12 de enero, 2014
Pero es preciso que la perseverancia lleve a feliz término
su empeño, para que ustedes sean perfectos, cabales e intachables.
Santiago 1.4, La Palabra (Hispanoamérica)
En
la misma de su maestro, el apóstol Santiago acometió la tarea de instruir y
orientar a las comunidades donde tenía influencia. Su empeño se situó, como
casi la totalidad del Nuevo Testamento, en proveerlas de recursos para resistir
los embates de diversos tipos que enfrentaban en su diario acontecer.
Participando también del horizonte escatológico, es decir, del contexto de
profunda crisis, desencanto y desilusión que producía la esperanza en una
intervención directa de Dios para arreglarlo todo, y de un ambiente de
persecución y rechazo hacia el testimonio de Jesucristo en medio del Imperio
Romano, se dirige “a todos los miembros del pueblo de Dios dispersos por el
mundo” (1.1), lo que demuestra una visión totalizante, universal, y hoy
diríamos, global. De ahí procede su inicial insistencia y exhortación para
resistir los embates de todo tipo y, paradójicamente, vivir con alegría en
medio de las pruebas (v. 2). Ellas incitan y obligan a fortalecer la fe como
propósito central, para lo cual es necesaria una fuerte dosis de constancia y
perseverancia.
Siguiendo el análisis de Frank Pimentel,
biblista dominicano, podemos decir que la orientación mayor es a resistir
mediante las herramientas provistas por Dios mismo. Como parte de un proyecto
alternativo de existencia personal y colectivo a partir de la fe en Jesucristo
como enviado de Dios (el Reino), se plantea la posibilidad de vivir y pensar
también de manera alternativa:
El/la creyente, por
tanto, debe tomar conciencia de que las dificultades asumidas por la causa del
Proyecto alternativo de Dios nos ofrecen la posibilidad de fortalecer nuestra
fe. El profeta, en su condición de persona comprometida con la causa de Dios y
de los hermanos más empobrecidos y débiles debe vivir con alegría aun en medio
de las pruebas y las persecuciones. Así lo había querido Jesús, cuando propuso
un estilo de vida diferente a sus discípulos (cf. Mt 5.12). Esa alegría,
mostrada por los seguidores del carpintero de Nazaret, se convertirá en un
testimonio creíble para tantas personas que, por miedo al conflicto y a las
dificultades, no asumen un compromiso con la causa de los más débiles.[1]
Santiago, y su
comunidad de fe, desafían la opinión tradicional, según la cual Dios probaba a
sus fieles, y en ocasiones los metía en la tentación para asegurar si en verdad querían permanecer como
discípulos/as suyos. Santiago parece compartir la opinión de Pablo, según la
cual las pruebas y tentaciones que nos vienen no son superiores a nuestras
fuerzas, simplemente porque Dios no lo permite. Su presencia en medio de
nuestro camino de fe y solidaridad nos da la certeza de que podremos superar
las pruebas, porque “con la tentación nos dará el modo de poder resistir con
éxito” (1 Co 10.13).
Una
fe probada en el sufrimiento produce la paciencia (1.3). Sin embargo, no se
trata de asumir una actitud pasiva o estoica; más bien se trata de la actitud
fundamental que necesita el/la creyente para vivir con coherencia y dignidad.
Por otro lado, en medio de la resistencia es necesario realizar acciones
concretas que expresen nuestro compromiso con la causa de la justicia. De nada
valdría la resistencia, la paciencia en el sufrimiento, si no es para producir
los frutos del amor solidario que van gestando una sociedad alternativa y que
van haciendo la realización del Proyecto de Dios en medio de la sociedad en la
que se vive.
El/la
creyente debe conocer el origen de la prueba y la tentación. Es de dentro de
nosotros/as mismos/as de donde nace la codicia y el deseo de dominar a los/as
hermanos/as. Formamos parte de una humanidad herida por el pecado. Por eso
cuando no se vive en actitud de continua resistencia nos dejamos llevar por
nuestras propias pasiones; pero eso sólo nos conduce a la muerte y a la vida
sin sentido. (Idem)
Se trata, entonces, en nuestros tiempos, de
“resistir exitosamente”, no de sumarse a la idolatría del éxito a toda costa. La
sobrevivencia se basa en superar los guiones escritos de antemano por el
sistema para cada uno. Resistir espiritualmente consiste en ser constantes y
fieles al proyecto al que Dios nos ha llamado. Y no es cosa fácil, por lo que
mutuamente hemos de convocarnos a esa fidelidad, constancia y compromiso.
[1] F. Pimentel, “Codicia, resistencia y proyecto
alternativo. Un acercamiento socio-lingüístico
y actualizante a la carta de Santiago”, en RIBLA, núm. 31, www.claiweb.org/ribla/ribla31/codicia.html.
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