sábado, 14 de diciembre de 2013

Isaías 49.1-7

La Palabra (Hispanoamérica)



Escúchenme, costas remotas,
atiendan, pueblos lejanos.
Ya en el vientre me llamó el Señor,
en el seno materno pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca espada afilada,
me ocultó al amparo de su mano;
hizo de mí una flecha puntiaguda,
me puso dentro de su aljaba.
Me dijo: Tú eres mi siervo, Israel,en ti va a resplandecer mi gloria.
Pero yo pensaba: “En vano he trabajado,
en viento y por nada
he malgastado mis fuerzas”;
sin embargo, mi causa la llevaba el Señor,
mi recompensa dependía de mi Dios.
Y ahora así dice el Señor,
que me hizo su siervo ya en el vientre,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
(fui valioso a los ojos del Señor,
mi Dios fue mi fuerza):
Es muy poco que seas mi siervo
para restaurar a las tribus de Jacob
y reconducir al resto de Israel.
Voy a hacerte luz de las naciones
para que llegue mi salvación
hasta el confín de la tierra.

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