15). Hacía
falta conocer el oficio, dominar cierta información (tanto con respecto al
contenido bíblico como la manera de acercarlo a las personas). También afirma
que él puso el fundamento. Esto se refiere a la predicación inicial del
evangelio. Las personas necesitan, antes que nada, un mensaje acerca de su
condición ante Dios y cómo establecer una relación verdadera con él mediante la
fe en Cristo. La edificación de la obra del Señor empieza con el anuncio del
evangelio, el mensaje de salvación.
Luego se levanta un edificio sobre el
fundamento de la conversión. Se puede
hacer bien (con materiales de calidad como "oro, plata, piedras
preciosas") o material inapropiado (con "madera, heno, hojarasca").
La calidad del material se evidencia
con el fuego: "por el fuego será revelada" (1 Co 3:13). La
palabra "día" ("el día la declarará") parece referirse a la
luz en el día de la prueba: cualquier experiencia fuerte que ponga a prueba la
calidad de la vida espiritual del cristiano, pero también en última instancia
la prueba final del tribunal de Cristo.
Las crisis, como la enfermedad, la soledad, el
divorcio, el desempleo, las fricciones familiares o laborales son equivalentes
a la lluvia, los ríos, y el viento mencionados por Jesucristo en el Sermón del
Monte, tumba la casa o golpea contra ella sin efecto relevante porque ahí esta
el Señor para sostenernos.
El contraste entre las dos clases de
materiales y los resultados consiguientes alude a dos maneras distintas de
enfocar la atención espiritual hacia los creyentes. Son dos prototipos de ministerio, para
lograr el fortalecimiento de la iglesia. Se puede enseñar doctrinas humanas y
emplear métodos indignos del evangelio, pero será mucho mejor enseñar todo el
consejo de Dios, dando ejemplo de vida espiritual y colaborando con Dios a cada
paso, en lo que él quiere hacer para transformar la vida de los creyentes.
Pablo exhorta a los tesalonicenses a
que se edifiquen mutuamente (1 Ts 5:11), y Judas dice
lo mismo (Jud 20). Pablo alaba
a los corintios por la manera en que se edifican en las reuniones a través del
ministerio mutuo de la Palabra de Dios, tanto con la predicación (1 Co 14:4) como
con la oración (1 Co 14:17). La exhortación de Pedro: "sed
edificados" (1 P 2:4-5). apunta a
una actitud receptiva de parte de los que escuchan (deseos de la Palabra,
hambre y sed espiritual, ganas de aprender), como también un compromiso de
ministerio activo hacia otros hermanos de la congregación. La
idea es que en el cuerpo de Cristo todos han de ayudarse unos a otros: a crecer
espiritualmente, a madurar en la fe, a alcanzar la "estatura de la
plenitud de Cristo" (Ef 4:13).
Cada uno de nosotros debe reflexionar
sobre las condiciones en que están los muros que protegen nuestras vidas contra
las tentaciones y pasiones de este mundo: están deteriorados, están
derribándose o yacen en ruinas; solamente el Espíritu Santo puede ayudarnos a
mirarnos al espejo para encontrar la verdad y lo más importante a iniciar la
reconstrucción de nuestra vida espiritual, para que nuestra fe se fortalezca y
en obediencia sirvamos con amor y reconstruyamos nuestra Iglesia. El hace lo mejor que puede para llamarnos
la atención sobre la condición en que se encuentran nuestros muros, pero
algunas veces no oímos lo que
nos dice. Sin embargo, no somos tardos para oír,
simplemente no lo oímos
Sería muy interesante preguntarnos a
nosotros mismos ¿En dónde quedo esa hambre de saber de conocer a mi creador?
cuando fuimos iniciados en el conocimiento del evangelio nuestra fe era muy
fuerte y dispuesta a obedecer, ¿qué me ocurre ahora que tengo el conocimiento
de quien es Dios y lo que espera de mí?, ¿Por qué no aflora en mí el hambre de
enseñar al inconverso, de compartir el evangelio a los que están viviendo sin Dios?
