domingo, 25 de enero de 2015

Letra 404, 25 de enero de 2015



PONERSE EN PIE Y ANDAR
Karl Barth
Instantes. Santander, Sal Terrae, 2005, p. 85.

El paralítico se puso en pie y andaba.
Hechos 3.8

A

l cristiano —justamente la criatura que, ante todo, sabe que, en cuanto tal criatura, no es más que polvo ante Dios— su fe —en la medida en que se trate al menos de un mínimo fragmento de fe auténtica— le permite estar con Dios, y no ya sometido a las inclemencias del acontecer del mundo, sino por encima de todas ellas, porque precisamente él está con Dios como hijo de ese Padre, como heredero de su gloria, ya aquí y ahora señor libre de todas las cosas. Ve incluso donde no hay nada que ver.
Se ríe de las falsas visiones y cosmovisiones, aun cuando éstas sigan teniendo un gran predicamento. Se pone en pie y anda, aun cuando al prójimo y a él mismo les parezca caer en un abismo sin fondo. Es animoso, paciente, alegre, incluso allí donde no sólo la apariencia, sino la entera y sólida realidad del mundo se manifiesta contraria a que tal cosa pueda ser. Él le hace frente, no con el espasmo artificial de un esfuerzo religioso excesivo, sino porque, al poder creer, se hace primero frente a sí mismo, y de ese modo está protegido de sí mismo y del mundo entero. Al tener a su Señor, puede y debe resistir y ser Señor con él. De su “por eso” se sigue, sin más, su “no obstante”; y lo que todavía le falta, lo que todavía aguarda ardientemente, aunque sin preocupación, es ya sólo la manifestación de su Señor como Señor también del acontecer del mundo, la manifestación de que también su “no obstante” es un “por eso”. Esto significa vivir de su fe.
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RELATO HISTÓRICO DEL PROCESO DE FORMACIÓN DE LA CONGREGACIÓN “PRÍNCIPE DE PAZ NORTE” 1990–1993 (I)
A.I. Hiram Palomino López

Aunque en los anales históricos se menciona el primer domingo de enero de 1993 como la fecha en que nos reunimos por primera vez como grupo, fue desde el año de 1990 que surgió la inquietud de iniciar un proyecto de crecimiento de la Iglesia “Príncipe de Paz” propuesto por el Ministerio de Misiones dirigido por el A.I. Hiram Palomino y que consistía en un plan para establecer cuatro congregaciones en diferentes puntos de la ciudad. El Consistorio de la Iglesia acordó apoyar lo que parecía más viable, el “Proyecto Culhuacán”, donde las autoridades del Departamento del Distrito Federal, incluso, habían otorgado un terreno de más de 1000 metros cuadrados, se habían adquirido 100 sillas y nos estábamos reuniendo cada domingo por la tarde un promedio de 60 a 70 hermanos en el domicilio del hermano José Luis Orozco en Villa Coapa, incluso, se realizó un culto de inicio en el mismo terreno a donde asistió una gran cantidad de miembros de la iglesia, compartiendo así mismo los alimentos en una gran reunión de comunión fraternal.
Mientras tanto, alternativamente al desarrollo de este plan, otro grupo de hermanos radicados en el norte de la ciudad nos reuníamos semanalmente cada jueves en nuestras casas para orar, pero fundamentalmente con el propósito de iniciar una congregación en el norte del D.F. Así, nos reuníamos Jonathan Forcada con su esposa Gloria, Daniel Soto y Eglantina, Vicky Apaza, Rafael Pineda con su familia, las hermanas Sara y Pina Romero, Hiram Palomino y Ruth, el grupo fue creciendo y fortaleciéndose con la presencia de Javier Díaz y Pili, Rubén Núñez y Laurita, Samuel Hernández y Mati, y otros hermanos más. Nuestra oración permanente era la solicitud a Dios que nos indicara el camino a seguir y que fuera El quien orientara las acciones a seguir para realizar ese proyecto en el norte de la ciudad.
El proyecto en Culhuacán iba muy adelantado, se realizaron todas las gestiones ante las autoridades de la delegación para obtener los servicios de urbanización, drenaje, agua potable, electrificación, etcétera, y el día que se presentaron las cuadrillas de trabajadores para iniciar los trabajos correspondientes hubo una gran manifestación de inconformidad de los colonos que se opusieron a esta obra la cual fue suspendida abandonando la iglesia este proyecto.
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LA MAYORDOMÍA DE LOS BIENES MATERIALES: UNA EXPLORACIÓN EN LA ÉTICA REFORMADA  (I)
C. René Padilla

