sábado, 14 de diciembre de 2013

La luz de Dios salva al mundo, Rev. George Reyes

1.      Introducción

El ejemplo de los Santos Padres de la Iglesia y de uno en particular: El justo Filaré, quien cumpliría su misión como un verdadero siervo, mediante un servicio abnegado a Dios y a  los demás: los más necesitados de Dios, de vida y de amor.

2.      Situación de la audiencia

2.1. Isaías ministra en días de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá (745-680 a. C.), durante el tiempo en que fuera a cautiverio a la nación de Asiria esa parte de Israel (del norte) que ocupaba la zona norte de la tierra conquistada, después de su división. Durante ese tiempo, Asiria (al sur este de Israel) era una nación que iba ascenso de poder, conquista y dominio del mundo de aquel entonces, incluyendo el débil Israel.

2.2. Isaías fue, pues, testigo de la caída de esa parte de Israel (Israel del norte), y a otras naciones de la época, bajo el poder de Asiria. Al ver tal cosa, Isaías anima al resto de Israel (Judá) que habitaba en la parte sur de la tierra conquistada a confiar y depender de Dios solamente, pues Isaías vería la pronta caída también de Judá en manos de los babilonios. De ahí lo que les profetiza nuestro pasaje.

2.3.Veamos más de cerca algo de este pasaje.

3.      Exégesis elemental del pasaje

3.1.Ubicación (contexto literario) del pasaje:
3.1.1.        Nuestro pasaje se ubica en la parte segunda del libro en que Isaías profetiza al pueblo sobre el Mesías. Son los famosos cantos del “Siervo de Dios”, escritos con maestría poética al estilo hebreo.
3.1.2.        Específicamente, se trata del segundo de esos cantos, mediante el cual el profeta anuncia a Judá la esperanza que los debía mantener dependientes de Dios en la hora crítica que vivían y que se les avecinaba, y a nosotros nos deja ver más claramente el plan misionero redentor de Dios no sólo a favor de Israel, sino también de todas las naciones de la época y del futuro.
3.1.3.        Algunas cosas importantes que este canto enfatiza mediante un lenguaje poético, demasiado simbólico.

3.2. El canto:
3.2.1.      El canto es un poema que como todo poema no admite división. Es una unidad. Pero es posible subdividirlo en dos partes principales.
3.2.2.      Primera parte (vs. 1-2). Énfasis: Llamado del profeta a las naciones a escuchar el testimonio del siervo (en la segunda parte, veremos que es Israel) tocante a la elección que Dios le hiciera desde los tiempos remotos, a una misión que incluye  denuncia (juicio) y  protección del profeta.

3.2.3.      Segunda parte (vs. 3-7). Énfasis: El llamado es a Israel. Sin embargo, el NT nos revela que Jesús cumple a plenitud este tipo de profecía (Jn 12:37-43, 20:21; Lc 4); por eso, la Iglesia ha visto en el siervo de Isaías a Jesús. Entonces, en Jesús, enseña el canto, Dios será glorificado. El ha sido llamado a ser el siervo con una misión de salvación, de ser luz y de sufrimiento (v. 7a) no sólo para Israel, sino también para los confines de la tierra. Y hasta los poderosos, quienes reconocerán su divinidad (5-7). No es por casualidad que a partir del versículo 8 Isaías cante más ampliamente sobre la restauración futura de Israel.

4.      Resumen:
4.1. El pasaje es un canto del futuro siervo de Dios y esa calidad de siervo es encarnada en forma colectiva por Israel en los tiempos de Isaías; en este sentido, Israel tipifica al verdadero siervo que vendrá. Es claro que la visión profética de Isaías va más allá de la referencia a Israel: él predice la encarnación redentora de Jesús, llevada a cabo muchos años después de Isaías.
4.2. Quien convoca al siervo a la misión es Dios.
4.3. En su calidad de siervo de Dios, el siervo tiene una misión de juicio, redentora, de luz y de sufrimiento, en la cual es protegido.
4.4. En su calidad de siervo de Dios,  el  siervo es llamado a llevar a cabo esa misión en Israel.  
4.5. En su calidad de siervo de Dios, la misión del siervo no se limita a Israel, sino a todo el mundo venidero y a los poderosos de la tierra, quienes reconocerán quién es el siervo.

5.      El pasaje habla sobre algunas cosas hoy 

5.1. Al igual que Pablo, quien se ve a sí mismo como quien continúa el ministerio del siervo de Isaías, la iglesia es la sierva continuadora de ese ministerio misionero (Mt 28:18-20).
5.2. Pero ella ha de verse precisamente como sierva de Dios, no como dueña y señora de esa misión. Ella es convocada a tener el privilegio de participar en la misión de Dios.
5.3. Ella ha de llevar a cabo esa misión con humildad, que implica misionar desde abajo, desde la vulnerabilidad, desde el sufrimiento y desde el servicio abnegado a Dios y a los hombres, incluso poderosos. No ha de competir con los valores del mundo irredento.
5.4. En este sentido, la iglesia es la sierva que se esfuerza por llevar a cabo la misión del siervo del mismo modo como él la realizó, con excepción de la cruz.

5.5. Por qué no imitar a esos hombres y mujeres de Dios que nos han precedido en una misión que corresponde a un verdadero siervo de Dios y de los seres humanos, o como el mismo siervo de siervos: Jesús, el siervo de Dios por excelencia.

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