De edificar mi vida espiritual en la
escuela de enseñanza bíblica y servirle activamente en la Iglesia, será
simplemente porque esto implica el sacrificio de dejar de hacer otras cosas que
no me edifican, pero me gustan más, o será que siento bonito venir a la Iglesia
y no necesito sacrificar mi tiempo, mi esfuerzo, mi trabajo ¿para qué?
involucrarme más si ya soy salvo.
“La puerta de las ovejas” parece estar
conectada con los ritos de los sacrificios
(Juan 5:2). Era probable que
fuera la puerta más cercana al lugar donde se llevaban las ovejas para el
sacrificio en el templo desde Belén.
Cuando Pedro dice que se dejen
edificar como casa espiritual y como sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, parece indicar que los frutos que el ministerio mutuo han de
producir son semejantes a los sacrificios levíticos (Lv:1-7) Si el holocausto anunciaba
la entrega completa de la persona, el ministerio mutuo ha de fomentar la
entrega completa de cada cual: "que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo..." (Ro:12:1).
Si el sacrificio
por el pecado simbolizaba la confesión de pecado y la esperanza en la expiación
completa de Cristo, entonces el ministerio mutuo ha de influir para animar la
confesión y el perdón: "soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro..." (Col 3:13).
Si el sacrificio por la culpa enseñaba la importancia de la restitución,
entonces el ministerio mutuo también debe promover iniciativas para arreglar
las ofensas cometidas contra otros: "Si traes tu ofrenda al altar, y allí te
acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante
del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano..." (Mt 5:23-24).
Y hermanos si nosotros no estamos edificándonos y reconstruyéndonos
cuando es necesario; cuidando nuestro crecimiento espiritual para servir a Dios
de mejor forma, si estamos metiéndonos en problemas por cuestiones muy
superfluas o estamos viviendo pecados ocultos que creemos que podemos ocultar a
Dios y entre nosotros mismos no soportándonos
los unos a los otros en amor, como
podemos esperar que el Espíritu Santo nos mueva a hacer efectiva nuestra fe
para hacer lo bueno delante de Dios, a dejar el discurso y el confort y
entrarle a la práctica, a dar un auténtico testimonio cristiano en el que
nuestros hechos hablen más que nuestras palabras.
Edificar significa acercar la Palabra de Dios a la gente. Se trata de
una atención espiritual personalizada, para ayudar a cada persona a echar mano
de Cristo constantemente por la fe, andar con Cristo y honrarle en nuestras
vidas. El apóstol Juan lo tenía muy claro: "si andamos en luz, como Él
está en luz, tenemos comunión unos con otros..."
No es suficiente hacer cultos. Algunos piensan que si mantenemos reuniones
que incorporan los elementos de (Hch. 2:42) (doctrina de los
apóstoles, comunión, partimiento del pan, oraciones), entonces hemos cumplido.
La vida de iglesia, sin embargo, consiste en mucho más. Si hemos de dar cuerpo a las bendiciones
que fluyen de la cercanía al Dios viviente, haciendo que nuestra iglesia local
(la ciudad "asentada sobre un monte que no se puede esconder", en
palabras de Jesucristo) cumpla todas las funciones de la ciudad de Jerusalén,
entonces es imprescindible un acercamiento personalizado hacia los hermanos de
esta comunidad.
Cuando salimos de Príncipe de Paz
soñábamos con una iglesia diferente que no fuera templo céntrica, que no se
encerrara en las cuatro paredes del templo pensando que el Señor se conforma
solamente en el culto que le rendimos con nuestra confesión de pecados,
alabanzas, oración, eucaristía y la predicación de su palabra solamente para
los que estamos dentro; el Señor
demanda de nosotros que en nuestro tiempo traigamos los nuevos frutos, los
nuevos creyentes a eso hemos sido llamados esa es el eje rector del reino de
Dios en la tierra de lo contrario nuestro culto de adoración está incompleto.
Se imaginan si los que no
nacimos en una cuna cristiana no nos hubiera hablado alguien, no estaríamos
aquí disfrutando la bendición de ser hijos del Dios viviente.
