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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 27 de agosto,
19 hrs.
Modera: Hno. Facundo Pérez V.
Llamamiento: Salmo 111
Oración de ofrecimiento
Himno: “Más allá del sol” (651)
Círculo de oración y
testimonios
Lectura bíblica: Nehemías 10.35-39
Tema: Un pacto con visión de futuro
A.I. Rubén Núñez C.
Himno:
“Ahora soy de Cristo” (281)
Ofertorio
Bendición pastoral
LAS DIFICULTADES ESPIRITUALES DE LA
COMUNIDAD (II)
John Bright
C
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uando la esperanza
cedió al desaliento, debió crecer sin duda el sincretismo. Entre los jefes
espirituales se abrió paso el sentimiento de que se hacía necesaria una
división dentro de la comunidad (Is 65,8-16; 66,15-17). No es sorprendente que
en este ambiente el ideal profético de la misión del siervo de Yahvé tuviera
menos peso.
Aunque
hubo profetas que clamaron por la admisión en la comunidad de los extranjeros
que desearan aceptar las exigencias de la ley (Is 56.1-8) y que veían en el
futuro el tiempo en que mu chos de ellos serían recibidos (Is 66.18-21; Za 2.11;
8.22 ss.), se corría el peligro inmediato de que la comunidad, a través de la
asimilación de prácticas extranjeras, perdiera su propia integridad.
Otros
líderes, en consecuencia, considerando el contacto con la población indígena
como contaminación, urgieron que se suprimiera por completo (Ag 2,10-14).
A
la vista de todo esto, la interrupción de las obras del Templo no era una cosa
trivial. La comunidad necesitaba desesperadamente un punto focal alrededor del
cual centrar su fe. Los profetas pudieron hablar de un Dios demasiado grande
para ser contenido en un templo, y cuyas exigencias eran justicia y humildad
más que formas externas (Is 57.15 ss.; 58.1-12; 66.1 ss.).
Pero
la comunidad no podía permanecer indiferente a las formas externas,
concretamente al Templo, si había de continuar como comunidad. En realidad, no
habría para ella una «nueva edad», ni siquiera un futuro, hasta que no
estuviera preparada para emprender en el presente una acción tangible y más
bien terrena, en una palabra, la construcción del Templo. Sin embargo, las
perspectivas para esta empresa no eran buenas.
Entre
la pobreza, el desaliento y el letargo, quedaba poco coraje para el esfuerzo.
La mayor parte de la población parecía sentir que los tiempos no eran propicios
para emprender nada (Hag 1.2). Los dirigentes judíos tenían, sin embargo,
entera conciencia de la importancia de acabar el Templo, y no descansaron hasta
que no fue una realidad. Dieciocho años después de la primera expedición de
Babilonia, su fe y su energía, ayudada por un cambio en los sucesos del mundo,
consiguió animar al pueblo a reanudar el trabajo. Unos cuatro años más tarde el
Templo estaba terminado. Sin embargo, paradójicamente, el logro de este éxito
fue obtenido mediante una amarga desilusión.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
septiembre: confesar
los errores históricos del pueblo y la nación
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