La estrecha relación entre la doctrina que se profesa y la ética que se practica es una premisa fundamental de la fe cristiana. Juan Calvino lo expresa con meridiana claridad en su excelente tratado sobre la vida cristiana, que forma parte del libro III de su Institución: “El Evangelio no es doctrina de meras palabras, sino de vida, y no se aprende únicamente con el entendimiento y la memoria, como las otras ciencias, sino que debe poseerse con el alma, y asentarse en lo profundo del corazón; de otra manera no se recibe como se debe (III.vi.4 [p. 525])”.
Para Calvino, como para los demás reformadores, la pureza de la doctrina era un asunto de suma importancia, pero no como un fin en sí­ mismo sino como el fundamento para una vida digna del Evangelio. La doctrina debí­a "poseerse con el alma, y asentarse en lo profundo del corazón", a fin de dar fruto en términos de santidad en la vida práctica. Y esta integración de la fe y la conducta tení­a que darse en todas las áreas de la vida, sin excepción. "Evidentemente --decí­a Calvino-- es un punto trascendental saber que estamos consagrados y dedicados a Dios, a fin de que ya no pensemos cosa alguna, ni hablemos, meditemos o hagamos nada que no sea para su gloria; porque no se pueden aplicar las cosas sagradas a usos profanos, sin hacer con ello gran injuria a Dios" (III.vii.1 [p. 527]).
Con miras a ilustrar la manera en que la teologí­a reformada se ocupó en el pasado de relacionar la enseñanza bí­blica con la conducta práctica, en el presente artí­culo exploramos un tema que mereció consideración cuidadosa por parte de varios autores de esta tradición y que sigue siendo un tema de actualidad: la mayordomí­a de los bienes materiales. Como afirmara el pastor Pierre Courthial, la gran originalidad de la Reforma fue el no querer ser original sino buscar un retorno a la Palabra de Dios (1967:30). Nuestro propósito es señalar, para nuestro propio aleccionamiento, algunas de las lí­neas de reflexión ética que, en torno al tema mencionado y a la luz de la enseñanza bí­blica, se trazaron en la tradición reformada en diálogo con el contexto histórico. Para ello analizaremos la obra intitulada Riches Increased by Giving, escrita por un pastor y autor puritano, Thomas Gouge (1605-1681). Nos ocuparemos de ella por considerarla de mucha solidez bí­blica y de gran actualidad para nuestro tiempo.
Cabe anotar que la situación en que vivió este destacado siervo de Dios, en la Inglaterra del siglo 17, se caracterizó, entre otras cosas, por una profunda desigualdad entre los ricos y los pobres. Mientras que los poderosos recibí­an todo tipo de privilegios por parte de la corona, el costo de vida no guardaba relación con la capacidad adquisitiva de los jornaleros y asalariados, y gran parte de la población no encontraba manera de satisfacer sus necesidades básicas (ver González 1982:63). En estas circunstancias Gouge se sintió compelido a llamar al pueblo de Dios, en general, y a sus miembros más pudientes, en particular, a una mayordomí­a responsable de los bienes materiales. Para este propósito recurrió a las Escrituras y, a partir de ellas, forjó su enseñanza de rico contenido ético y de gran pertinencia a su situación.