“La puerta del pescado” Esta podría ser
otra puerta en el muro del norte que comunicaba a un camino que llevaba al mar
de Galilea y/o a la ciudad de Tiro, porque esta era la fuente de la mayor parte
de los pescados para Jerusalén. Los
hijos de Sena edificaron esta puerta; ellos la enmaderaron, y levantaron sus
puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. Junto a ellos restauro Meremot hijo
de Urias, hijo de Cos, y al lado de ellos restauro Mesulam hijo de Berequias,
hijo Mesezabeel, Junto a ellos restauro Sadoc hijo de Baana. E inmediato a
ellos restauraron los Tecoitas; pero sus grandes no se presentaron para ayudar
a la obra de su Señor.
Edificar significa esforzarse para
algo que va más allá de la familia y el trabajo. En medio de una infinidad de
problemas. De pura supervivencia los judíos que volvieron de Babilonia con
Zorobabel estaban continuamente tentados a replegarse en lo íntimo, lo personal
y familiar. Era demasiado difícil levantar el templo del
Señor de nuevo, con tantos enemigos alrededor y tan pocos medios materiales. Los profetas Hageo y Zacarías, sin embargo,
recuerdan al pueblo que Dios honra a los que le honran, y que ese "honrar
al Señor" pasa por trabajar seriamente para levantar un testimonio para su
nombre. Si los creyentes colaboran en la reconstrucción con fervor, habrá
bendiciones ahora y la certeza de bendiciones aún más grandes en el futuro.
En este tiempo, hay cristianos que limitan su compromiso espiritual a la
asistencia al culto y algunas reuniones. A veces hay buenas razones: los
horarios laborales son cada vez más absorbentes, y muchas veces los dos
cónyuges tienen que trabajar. Para
algunos, la distancia entre el hogar y el templo acaba cansando y debilitando
la implicación en las cosas del Señor. Algunos están de vuelta de experiencias
muy dolorosas y de sobre compromiso con la iglesia en el pasado, y no quieren
cometer los mismos errores.
Otros se sienten limitados por las necesidades de sus niños pequeños.
Otros simplemente sienten hastío respecto a la vida eclesial, y no ven motivos
para asistir a más reuniones todos ellos pensando que es mejor no involucrarse
tanto para evitar problemas dolorosos que afecten nuestra fe y la de nuestros
hermanos.
Es decir, nos negamos a reconstruir nuestras vidas cuando sabemos que
estamos sujetos a constantes pruebas que nos pueden tambalear y hasta hacer
caer pero en lugar de apoyarnos y ayudarnos a levantar los unos a los otros
guiados por el Espíritu Santo, hasta nos alegramos de lo que nos pasa, no echamos mano de nuestra fe y
de la presencia del Espíritu en nuestra vida, para pedirle su consejo y
dirección; escuchamos la vos del orgullo, de la soberbia y la vanagloria,
olvidándonos de la humildad, la mansedumbre y la bondad que nos enseñó
Jesucristo.
Reconstruir es no
dejarnos vencer por tentaciones, problemas y enfriamientos espirituales que
solemos tener los cristianos en algunas pruebas muy duras de nuestra vida. Es
refugiarnos en la oración y la Escritura para que Dios nos hable, es apoyarnos
en los hermanos que interceden por nosotros para que el Señor nos consuele nos
haga ver nuestro error y nos restaure (1 Jn 1:7).
“La torre de los hornos” Este
es otro ejemplo de ciertas profesiones perfumeros, panaderos que se ubican en
la misma área (calle de los Panaderos» Jeremías
37:21). Aparentemente el muro reubicado pasaba
por una calle comercial. Los que hacían negocios en esa calle ayudaron a
construir el muro cerca de sus negocios.
Lo que se aprecia el número de
personas que anteponen el proyecto de edificar a sus propios intereses. Hay
plateros, perfumeros, y comerciantes que dejan sus negocios habituales para
dedicar dos meses a levantar la parte del muro que se les ha asignado (Neh 3:8,31-32). También hay oficiales
municipales y provinciales, desde gobernadores a humildes funcionarios, que
abandonan sus tareas administrativas durante un tiempo para dar prioridad a la
edificación. Dios nos da sabiduría y fuerzas físicas para hacerlo.
No existe ninguna disyuntiva entre lo
sagrado y lo secular. El creyente vive para Cristo en todas las esferas,
buscando honrarle en su trabajo, en su familia, con su dinero, en su tiempo de
ocio, y en sus amistades. En todo, sin
embargo, siempre se esforzará para bendecir a otras vidas. Participará
activamente en su iglesia local para desde la iglesia acercarse
intencionadamente a alguien, con el fin de ayudar al otro a conocer mejor a
Jesucristo.
