sábado, 4 de enero de 2014

La constancia, virtud cristiana, L. Cervantes-O.

5 de enero, 2014

Todos los odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin (jupomeínas eis télos), se salvará (sothésetai).
Marcos 13.13

Manténganse firmes [perseverantes, jupomone] y alcanzarán la vida (ktésasthe tas psujás).
Lucas 21.19, La Palabra (Latinoamérica)

Un tanto escondidas dentro del discurso de Jesús sobre los últimos días aparecen unas palabras suyas que, dado el contexto del resto del capítulo 13 de Marcos, resumen muy bien la actitud que debía prevalecer entre sus seguidores/as: la constancia, perseverancia o paciencia (jupomenó). Al hablar de un contexto de crisis, destrucción y persecución, presenta a los discípulos un panorama muy exigente para su fe personal y colectiva. Esa misma intención aparece en el pasaje derivado Lc 21.19, así como en Lc 8.15 (los que oyen el mensaje y dan fruto por su constancia), en el sentido de resistir y ser perseverantes, aunque en Mr se subraya más intensamente el odio del que serán objeto. “De acuerdo con el contexto habría que pensar que en estos pasajes el perseverar no hace referencia a un tiempo largo de espera sino más bien a la magnitud de la tentación, los ‘dolores de parto de la época final’ que hay que sobrellevar con fortaleza y perseverancia. Lo que pondrá fin a esta espera es la venida de Cristo (Mr 13.21 y 26, parousía) Así pues, ambos motivos temáticos concuerdan la perseverancia paciente y la espera inquebrantable”.[1]
La conflictividad político-militar, trasfondo directo de la escritura de Marcos 13, y que continúa al resto del pasaje, describe la necesidad de mantenerse firme, constante, en medio de las peores circunstancias. La fidelidad al templo de Jerusalén, ante su fin inminente, ya no tenía sentido: “Al templo, de hecho, no le quedaba remedio. Pero dada la importancia ideológica que tiene el rechazo del proyecto del templo para el Evangelio de Marcos, los dolores —que no son simple­mente los genéricos— con que el evangelista ha envuelto su relato de la desaparición del templo, sugiere que el mismo escritor compuso su obra todavía en a la sombra de estos acontecimientos”.[2] Ésa es la razón del desapego con que Jesús se refiere a él y plantea una nueva forma de fidelidad hacia los designios de Dios basada en su enseñanza. Más allá de esforzarse en la inútil defensa de un edificio condenado a la desaparición (Mr 13.1-4; Lc 21.5-7), ahora se trata, más bien, de fundamentarse en los énfasis proféticos y apocalípticos destacados por él.
Jesús se expresa así como parte del horizonte escatológico en el que se situó su mensaje y actuación, puesto que él preveía las dificultades ideológicas y culturales que se avecinaban al momento de que sus enseñanzas trascendieran aún más. De ahí que la primera advertencia tenga que ver con no dejarse engañar en relación con su segunda venida y con el fin de todas las cosas (Lc 21.8-9), situaciones que han sido objeto de morbo y de falsas expectativas. La cadena de circunstancias mencionadas a continuación bien parece un recuento histórico general: guerras y calamidades (vv. 10-11), pero por encima de ellas les anuncia la forma en que reaccionará el mundo a la propagación del anuncio del Reino de Dios: rechazo de los judíos, persecución, cárcel, entrega a las autoridades (v. 12). Con base en dicha reacción, la actitud que se espera de sus seguidores es de firmeza y constancia, de tal modo que ninguna de las acechanzas les impida continuar en la fidelidad hacia el Evangelio.
“Resistir hasta el final” tiene una consecuencia claramente señalada en Marcos y Lucas: en el primero, se garantiza la salvación, y en el segundo, la continuidad de la vida. Pero no se trata solamente de sobrevivir a los conflictos derivados de la persecución sino a mantenerse en la existencia plena en el plano espiritual (Mr) y en la capacidad de seguir influyendo con su presencia en el mundo (Lc), ambos como propósitos centrales de Jesús para beneficiar a sus seguidores. La “paciencia militante” y la constancia requerida se constituyen en un virtud cristiana reclamada por el ambiente ante las exigencias que cada momento crítico plantean al seguidor/a de Jesús de Nazaret. Para Mr 13.13b, la recompensa va más allá de cualquier cosa imaginada o prevista por los cálculos humanos materiales:

Desde la inseguridad, derrota o muerte se pasa a la seguridad, triunfo y vida. Se entra en el tiempo utópico, el télos, pero a nivel individual, no social. […]
Como aparece en 8.35, perder la vida por la adhesión a Jesús y por la proclamación de la buena noticia no es un fracaso, sino un triunfo sobre la muerte, pues así asegura el hombre la permanencia de la vida. Pero esto no se propone como premio o meta, sino como dato objetivo o consecuencia necesaria. Para el seguidor, por tanto, lo importante es realizar su tarea sin temor ni a la misma muerte.[3]

Por todo ello, ser constantes en el seguimiento de Jesús y en el compromiso con la venida de su Reino al mundo es una tarea insoslayable que deberá realizarse en medio de los avatares del mundo, como prueba de la eficacia de una fe capaz de transformarlo.



[1] U. Falkenroth, “Paciencia (jupomeno)”, en L. Coenen et al., dirs., Diccionario teológico del Nuevo Testamento. III. 3ª ed. Salamanca, Sígueme, 1993, p. 239.
[2] Leif E. Vaage, “El evangelio de Marcos: una interpretación ideológica particular dentro de los cristianismos originarios de Siria-Palestina”, en RIBLA, núm. 29, www.claiweb.org/ribla/ribla29/el%20evangelio%20de%20marcos.html.
[3] Juan Mateos, Marcos 13: el grupo cristiano en la historia. Madrid, Cristiandad, 1987, pp. 275-276.

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