sábado, 25 de mayo de 2019

Inicio de la reconstrucción de las murallas, A.I. Ricardo Ruiz O.


26 de mayo de 2019
Nehemías 3:1-16

El capítulo tres trata de cuarenta segmentos específicos del muro de Jerusalén que se desplaza en un movimiento de acuerdo con las manecillas del reloj desde la Puerta de las Ovejas en la esquina nororiental, cerca del estanque de Bethesda según (Jn.5:2)   La mayoría de los lugares específicos todavía son buenas suposiciones.   Por el trabajo arqueológico de Kathleen Kenyon en Jerusalén sabemos que este muro era de alrededor de 2,600 metros si no se incluyera el muro del norte, y de 4,150 metros si se incluye.     La mayor parte del muro era simplemente un trabajo de reconstrucción, en tanto que se construyó un nuevo muro oriental que se extendía a lo largo de la parte de arriba de la cordillera.  
Este nuevo muro se construyó rápidamente, pero tenía 2.75 metros de grosor.      La reconstrucción del muro de Jerusalén es el tema principal del libro de Nehemías y tomaremos para esta exposición solo algunas de las puertas o segmentos en que son descritas por su importancia y por lo que representan espiritualmente para edificación de nuestras vidas; no sin antes haber definido bíblicamente el significado de edificar y reconstruir y concluiremos asomándonos de vez en vez por la ventana de nuestro tiempo y espacio, para que reflexionemos sobre la reconstrucción espiritual en el caso específico de nuestra iglesia.
Existe una idea muy puntual de lo que es edificar y que el Señor Jesús en el Sermón del Monte nos presenta,  compara la respuesta que cada oyente podría dar a sus palabras a una obra de construcción: "cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca..." (Mt 7:24).
"Edificar" involucra necesariamente estos elementos: esfuerzo, sabiduría, trabajo, y constancia, hay que ponerse la camiseta y sudarla, es decir estar convencidos de que somos elegidos para ser verdaderos súbditos del Rey de reyes y Señor de señores con la plena conciencia de que no somos merecedores de este privilegio y que solo por voluntad de Dios al escogernos es que debemos estar dispuestos a entrarle a su causa, pero también se requieren ciertos conocimientos para edificar bien y no mal.
Es necesario saber qué hacer para no levantar un muro torcido. El hecho de edificar también sugiere todo un proceso: echando los cimientos, colocando ladrillo sobre ladrillo, y rematando con los carpinteros al final. Hace falta paciencia y constancia, porque hay toda una serie de pasos que seguir.
La idea de edificación se aplica no sólo un muro o una vida, sino también mostrar un testimonio de Dios en la tierra y diariamente nosotros construimos el muro de nuestra espiritualidad, el cual puede a veces quedar torcido, manchado de mezcla o caerse, y es necesario recurrir al maestro para que nos ayude a levantarlo, a enderezarlo y a limpiarlo. Cuando Jesús dice "edificaré mi iglesia" (Mt 16:18), anuncia que él gastará energías (a través de sus siervos, sosteniéndolos por su gracia), que transmitirá conocimientos (para que lo hagan bien), y que será un proceso de larga duración.      Esfuerzo, sabiduría. trabajo y constancia son los ingredientes esenciales.
Pablo dice a los corintios que había trabajado entre ellos como perito arquitecto (1 Co 3:10-15). Hacía falta conocer el oficio, dominar cierta información (tanto con respecto al contenido bíblico como la manera de acercarlo a las personas). También afirma que él puso el fundamento.      Esto se refiere a la predicación inicial del evangelio. Las personas necesitan, antes que nada, un mensaje acerca de su condición ante Dios y cómo establecer una relación verdadera con él mediante la fe en Cristo. La edificación de la obra del Señor empieza con el anuncio del evangelio, el mensaje de salvación.