“El sumo sacerdote Eliasib” Es el nieto de Jesúa,
que era el sumo sacerdote sobre Zorobabel. Esto deja ver que los sacerdotes y
levitas estaban involucrados activamente en la reconstrucción del muro,
especialmente en esa porción cerca del templo. Para
ellos puede significar construir o reconstruir, o incluso reparar. Es probable que este fuera un acto
simbólico de los líderes sacerdotales para mostrar su apoyo personal y enérgico
para la construcción del proyecto. Los
sacerdotes y líderes de la Iglesia no solo trabajaron en reconstruir
espiritualmente al pueblo de Dios, sino que dejaron su vestimenta sacerdotal y
se pusieron el overol para liderear la reconstrucción del muro ordenada por
Dios.
En la edificación del testimonio del
Señor, los obreros, ancianos, y colaboradores son catalizadores para que la
obra se lleve a cabo, aunque no hacen toda la obra. En tiempos de Nehemías, el
primero en levantarse a poner manos a la obra fue Eliasib, el sumo sacerdote,
con "sus hermanos los sacerdotes" (Neh 3:1).
Luego los sacerdotes, los levitas, y los
sirvientes del templo ocupan un lugar destacado en todos los tramos de la
muralla (Neh 3:17,22,26,28) Esto
sugiere el principio espiritual de que los responsables en la iglesia local han
de avivar el progreso de la obra. Esto lo hacen primero con su ejemplo de
carácter cristiano: "no como teniendo señorío sobre los que están bajo
vuestro cuidado. Sino siendo ejemplos de la grey" (1 P 5:3) Así el
apóstol pudo decir, "por tanto, os ruego que me imitéis" (1 Co 4:16)
Los guías de las iglesias también
adelantan la obra con su enseñanza de la Palabra. Hageo y Zacarías profetizaron
en su día, y como resultado los judíos se levantaron y comenzaron a reedificar
la casa de Dios (Esd 5:2) Los pastores
y maestros están puestos en las iglesias para "perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio" (Ef 4:12) La obra del
ministerio es de todos los santos: todos participan, pero los pastores y
maestros los capacitan para que los demás sepan qué hacer y lo hagan bien.
La formación para la obra parte, en
primer lugar, de un ejemplo de vida cristiana coherente. Luego se articula con la enseñanza de la
Palabra, y se dinamiza con un ejemplo de servicio activo e incansable (1 Co 16:15-16).
Habiendo sentado estas bases, aun se requiere algo más. Cuando (Heb 13:17) habla
de los pastores que velan por las almas de los fieles, y que han de dar cuenta
al Señor de su pastoreo, sugiere la necesidad de un "sobre ver"
(siendo ellos los episkopoi, los sobreveedores, del rebaño)
Los responsables: además de que se
convoquen las reuniones estipuladas, para que todas las facetas de la vida de
iglesia cumplan tres propósitos: 1) que sean fieles a las exigencias bíblicas,
2) que tomen en cuenta las personas particulares que configuran la
congregación, y 3) que el programa de la iglesia se ajuste para que estas
personas desde su contexto y con su bagaje personal avancen en su amor a
Jesucristo. Este último punto exige una supervision
constante de las distintas actividades eclesiales, para asegurar que no se programe
sólo por inercia, sino movidos por el Señor y sensibles a la dirección del
Espíritu. Entonces se podrá modificar el programa de la iglesia donde sea
necesario.
Edificar significa centrarse en la
iglesia local. Nehemías levanta las murallas de Jerusalén porque esta ciudad
era el lugar escogido por Dios para manifestar su nombre y nos ha traído hasta aquí
para que aquí edifiquemos a las mujeres y hombres elegidos por Él y si no
escuchan la Palabra como habrán de creer? En el Nuevo Testamento encontramos que Pablo
insiste a Timoteo que la iglesia (es decir, la iglesia local, la de Éfeso en
este caso) es "columna y baluarte de la verdad" (1 Tim 3:15) La
concreción histórica y geográfica del pueblo de Dios es lo que permite
manifestar la virtud de Jesucristo ante los ojos de la sociedad.
