Pasos, 47, mayo-junio de 1993, www.dei-cr.org
La solidaridad viene de la gracia y se desarrolla en la gracia . Quien actúa por amor a Dios, para acumular méritos, niega la Justificación gratuita, porque sigue sometido al régimen de la ley y no al de la gracia.
El justificado está al servicio de la justicia y del prójimo, sin embargo no es un esclavo de Dios. Un Dios que exige la vida de sus fieles o les hace sus esclavos a cambio de la justificación, no es el Dios que justifica por gracia o que llama amigo a aquel que tiene fe en la resurrección de los muertos. Al contrario, Dios desautoriza y condena a la muerte a todo aquello que amenaza la vida de sus criaturas, y a toda ley que condena al ser humano a la esclavitud. La gloria de Dios está en ver a sus hijos e hijas madurar en libertad y justicia a la estatura del Primogénito, por la fe, capacidad concedida por el evento de la justificación.
Hablar del señorío de Dios en la vida de los seres humanos, equivale a decir que éstos han tomado la verdadera posición que les corresponde como seres humanos en esta tierra. No como seres inferiores a Dios, sino simplemente como sus criaturas convocadas a vivir dignamente, en comunión con los demás. El señorío de Dios es correlato de la realización del ser humano. El señorío del ídolo es correlato de la deshumanización.
La confianza entre Dios y sus hijos es mutua. Por un lado. Dios ha justificado por la fe, sin tomar en cuenta los pecados, porque tiene confianza en sus criaturas, su propia creación. Por otro lado. quien acoge el don de la justificación recobra confianza en sí mismo como sujeto que crea historia, porque Dios le ha liberado de la esclavitud de la ley, del pecado y de la muerte. Pero su confianza en sí mismo es sólida, porque confía en que en todo su quehacer es sostenido por el Espíritu Santo. Y deposita su confianza en el Dios de la vida, porque reconoce que el ser humano es pecador, que tiene el potencial de matar a otros y destruir su ambiente.
La Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday es una comunidad cristiana que adora y sirve al Dios único y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En ella se reúnen hombres y mujeres de todas las edades y de todas las condiciones para celebrar agradecida, gozosa y conscientemente el amor divino revelado en Jesucristo, y para ofrecer humilde pero sinceramente el afecto fraterno a todas las personas que buscan el consuelo de Dios y el calor de la comunidad humana.
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