Luego se levanta un edificio sobre el fundamento de la conversión.   Se puede hacer bien (con materiales de calidad como "oro, plata, piedras preciosas") o material inapropiado (con "madera, heno, hojarasca").    La calidad del material se evidencia con el fuego: "por el fuego será revelada" (1 Co 3:13). La palabra "día" ("el día la declarará") parece referirse a la luz en el día de la prueba: cualquier experiencia fuerte que ponga a prueba la calidad de la vida espiritual del cristiano, pero también en última instancia la prueba final del tribunal de Cristo.    
 Las crisis, como la enfermedad, la soledad, el divorcio, el desempleo, las fricciones familiares o laborales son equivalentes a la lluvia, los ríos, y el viento mencionados por Jesucristo en el Sermón del Monte, tumba la casa o golpea contra ella sin efecto relevante porque ahí esta el Señor para sostenernos.
El contraste entre las dos clases de materiales y los resultados consiguientes alude a dos maneras distintas de enfocar la atención espiritual hacia los creyentes.     Son dos prototipos de ministerio, para lograr el fortalecimiento de la iglesia.      Se puede enseñar doctrinas humanas y emplear métodos indignos del evangelio, pero será mucho mejor enseñar todo el consejo de Dios, dando ejemplo de vida espiritual y colaborando con Dios a cada paso, en lo que él quiere hacer para transformar la vida de los creyentes.
Pablo exhorta a los tesalonicenses a que se edifiquen mutuamente (1 Ts 5:11), y Judas dice lo mismo (Jud 20). Pablo alaba a los corintios por la manera en que se edifican en las reuniones a través del ministerio mutuo de la Palabra de Dios, tanto con la predicación (1 Co 14:4) como con la oración (1 Co 14:17).       La exhortación de Pedro: "sed edificados" (1 P 2:4-5). apunta a una actitud receptiva de parte de los que escuchan (deseos de la Palabra, hambre y sed espiritual, ganas de aprender), como también un compromiso de ministerio activo hacia otros hermanos de la congregación.    La idea es que en el cuerpo de Cristo todos han de ayudarse unos a otros: a crecer espiritualmente, a madurar en la fe, a alcanzar la "estatura de la plenitud de Cristo" (Ef 4:13).
Cada uno de nosotros debe reflexionar sobre las condiciones en que están los muros que protegen nuestras vidas contra las tentaciones y pasiones de este mundo: están deteriorados, están derribándose o yacen en ruinas;    solamente el Espíritu Santo puede ayudarnos a mirarnos al espejo para encontrar la verdad y lo más importante a iniciar la reconstrucción de nuestra vida espiritual, para que nuestra fe se fortalezca y en obediencia sirvamos con amor y reconstruyamos nuestra Iglesia.    El hace lo mejor que puede para llamarnos la atención sobre la condición en que se encuentran nuestros muros, pero algunas veces no oímos lo que nos dice.   Sin embargo, no somos tardos para oír, simplemente no lo oímos
Sería muy interesante preguntarnos a nosotros mismos ¿En dónde quedo esa hambre de saber de conocer a mi creador? cuando fuimos iniciados en el conocimiento del evangelio nuestra fe era muy fuerte y dispuesta a obedecer, ¿qué me ocurre ahora que tengo el conocimiento de quien es Dios y lo que espera de mí?, ¿Por qué no aflora en mí el hambre de enseñar al inconverso, de compartir el evangelio a los que están viviendo sin Dios?  
De edificar mi vida espiritual en la escuela de enseñanza bíblica y servirle activamente en la Iglesia, será simplemente porque esto implica el sacrificio de dejar de hacer otras cosas que no me edifican, pero me gustan más, o será que siento bonito venir a la Iglesia y no necesito sacrificar mi tiempo, mi esfuerzo, mi trabajo ¿para qué? involucrarme más si ya soy salvo.
 “La puerta de las ovejas” parece estar conectada con los ritos de los sacrificios     (Juan 5:2). Era probable que fuera la puerta más cercana al lugar donde se llevaban las ovejas para el sacrificio en el templo desde Belén.
