viernes, 16 de abril de 2021

Letra núm. 713, 18 de abril de 2021

LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS HOY

Hans Küng

 

 

a)

 Todos los creyentes son pueblo de Dios: luego queda excluida una clericalización de la Iglesia. Si la Iglesia se entiende como pueblo de Dios, es patente que la Iglesia no consistirá jamás sólo en una clase o casta determinada, sólo en una autoridad o una camarilla de dirigentes dentro de la congregación de los creyentes. Iglesia será siempre y dondequiera todo el pueblo de Dios, toda la ekklesia; toda la comunidad de los creyentes. Todos son linaje escogido. real sacerdocio. Pueblo santo. Todos los miembros de este pueblo de Dios han sido llamados por Dios, justificados por Cristo y santificados por el Espíritu Santo. En esto son todos iguales en la Iglesia. y todos los miembros de este pueblo de Dios son invitados por el mensaje de Jesucristo a la fe, a la obediencia y a la entrega total al amor. También en esto son todos iguales en la Iglesia. Esta igualdad fundamental es mucho más importante que todas las diferencias que hay también en el pueblo de Dios y que en modo alguno deben negarse.

Si la Iglesia es realmente pueblo de Dios, es imposible distinguir entre la “Iglesia” y los “laicos”, como si precisamente los laicos no fueran en pleno sentido laós. Ésta sería la errónea comprensión clericarista de la Iglesia. La Iglesia se identifica luego directa o indirectamente con el clero, aunque sin duda no tanto respecto de los deberes, cuanto respecto de los derechos y privilegios. Ahora bien ¿no es chocante que la palabra laós se use tan a menudo en el sentido de pueblo de Dios para significar la comunidad cristiana, y falte en cambio absolutamente en el Nuevo Testamento la palabra laijós, “legos” (que es la forma popular de laico) en el sentido pagano de “masa sin instrucción”, o en el sentido judío de “hombre que no es sacerdote ni levita”? ¡Cómo iba a poderse emplear, pues, eclesiológicamente, si en el Nuevo Testamento no sólo a un grupo, sino a todos se llama “escogidos”, “santos”, “discípulos”, “hermanos”, y todos tienen un solo señor y un solo maestro! La palabra laós no establece en el Nuevo Testamento —como tampoco en el Antiguo Testamento— una distinción, dentro de la comunidad, entre sacerdotes (clérigos) y pueblo (laicos), sino que expresa más bien la unión o nexo de todos dentro de una única comunidad popular. Y partiendo de ahí indica una distinción hacia afuera: la separación de (todo) el pueblo de Dios del “no pueblo”, del “mundo”, del resto de los “gentiles”. Sólo a partir del siglo III se comprueba una distinción entre “clérigos” y “laicos”. […]


La Iglesia. Barcelona, Herder, 1968, pp. 152-153.

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HANS KÜNG (1928-2021): PERFIL ECUMÉNICO Y COMPROMISO ÉTICO

Carmelo Álvarez 

H

emos recibido la noticia sobre la partida del teólogo Hans Küng, con mucha tristeza. Pero con mucha gratitud a Dios por su larga y fructífera vida. Su figura ha sido por varias décadas una presencia pública y global, muchas veces muy polémica, particularmente dentro de su propia tradición eclesiástica católica romana. No cabe duda de que su pensamiento y destacada participación, particularmente en relación con el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) y la asesoría a Juan XXIII, lo colocaron en la palestra pública mundial. Eran tiempos de grandes desafíos para la iglesia católica-romana, y ciertamente para la comunidad mundial. Tanto así, que llegó a ocupar espacios periodísticos e informativos muy importantes. Ello estremeció y propició mucha polémica, particularmente en círculos religiosos.

Quisiera, entonces, comentar desde dos dimensiones muy significativas lo que implicó el pensamiento crítico de Küng: lo ecuménico y lo ético, con implicaciones proféticas y en el intento renovador para su propia iglesia. Aquí recordamos aquel principio de aggiornamento (puesta al día) que predominó en las discusiones y resoluciones del Concilio Vaticano II. Hay que reconocer lo conflictivo de todo este proceso y el papel decisivo del papa Juan XXIII. Incluso, su papel protagónico y la preeminencia e influencia de su asesor, Hans Küng.