Cuando Jesús dice a sus discípulos
que "en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor
los unos con los otros" (Jn 13:35) se refiere
a la expresión tangible del amor entre un grupo concreto de personas conocidas.
La dinámica local testifica de la grandeza del Señor.
“Los varones de Jericó” Hay varios grupos
que se mencionan de distintas ciudades de Judá. Parece que estos grupos
distintos trabajan en la sección del muro y puerta que están más cerca de su
ciudad natal
Llama la atención la
participación de personas que vienen de otros lugares para trabajar en el muro
de Jerusalén. Hay hombres de Jericó de Tecoa de Gabaón y Mizpa de
Zanoa . Hay una referencia a los "varones de la
llanura" Para todos ellos, Jerusalén era lo más importante, porque
iba a ser el lugar donde Dios se manifestaría una vez más a través del ritual
del templo (aun sin el arca de la alianza, que había desaparecido).
Hay muchas maneras de plantear un
servicio todos unidos, como una familia. El fundamento de ello es la visión de
llegar todos juntos a la meta, aunque esto signifique ir más despacio a veces. Así fue la visión de Jacob, que por un
tiempo tuvo que avanzar "al paso de los niños", para que toda la
familia llegara sana y salva. El servicio no es de uno solo; si puede ser
un ejercicio compartido, la bendición espiritual será mayor a la larga.
Lo más importante ahora es comprender
que cada uno de nosotros somos el templo donde habita el Espíritu Santo, y que
la Iglesia somos el Espíritu Santo y cada uno de nosotros habitando en nuestro
cuerpo material y ahora este cuerpo móvil convertido en iglesia debe salir de
estas cuatro paredes para cumplir la voluntad del Señor de ir y predicar el
evangelio a toda criatura.
A veces hay fuerzas físicas, una
mente despejada, y un horario que permite muchos compromisos. En esas
temporadas, conviene servir mucho, en muchas cosas, con el fin de bendecir a
muchas vidas. En otros momentos, sin embargo, las fuerzas flaquean. Se dan
enfermedades, surgen problemas a nivel familiar o laboral, o hace falta cuidar
a la abuela. La madre con niños pequeños se encuentra limitada, como para
servir al Señor haciendo muchas cosas por allí fuera.
Sean cuales fueren las limitaciones
impuestas por las circunstancias de la vida, sin embargo, siempre hay alguien
en cuya vida el creyente puede influir para bien. Un vecino de habitación en el
hospital, un compañero de trabajo, una dependienta donde se compra el pan. Edificar significa asumir el compromiso de
bendecir a otra persona, a tocar otra vida, aunque las circunstancias hayan
reducido el círculo de contactos al mínimo. Siempre se puede edificar en
alguien elegido por Dios.
“La puerta vieja” La Biblia de
Jerusalén la llama “La puerta del barro
nuevo” corrupción de Mishne, en tanto que otras traducciones simplemente
usan el término hebreo Jeshana, que es una aldea al norte de Jerusalén
(posiblemente estaba en la esquina noroeste de la recién rodeada ciudad. La
raíz también puede significar “viejo”. La puerta vieja o la puerta de Jeshana
es sinónimo con la puerta de Efraín.
Edificar es una vocación vitalicia;
el creyente nunca se jubila de ello. Los tecoítas restauran una porción del
muro (aun sin sus dirigentes, (Neh 3:5), pero luego
restauran otro tramo más (Neh 3:27). Son
incansables. Tienen "nervio" para hacer el bien. Su iniciativa nos
recuerda que siempre habrá más cosas que edificar: más vidas que tocar, más
temas en que profundizar.
Edificar se refiere al acercamiento
intencionado a otras personas con el fin de ayudarlas a crecer en Cristo. Hay conocimientos que transmitir, costumbres
que demostrar, hábitos de vida que comunicar. La plena formación espiritual de
un ser humano dura toda la vida, y un creyente con más experiencia en la fe
siempre puede aportar algo para que el proceso siga adelante.