Cuando Pedro dice que se dejen edificar como casa espiritual y como sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, parece indicar que los frutos que el ministerio mutuo han de producir son semejantes a los sacrificios levíticos (Lv:1-7) Si el holocausto anunciaba la entrega completa de la persona, el ministerio mutuo ha de fomentar la entrega completa de cada cual: "que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo..." (Ro:12:1).
Si el sacrificio por el pecado simbolizaba la confesión de pecado y la esperanza en la expiación completa de Cristo, entonces el ministerio mutuo ha de influir para animar la confesión y el perdón: "soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro..." (Col 3:13).
Si el sacrificio por la culpa enseñaba la importancia de la restitución, entonces el ministerio mutuo también debe promover iniciativas para arreglar las ofensas cometidas contra otros: "Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano..." (Mt 5:23-24).
Y hermanos si nosotros no estamos edificándonos y reconstruyéndonos cuando es necesario; cuidando nuestro crecimiento espiritual para servir a Dios de mejor forma, si estamos metiéndonos en problemas por cuestiones muy superfluas o estamos viviendo pecados ocultos que creemos que podemos ocultar a Dios y entre nosotros mismos no soportándonos los unos a los otros en amor,  como podemos esperar que el Espíritu Santo nos mueva a hacer efectiva nuestra fe para hacer lo bueno delante de Dios, a dejar el discurso y el confort y entrarle a la práctica, a dar un auténtico testimonio cristiano en el que nuestros hechos hablen más que nuestras palabras.
Edificar significa acercar la Palabra de Dios a la gente. Se trata de una atención espiritual personalizada, para ayudar a cada persona a echar mano de Cristo constantemente por la fe, andar con Cristo y honrarle en nuestras vidas. El apóstol Juan lo tenía muy claro: "si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros..." 
No es suficiente hacer cultos.    Algunos piensan que si mantenemos reuniones que incorporan los elementos de (Hch. 2:42) (doctrina de los apóstoles, comunión, partimiento del pan, oraciones), entonces hemos cumplido. La vida de iglesia, sin embargo, consiste en mucho más.     Si hemos de dar cuerpo a las bendiciones que fluyen de la cercanía al Dios viviente, haciendo que nuestra iglesia local (la ciudad "asentada sobre un monte que no se puede esconder", en palabras de Jesucristo) cumpla todas las funciones de la ciudad de Jerusalén, entonces es imprescindible un acercamiento personalizado hacia los hermanos de esta comunidad.
Cuando salimos de Príncipe de Paz soñábamos con una iglesia diferente que no fuera templo céntrica, que no se encerrara en las cuatro paredes del templo pensando que el Señor se conforma solamente en el culto que le rendimos con nuestra confesión de pecados, alabanzas, oración, eucaristía y la predicación de su palabra solamente para los que estamos dentro;   el Señor demanda de nosotros que en nuestro tiempo traigamos los nuevos frutos, los nuevos creyentes a eso hemos sido llamados esa es el eje rector del reino de Dios en la tierra de lo contrario nuestro culto de adoración está incompleto. Se imaginan si los que no nacimos en una cuna cristiana no nos hubiera hablado alguien, no estaríamos aquí disfrutando la bendición de ser hijos del Dios viviente.   
 “La puerta del pescado” Esta podría ser otra puerta en el muro del norte que comunicaba a un camino que llevaba al mar de Galilea y/o a la ciudad de Tiro, porque esta era la fuente de la mayor parte de los pescados para Jerusalén.      Los hijos de Sena edificaron esta puerta; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. Junto a ellos restauro Meremot hijo de Urias, hijo de Cos, y al lado de ellos restauro Mesulam hijo de Berequias, hijo Mesezabeel, Junto a ellos restauro Sadoc hijo de Baana. E inmediato a ellos restauraron los Tecoitas; pero sus grandes no se presentaron para ayudar a la obra de su Señor.