Martí­n Lutero y Juan Calvino: su actitud frente a los bienes materiales
Un estudio más amplio de nuestro tema tendrí­a que dar cuenta de los antecedentes de la enseñanza ética de Gouge en la historia del pensamiento reformado. Baste aquí mencionar que tanto Lutero como Calvino mostraron una preocupación especial por las  cuestiones  económicas  y  se  esforzaron  por  entenderlas a la luz de la Palabra de
Dios, en función de la coherencia entre la doctrina y la vida práctica.
El teólogo brasileño Ricardo W. Rieth, en su disertación doctoral para la Universidad de Leipzig, ha investigado con detenimiento el pensamiento económico de Lutero y ha mostrado cómo, a partir de las Escrituras, el reformador alemán opuso la "ganancia" (con la connotación de avaricia) a la fe, y el culto a Mamón a la adoración al Dios verdadero. En dos artí­culos que resumen sus hallazgos, Rieth afirma:

La "ganancia" asumió un significado central en el pensamiento teológico de Lutero cuando, por un lado, la equiparó a la incredulidad. En este contexto, comprendió la incredulidad en oposición a la fe como confianza en la ayuda de Dios. Por otro lado, también identificó la "ganancia" con la idolatrí­a o el culto a las riquezas, en oposición a la verdadera adoración, al verdadero culto a Dios... La "ganancia" destruye el principio básico por el cual debe definirse la posición frente a las posesiones y al dinero en la relación de cada uno consigo mismo y con los que lo rodean. Ese principio básico para la inversión de las posesiones y el dinero, a su vez, es creado por la fe y moldeado por el amor al prójimo. En consecuencia, la "ganancia" para Lutero sólo podrí­a combatirse a partir de la fe (1993:161; 1994:73).
W. Fred Graham, por su parte, ha mostrado de manera lúcida el carácter revolucionario del pensamiento socioeconómico de Calvino en su contexto histórico. Desde la perspectiva de este autor, "si hay algún tema central en el pensamiento social y económico de Calvino, éste es que la riqueza viene de Dios con el propósito de que se use para ayudar a nuestros hermanos. La solidaridad de la comunidad humana es tal que es inexcusable que unos tengan abundancia y otros estén en necesidad" (1978:68).
Tanto en su predicación como en sus escritos, el célebre reformador arremetió en múltiples oportunidades contra la explotación económica de los pobres por parte de los ricos y puso en duda la genuinidad de la fe de los explotadores. A manera de ejemplo, Graham cita la siguiente denuncia de los tales articulada por Calvino desde el púlpito de St. Pierre en Ginebra:
Si pudieran, [los ricos] reservarí­an el sol para ellos solos a fin de decir que otros no tienen nada en común con ellos. Si pudieran, en efecto, ciertamente cambiarí­an el orden de Dios y la naturaleza a fin de tragárselo todo. Y, sin embargo, ¡qué cristianos! ¡Sí­, lo son si uno quiere creérselo!

Según el estudioso en mención, es claro que para Calvino los bienes materiales sólo cumplen su función cuando se usan para el bien común, en conformidad con la ley del amor, puesto que "el uso legí­timo de todos estos bienes lleva consigo comunicarlos amistosa y liberalmente con nuestro prójimo" (Institución III.vii.5 [p. 531]). La base para tal "comunicación" no es otra que la vocación que Dios ha dado al hombre, a saber, la de su mayordomo en la creación: “Ninguna regla más cierta ni más sólida podí­a imaginarse para mantener esta comunicación, que cuando [la Escritura] nos dice que todos los bienes que tenemos nos los ha dado Dios en depósito, y que los ha puesto en nuestras manos con la condición de que usemos de ellos en beneficio de nuestros hermanos” (Ídem.).

Actividades

HOY A LAS 17.30 TENDREMOS UN TALLER DE CAPACITACIÓN Y ACTUALIZACIÓN PARA OFICIALES DE LA IGLESIA. TODOS/AS ESTÁN INVITADOS

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 27 de enero, 19 hrs.
Modera: D.I. Odavia Palomino L.

