La Biblia de Nuestro Pueblo
Si vivimos,
vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la
muerte somos del Señor. Para eso murió
Cristo y resucitó: para ser Señor de muertos y vivos. […]
Pero
si lo que tú comes hace sufrir a tu hermano, ya no obras de acuerdo con el
amor. No
destruyas por lo que comes a uno por quién Cristo murió. No den lugar a que se
hable mal de la libertad que ustedes tienen.
El
reino de Dios no consiste en comidas ni bebidas, sino en la justicia, la paz y
el gozo del Espíritu Santo. Quien sirve así a Cristo agrada a Dios y es
estimado de los hombres. Por tanto, busquemos lo que fomenta la paz mutua y es
constructivo.
Por
un alimento no destruyas la obra de Dios. Todo es puro, pero es malo comer algo
que provoque la caída de otro. Lo mejor es abstenerse de carne, de vino o de
cualquier cosa que provoque la caída del hermano.
Guarda
para ti, delante de Dios, tu propia convicción. Feliz quién elige sin sentirse
culpable; pero quien come dudando es culpable, porque no obra de acuerdo con lo
que cree. Y todo lo que no hacemos de acuerdo con lo que creemos, es pecado.
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