PRIMER
TALLER DE ELABORACIÓN DE DOCUMENTOS BÁSICOS DE LA IGLESIA PRESBITERIANA
AMMI-SHADDAY
11 de noviembre de 2012

Efesios
4.3-7, La Palabra, Sociedades
Bíblicas Unidas
Antecedentes
e introducción
1. Cada vez que una comunidad cristiana decide organizarse y establecer
un orden para adorar a Dios, proclamar el Evangelio de Jesucristo, enseñar el
contenido de las Sagradas Escrituras, llamar a otros/as a al conversión y
servir al prójimo recurre a la dirección
del Espíritu Santo y echa mano de los elementos que éste pone a su disposición
a través de la historia. Estas acciones reproducen históricamente la actuación de
Jesús en el mundo (“Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas
judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de
enfermedades y dolencias de la gente”, Mateo
4.13; 9.35; 11.1) y actualizan su presencia en el mundo como parte del anuncio
de la venida del reino de Dios a través de él, la comunidad y todos los signos
que Dios realiza para ello y que hace comprensibles a los seguidores/as de
Jesús (Juan 14.26).
2. El Nuevo Testamento da testimonio de la manera en que los apóstoles y
los discípulos, hombres y mujeres, comenzaron, a partir de la tradición en que
habían sido formados (“Por lo que a mí toca, les he transmitido una tradición
que yo recibí del Señor…”, I Corintios
11.23a) a articular un conjunto de acuerdos y normas básicas de convivencia,
doctrina y misión, a fin de que cada nuevo integrante las asumiera como base de
su existencia y comportamiento en medio de la comunidad.
3. De este modo, la libre circulación de los dones recibidos por parte de
Jesucristo (“Cada uno de nosotros ha recibido el don en la medida en que Cristo
ha tenido a bien otorgárnoslo. Por eso dice la Escritura: Al subir a lo alto,/
llevó consigo prisioneros/ y repartió dones a los seres humanos”, Efesios 4.7-8), único Jefe y Cabeza de
la Iglesia, comenzó a producir criterios y ordenanzas aceptados por todos/as
para sobrevivir como comunidad cristiana incluso contra la oposición del mundo.
Los primeros oficios y ministerios establecidos (apóstoles/as,
diáconos/diaconisas, ancianos/as [presbíteros], obispos, pastores, maestros,
evangelistas) sirvieron como base para los que, durante el tiempo de la Reforma
se (re)establecieron para tratar de recuperar los lineamientos bíblicos.
4. Todo ello es el origen de los credos, catecismos, confesiones de fe, documentos
de gobierno (“constitución”) y disciplina emanados de la tradición reformada
(calvinista) que periódicamente se ponen al día para dar cumplimiento a la
razón de ser de la Iglesia en el mundo. Hoy, ante el desafío histórico de elaborar
documentos propios, hemos de tomar en cuenta todas las fuentes y antecedentes
al respecto, en el orden adecuado: Sagradas Escrituras, credos antiguos,
confesiones de fe y catecismos de las iglesias de la Reforma y demás
confesiones.
Áreas de definición para elaborar documentos
(propuesta de trabajo)
Como parte de los procesos organizativos de las comunidades e iglesias
los documentos que consignan los elementos fundamentales de la vida de la
Iglesia deben incluir los siguientes contenidos.
1. Creencias o doctrinas. Como en las diversas confesiones de fe que se e
encuentran desde el Nuevo Testamento (I Corintios
15.3ss; I Pedro 3.18ss; I Timoteo 3.16) y en la historia de la
Iglesia. De los credos históricos recibidos a la elaboración de confesión(es)
de fe propias que deriven en catecismos o equivalentes y en principios básicos
que normen la totalidad de la vida de la Iglesia.
2. Forma del culto y sacramentos. En la tradición reformada: superación del criterio
sacrificial (misa), centralidad de la Palabra y adecuada relación entre Palabra
y sacramentos.
3. Forma(s) de gobierno, propósito y auto-sostenimiento.
Nombre de la iglesia,
lema(s) y objetivos de su existencia. A diferencia de los modelos episcopal y
congregacional, legítimos también dentro de la diversidad eclesiástica.
Primacía de la voluntad inalienable e irrenunciable de los miembros: democracia
representativa.
4. Reconocimiento de los dones, ministerios y oficios.
Lugar de la ordenación
(“imposición de manos”, I Timoteo
4.14; 5.22; II Timoteo 1.6) para
los ministerios de hombres y mujeres. Equilibrio entre dones y funciones que
impida el surgimiento de “jerarquías” (Marcos
10.42-45).
5. Modelos de proclamación, evangelización y misión. Recuperación del espíritu bíblico encaminado hacia
una visión integral y profética del testimonio cristiano en todas sus
manifestaciones.
6. Modelos y formas de servicio. Revisión del testimonio bíblico para delimitar
acciones de diaconía efectiva en los diferentes niveles (Romanos 12.7a).
7. Relaciones con otras iglesias (y religiones, en
nuestro tiempo). Un ecumenismo sano y
participativo que contribuya a la unidad visible y espiritual de la Iglesia (Efesios 4).
8. Relación con los gobiernos o poderes humanos. Autonomía completa de la Iglesia para sus asuntos
internos. Total transparencia para cumplir los requisitos establecidos.
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DE LA
SEPARACIÓN INEVITABLE A LA UNIDAD
IMPRESCINDIBLE
(IV)
Zwinglio M. Dias
Tiempo y Presencia (1983), Lupa Protestante, 14 de
diciembre de 2011
La realización de esta tarea debe ser, por lo tanto, un esfuerzo común de
todos/as. Tenemos que comenzar a pensar en nuestra identidad teológica,
eclesial y pastoral o misionera a la luz de las diversas coyunturas nacionales
que hemos de enfrentar al lado de nuestro pueblo.