Edificar significa esforzarse para algo que va más allá de la familia y el trabajo. En medio de una infinidad de problemas. De pura supervivencia los judíos que volvieron de Babilonia con Zorobabel estaban continuamente tentados a replegarse en lo íntimo, lo personal y familiar.    Era demasiado difícil levantar el templo del Señor de nuevo, con tantos enemigos alrededor y tan pocos medios materiales.    Los profetas Hageo y Zacarías, sin embargo, recuerdan al pueblo que Dios honra a los que le honran, y que ese "honrar al Señor" pasa por trabajar seriamente para levantar un testimonio para su nombre. Si los creyentes colaboran en la reconstrucción con fervor, habrá bendiciones ahora y la certeza de bendiciones aún más grandes en el futuro.

En este tiempo, hay cristianos que limitan su compromiso espiritual a la asistencia al culto y algunas reuniones. A veces hay buenas razones: los horarios laborales son cada vez más absorbentes, y muchas veces los dos cónyuges tienen que trabajar.    Para algunos, la distancia entre el hogar y el templo acaba cansando y debilitando la implicación en las cosas del Señor. Algunos están de vuelta de experiencias muy dolorosas y de sobre compromiso con la iglesia en el pasado, y no quieren cometer los mismos errores.
Otros se sienten limitados por las necesidades de sus niños pequeños. Otros simplemente sienten hastío respecto a la vida eclesial, y no ven motivos para asistir a más reuniones todos ellos pensando que es mejor no involucrarse tanto para evitar problemas dolorosos que afecten nuestra fe y la de nuestros hermanos.
Es decir, nos negamos a reconstruir nuestras vidas cuando sabemos que estamos sujetos a constantes pruebas que nos pueden tambalear y hasta hacer caer pero en lugar de apoyarnos y ayudarnos a levantar los unos a los otros guiados por el Espíritu Santo, hasta nos alegramos de lo que nos pasa,   no echamos mano de nuestra fe y de la presencia del Espíritu en nuestra vida, para pedirle su consejo y dirección; escuchamos la vos del orgullo, de la soberbia y la vanagloria, olvidándonos de la humildad, la mansedumbre y la bondad que nos enseñó Jesucristo.
Reconstruir es no dejarnos vencer por tentaciones, problemas y enfriamientos espirituales que solemos tener los cristianos en algunas pruebas muy duras de nuestra vida. Es refugiarnos en la oración y la Escritura para que Dios nos hable, es apoyarnos en los hermanos que interceden por nosotros para que el Señor nos consuele nos haga ver nuestro error y nos restaure (1 Jn 1:7).

“La torre de los hornos” Este es otro ejemplo de ciertas profesiones perfumeros, panaderos que se ubican en la misma área (calle de los Panaderos» Jeremías 37:21). Aparentemente el muro reubicado pasaba por una calle comercial. Los que hacían negocios en esa calle ayudaron a construir el muro cerca de sus negocios.
Lo que se aprecia el número de personas que anteponen el proyecto de edificar a sus propios intereses. Hay plateros, perfumeros, y comerciantes que dejan sus negocios habituales para dedicar dos meses a levantar la parte del muro que se les ha asignado (Neh 3:8,31-32). También hay oficiales municipales y provinciales, desde gobernadores a humildes funcionarios, que abandonan sus tareas administrativas durante un tiempo para dar prioridad a la edificación. Dios nos da sabiduría y fuerzas físicas para hacerlo.
No existe ninguna disyuntiva entre lo sagrado y lo secular. El creyente vive para Cristo en todas las esferas, buscando honrarle en su trabajo, en su familia, con su dinero, en su tiempo de ocio, y en sus amistades.    En todo, sin embargo, siempre se esforzará para bendecir a otras vidas. Participará activamente en su iglesia local para desde la iglesia acercarse intencionadamente a alguien, con el fin de ayudar al otro a conocer mejor a Jesucristo.
