1. Introducción
El
ejemplo de los Santos Padres de la Iglesia y de uno en particular: El justo
Filaré, quien cumpliría su misión como un verdadero siervo, mediante un
servicio abnegado a Dios y a los demás:
los más necesitados de Dios, de vida y de amor.
2.
Situación
de la audiencia
2.1. Isaías
ministra en días de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá (745-680 a. C.),
durante el tiempo en que fuera a cautiverio a la nación de Asiria esa parte de
Israel (del norte) que ocupaba la zona norte de la tierra conquistada, después
de su división. Durante ese tiempo, Asiria (al sur este de Israel) era una
nación que iba ascenso de poder, conquista y dominio del mundo de aquel
entonces, incluyendo el débil Israel.
2.2. Isaías
fue, pues, testigo de la caída de esa parte de Israel (Israel del norte), y a
otras naciones de la época, bajo el poder de Asiria. Al ver tal cosa, Isaías
anima al resto de Israel (Judá) que habitaba en la parte sur de la tierra conquistada
a confiar y depender de Dios solamente, pues Isaías vería la pronta caída
también de Judá en manos de los babilonios. De ahí lo que les profetiza nuestro
pasaje.
2.3.Veamos
más de cerca algo de este pasaje.
3. Exégesis elemental del
pasaje
3.1.Ubicación
(contexto literario) del pasaje:
3.1.1. Nuestro
pasaje se ubica en la parte segunda del libro en que Isaías profetiza al pueblo
sobre el Mesías. Son los famosos cantos del “Siervo de Dios”, escritos con
maestría poética al estilo hebreo.
3.1.2.
Específicamente, se trata del segundo de esos cantos, mediante el cual el
profeta anuncia a Judá la esperanza que los debía mantener dependientes de Dios
en la hora crítica que vivían y que se les avecinaba, y a nosotros nos deja ver
más claramente el plan misionero redentor de Dios no sólo a favor de Israel,
sino también de todas las naciones de la época y del futuro.
3.1.3. Algunas
cosas importantes que este canto enfatiza mediante un lenguaje poético, demasiado
simbólico.
3.2.
El canto:
3.2.1. El
canto es un poema que como todo poema no admite división. Es una unidad. Pero
es posible subdividirlo en dos partes principales.
3.2.2. Primera
parte (vs. 1-2). Énfasis: Llamado del profeta a las naciones a escuchar
el testimonio del siervo (en la segunda parte, veremos que es Israel) tocante a
la elección que Dios le hiciera desde los tiempos remotos, a una misión que
incluye denuncia (juicio) y protección del profeta.
3.2.3. Segunda
parte (vs. 3-7). Énfasis: El llamado es a Israel. Sin embargo, el NT nos
revela que Jesús cumple a plenitud este tipo de profecía (Jn 12:37-43, 20:21;
Lc 4); por eso, la Iglesia ha visto en el siervo de Isaías a Jesús. Entonces,
en Jesús, enseña el canto, Dios será glorificado. El ha sido llamado a ser el
siervo con una misión de salvación, de ser luz y de sufrimiento (v. 7a) no
sólo para Israel, sino también para los confines de la tierra. Y hasta los
poderosos, quienes reconocerán su divinidad (5-7). No es por casualidad que a
partir del versículo 8 Isaías cante más ampliamente sobre la restauración
futura de Israel.
4.
Resumen:
4.1. El
pasaje es un canto del futuro siervo de Dios y esa calidad de siervo es
encarnada en forma colectiva por Israel en los tiempos de Isaías; en este
sentido, Israel tipifica al verdadero siervo que vendrá. Es claro que la visión
profética de Isaías va más allá de la referencia a Israel: él predice la
encarnación redentora de Jesús, llevada a cabo muchos años después de Isaías.
4.2. Quien
convoca al siervo a la misión es Dios.
4.3. En
su calidad de siervo de Dios, el siervo tiene una misión de juicio, redentora,
de luz y de sufrimiento, en la cual es protegido.
4.4. En
su calidad de siervo de Dios, el siervo es llamado a llevar a cabo esa misión en
Israel.
4.5. En
su calidad de siervo de Dios, la misión del siervo no se limita a Israel, sino
a todo el mundo venidero y a los poderosos de la tierra, quienes reconocerán
quién es el siervo.
5. El pasaje habla sobre algunas cosas
hoy
5.1. Al
igual que Pablo, quien se ve a sí mismo como quien continúa el ministerio del
siervo de Isaías, la iglesia es la sierva continuadora de ese ministerio
misionero (Mt 28:18-20).
5.2. Pero
ella ha de verse precisamente como sierva de Dios, no como dueña y señora de
esa misión. Ella es convocada a tener el privilegio de participar en la misión
de Dios.
5.3.
Ella ha de llevar a cabo esa misión con humildad, que implica misionar desde
abajo, desde la vulnerabilidad, desde el sufrimiento y desde el servicio
abnegado a Dios y a los hombres, incluso poderosos. No ha de competir con los
valores del mundo irredento.
5.4. En
este sentido, la iglesia es la sierva que se esfuerza por llevar a cabo la
misión del siervo del mismo modo como él la realizó, con excepción de la cruz.
5.5. Por
qué no imitar a esos hombres y mujeres de Dios que nos han precedido en una
misión que corresponde a un verdadero siervo de Dios y de los seres humanos, o
como el mismo siervo de siervos: Jesús, el siervo de Dios por excelencia.
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