EL LIBRO DE JOB (1965)
Jorge Luis Borges
Dice Froude, en su estudio sobre el Libro de Job, basado en dos versiones literales alemanas del Libro, una del orientalista Ervald, que el Libro de Job es la obra más alta de todas las literaturas humanas y lo pone por encima de Shakespeare, de Dante, de la Ilíada, la Odisea y la Eneida. En cuanto a la fecha del autor se sabe muy poco. Algunos lo retraen a la época patrimonial. Don Francisco de Quevedo lo supone anterior a Moisés; dice que Moisés tradujo el Libro de algún dialecto semítico al hebreo y que en cuanto a los dos primeros capítulos en que se refiere al diálogo de Dios con sus ángeles y que Moisés puso en verso, se deben a una revelación especial de Moisés. Quevedo creía (desde luego actualmente nadie puede aceptar esta conjetura, que para Quevedo no pasa de tal) que el Libro de Job fue escrito por el mismo Job y cita en su apoyo algunos pasajes en que dice “...que ojalá su obra fuera grabada en láminas de plomo o de bronce...” y dice "...que sólo Job pudo escribirla con autoridad...". […]
Job es un varón de la tierra de Hus, de Idumea. Es un hombre recto y temeroso de Dios; se nos dice sus virtudes y luego su riqueza material. Se habla de los siete mil camellos, siete mil asnos, siete mil ovejas; se habla de sus hijos también, del respeto que todos, muy justamente, le tenían, y luego, de pronto, pasamos a un prólogo en el Cielo. Como se lee en el Fausto de Goethe, "Prolog in Himmel". Así Dios conversa con sus ángeles y pregunta a uno de ellos: “¿Satanás, que has estado haciendo?” (desde luego, se presume que Dios ya sabe la contestación) y Satanás le dice que “...ha estado rodeando la tierra, cercando la tierra” y Dios le pregunta “si en la tierra ha visto a alguien semejante a su siervo Job, temeroso de Dios..." y Satán le dice que"...finalmente, no es tan raro que Job quiera y respete tanto a Dios ya que Dios lo ha colmado de venturas, de toda suerte de venturas morales y materiales; pero que si Dios retirara su mano de él, entonces, quizá Job no sería tan virtuoso, ni lo querría tanto...”. […]
Veamos ahora las tres interpretaciones posibles del texto. La primera es la que prevaleció hasta el siglo XIX. Podría expresarse en unos versos de Quevedo que dicen:
y cuidados ansiosos y mortales
cargan, mas no doblan nobles
cuellos,
Dios está solo encima de los males
y el varón que los sufre encima
de ellos...
El Libro de Job sería así
una suerte de fábula del estoicismo; leemos que el hombre debe sufrir y no
perder su fe. El mismo Job dice: “...aunque me mate -refiriéndose a Jehová-
creeré en Él...”.
En el tratado de Quevedo “La
constancia y los padecimientos del Santo Job” él ve, además, en Job una
prefiguración de Cristo y de los todavía futuros mártires. Luego llegamos al
siglo XIX y entonces se propone otra interpretación de la obra. El tema central
de la obra no sería la explicación del mal. Evidentemente, si Dios es justo, si
Dios es omnipotente, ¿por qué existe el mal en el mundo?
Leibniz, en el siglo XVIII, buscó
explicaciones al mal, imaginó una biblioteca que constaba de mil volúmenes,
pero esos mil volúmenes eran mil ejemplares de la Eneida; ahí la Eneida
está tomada como libro perfecto. Dice: “...esa biblioteca compuesta de mil
ejemplares de la Eneida sería inferior a una biblioteca en la cual
hubiera, no sólo la Eneida, sino obras muy inferiores a ella; esta
segunda biblioteca sería superior en variedad a la primera”.
Pero esto no toma en cuenta que
los libros, mientras no se leen son cosas muertas, son objetos. En cambio, para
un hombre, ser malvado, ser estúpido y ser, acaso, condenado al infierno, es un
mal; de modo que este argumento de la variedad no parece muy convincente. Se ha
usado, también un argumento tomado de la pintura; se ha dicho que en un cuadro
hay pequeñas zonas oscuras, opacas, y que estas zonas son necesarias para la
armonía del conjunto. Se ha dicho que en la música puede haber discordancias —es
el mismo argumento repetido— pero este argumento carece de valor si pensamos en
un ser humano, si pensamos que ninguno de nosotros querría ser el peor volumen
de la biblioteca, una discordancia o una mancha oscura.