“El sumo sacerdote Eliasib” Es el nieto de Jesúa, que era el sumo sacerdote sobre Zorobabel. Esto deja ver que los sacerdotes y levitas estaban involucrados activamente en la reconstrucción del muro, especialmente en esa porción cerca del templo.    Para ellos puede significar construir o reconstruir, o incluso reparar.     Es probable que este fuera un acto simbólico de los líderes sacerdotales para mostrar su apoyo personal y enérgico para la construcción del proyecto.       Los sacerdotes y líderes de la Iglesia no solo trabajaron en reconstruir espiritualmente al pueblo de Dios, sino que dejaron su vestimenta sacerdotal y se pusieron el overol para liderear la reconstrucción del muro ordenada por Dios.
En la edificación del testimonio del Señor, los obreros, ancianos, y colaboradores son catalizadores para que la obra se lleve a cabo, aunque no hacen toda la obra. En tiempos de Nehemías, el primero en levantarse a poner manos a la obra fue Eliasib, el sumo sacerdote, con "sus hermanos los sacerdotes" (Neh 3:1).    
 Luego los sacerdotes, los levitas, y los sirvientes del templo ocupan un lugar destacado en todos los tramos de la muralla (Neh 3:17,22,26,28)   Esto sugiere el principio espiritual de que los responsables en la iglesia local han de avivar el progreso de la obra. Esto lo hacen primero con su ejemplo de carácter cristiano: "no como teniendo señorío sobre los que están bajo vuestro cuidado. Sino siendo ejemplos de la grey" (1 P 5:3) Así el apóstol pudo decir, "por tanto, os ruego que me imitéis" (1 Co 4:16)
Los guías de las iglesias también adelantan la obra con su enseñanza de la Palabra. Hageo y Zacarías profetizaron en su día, y como resultado los judíos se levantaron y comenzaron a reedificar la casa de Dios (Esd 5:2) Los pastores y maestros están puestos en las iglesias para "perfeccionar a los santos para la obra del ministerio" (Ef 4:12) La obra del ministerio es de todos los santos: todos participan, pero los pastores y maestros los capacitan para que los demás sepan qué hacer y lo hagan bien.
La formación para la obra parte, en primer lugar, de un ejemplo de vida cristiana coherente.   Luego se articula con la enseñanza de la Palabra, y se dinamiza con un ejemplo de servicio activo e incansable (1 Co 16:15-16). Habiendo sentado estas bases, aun se requiere algo más. Cuando (Heb 13:17) habla de los pastores que velan por las almas de los fieles, y que han de dar cuenta al Señor de su pastoreo, sugiere la necesidad de un "sobre ver" (siendo ellos los episkopoi, los sobreveedores, del rebaño)
Los responsables: además de que se convoquen las reuniones estipuladas, para que todas las facetas de la vida de iglesia cumplan tres propósitos: 1) que sean fieles a las exigencias bíblicas, 2) que tomen en cuenta las personas particulares que configuran la congregación, y 3) que el programa de la iglesia se ajuste para que estas personas desde su contexto y con su bagaje personal avancen en su amor a Jesucristo.      Este último punto exige una supervision constante de las distintas actividades eclesiales, para asegurar que no se programe sólo por inercia, sino movidos por el Señor y sensibles a la dirección del Espíritu. Entonces se podrá modificar el programa de la iglesia donde sea necesario.
Edificar significa centrarse en la iglesia local. Nehemías levanta las murallas de Jerusalén porque esta ciudad era el lugar escogido por Dios para manifestar su nombre y nos ha traído hasta aquí para que aquí edifiquemos a las mujeres y hombres elegidos por Él y si no escuchan la Palabra como habrán de creer?   En el Nuevo Testamento encontramos que Pablo insiste a Timoteo que la iglesia (es decir, la iglesia local, la de Éfeso en este caso) es "columna y baluarte de la verdad" (1 Tim 3:15) La concreción histórica y geográfica del pueblo de Dios es lo que permite manifestar la virtud de Jesucristo ante los ojos de la sociedad.
