EL SALMO 19: CELEBRACIÓN DE LA LEY DE DIOS
Hans-Joachim Kraus
Hace ya mucho tiempo que se reconoce que Sal 19 está compuesto de
dos salmos. La sección A es un himno de alabanza a Yahvé por su manifestación en
la naturaleza; la sección B es una glorificación de la Ley. Las diferencias entre
las dos partes del salmo son tan sorprendentes, que no necesitan ulterior explicación.
Sin embargo, sería improcedente estudiar el Sal19 A y el 19 B como dos textos
completamente dispares. La tradición reunió ambas partes. Por este motivo, en un
estudio de exégesis estamos obligados a investigar por qué se combinaron ambas partes
y qué sentido tiene su combinación.
El Sal 19 B debe situarse en
un contexto diferente. Podríamos hablar de alabanza de la Torá y destacar así los
rasgos característicos de himno. Sin embargo, los vv. 13s sugieren claramente un
cántico de oración; se invoca a Yahvé en segunda persona; además, hacen su aparición
las características de la forma de la poesía didáctica. En consecuencia, no podemos
determinar claramente el grupo de formas al que debe asignarse el Sal 19 B. Pero,
teniendo en cuenta puntos de vista temáticos, podríamos clasificar esta parte del
salmo entre los salmos de la Torá.
Marco
Mientras que el Sal 19 A muestra todos los indicios
de ser muy antiguo, el Sal 19 B no debe datarse probablemente antes del tiempo de
Esdras. La alabanza de la mU"1 presupone que la Ley es una entidad compleja,
codificada por escrito, y de gran autoridad en la vida de la comunidad del Antiguo
Testamento. Pero los dos salmos se entonaban probablemente como cánticos de culto
en los oficios divinos de Israel: el Sal 19 A al glorificar a Yahvé como el Creador
(cf. Sal 8; 104; 148), y el Sal 19 B se cantaba quizás al procederse a la lectura
en público de la Ley, que debió ser —según Neh 8— una costumbre en la celebración
del culto divino. Los dos himnos de culto pertenecen muy probablemente al ciclo
de las fiestas de otoño. […]
En el v. 2 el himno comienza
con una descripción del cántico de alabanza entonado por los cielos. El espacio
celeste y el «firmamento» aparecen como poderes vivos que “narran” y “proclaman”.
La “expansión”, como concepto cosmológico designa la plancha (en latín, firmamentum) que contenía y represaba el
mar azul del océano celeste (Gén 1.6ss; Ez 1.22ss; Sal 150.1). La alabanza entonada
por esa esfera celeste glorifica a Dios y "la obra de sus manos”). […] El
cántico de alabanza de los cielos va dirigido a Dios, que tiene su trono sobre
los cielos (cf. Sal 29.9.10), que está presente en Sión y cuya luz
deslumbradora inunda toda la tierra (Is 6.3). Las estrellas son “la obra de tus
manos”, Sal 8.4). Con eso, el v. 2 anuncia ya el himno del sol, que resalta en el v. 5b. Por tanto,
el contenido del cántico de alabanza de los cielos es el esplendor de la
manifestación de Yahvé, y este cántico realza, al mismo tiempo, la obra de la
creación divina. “La gloria que Dios ha concedido a la creación como imagen de
su propia gloria, se refleja en la creación e incide de nuevo en Dios como
confesión de fe en él” (Franz Delitzsch). […]
El texto afirma que un día
transmite su palabra al otro día, y una noche, a la otra noche, “como dos coros
que se alternan” (F. Notscher). El himno contempla en acción una cadena tan
misteriosa como maravillosa. Por lo demás, Os 2.23s habla –en otro sentido- de
una cadena continuada de efectos en el ámbito de la naturaleza. Los vv. 2.3 suscitan
la impresión de que el cantor ha trasferido al ámbito celeste la tradición
hímnica y didáctica de la creación, que existía en los círculos sacerdotales de
Israel.[…]
El cantor del Sal 19 A oye
cómo este sonido de los cielos, un sonido hímnico y, al mismo tiempo,
sobrecogedoramente instructivo, va a toda la tierra (cf. Is 6.3). […]