Descartada la interpretación de
que el autor se ha propuesto justificar el mal (además, en el texto, Dios no
justifica lo que ha hecho, Dios simplemente confunde con su temor y su gloria
al pobre Job, no le da absolutamente ninguna explicación), queda la otra
explicación que ha sido sugerida por Max Brod, en un libro sobre Judentum
und Chistentum. Es ésta: esos dos pasajes, que algunos han creído
interpolaciones sobre el Behemot y el Leviatán, no son tales sino que encierran
lo esencial del argumento. Porque Dios, al describir el Leviatán, pregunta: “...quién
abrirá las puertas de su cara...”. Es decir, quién se animará a abrir la boca
de la ballena y luego habla no sólo de lo extraño que es, sino de su belleza, y
compara a los ojos de ese monstruo, mitad zoológico, mitad fantástico, con los
párpados de la mañana.
Según esta interpretación, esos
monstruos, que no son necesarios al argumento, figurarían allí, no como una
prueba de la grandeza de Dios, que es capaz de crear al elefante y a su fuerza
y, sin embargo, lo hace comer pasto como a los bueyes y puede destruirlo, que
es capaz de crear a la ballena y matarla; vendrían a ser, de algún modo, por lo
mismo que son poderosos, monstruos, sobre todo incomprensibles (ya que no se ve
qué razón puede haber para que existan en el Universo y que puedan servir a la
economía divina), símbolos de Dios.
Según esta tercera
interpretación, que creo verdadera. Dios declara, por medio de esas
descripciones, que Él es inescrutable, es decir, que la naturaleza de Dios no
tiene por qué ser comprendida por el hombre.
Hablar de la justicia o de la
bondad de Dios ya es una suerte de atrevimiento: es aplicar una medida humana a
la divinidad. Creo que Huxley dice: “...no hay ninguna razón para que un hombre
inteligente en el siglo XX comprenda al universo, es decir, comprenda a Dios...”
y creo que el verdadero, aunque acaso inconsciente propósito del Libro de
Job, fue insistir en lo inexplicable e inescrutable de Dios. Dios no se
justifica, declara su poder, evoca los ejemplos del Behemot y del Leviatán, no
dice una palabra de la razón de las pruebas a que ha sometido a Job por su
diálogo con el diablo.
Es decir, ese libro vendría a ser
un libro escéptico, no en el sentido de que se niegue la existencia de Dios,
sino en el de que no podemos comprender o medir a Dios; el universo existe,
nuestras desdichas y a veces, felicidades, raras veces felicidades, existen, no
sabemos por qué, salvo que hay un sentido moral que nos dice que debemos obrar
de un modo y no de otro.
Es decir, Job, al ser un varón
justo ha tenido razón. Yo creo que esta última explicación es la verdadera.
Pero querría recordar, también, antes de concluir que hay dos maneras de
razonar, que un comentador de Joyce ha llamado “El pensamiento del día” y “El
pensamiento de la noche”.
Aquí ya tenemos un pensamiento
abstracto, pero la imaginación hebrea, por lo mismo que era muy vívida, estaba
acostumbrada a pensar por medio de metáforas, y por eso la lectura del Libro
de Job es difícil. A veces uno no sigue fácilmente los argumentos; Job y
sus amigos no discuten directamente, emplean palabras abstractas, imágenes como
aquellas que he citado sobre “la patria de la nieve”, “los párpados de la mañana”
o “el monstruo que puede beber de un trago el río Jordán”. Es decir, en el Libro
de Job tendríamos una tentativa, una antigua tentativa de pensar de modo
abstracto pero el autor es, ante todo, un poeta, un gran poeta. Tiende a pensar
por medio de metáforas. Aun Platón, en aquel admirable diálogo que narra el último
día de Sócrates, pasa de los razonamientos en favor de la inmortalidad del alma
a los mitos sobre el río Leteo o el Tártaro. Es decir, los griegos podían
pensar en ambos planos: en el de las imágenes y en el de los razonamientos
abstractos. En el Libro de Job el poeta está razonando, pero, felizmente
para nosotros, está poetizando. Creo que si hay un libro en el mundo que merece
la palabra sublime ése es el de Job.
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SE INFORMA QUE, TENTATIVAMENTE, LOS CULTOS PRESENCIALES SE REANUDARÁN EL DOMINGO 23 DE AGOSTO A LAS 12 HRS., SIGUIENDO TODAS LAS INDICACIONES SANITARIAS QUE SE COMPARTIRÁN EN SU MOMENTO.
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