lunes, 24 de septiembre de 2007

¿Cómo entender la Carta a los Romanos? (V), Elsa Tamez

Con la llegada de Jesucristo, quien inaugura el camino de la fe, se vive en los tiempos de gracia y no de la obediencia a las leyes. Los humanos que acogen el don de la justicia de Dios se orientan por la lógica de la fe, la cual es una manera diferente de conducirse en la vida, llenos de esperanza, al servicio de la justicia. Estos son los llamados “los que están en Cristo” y tratan de actuar como Jesús; se orientan por la lógica del espíritu, que es la lógica de la vida, justicia y paz.
Esto no quiere decir que se vive fuera del mundo. La lógica de la gracia o de la fe se vive dentro del mundo en donde también está la lógica de la ley, opuesta a la del espíritu. Pablo la llama también la lógica de la carne.16 Aquí se da una lucha histórica entre la vida y la muerte, la lógica del espíritu y la lógica de la ley y también dentro de las personas, que quieren hacer el bien y no lo pueden ejecutar. En esta lucha en tiempos de gracia, Pablo asegura que la gracia sobreabunda aunque el pecado abunde, y que la vida triunfa sobre la muerte.
Las comunidades necesitaban de esta fe. Pablo interpela la fuerza de lo divino en lo humano, ya que cuando los seres humanos acogen el don de la justicia por fe, la divinidad forma parte de ellos, viven en Cristo están en Cristo. Pablo llega a afirmar que tales creyentes son hijos de Dios, herederos y coherederos de Cristo. Parece que es importante para Pablo que el bautizado reconozca la fuerza de su espíritu y del Espíritu que se une a él para testimoniar que tiene el poder de Dios, porque es hijo libre de él (8.15-16). Al ser hijo libre, ha dejado de ser esclavo de la ley y del pecado. Pasa a ser señor de la historia, sigue la ley solo cuando está al servicio de la vida y la justicia (5.17).

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