Esa dimensión ecuménica en Küng tenía como trasfondo su tesis doctoral sobre la doctrina de la justificación por le en el teólogo protestante Karl Barth, que era una figura prominente en círculos protestantes.

Para ilustrar la trascendencia de la coyuntura eclesiástica y teológica, me permito referirles algunas anécdotas desde el ámbito puertorriqueño. Corría el año académico 1965 en la Universidad de Puerto Rico, y por mi interés en la música tomé algunos cursos electivos en esa materia. Allí conocí al Dr. Roger Mendoza, reconocida figura del ambiente musical en Puerto Rico. Para mi sorpresa me preguntó si conocía algún pensador protestante en Puerto Rico que le pudiera ayudar a entender la teología de Küng. Yo había oído a mi padre, pastor en Puerto Rico, hablar sobre el autor. Además, el Dr. Ángel Mergal, de reconocida trayectoria intelectual, lo podría orientar sobre el tema, Como laico activo al profesor Roger Mendoza le interesaba mucho todo lo que estaba sucediendo en su iglesia católica, y particularmente sobre el teólogo a quien estaba leyendo. Pudimos concertar una entrevista con el Dr. Mergal para dialogar sobre el tema. Según supe en conversaciones con ambos profesores, las conversaciones fueron muy provechosas.

La segunda experiencia importante sobre la teología de Küng la tuvimos en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, en un curso eclesiología, dictado por el teólogo luterano, José David Rodríguez. El libro de texto: La Iglesia, de Hans, fue una experiencia pedagógica y de impacto teológico para toda la clase. De allí en adelante su teología era examinada con frecuencia. Además, sus escritos de otros temas eran asignados y discutidos ampliamente.

Para la década de los setenta se incorporó el Dr. Luis Rivera Pagán y nos compartió ese importante acervo intelectual, recientemente adquirido en la Universidad de Tubinga, Alemania. Nos compartió las obras de Kung (hasta ese momento), los aportes de Jürgen Moltmann y del filósofo Ernst Bloch. Estos fueron sus profesores en la Universidad de Tubinga Con todo ese bagaje se fue creando una renovación en nuestro Seminario, que amplió el panorama de la discusión teológica.

Las dos dimensiones, la ecuménica y la ética, fueron complementadas por la influencia de autores como Paul Lehmann, La ética en el contexto cristiano, que también llegó a ser un texto obligado. Además, autores como Joseph R. Fletcher y su ética situacional nos acompañaban en nuestra formación. Las teologías de la liberación latinoamericana hacían sus primeras incursiones con obras como las del teólogo peruano, Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas.

Al reiterar la centralidad de lo ecuménico y lo ético en su teología, debo subrayar la visión ampliada que retomó, desde lo ecuménico y el diálogo interreligioso. Sus escritos fueron abriendo nuevas pistas y desafíos para propiciar y enriquecer ese diálogo entre diversas religiones y lo que exigen en un mundo cada vez más diverso en la proliferación de confesiones religiosas. El diálogo interreligioso es más que necesario en este siglo xxi.

Por otro lado, promovió la necesidad de un proyecto de ética mundial que promueva la paz. Las implicaciones sobre temas que afectan nuestro planeta, y la urgencia de sustentar acuerdos y elaborar programas para atender con urgencia el tema del cambio climático y sus consecuencias. Esa urgencia reclama una crítica profética para tomar conciencia, a nivel global, de lo que implica una verdadera ética mundial justa.

Al concluir estas breves reflexiones, deseo reiterar el legado que nos aporta Hans Küng. En primer lugar, la visión ecuménica nos desafía a cultivar una apertura de diálogo que comenzando desde lo religioso abarque otros temas vitales para la sustentación de un mundo habitable y una humanidad protegida. En segundo lugar, una ética mundial que cubra todos los valores para preservar la vida en nuestro planeta. Para los y las que practicamos una fe religiosa ello implica una ética consistente con la fe que profesamos. Creer y pensar; amar y hacer justicia, fueron valores que promovió con pasión profética. En ese empeño sufrió mucho. Pero también cumplió con el compromiso de transformar su fe religiosa en una pasión por la vida.                          

ALC Noticias, 8 de abril de 2021

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