El Sal 19 B es un cántico
de alabanza de la Torá, la cual, contemplada en su perfección y en sus efectos,
es tema de gozosa meditación. Para explicar la comprensión subyacente de la
Torá, habrá que recurrir a la concepción deuteronómica tardía: la Torá es la
revelación terminada y consignada por escrito de la voluntad de Dios, para su
lectura en público (Dt 31.9-11)o en privado (Jos 1.7; Sal1.,2). En esta
expresión de la voluntad de Dios, que contiene principalmente la ley de Dios,
se incluyen también las proclamaciones históricas (Dt 1.5; Sal 78.1; Neh
8.13ss).No obstante, el verdadero centro de la Torá es y sigue siendo la ley de
Dios transmitida por medio de Moisés (Mal 3.22).Pero, en todo caso, la Torá es
—especialmente desde Esdras— la “Sagrada Escritura” con carácter autoritativo y
oficial. […]
Los Sal 1; 19 B y 119
concuerdan en mostrar que la Torá no es una magnitud rígida e inanimada que
sólo mediante la «valoración» del hombre llega a adquirir validez absoluta sino
que es el hombre quien se encuentra con la Torá como poder actuante. En ella
escucha el hombre la interpelación viva de Dios (Sal 119), por ella se reconforta
el hombre (Sal 19.8) y se alegra su corazón (Sal 19.9). La Torá irradia luz y claridad
(Sal 119.105, 130). El himnodelSal19Besecoyrespuesta al suceso que se ha iniciado
por la Torá (cf. Sal 1.2).3.La actitud del hombre ante la Torá, que está caracterizada
por el “gozo”, el “amor” y el “deleite”, no tiene los rasgos de una obediencia nomística
ni de una vinculación sin presupuestos. […]
En el v. 8 se ensalza a la
Torá por ser “perfecta” es propiamente un término de la lengua de los
sacrificios Al animal sin defecto, inmaculado, se le llama “perfecto”. Aquí la
palabra expresa la suficiencia de la “Sagrada Escritura” (cf. Dt 32.4). El
efecto de esta Torá perfecta se ve ahora en que “restaura”. Esto quiere
decir que vuelve a dar vigor a la vida (cf. Lam 1.11, 16) De la Torá dimana vigor
refrescante. La Torá es “fiable” y transmite sabiduría al simple, al que se deja
seducir fácilmente (Prov 1,22,7,7,9,6,19,25,21,11, Sal119,130) En los Sal 1 y 119
se asocian también concepciones de la teología posterior con la comprensión de la
Torá existente después del destierro vida y sabiduría brotan a raudales de la
instrucción divina. La Torá es instrucción para la vida. […]
El Sal 19 B termina con una
fórmula de dedicación (cf. Sal 104.34; 119.108).Tales formas, en los tiempos
antiguos, se pronunciaban al ofrecer el sacrificio, y ahora sirven de final al
cántico hímnico. “La oración es el sacrificio ofrecido por el hombre interior”
(Franz Delitzsch). […]
El cosmos celebra “la gloria”
de Dios, pero no nos enseña su voluntad. Por eso, se añadió el Sal 19 B como referencia
decisiva, como una clave- por decirlo así-para descodificar el mensaje cifrado.
En la Torá sí podemos captar a Dios. Allí sí aprendemos quién es Dios. En la Torá
llega a nosotros la manifestación de la voluntad de Dios. La Torá logra lo que la
naturaleza no es capaz de lograr: nos da instrucción y nos dirige para ser sabios;
alza a quien está desesperado, y abre camino a través del ámbito de la culpa.
La comprensión de la Torá que hallamos en el Sal 19 B, no tiene nada que ver con
el nomismo. Lejos de eso, este salmo debiera impulsarnos incesantemente a pensar
acerca del misterio y la maravilla de la revelación de Dios en su palabra, es decir, acerca de la
palabra que contiene estímulo y exigencia. Esta palabra es el lugar en que Dios
mismo, como Creador, se encuentra con el hombre, y se encuentra con él con fidelidad
creadora y mantenedora de vida. En esta palabra es donde podemos captar lo que el
mundo creado no cesa de proclamar, aunque no logre por sí que nosotros lo entendamos.