Cuando Jesús dice a sus discípulos que "en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn 13:35) se refiere a la expresión tangible del amor entre un grupo concreto de personas conocidas. La dinámica local testifica de la grandeza del Señor.
“Los varones de Jericó” Hay varios grupos que se mencionan de distintas ciudades de Judá. Parece que estos grupos distintos trabajan en la sección del muro y puerta que están más cerca de su ciudad natal
Llama la atención la participación de personas que vienen de otros lugares para trabajar en el muro de Jerusalén. Hay hombres de Jericó de Tecoa de Gabaón y Mizpa de Zanoa . Hay una referencia a los "varones de la llanura" Para todos ellos, Jerusalén era lo más importante, porque iba a ser el lugar donde Dios se manifestaría una vez más a través del ritual del templo (aun sin el arca de la alianza, que había desaparecido).
Hay muchas maneras de plantear un servicio todos unidos, como una familia. El fundamento de ello es la visión de llegar todos juntos a la meta, aunque esto signifique ir más despacio a veces.     Así fue la visión de Jacob, que por un tiempo tuvo que avanzar "al paso de los niños", para que toda la familia llegara sana y salva.  El servicio no es de uno solo; si puede ser un ejercicio compartido, la bendición espiritual será mayor a la larga. 
Lo más importante ahora es comprender que cada uno de nosotros somos el templo donde habita el Espíritu Santo, y que la Iglesia somos el Espíritu Santo y cada uno de nosotros habitando en nuestro cuerpo material y ahora este cuerpo móvil convertido en iglesia debe salir de estas cuatro paredes para cumplir la voluntad del Señor de ir y predicar el evangelio a toda criatura.
A veces hay fuerzas físicas, una mente despejada, y un horario que permite muchos compromisos. En esas temporadas, conviene servir mucho, en muchas cosas, con el fin de bendecir a muchas vidas. En otros momentos, sin embargo, las fuerzas flaquean. Se dan enfermedades, surgen problemas a nivel familiar o laboral, o hace falta cuidar a la abuela. La madre con niños pequeños se encuentra limitada, como para servir al Señor haciendo muchas cosas por allí fuera.
Sean cuales fueren las limitaciones impuestas por las circunstancias de la vida, sin embargo, siempre hay alguien en cuya vida el creyente puede influir para bien. Un vecino de habitación en el hospital, un compañero de trabajo, una dependienta donde se compra el pan.     Edificar significa asumir el compromiso de bendecir a otra persona, a tocar otra vida, aunque las circunstancias hayan reducido el círculo de contactos al mínimo. Siempre se puede edificar en alguien elegido por Dios.
“La puerta vieja” La Biblia de Jerusalén la llama “La puerta del barro nuevo” corrupción de Mishne, en tanto que otras traducciones simplemente usan el término hebreo Jeshana, que es una aldea al norte de Jerusalén (posiblemente estaba en la esquina noroeste de la recién rodeada ciudad. La raíz también puede significar “viejo”. La puerta vieja o la puerta de Jeshana es sinónimo con la puerta de Efraín.
Edificar es una vocación vitalicia; el creyente nunca se jubila de ello. Los tecoítas restauran una porción del muro (aun sin sus dirigentes, (Neh 3:5), pero luego restauran otro tramo más (Neh 3:27). Son incansables. Tienen "nervio" para hacer el bien. Su iniciativa nos recuerda que siempre habrá más cosas que edificar: más vidas que tocar, más temas en que profundizar.        
Edificar se refiere al acercamiento intencionado a otras personas con el fin de ayudarlas a crecer en Cristo.    Hay conocimientos que transmitir, costumbres que demostrar, hábitos de vida que comunicar. La plena formación espiritual de un ser humano dura toda la vida, y un creyente con más experiencia en la fe siempre puede aportar algo para que el proceso siga adelante.
