Pasos, 47, mayo-junio de 1993, www.dei-cr.org
La raíz de la justificación es la solidaridad del Dios Trino con los amenazados de muerte. Se refiere a la solidaridad incondicional de Dios en Jesucristo, que va hasta el padecimiento de la cruz, y a la solidaridad de hermanos y hermanas -fecundidad de la justificación, procedente del don de la filiación.
Gracias a la solidaridad de Dios, en el evento de la justificación por la fe los excluidos recuperan su dignidad de hijos libres. La imagen de Dios, torturada, se manifiesta en Jesucristo, el excluido por excelencia . Y esa misma imagen de Dios se manifiesta en todos los crucificados de hoy. Los excluidos, al oír el grito del abandono en la cruz, y creer que Dios escuchó al crucificado y le resucitó en su justo juicio, tienen fe en que ellos también han sido escuchados por Dios. Oyen el veredicto de la resurrección del Excluido y creen que ha sido justificado por su fe. Se inaugura así la justificación de todos aquellos que creen que el Crucificado inocente ha sido resucitado por el Dios de la vida. Dios llama amigo al que cree. No se "regatea" más el derecho divino de ser una persona digna, amiga de Dios. No se necesitan méritos para ser reconocido como tal. Por eso, cuando se acoge el don de la justificación, se defiende el derecho a la vida.
Más aún, puesto que es por la fe y no por la ley que se es justificado, el excluido humillado toma conciencia de su ser como sujeto histórico. No es más objeto ni de la ley ni de un sistema que le reduce a la esclavitud. Al ser justificado por la fe de Jesucristo y por la fe en Aquel "que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean" (Ro. 4.17), el excluido entra, con poder, como un hijo de Dios, en la lógica de la fe, en la cual el criterio fundamental es el derecho de todos a una vida digna y a la paz.
Si la raíz de la justificación es la solidaridad de Dios con el excluido, la solidaridad interhumana es la señal de la justificación. Esta solidaridad no proviene de las obras de una ley que exige la justicia para alcanzar la justificación.
La Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday es una comunidad cristiana que adora y sirve al Dios único y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En ella se reúnen hombres y mujeres de todas las edades y de todas las condiciones para celebrar agradecida, gozosa y conscientemente el amor divino revelado en Jesucristo, y para ofrecer humilde pero sinceramente el afecto fraterno a todas las personas que buscan el consuelo de Dios y el calor de la comunidad humana.
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