Domingo de resurrección
4 de abril, 7 hrs.
Preside: Hna. Alicia Almeida Páez
Introito
Porque no dejarás mi alma en el Seol,
ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me
mostrarás la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre.
Salmo 16.10-11
Preludio: Hno. Jacobo Núñez Cabrera
¡Celebramos
la vida del Señor!
Desde el principio, Dios había decidido que Jesús sufriera, y que fuera entregado a sus enemigos. Ustedes lo ataron y lo entregaron a los romanos, para que lo mataran. ¡Pero Dios hizo que Jesús resucitara! ¡Y es que la muerte no tenía ningún poder sobre él!
Hechos 2.23.24
Oración de ofrecimiento
Himno “Ya la batalla terminó” (194)
¡Anunciamos
la esperanza en la resurrección!
Lectura
del Nuevo Testamento: Mateo 28.1-15
Reflexión
bíblica
A.I.
Edith Martínez Vázquez
Himno “Canta
aleluya al Señor” (185)
Oración
de gratitud
Bendición
pastoral
Dios destruirá para siempre
el poder de la muerte.
Dios secará las lágrimas de todos
y borrará la vergüenza de su pueblo
en toda la tierra.
Isaías
25.8
Bendición
coral congregacional
Himno “Ved al Cristo, rey de gloria” (229)
Postludio
ACOMPAÑAMIENTO BÍBLICO
· El primer día de la
semana (lit. “el uno de la semana”) hace alusión, como en todos los
evangelistas, al primer día de la creación (Gn 1.5). Comienza el mundo nuevo,
la creación definitiva. Las dos mujeres, las mismas que habían sido testigos de
la sepultura, han observado el descanso judío; no han roto aún con la
institución que ha crucificado a Jesús. Van a visitar el sepulcro y esto las
hace testigos de los sucesos.
· EI temblor de tierra,
como en la crucifixi6n (27.51), es señal de la teofanía o manifestaci6n divina.
Anticipadas por la oración de Getsemaní y la transfiguraci6n, la muerte de
Jesús y su resurrección muestran los dos aspectos complementarios de la misma
teofanía: la muerte a manos de sus enemigos manifiesta el amor que da su vida
(debilidad del amor); el sepulcro vacío, señal de la resurrección, el amor que
da vida (fuerza del amor).
Domingo 4 de abril, 12 hrs.
Preside: Hna. Feve Hernández Pérez
Introito
Dios
dice:
“Mi
pueblo me ama y me conoce;
por eso yo lo pondré a salvo.
Cuando me llame, le responderé
y estaré con él en su angustia;
lo libraré y lo llenaré de honores,
le daré muchos años de vida,
y lo haré gozar de mi salvación”.
Salmo 91.14-16
Preludio: Hno. Jacobo Núñez Cabrera
Dios
reafirma la supremacía de la vida
Llamamiento
Ministra:
Dios
entregó a Jesús para que muriera por nuestros pecados, y lo resucitó para que
fuéramos declarados inocentes.
Respuesta:
Al ser
bautizados, morimos y somos sepultados con él; pero morimos para nacer a una
vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el Padre lo resucitó
con gran poder.
Todos/as: Sabemos que Jesucristo resucitó, y que nunca más volverá a morir, pues la muerte ya no tiene poder sobre él.
Romanos
4.25, 6.4,9
Himno “Iglesia
de Cristo” (205)
Oración
de ofrecimiento
Experimentamos
el perdón divino
Ministra:
Señor,
somos llamados por ti para “vivir como resucitados” ya en este mundo, y así
proclamar la victoria de la vida en Cristo. Por ello, confiamos en que el Señor
dignifica nuestra vida.
Confesión comunitaria. (Tiempo
de oración en silencio; el ministro termina con oración audible)
Todos: Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él. Hizo esto para mostrar, en el futuro, la bondad y el gran amor con que nos amó por medio de Jesucristo.
Efesios 2.6-7
Himno
“Porque Él vive” (192)
La
auténtica fraternidad cristiana
Salutaciones
Himno “Unidos”
(405)
Compartimos
la Palabra de vida
Lectura
del Antiguo Testamento: Ezequiel 36.22-30
Lectura
del Nuevo Testamento: Mateo
28.16-20
Reflexión
bíblica
“DIOS ME HA DADO TODO
EL PODER PARA GOBERNAR EN TODO EL UNIVERSO”
Pbro. L.
Cervantes-O.
Nuestro
Dios otorga vida y plenitud
Himno: “Tu Reino es vida” (55)
La
entrega de fe
Abel confió en Dios, y por eso le ofreció un sacrificio mejor que el de Caín. Por eso Dios consideró que Abel era justo, y aceptó sus ofrendas. Y aunque Abel ya está muerto, todavía podemos aprender mucho de la confianza que él tuvo en Dios.
Hebreos 11.4
Oración por las ofrendas
Proclamamos
la vida divina en el mundo
Bendición comunitaria
El Dios de paz resucitó a nuestro Señor Jesús, y por medio de la
sangre que Jesús derramó al morir, hizo un pacto eterno con nosotros. Somos el
rebaño de Jesús, y él es nuestro gran Pastor. Por eso le pido al Dios de paz
que haga que ustedes sean buenos y perfectos en todo, y que Jesucristo los
ayude a obedecerlo. ¡Que Jesús reciba la gloria y la honra por siempre! Amén.
Hebreos 13.20-21
Bendición
congregacional
Himno “Roca
de la eternidad” (642)
Postludio
ACOMPAÑAMIENTO BÍBLICO
· Durante la vida mortal de Jesús, “el Hombre”
había tenido potestad “en la tierra” (9.6); ahora, después de su resurrección,
sentado a la derecha del Padre (26.64), su autoridad, como la de éste, se
extiende a tierra y cielo. A través de la cruz ha llegado a la plena condici6n
divina.
· En virtud de esa autoridad universal, los
manda en misi6n al mundo entero. Va a realizarse la promesa de Dios a Abraham
(Génesis 17.4s; 22.18); toda la humanidad va a constituir el Israel definitivo.
· “Id” muestra que Galilea es el punto de
partida. La misión consiste en hacer discípulos, en proclamar el mensaje de
Jesús para que los hombres sigan sus enseñanzas, aprendan su mensaje y lo
practiquen.
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EL MENSAJE PASCUAL DE
MATEO
Jesús no se despide de sus discípulos. No “sube” al
cielo, no les envía el Espíritu. Sino que se queda con ellos, y ésa es la
aportación original de Mateo. Mateo sigue siendo “cristológico” hasta el final,
señalando la presencia del Emmanuel. Mateo incluso ha querido manifestar, en
este mensaje pascual, cómo el Señor ha emergido por encima de la tormenta de
las maldades humanas mediante el divino poder de Dios, que lo ha arrancado de
las tinieblas del seol. El Señor majestuoso que baja a la montaña es
aquel que ha salido de las profundidades de los infiernos, a pesar de la piedra
que los hombres habían corrido a la entrada del sepulcro. El Señor al que se le
ha dado toda autoridad es aquel al que Dios ha liberado de las ataduras de la
muerte.
Xavier Léon-Dufour, Resurrección de Jesús y mensaje pascual.
Salamanca, Ediciones Sígueme, 1973, p. 198.
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