Si la sal ha de frenar la putrefacción del mundo, tiene que ser diferente al mundo. Si la sal se vuelve insípida, no sirve para nada. Si la luz no sale del templo a alumbrar en las tinieblas de nada sirve guardada. La muralla alrededor de la iglesia es el mensaje de la Palabra de Dios, que contrasta radicalmente con los valores de este mundo.
Nehemías resalta un nombre en la lista de los que colaboraron en la obra, Baruc hijo de Zabai (Neh 3:20). La cualidad que llama la atención en Baruc era su fervor: "con todo fervor restauró otro tramo". Es un buen ejemplo para el cristiano de hoy.    Aportar para que se levante un testimonio del Señor en la tierra, acercando su Palabra a personas concretas (es decir, edificando), requiere entrega, ganas, deseos, entusiasmo. No hay proyecto que merezca la pena tanto como éste.   Porque este es el único proyecto que da fruto para toda la eternidad. A Baruc no le importo que otros no colaboraran con él, su fidelidad no dependía de que otros quisieran ser fieles.
Hoy en día en algunas Iglesias evangélicas bajo la apariencia del fino barniz con que lucen y brillan se siente la superficialidad frívola con respecto a Dios, tomándolo en forma muy liviana como si fuera nuestro gran cuate de intimidades, escondiéndose tras la racionalización de que “nadie es perfecto” y diciéndoce  “ ya soy mucho mejor de lo que era antes” “bueno el entenderá porque no puedo participar”  “al fin al cabo soy mejor que tal y tal” Amados hermanos Dios quiera que no lleguemos a tener estos pensamientos porque entonces el enemigo está viviendo en nuestro campamento nuestros muros están destruidos nadie se vuelve repentinamente vil.
Algunos seguidores de Cristo que no teniendo tiempo para Dios se alejaron cada día más de Él, y hoy viven con los muros de sus vidas rodeados de ruinas por tomarlo con ligereza y todo comenzó muy lentamente.   Primero se aflojo un ladrillo o una parte de la mezcla.   Luego apareció una grieta en el muro.    Luego la parte agrietada se hizo trizas, y se abrió un agujero. 
Después por causa del descuido, la maleza de la carnalidad y del mundo comenzó a crecer a través del muro. Y poco a poco el enemigo logro entrar a sus vidas sembrando sus horribles semillas de oposición al reino de Dios.   Tal vez nunca hayamos sido muy buenos cristianos o tal vez si lo hayamos sido, Pero hermanos Dios conoce nuestros dones y talentos, sabe lo que somos capaces de hacer para su reino Él no nos pide más de lo que podemos darle hoy.
El estilo en que se escribió esta lista de personas parecería monótono, pero lleva consigo una verdad muy importante, porque resalta la atención divina hacia estas gentes en particular;     Dios tiene presentes a quienes le sirven fielmente y cada uno de los actos que coadyuvan al extendimiento de su reino;   y al estar en mayor comunión con Él a través de su Espíritu nuestros actos son más acordes a su voluntad, escuchamos más claramente su voz y hacemos las cosas de manera más parecida a como las haría Jesús para los demás; y entonces todo esto trae por añadidura bendición a nuestras vidas y lo que hacemos es prosperado y nos va bien.     Lo que hicieron estas gentes lidereadas por Nehemías fue un esfuerzo sobrehumano.  El hecho de quedar registrados sus nombres nos habla de que Dios no pasa por alto el servicio a nuestro prójimo con el cual nuestra fe toma vida no quedando inerte en el discurso o en el tintero. 
"Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún." (Heb 6:10)


Bibliografia:
Biblia de estudio “Dios habla hoy” “SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS 1994”
“Estudio Bíblico: Reparto del trabajo de reedificación Nehemías 3:1-32   ESCUELA BIBLICA (SIGUIENDO AL MAESTRO)
“Pásame otro ladrillo” Charles R. Swindoll  (1980 Editorial Caribe Nashville, TN 37214-1000) 
Diccionario Expositivo Vine (1999 EDITORIAL CARIBE Nashville Tennessee. 2007 Grupo Nelson)

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