sábado, 26 de octubre de 2019

Nehemías 11.15-36 / Hebreos 12.14-24

15-18 De los ayudantes de los sacerdotes se quedaron en la ciudad de Jerusalén doscientos ochenta y cuatro en total. Entre ellos estaba Semaías, cuyos antepasados fueron Hasub, Azricam, Hasabías y Binuy.
Abdá, cuyos antepasados fueron Samúa, Galal y Jedutún, también se quedó. Con él se quedaron Sabtai y Jozabad, dos de los jefes de los ayudantes de los sacerdotes. Ellos dirigían el trabajo de la parte exterior del templo. Otro ayudante que se quedó fue Matanías, que era el director del coro y cantaba alabanzas a Dios a la hora de la oración. Los antepasados de Matanías fueron Micaías, Zabdí y Asaf. También se quedó Bacbuquías, ayudante de Matanías.
19 De los vigilantes de las entradas se quedaron Acub y Talmón, junto con sus parientes. En total eran ciento setenta y dos vigilantes. 20 El resto de los israelitas y los demás sacerdotes y ayudantes se quedaron a vivir en sus propiedades, que estaban en otras poblaciones de Judá. 21 Pero los servidores del templo de Dios, cuyos jefes eran Sihá y Guispá, se quedaron en Ófel.
22 El jefe de los ayudantes de los sacerdotes que vivían en Jerusalén era Uzí, cuyos antepasados fueron Baní, Hasabías, Matanías, Micaías y Asaf. Este grupo estaba a cargo del canto en los cultos del templo. 23 El rey les había dado a los cantores instrucciones de cómo debían cumplir sus tareas diarias.
24 Petahías, descendiente de Mesezabel, Zérah y Judá, era el representante del pueblo delante del rey.

25 Algunos de la tribu de Judá se quedaron a vivir en los siguientes pueblos y aldeas de alrededor: Quiriat-arbá, Dibón, Jecabseel, 26 Josué, Moladá, Bet-pélet, 27 Hasar-sual, Beerseba, 28 Siclag, Meconá, 29 En-rimón, Sorá, Jarmut, 30 Zanóah, Adulam, Laquis, Azecá. Todos ellos se establecieron desde Beerseba, al sur, hasta el valle de Hinom, al norte. 31 Los de la tribu de Benjamín se quedaron a vivir en los siguientes pueblos: Gueba, Micmás, Aías, Betel y sus aldeas.

32 También se quedaron algunos en los siguientes pueblos: Anatot, Nob, Ananías, 33 Hasor, Ramá, Guitaim, 34 Hadid, Seboím, Nebalat, 35 LodOnó y el Valle de los Artesanos.
36 Algunos ayudantes de los sacerdotes, que vivían en Judá, se fueron a vivir en el territorio de la tribu de Benjamín.
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14 Traten de vivir en paz con todos, y de obedecer a Dios; porque si no lo hacen, jamás lo verán cara a cara. 15 No dejen que nadie se aleje del amor de Dios. Tampoco permitan que nadie cause problemas en el grupo, porque eso les haría daño; ¡sería como una planta amarga, que los envenenaría! 16 Ninguno debe tener relaciones sexuales prohibidas ni despreciar a Dios. Eso fue lo que hizo Esaú, pues cambió sus derechos de hijo mayor[a] por un plato de comida, 17 y cuando quiso que su padre le reconociera esos derechos, él no se los reconoció. Esaú lloró mucho, pero ya no había nada que hacer.
18 Ustedes no se acercaron al monte Sinaí, el cual se podía ver y tocar, y en el que había fuego, oscuridad, tinieblas y tormenta. 19 Tampoco oyeron el sonido de una trompeta, ni la voz de Dios dándoles mandamientos. Los que oyeron esa voz en el monte Sinaí pedían que se callara, 20 pues no podían obedecer el mandamiento que les ordenaba: "Deberán matar a pedradas, o con una lanza, a cualquier persona o animal que ponga un pie en este monte". 21 Tan terrible fue lo que ellos vieron en ese monte, que Moisés mismo dijo: "Estoy temblando de miedo".
22 Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión y a la ciudad de Dios, quien vive para siempre. Ésa es la ciudad de Jerusalén, que está en el cielo. Allí hay miles de ángeles que alaban a Dios, 23 y allí están todos aquellos a quienes Dios trató como a hijos, y a quienes les dio el derecho de vivir en el cielo. Ustedes se han acercado a Dios, quien juzgará a todo el mundo. También se han acercado a los espíritus de las personas buenas que Dios hizo perfectas. 24 Se han acercado a Jesús, y recuerden que, por medio de él, Dios hizo un nuevo pacto con ustedes. Gracias a la sangre que Jesús derramó al morir, hemos sido perdonados de nuestros pecados. Por eso Jesús es mejor que Abel, pues la sangre de Abel no ofrece perdón, sino que pide venganza.

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