Llamamiento: Miqueas 4.9-14
Oración de ofrecimiento
Himnos:
         “Venid, nuestras voces alegres unamos” (73)
       “En momentos así” (411)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Amós 8
Tema: El profeta laico
Himno: “Oh, yo quiero andar con Cristo” (544)
Ofertorio
Bendición pastoral

AMÓS, PROFETA LAICO
Jesús M. Asurmendi

En la historia de la exégesis se ha preguntada muchas veces por el estatuto de los profetas. Ha habido ásperas discusiones sobre la cuestión de si los profetas eran funcionarios de la corte, empleados del templo o personas totalmente independientes de las instituciones religiosas y sociales de la época. Al comienzo de la exégesis crítica (finales del siglo XIX y comienzos del XX), muchos autores pensaban que los profetas eran personalidades independientes de toda institución, héroes solitarios, del tipo del profeta Elías, tal como lo presentan los libros de los Reyes; otros pensaban, por el contrario, que eran funcionarios de la corte o de los santuarios.
Una visión más equilibrada del problema ha subrayado la especificidad del profetismo israelita, insistiendo en el hecho de que algunos profetas no eran ni profetas funcionarios de la corte ni profetas cultuales, sino independientes. Esta opinión es justa, pera conviene relativizarla en la medida en que las características que pone de relieve no son propias tan sólo del profetismo de Israel. En efecto, los textos de Mari demuestran que, en esta ciudad a orillas del Éufrates, había, en el siglo XVIII A.C., “laicos”, hombres y mujeres que no tenían nada que ver con la corte, con el culto, con el “oficio” de profeta, pero que recibían también, de forma inesperada, mensajes de la divinidad que tenían que transmitir a los interesados. La especificidad del profetismo bíblico tiene que buscarse por tanto en otro lugar, aunque  participe de esta concepción, de esta realidad cualquier persona para ser su portavoz. Y nada indica que, una vez hecho profeta, ese individuo lo siga siendo toda su vida. Los orígenes sociales, el oficio, no constituyen ni el marco ni la condición para poder convertirse uno en profeta.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

25 – Taller de capacitación y actualización para oficiales (I)
31 – Plática con padres de familia

FEBRERO
“Si Jehová no edifica la casa…”: la iglesia, proyecto divino

"Levantémonos y edifiquemos...": con una misión ineludible, L. Cervantes-O.

25 de enero, 2015

Tengan, por tanto, en cuenta a quien soportó una oposición tan fuerte de parte de los pecadores. Si lo hacen así, el desaliento no se apoderará de ustedes. […] Así pues, ármense de valor y no se dejen vencer por el cansancio…
Hebreos 12.3, 12, La Palabra (Hispanoamérica)

Todo el ímpetu demostrado por Nehemías y los demás líderes judíos que encabezaron la reconstrucción de las murallas de Jerusalén y del templo, ejemplifican y simbolizan el ánimo que debe prevalecer en cualquier esfuerzo comunitario que se realice en nombre de Dios. Su época demandaba no solamente entusiasmo sino una disciplina y un convencimiento indomables para llevar a cabo esa tarea titánica. El ambiente no era lo suficientemente propicio y había que luchar, como casi siempre, contra la oposición interna y externa. Acaso uno de los aspectos más complejos de este proyecto sería la reconstrucción de la identidad, como parte de un paquete histórico y teológico más amplio, enorme en su concepción y en su ejecución por parte de aquellos que regresaron del exilio en diversas etapas. Para hacerse una idea de las dimensiones de la empresa y de su duración en el tiempo (estamos hablando de alrededor de 20 años), es útil citar a Neftalí Vélez:

Unos 42 000 exiliados (golàh) de Babilonia regresaron a Jerusalén, acogiéndose al edicto promulgado por Ciro (538 a .C.) en el amanecer del imperio de los persas, nuevos dueños del mundo conocido.
Los primeros dirigentes o “comisarios” nombrados por Ciro (539-530 a.C.), no consiguieron, en los primeros años, llevar a cabo la reconstrucción del templo de Jerusalén (Esd 4.24). La labor solamente se realizó después de la caída de Cambises (530-522 a.C.), entre los años 520-515 a.C., cuando ya estaba en el poder Darío (522-486 a.C.).[1]