Si la sal ha de frenar la putrefacción
del mundo, tiene que ser diferente al mundo. Si la sal se vuelve insípida, no
sirve para nada. Si la luz no sale del templo a alumbrar en las tinieblas de
nada sirve guardada. La muralla alrededor de la iglesia es el mensaje de la
Palabra de Dios, que contrasta radicalmente con los valores de este mundo.
Nehemías resalta un nombre en la
lista de los que colaboraron en la obra, Baruc hijo de Zabai (Neh 3:20). La
cualidad que llama la atención en Baruc era su fervor: "con todo fervor
restauró otro tramo". Es un buen ejemplo para el cristiano de hoy. Aportar para que se levante un testimonio
del Señor en la tierra, acercando su Palabra a personas concretas (es decir,
edificando), requiere entrega, ganas, deseos, entusiasmo. No hay proyecto que
merezca la pena tanto como éste. Porque
este es el único proyecto que da fruto para toda la eternidad. A Baruc no le
importo que otros no colaboraran con él, su fidelidad no dependía de que otros
quisieran ser fieles.
Hoy en día en algunas Iglesias evangélicas bajo la
apariencia del fino barniz con que lucen y brillan se siente la superficialidad
frívola con respecto a Dios, tomándolo en forma muy liviana como si fuera
nuestro gran cuate de intimidades, escondiéndose tras la racionalización de que
“nadie es perfecto” y diciéndoce “ ya
soy mucho mejor de lo que era antes” “bueno el entenderá porque no puedo
participar” “al fin al cabo soy mejor
que tal y tal” Amados hermanos Dios quiera que no lleguemos a tener estos
pensamientos porque entonces el enemigo está viviendo en nuestro campamento
nuestros muros están destruidos nadie se vuelve repentinamente vil.
Algunos seguidores de Cristo que no teniendo tiempo
para Dios se alejaron cada día más de Él, y hoy viven con los muros de sus
vidas rodeados de ruinas por tomarlo con ligereza y todo comenzó muy
lentamente. Primero se aflojo un
ladrillo o una parte de la mezcla.
Luego apareció una grieta en el muro.
Luego la parte agrietada se hizo trizas, y se abrió un agujero.
Después por causa del descuido, la maleza de la
carnalidad y del mundo comenzó a crecer a través del muro. Y poco a poco el
enemigo logro entrar a sus vidas sembrando sus horribles semillas de oposición
al reino de Dios. Tal vez nunca hayamos
sido muy buenos cristianos o tal vez si lo hayamos sido, Pero hermanos Dios
conoce nuestros dones y talentos, sabe lo que somos capaces de hacer para su
reino Él no nos pide más de lo que podemos darle hoy.
El estilo en que se escribió esta
lista de personas parecería monótono, pero lleva consigo una verdad muy
importante, porque resalta la atención divina hacia estas gentes en particular;
Dios tiene presentes a quienes le
sirven fielmente y cada uno de los actos que coadyuvan al extendimiento de su
reino; y al estar en mayor comunión con
Él a través de su Espíritu nuestros actos son más acordes a su voluntad,
escuchamos más claramente su voz y hacemos las cosas de manera más parecida a
como las haría Jesús para los demás; y entonces todo esto trae por añadidura
bendición a nuestras vidas y lo que hacemos es prosperado y nos va bien. Lo que hicieron estas gentes lidereadas por
Nehemías fue un esfuerzo sobrehumano. El
hecho de quedar registrados sus nombres nos habla de que Dios no pasa por alto
el servicio a nuestro prójimo con el cual nuestra fe toma vida no quedando
inerte en el discurso o en el tintero.
"Porque Dios no es injusto para olvidar
vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo
servido a los santos y sirviéndoles aún." (Heb 6:10)
Bibliografia:
Biblia de estudio “Dios habla
hoy” “SOCIEDADES
BIBLICAS UNIDAS 1994”
“Estudio Bíblico: Reparto del
trabajo de reedificación Nehemías 3:1-32 ESCUELA
BIBLICA (SIGUIENDO AL MAESTRO)
“Pásame otro ladrillo” Charles R. Swindoll (1980 Editorial Caribe Nashville,
TN 37214-1000)
Diccionario Expositivo Vine (1999 EDITORIAL CARIBE Nashville Tennessee. 2007 Grupo
Nelson)