lunes, 24 de septiembre de 2007

Letra núm. 40, 9 de septiembre de 2007

LA BIBLIA, LIBRO DE LIBROS (IV): LECTURA Y PREDICACIÓN PROTESTANTES, ACTO PROFÉTICO PERMANENTE

5.1 Lectura y estudio de la Biblia en el contexto protestante actual
La tradición protestante se caracteriza por un apego irrestricto a la Biblia y por el impulso continuo para llevar a cabo estudios serios y profundos de la misma. Desde el arranque mismo de la Reforma, en el siglo XVI, los mejores y más calificados biblistas han sido protestantes. No en balde a Juan Calvino se le conoce como "el exégeta de la Reforma" (exégesis es el arte y el método de extraer el mensaje de los libros bíblicos partiendo de sus idiomas originales, hebreo, arameo y griego). En América Latina, y particularmente en México, se padece un vacío exegético que se refleja básicamente en dos áreas eclesiásticas: en la fe individual y en la predicación.
Este vacío implica que, por un lado, la lectura y el estudio sistemático de la Biblia se sigue reservando a los especialistas eclesiásticos, muchos de los cuales, siendo precisamente los que predican continuamente, rebajan el nivel de la predicación al nivel de la anécdota y del ingenio personal para contar historias o "ilustraciones". Es probable que esta tendencia se haya heredado desde la época de los misioneros, quienes optaron, muy conscientemente, por limitar el acceso de la gente al estudio sistemático de la Biblia. Por lo anterior, es posible afirmar, así sea empíricamente (corriendo el riesgo de equivocarse) que la lectura y la predicación de la Biblia en el ámbito protestante mexicano actual han perdido peso y profundidad. Esto quiere decir que la tradicional afición de los protestantes hacia la Biblia se sitúa hoy en el plano de la superficialidad debido a una falta de interés en el estudio serio y responsable.
La llamada relectura bíblica, o sea, aquel esfuerzo por llevar a cabo lecturas e interpretaciones de los textos desde la perspectiva de la cultura en que vivimos y con la disposición de responder a las exigencias de la sociedad, es prácticamente desconocida en el medio evangélico. Los avances de los biblistas latinoamericanos no han alcanzado la difusión que merecen. Los esfuerzos de las Sociedades Bíblicas Unidas por traducir y presentar la Biblia
en ediciones especiales para públicos diversos, particularmente al editar Biblias de estudio, con notas, mapas y otras ayudas, no se han visto complementados por una renovación eclesiástica de la comprensión de la Biblia. Un ejemplo ayudará a plantear mejor la situación: la Biblia Dios habla hoy, en su versión de estudio, no ha recibido la aceptación que se esperaba, e incluso otras ediciones anteriores del mismo tipo, como la Biblia de estudio de la editorial Mundo Hispano o la Biblia de las Américas, han pasado prácticamente inadvertidas. Lo contrario sucede con ediciones como la Biblia de Thompson o la del Arco iris, las cuales, sin ofrecer características realmente benéficas para el estudio serio, son auténticos best-sellers, sobre todo entre algunos pastores y oficiales de las iglesias.
Antonio G. Mendonça, un profesor presbiteriano brasileño, profundo observador de la realidad evangélica latinoamericana, señala que "uno de los principales problemas con que el protestantismo latinoamericano se enfrenta hoy se refiere a la relación entre la Biblia y la Iglesia, pues ésta ya no puede dejar de interrogarse sobre su propia presencia en una sociedad en ebullición y en proceso de anomia y empobrecimiento. El problema no es nuevo. Existió desde el comienzo de la colonización: la Iglesia que vino con los conquistadores ya era el resultado de una lectura de la Biblia emprendida en circunstancias diferentes en espacio y tiempo. Tres siglos después, sucedió lo mismo, con la llegada del protestantismo. En ambos casos, se introdujeron en el continente versiones del cristianismo producidas en situaciones socio-históricas diferentes de la nuestra".