Los dirigentes y el pueblo mismo tuvieron que reconstruirse a sí mismos a la luz del pacto de Dios había hecho con ellos. Tenían que preguntarse en qué consistía realmente su identidad, si solamente en aspectos religiosos, culturales o políticos, etcétera. Otro cuestionamiento era muy acuciante: ¿cómo construir o reconstruirse sin desconocer su pasado con todas sus cosas positivas y sus contradicciones? El periodo posexílico puso en juego diversas opciones de reconstrucción y había que trabajar en ellas sobre la marcha, asumiendo o desechando aquellas propuestas que contribuyeran de manera clara a la misión ineludible: colocar de nuevo en la historia al pueblo de Dios, con un gobierno sólido y una estabilidad social (y espiritual) mínima. No era poca cosa enfrentar la devastación, el desaliento y la oposición. Ante estructuras vitales inexistentes, un ánimo inconstante en muchos grupos y sectores y, finalmente, la necesidad de una capacidad política firme para enfrentar los obstáculos, la misión se agigantaba y parecía imposible de realizar.
De la misma manera, hoy las iglesias tienen que reconstruirse continuamente a la luz del pacto eterno de Dios con su pueblo. El autor de la carta a los Hebreos advirtió la necesidad de estimular, de alentar a los creyentes para no desmayar ante una situación similar. Su argumentación en el capítulo 12 es eminentemente histórica, como continuidad con el capítulo 11, y después cristológica, para fundamentar todos los esfuerzos individuales y comunitarios en la persona misma del Salvador y Señor, dueño de la iglesia, cabeza y conductor de la misma. Si él había peleado la gran batalla de la fe, eso mismo debería ser el motor para una actitud incansable que no se debía someter a los vaivenes del ánimo.
En ese sentido, son tres los aspectos morales, espirituales y hasta psicológicos que maneja el texto (vv. 3 y 12): a) no permitir que aumente el desaliento; b) armarse de valor; y c) no dejarse vencer por el cansancio. Ante los embates de la realidad y, en la actualidad, de las estadísticas negativas, ser dominados por el desaliento es una alternativa poco fiable y hasta incompatible con los propósitos divinos. Por definición, el Espíritu Santo anima, levanta y empuja a las comunidades a realizar su misión aun cuando los signos visibles no sean los más adecuados para realizarla. Él impulsa, alienta, ofrece ánimo y espíritu para levantarse cada vez y retomar las tareas encomendadas. Específicamente, ser iglesia en la historia con una misión ineludible, obliga a replantearse continuamente el grado de ánimo y disposición que se tiene para encarnar al pueblo de Dios en el mundo, pero siempre con una visión clara de la razón por la que se ha formado una comunidad.
En segundo lugar, el antiguo lugar común de “armarse de valor” para enfrentar la misión encomendada reaparece en el lenguaje del Nuevo Testamento para armar a la comunidad con un elemento que debía caracterizar a todos los creyentes, como personas y grupos, para ser representantes efectivos de los planes divinos. “Ser valientes” no es una mera actitud voluntarista y, por ello, transitoria, sino un ánimo permanente, no altivo, de respeto a los proyectos divinos y de fe en que se realizarán a través de los esfuerzos de la representación humana en el mundo.
Finalmente, el cansancio es otro de los obstáculos a vencer en esta carrera en medio del tiempo, propicio o no, para avanzar en el servicio. No desmayar, retomar fuerzas, animarse mutuamente, sustituirse y apoyarse, entre tantas posibilidades, todo ello debe contribuir a mantenerse frescos y atentos en la consecución de la misión propuesta, la gran carrera de la que habla el Nuevo Testamento en varios lugares. Por ello, no debe perderse de vista que la misión recibida debe ser asumida de diversas maneras según los tiempos y lugares que experimente la iglesia.


[1] N. Vélez Chaverra, “Reconstrucción e identidad: la alternativa de Esdras”, en RIBLA, núm. 9, www.claiweb.org/ribla/ribla9/reconstruccion%20e%20identidad.htm.

