OREMOS
TODOS/AS POR EL PROCESO ELECTORAL DE ESTE DÍA EN NUESTRO PAÍS
***
CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes
3 de julio, 19 hrs.
Pioneros/as
del presbiterianismo en México (V)
(Salmo 78.27-37)
Modera:
Lidia Martínez M.
MELINDA RANKIN (1811-1888) (V)
M. Ángel González Quiroga y Timothy P. Bowman
Cada vez que se topaba con una
decisión difícil, esperaba hasta recibir una señal de arriba. En este mismo
tenor, se había dirigido inicialmente a Texas sin plan ni destino, confiada en
que Dios determinaría a dónde y como llegaría. Su fe también la sostuvo cuando
se topaba con protestantes que expresaban hostilidad hacia su proyecto por el
implacable odio que le tenían a los mexicanos. Escribió que “casi me tambaleé
bajo las malas interpretaciones que se le dan a las labores misioneras para los
pobres y despreciados mexicanos” pero que una voz “no escuchada por oídos
mortales” le dio instrucciones para que llevara el Evangelio a todas los hijos
de Dios, incluyendo a los
mexicanos. Impelida a la acción directamente por Dios, no dejaría que nada le
bloqueara el camino. […]
Para la
distribución de literatura religiosa, Rankin logró el apoyo de organizaciones
nacionales para que promovieran su trabajo. De la Sociedad Bíblica
Norteamericana y la Sociedad Norteamericana de Publicaciones obtuvo biblias y
libros en español que distribuyó en ambos lados de la frontera. […]
El
arreglo con la AFCU le permitió a Rankin enviar por su hermana, Harriet Rankin
Kimball, para que se uniera a ella en Brownsville como su colaboradora cercana
y colega maestra. Pero la tragedia llegó poco después de la llegada de Harriet.
Una epidemia de fiebre amarilla, común en la región de la costa del golfo,
descendió sobre Brownsville en 1858 y afectó a Harriet Kimball, quien murió el
17 de septiembre. Un año después, el dolor de perder a su amada hermana y leal
colega había apenas disminuido cuando la propia Rankin se contagió de la
enfermedad. Su padecimiento fue particularmente severo y ella se había
resignado a morir, pero una anciana mexicana, la abuela de unas de sus alumnas,
permaneció con ella y la cuidó hasta hacerla recuperar la salud. […] La
generosidad de la mujer no sería olvidada por Rankin, pues ella misma poseía un
espíritu generoso. Este episodio también le ayudó a descubrir una bondad y nobleza
básica en los mexicanos que muchos de sus contemporáneos no veían.
M.
Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato
de una labor misionera. 2ª ed. Monterrey,
Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp. 19-20.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
8 – Acción
de gracias por fin de cursos/ Reunión de Consistorio
16-20 –
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