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PARA LEER LA
HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS
Xabier
Pikaza
Dios asume la suerte de los expulsados,
de aquellos que no pueden conservar su identidad ni mantener la tierra en que
han vivido. Es Dios de los que están vencidos por las fuerzas sacrales de este
mundo (los imperios de la tierra). Por eso viene a ofrecerles principio de
nuevo nacimiento. No es señor que actúa desde fuera. No se impone por violencia
superior sobre los gestos de violencia de los hombres. Actúa y se desvela como
en el principio (Gn 1), en el espíritu de vida y la palabra. Se vuelve palabra para interpretar el
pasado, haciendo que los hombres reconozcan su pecado antiguo. Se vuelve palabra para convocar y despertar
en el presente a los que estaban como muertos, dominados por el miedo, la
impotencia y el cansancio. Se hace
palabra para adelantarse en el camino, de tal forma que los renacidos
puedan seguirle y realizarse como humanos en fidelidad y esperanza.
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EN ARGENTINA NACE UNA NUEVA IGLESIA EVANGÉLICA POR DÍA
Protestante Digital, 3 de agosto de 2012
El último Boletín
Oficial de Argentina consigna que en el mes de julio quedaron formalmente
inscriptos en el Registro de Cultos del Ministerio de Relaciones Exteriores 40
nuevos lugares de cultos cristianos -sobre todo de cuño pentecostal y, en menor
medida, bautista-. O sea, un promedio de más de uno por día.
Estas cifras del crecimiento de los evangélicos en el país han sido
reproducidas en los principales medios de comunicación a nivel nacional. No es
para menos. El sostenido
crecimiento de las inscripciones de las comunidades evangélicas –entre 2007 y
2011 lo hicieron unas 800–, las convierte sin duda alguna en las más numerosas
del Registro: cerca del 90 % de un total de más de 4.500 (en 2006 era 3 600).
Un estudio que realizaron en todo el país por el CONICET y cuatro
universidades nacionales mostró en 2008 que 9 % de la población era evangélica (7.9 % de ellos pentecostales), más un 1.9% Testigo de Jehová y un 0.9 %
mormón.
Cabria deducir que con casi total seguridad cuatro años después ese
porcentaje creció, pudiendo afirmarse que hoy en día más del 10% de la
población argentina es evangélica. Mientras que seguramente bajó el porcentaje
de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 % de la población, pero
los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Las inscripciones
Si bien el Registro
no consigna las bajas, también es cierto que no todos se inscriben. “Las inscripciones revelan el gran
crecimiento de la Iglesia evangélica por el modo en que presentamos a
Jesucristo”, dice Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de
Iglesias Evangélicas (ACIERA).
Proietti admite que muchos nuevos grupos evangélicos que se inscriben son
producto de un desprendimiento de comunidades ya existentes. Pero dice que ello
también puede conllevar tener más fieles. “Una división, que nunca es
agradable, puede estar expresando un deseo de expansión”, señala. Y, pese a la
extendida creencia, destaca que los evangélicos no son proselitistas. “No
buscamos sacarle fieles a otros cultos”, asegura.
En cambio, Proietti acepta que
puede haber grupos que se llaman evangélicos y que son poco serios. “En nuestra entidad no aceptamos a
cualquier grupo que se declara evangélico y no tiene una adecuada formación y
conformación, ni a personas que se autoproclaman pastores, sino que tenemos una
serie de exigencias”, subraya. De hecho, considera que parte del crecimiento
evangélico se debe a que la gente “comprueba que en sus comunidades no se la
engaña”.
Los católicos reflexionan
Desde la Iglesia Católica, el crecimiento evangélico –que se considera un
fenómeno muy diverso– es tomado como un desafío que exige un mayor esmero. El
secretario de la comisión de Ecumenismo del Episcopado, Pedro Torres, opina que
“este nuevo pluralismo religioso es un desafío tanto para el diálogo ecuménico,
que procura la unidad, cuanto para el análisis o autocrítica al interior de las
iglesias históricas en relación a un estilo de vida evangélico más fiel a la
verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario. Necesitamos -dice-
recuperar en nuestras comunidades el sentido del compromiso bautismal”.
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