Hebreos 12.3-17, La Palabra (Hispanoamérica)


3 Tengan, por tanto, en cuenta a quien soportó una oposición tan fuerte de parte de los pecadores. Si lo hacen así, el desaliento no se apoderará de ustedes.
4 En realidad, aún no han llegado ustedes a derramar sangre en su lucha contra el pecado, 5 pero sí han olvidado la exhortación paternal que les dirige la Escritura: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor ni pierdas el ánimo cuando él te reprenda, 6 pues el Señor corrige a quien ama y castiga a quien reconoce como hijo. 7 Acepten ustedes la corrección, que es señal de que Dios los trata como a hijos. ¿Hay, en efecto, algún padre que no corrija a su hijo? 8 Pero si quedan privados de la corrección que todos reciben, es que son bastardos y no hijos legítimos.
9 Además, si en la tierra hemos tenido unos padres que nos han corregido y, sin embargo, los hemos respetado, ¿no deberemos, con mucha más razón, someternos al Padre sobrenatural si queremos tener vida? 10 Aquellos, en efecto, nos educaban según sus criterios para una vida corta; este, en cambio, nos educa para algo provechoso, a saber, para que participemos de su propia santidad. 11 Ninguna corrección resulta placentera cuando se recibe; al contrario, es desagradable. Mas a la postre, a quienes se sirven de ella para ejercitarse, les reporta frutos de paz y rectitud. 12 Así pues, ármense de valor y no se dejen vencer por el cansancio, 13 y encaminen sus pasos por senderos llanos para que el pie cojo no sufra una nueva torcedura, sino que pueda, más bien, sanar.

14 Procuren estar en paz con todos y llevar una vida de consagrados; sin ello nadie verá al Señor. 15 Manténganse vigilantes para que nadie quede privado de la gracia de Dios; para que ninguna planta dañina, capaz de perturbar y emponzoñar a toda una multitud, crezca entre ustedes; 16 para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. 17 Más tarde, como saben, quiso recibir en herencia la bendición, pero en vano; aunque lo suplicó entre lágrimas, ya no pudo cambiar lo que había hecho.

domingo, 18 de enero de 2015

Letra 403, 18 de enero de 2015

¡NO SEAS PUSILÁNIME!
Karl Barth
Instantes. Santander, Sal Terrae, 2005, p. 84.

Y, dejándolo todo, le siguieron. (Lucas 5.11)

L

os cristianos son personas que han encontrado a su Señor... después de haber sido ellos encontrados por él. No tienen necesidad de ningún otro señor. Lo cual no significa que sean personas irrespetuosas, pero sí que están felizmente liberados de toda servidumbre, magia y dictadura: por parte de su periódico, de la opinión de la gente, del estado de ánimo predominante y la opinión pública, de poderosas y determinadas personalidades, ideologías, principios y sistemas, y en especial de la idea de que su convencimiento personal tenga una importancia absolutamente decisiva.
A pesar de su impotencia, tienen el poder de temer y amar a Dios sobre todas las cosas. Por eso precisamente son personas a las que sólo preocupa una cosa: poder pensar demasiado mezquinamente de Dios, de su bondad y su capacidad, esperar demasiado poco de él, ser excesivamente pusilánimes de pensamiento, palabra y obra con respecto a él y a sus mandatos, arriesgar demasiado poco. Por lo demás, no tienen por qué abrigar miedo alguno: ni al futuro, ni a la abrumadora irracionalidad y maldad de cualquier otra persona o incluso de sí mismos, ni al envejecimiento, ni al o a la muerte, ni a destino ni a diablo alguno. Sin duda, cada día pierden unas cuantas veces la oportunidad de hacer uso de este su poder. El miedo también pretende someterlos continuamente, sin duda; pero ellos tienen poder sobre él, y un poder que pueden ejercer.