Para lograr eso necesitamos
relativizar nuestra importancia como institución. Si pretendemos ser ecuménicos
asumiendo de hecho el valor de la comunión inter-eclesial, la legitimidad
eclesial de otros cuerpos eclesiásticos, debemos asumir también la necesidad de
una real convergencia eclesiástica entre nosotros en beneficio de nuestro
pueblo. Hacer eso implica un esfuerzo para determinar el perfil de nuestra
identidad eclesial. No basta con subrayar que somos calvinistas, presbiterianos
auténticos, abiertos, progresistas, ecuménicos o lo que sea. Nuestra práctica
eclesial, es decir, lo que hacemos en cuanto comunidades locales, debe
responder de alguna forma a esa propuesta teórica que nos hemos dado. Si
creemos en el valor de nuestra herencia, y si ésta forma parte de nuestra
contribución al diálogo inter-eclesial, necesitamos conocerla en profundidad,
además de tener el valor de hacerle correcciones en nuestro curso histórico y
la humildad para reconocer sus límites, asumiendo los valores de otras
tradiciones igualmente válidas y tan significativas como la nuestra.
Hay muchos otros elementos
del calvinismo que necesitamos reaprender y reabsorber en nuestra práctica
eclesial. Destaco este sobre un aspecto de la eclesiología, porque me parece
fundamental. ¿Cómo asumiremos esa herencia más profunda y más sustancial frente
al modelo eclesiológico que recibimos del trabajo misionero y que es tan
distinto de la propuesta original y que, al mismo tiempo, modela a la mayoría
de nuestras congregaciones? ¿Qué tipo de trabajo educativo de carácter formativo/informativo
debemos desarrollar? ¿De qué modo podremos, a partir de ahora, pensar en
términos de la producción/divulgación de nuestra reflexión teológica?
¿Cómo ser ecuménicos entre
nosotros mismos? ¿Cuál es el elemento positivo que nos une como presbiterianos?
Creo que no bastan las afirmaciones históricas de carácter general; es
necesario algo más sólido y concreto que brote de nuestra práctica eclesial.
¿De qué manera, por qué caminos, podremos dar expresión real a todo esto?
De la Federación a la Iglesia
Estas preguntas me llevaron a pensar en el paso que pretendemos dar
ahora. Espero, como todos ustedes, que el cambio de nombre de Federación de
Iglesias Presbiterianas por el de Iglesia Presbiteriana Unida sea algo más que
un cambio de razón social de la entidad jurídica formulada en 1978. Este cambio
implica un proyecto que pretende ser realizado a largo plazo. Queremos ser el
presbiterianismo que la Iglesia Presbiteriana de Brasil no logró ser porque
perdió el rumbo dentro de la historia eclesiástica del país. Esto implica
muchas otras preguntas que no pueden responderse ahora, pero que lo serán en la
medida en que, durante nuestro caminar futuro, vayan siendo asumidas a partir
de las prácticas concretas de nuestras comunidades y regiones eclesiásticas.
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MERKEL
AGRADECE A LUTERO EL LOGRO DE UNA SOCIEDAD “MADURA Y RESPONSABLE”
Protestante Digital, 5 de noviembre de 2012

El cristianismo es “la religión más perseguida” en el
mundo. Así lo manifestó Ángela Merkel, hija de un pastor protestante, al hablar
en el reciente sínodo de la Iglesia Evangélica de Alemania (EKD, por sus siglas
en alemán) en la localidad costera de “Lübeck”, en el Mar Báltico.
La canciller destacó que la
protección de los cristianos perseguidos en el mundo es “una parte importante
de la política exterior alemana”, porque la libertad religiosa es un “derecho
humano básico”, que no se observa en todas partes.
“El fanatismo, la
restricción de la libertad religiosa y el desprecio por la fe son parte del
mundo moderno”, agregó Merkel, señalando en referencia al preámbulo de la
Constitución alemana que “la República Federal, de manera expresa, no fue
creada como sólo secular”. Y añadió “Creo que en un mundo secular, pero
(también creo que) hay puntos en común con la religión cristiana que deben ser
colocados en el primer plano” de la vida social.
Cinco siglos de la Reforma Protestante en 2017
La Reforma
protestante comenzó 31 de octubre de 1517, cuando Martín Lutero protestó
públicamente contra la venta de indulgencias, clavando sus 95 tesis en la
puerta de la iglesia de Wittenberg.
Merkel mencionó en su discurso, a continuación de lo
dicho anteriormente, el quinto centenario de la Reforma protestante, que la
Iglesia Evangélica conmemorará en 2017, expresando un profundo agradecimiento
por la obra de Martín Lutero, quien con su trabajo ayudó a definir la imagen de
un ser humano “maduro y responsable”.
Ángela Merkel ha expresado
también la esperanza de que las celebraciones previstas para dentro de en cinco
años incluyan un “componente de misión” que puede alcanzar a las personas que
viven lejos de la fe en Jesús.
El ecumenismo ante la Reforma
Ante la
conmemoración de los cinco siglos de la reforma protestante en 2017 la
Canciller alemana invitó a celebrar esta efeméride de la Reforma en un espíritu
ecuménico, a pesar de que católicos y protestantes no han logrado ponerse de
acuerdo sobre un marco común de las celebraciones.
Una invitación que señala
directamente las declaraciones del Cardenal Koch, Presidente del católico
Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, que ha tildado a la reforma protestante de "pecado y "fracaso", expresando además que
le gustaría asistir -en lugar de a una celebración de la memoria de la Reforma
protestante- a una reunión en la que las confesiones reformadas pidieran
disculpas y reconociesen sus errores.
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