lunes, 24 de septiembre de 2007

La lectura profética de la historia, J. Severino Croatto

El siglo VIII a.C. vio actuar a 4 profetas escritores que engruesan notablemente el patrimonio literario de Israel. Dos de ellos predicaron en el Norte (Amós y Oseas) y dos en el Sur (Miqueas e Isaías). La elaboración progresiva de un libro profético es palpable en la combinación de pasajes biográficos en tercera persona con otros autobiográficos. El orden de los oráculos, por lo demás, no es cronológico sino sistemático. Predomina el esquema siguiente: a) oráculos contra Israel o Judá, o contra ambos; b) oráculos contra las naciones (cf. Is 13-23 o Jer 46-51); c) apéndices con promesas, no siempre originales. [...]
Los profetas recurren a su vez a las acciones simbólicas: Isaías camina desnudo y descalzo para simbolizar la suerte de Egipto (20.1ss), Jeremías destroza un cántaro (19.1ss). Los nombres simbólicos son otro recurso profético (el hijo de Isaías llamado “Un-resto-volverá”: 7.3 y 10.21s). El profeta es el heraldo de Dios Si el rey pretende ser el transmisor de las bendiciones divinas por su actuación cúltica y social, si el sacerdote expone la Ley (cf. Os 4.4-6) y colabora en el culto, y si el “sabio” enseña a conducirse según el ideal de la sabiduría humana, el profeta, a diferencia de todos ellos, transmite una Palabra nueva de Yahvé, que interpreta la historia presente a la luz de la historia salvífica pasada. [...]
El profeta aparece cuando Dios quiere comunicar su Palabra. La historia de Israel abunda en situaciones que provocan la salida en escena de un vocero de Dios. En el siglo VIII, los dos reinos hebreos entran en una crisis religiosa. En Judá (sur) comenzó a degenerar la fe. La idolatría se infiltró sutilmente. Aun los reyes “rectos” contemporizaron con los cultos populares en los “lugares altos”. Pero al llegar Ajaz (735-715) se afirma enfáticamente: “No hizo lo recto a los ojos de Yahvé” (2 Re 16.2). Este es el contexto histórico de un memorable oráculo de Isaías, el primer gran profeta del sur. Es el profeta de la fe (7.1ss). Ajaz desconfía de Yahvé, pero será desplazado. Ya no sirve para llenar los planes salvíficos de Dios. Isaías vaticina entonces el nacimiento providencial del “Emmanuel” (7.14). Su nombre es simbólico (“Dios-con-nosotros”) y señala un reencuentro con el Dios de la Alianza. [...]
Isaías es un profeta de palacio. Será por antonomasia el profeta de las relecturas “mesiánicas”. Sus oráculos sobre “el rey ideal” serán releídos en las generaciones sucesivas hasta converger en Cristo. La preocupación de Isaías por el rey futuro marca su insatisfacción por los gobernantes actuales.

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