sábado, 4 de agosto de 2012

Actividades


OREMOS POR QUIENES SERÁN PROPUESTOS Y ELECTOS/AS COMO OFICIALES DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 7 de agosto, 19 hrs.
Pioneros del presbiterianismo (IX): Arcadio Morales (III) (Salmo 105.1-11)
Modera: Hna. Rebeca Hernández

AUTOBIOGRAFÍA (II)
Arcadio Morales

Así vivía y habría pasado toda mi vida si no acontece un día por Navidad, que hallándome resfriado en mi casa, una señora me ofreció medio real por llevarle una mesa hasta la Plaza de Armas, a lo que accedí con mucho gusto; esto pasaba de noche, pero al volver de mi mandado yo tenía un tifo mortal que a duras penas se me pudo cortar, pero ¡santo tifo! ¡Bendito tifo!, porque esta circunstancia hizo que mi madre se resolviera a quitarme de dulcero y hacerme aprender un oficio más hermoso cuando me aliviara por completo. Yo me oponía seriamente, ante nuestra carencia completa de recursos, para aprender un oficio en que tardaría cuando menos dos años sin ganar nada, pero mi madre era inflexible una vez que había tomado una resolución y no tuve más que obedecerle y aprender el oficio de hilador de oro a la edad de 13 años.
Esta parte de mi historia ha sido hasta aquí y si en esta ocasión me atrevo a revelarla es con el fin que voy a indicar. Primero, para que Dios sea glorificado por mí, comprobándose una vez más en la vida que Él escoge en su soberana gracia vasos de barro, para depositar en ellos sus favores para que la alteza sea de Él y no de los hombres. Segundo, para que los niños y jóvenes que tengan conocimiento de esta historia no se desanimen en las pruebas y luchas de la vida ni se avergüencen del trabajo manual por vil que parezca y tercero, para que el evangelista mexicano, el doctor Arcadio Morales, redactor de El Faro, el diariamente llamado a brillar en la corona de Cristo, no se envanezca jamás ni olvide nunca que fue misericordiosamente salvado por la mano de su Padre Celestial de un estado infeliz de miseria y pecado.
Por los años de 1868 y 1869, mi madre halla base en la pequeña población de Zacualtipán, que en ese entonces pertenecía al Estado de México; posaba en casa de un abogado en donde se leía la Biblia todas las noches. No era un culto familiar porque no había oración ni cantos, pero sí se comentaba la lectura del Santo Libro todas las noches, quedando mi madre tan prendada de esa lectura que cuando volvía a nuestro lado nos hablaba con calor de un libro, que sin ser de los sacerdotes, enseñaba cosas muy buenas en verdad.

http://inp-biografias.blogspot.mx/2010/09/arcadio-morales.html.
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12 – Reunión congregacional
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