La Palabra (Hispanoamérica)
1 Faltaban dos días para la fiesta de la
Pascua y de los Panes sin levadura, y los jefes de los sacerdotes y los
maestros de la ley andaban buscando el modo de tender una trampa a Jesús para
prenderlo y matarlo. 2 Decían, sin embargo: —No lo hagamos durante
la fiesta, a fin de evitar una alteración del orden público.
3
Estaba Jesús en Betania, en casa de un tal Simón, a quien llamaban el leproso.
Mientras se hallaba sentado a la mesa, llegó una mujer que llevaba en un frasco
de alabastro un perfume de nardo auténtico y muy valioso. Rompió el frasco y
vertió el perfume sobre la cabeza de Jesús. 4 Molestos por ello,
algunos comentaban entre sí: “¿A qué viene tal derroche de perfume? 5 Podía haberse vendido este
perfume por más de trescientos denarios y haber entregado el importe a los
pobres”. Así que murmuraban contra aquella mujer. 6 Pero Jesús
les dijo: —Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo es bueno. 7 A los pobres los tendrán
siempre entre ustedes y podrán hacerles todo el bien que ustedes quieran; pero
a mí no me tendrán siempre. 8 Ha hecho lo que estaba en su mano
preparando por anticipado mi cuerpo para el entierro. 9 Les aseguro
que, en cualquier lugar del mundo donde se anuncie la buena noticia, se
recordará también a esta mujer y lo que hizo.
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