5.2 Profetismo y predicación bíblica
El profetismo, para definirlo de algún modo, es aquella actitud que experimentaron y desarrollaron los profetas del Antiguo Testamento en relación con la obediencia radical a la voluntad de Dios tal como se les reveló en medio de las condiciones históricas que les tocó vivir. La relación entre esta actitud y la predicación fue conflictiva desde los tiempos de aquellos varones y mujeres que hablaron en nombre de Dios. El profetismo bíblico no se caracteriza, como es una idea predominante, por proyectarse, en primer lugar hacia el futuro, sino por tratar de responder específicamente a los desafíos planteados por las coyunturas sociales, políticas y religiosas. Los púlpitos, en la actualidad, se usan en un buen número de casos para hablar únicamente de las experiencias personales y poco o ningún caso se le hace a la necesidad de fomentar una predicación auténticamente profética, en la línea bíblica, como se dio en otros tiempos.
Si se observa con atención la conducta del profeta Jeremías, se podrá apreciar que este varón de Dios arriesgó todo con tal de ser fiel a la voluntad de Dios expresada en sus palabras al pueblo de Israel. Asediado por todas partes, da testimonio de su inquebrantable (aunque no exenta de dudas y vacilaciones) decisión por proclamar la voluntad divina. Para ello, enfrentó la oposición de monarcas, sacerdotes, profetas falsos y del propio pueblo.

a) Con los primeros, Jeremías enfrentó un conflicto marcado por la lectura tan distinta de los signos de los tiempos que llevaban a cabo: la estrategia política se oponía a su predicación porque manejaba otros criterios de interpretación de la situación, dominados por el interés de mantener el control sobre la vida del pueblo, así fuera por medio de mentiras institucionales oficializadas como verdades inapelables e incontestables.
b) Con respecto a los sacerdotes, la fidelidad de éstos al régimen que les daba de comer era una prueba flagrante de hacia dònde se había encaminado su fidelidad profunda. Les importaba más la sobrevivencia de su oficio religioso que la preeminencia efectiva de la voluntad divina.
c) Con los falsos profetas, el conflicto alcanzó sus mayores alturas, ya que el resultado más visible de las posturas irreconciliables entre Jeremías y ellos, consistía en el impacto que causaba sobre la conciencia popular, que no alcanzaba a distinguir entre la verdad y la falsedad.
d) El pueblo, actor mayoritario de la situación, no lo veía con buenos ojos porque el mensaje de Dios chocaba frontalmente con sus .esperanzas.

El capítulo 36 de su libro expone cómo su vocación al servicio de la Palabra de Dios no se arredró ante las argucias del rey en turno. Semejante conflicto llegó a tal extremo, que el monarca desenmascaró su inconformidad revestida en otros tiempos con un barniz de piedad, al grado de que intentó desaparecer el rollo que contenía la palabra revelada al profeta. El episodio de la quema del rollo presenta, simbólica y realmente, hasta qué punto puede llegar la incompatibilidad entre la palabra soberana de Dios y los intereses de los poderosos.

5.3 Lectura y predicación pertinentes para el mundo de hoy
Los antecedentes bíblicos, y específicamente proféticos, aludidos en este subtema son en su conjunto una lección de la actitud que debe prevalecer en la Iglesia cristiana acerca de la responsabilidad de leer y predicar la Palabra de Dios con pertinencia. La tradición profética tuvo un concepto de la palabra de Dios, no solamente muy respetuoso en términos teóricos o dogmáticos, sino que además trató de trasladar, de manera efectiva, ese respeto a la arena social, política y religiosa, expresado en la obediencia de los designios divinos. A los profetas no les impresionaba el oropel del poder, ni tampoco las pretensiones de quienes deseaban oscurecer la luminosidad del mensaje de Dios.
Por pertinencia debe entenderse, entonces, el compromiso eclesiástico por acudir a la Biblia en la búsqueda responsable de una palabra actual, que verdaderamente responda a las coyunturas sociales, políticas, espirituales y culturales, así como el valor que se requiere para pronunciar la palabra de juicio que procede de la palabra escrita de Dios. Este esfuerzo le atañe, por igual, a todos los lectores y predicadores de la Palabra. Por lo tanto, el reconocimiento de los juicios (en ambos sentidos: primero, en el señalado por el salmo 119, como sinónimo de mandamiento; y después, en el que designa la resolución sobre la actuación de la humanidad) históricos de Dios en nuestro tiempo debe tratar de canalizar adecuadamente la herencia de la propia Biblia y de la tradición a la que pertenecemos, la Reforma Protestante, cuyo impulso original es la insistencia en la obediencia total a la voluntad de Dios revelada en su palabra.
Urge que las nuevas generaciones de creyentes reconecten su fe, sus hábitos y sus pensamientos a esas dos líneas de acción y de esperanza, únicos fundamentos válidos para la renovación de la existencia y misión de la Iglesia.
LC-O

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