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LA CRÍTICA DE LA TEOLOGÍA SE TORNA EN LA CRÍTICA  DE LA POLÍTICA
Enrique Dussel
La Jornada, 10 de enero de 2015

E
l incidente perpetrado en París a manos de fundamentalistas islamitas nos llama a la reflexión aplicable a otras situaciones del presente mundial, convulsionado por una religiosidad de derecha sumamente peligrosa. Desde el comienzo queremos indicar que nos referimos no sólo al fundamentalismo islamita, sino igualmente a los fundamentalismos cristiano y sionista, que hoy aterran a la humanidad. La izquierda modernizante entendió la crítica de la teología (y de la religión) como su directa supresión. Con ello encubrió el problema de la religión en sus “formas profanas” (de la que nos habla Marx en su teoría del fetichismo) y dejó a la teología fundamentalista en la oscuridad, no sabiendo de su existencia ni pudiendo criticarla. Ese fundamentalismo renace sobre sus cenizas y reaparece desde una lógica ignorada por la izquierda, no por Marx, que planteó explícitamente el tema.
Hoy, en enero de 2015 se nos presenta un acontecimiento que toma desprevenida a la izquierda moderna y secularizante. Para Karl Marx la historia, la filosofía y la teología se articulaban en el pensamiento crítico. Por ello escribe en un texto célebre acerca de estos tres niveles epistemológicos que: “La misión de la historia consiste (…) en descubrir la verdad del más acá (Diesseits) (…) La misión de la filosofía puesta al servicio de la historia (…) está en desenmascarar la autoenajenación bajo sus formas profanas (…). La crítica de la teología se torna en la crítica de la política.”
Veamos entonces la relación de estos tres niveles: historia, filosofía y teología, quizá para escándalo de marxistas tradicionales y de antimarxistas cristianos (y de islámicos, taoístas, sionistas, etcétera).
En efecto, Marx escribió de su puño y letra que Thomas Müntzer, por medio de la Biblia, enfrentó el cristianismo feudal de su época con el sencillo cristianismo de los primeros siglos. Y continúa: “Los campesinos utilizaron este instrumento contra los príncipes, la nobleza y el clero”. Ese “instrumento” es un volver a los “primeros siglos” del cristianismo, cuando era mesiánico. En América Latina, al comienzo oscuramente y posteriormente con toda claridad, se entendió que Marx se estaba refiriendo anticipadamente a lo que hoy llamamos Teología de la Liberación, que en su versión más radical y primera es una crítica de la teología fetichizada (como la utilizada por las dictaduras militares a partir de 1964, que actuaban en nombre de la “civilización occidental y cristiana”) para abrir el horizonte de una crítica de la política liberal y de la economía capitalista. Deseo reflexionar unos instantes sobre la cuestión, no situándome subjetivamente como creyente de una comunidad religiosa, sino desde la objetividad sociopolítica, cultural y económica del mundo actual. Por ello, de una manera aún hoy provocativa y chocante, también contra los marxistas vulgares (me animaría a agregar), escribe Marx: “Por tanto (pensaba Müntzer), el cielo no es cosa de otro mundo; hay que buscarlo en esta vida, y la tarea (aún) de los creyentes consiste en establecer aquí, en la tierra, ese cielo que es el reino de Dios”.
Para Marx, la religión fundamentaba o negaba cierta praxis. Por ejemplo, el calvinismo reformuló el cristianismo para hacerlo compatible con el capitalismo que nació en su seno. No olvidar que en Escocia se practicó el presbiterianismo calvinista de John Knox, cultura religiosa de Adam Smith, por ejemplo. Marx critica esa inversión teológica y práctica del cristianismo (que ha dejado de ser mesiánico y crítico como en los primeros siglos, posición también asumida por Engels y Kautsky). Si hay que efectuar una crítica teológica, es necesario saber “entrar” en la lógica del discurso teológico (que Marx conocía muy bien, pero que el marxismo posterior ignoró completamente hasta el presente) para mostrar que la teología cristiana es esencialmente crítica del liberalismo en política y del capitalismo en economía. Esta es igualmente la tesis de Walter Benjamin, hoy en disputa interpretativa.
La cuestión se centra en el tema del fetichismo de las “formas profanas”. En efecto, primeramente, la teología moderna (española del siglo XVI) criticó la teología medieval (que con Ginés de Sepúlveda fundamentó teológicamente el colonialismo y el capitalismo naciente). Después, con el calvinismo, entre otros, se criticó la teología católica de la primera modernidad preindustrial, fundando la posibilidad de una completa identificación entre cristianismo, colonialismo y capitalismo, que desde el siglo XVIII será industrial (por la creación de plusvalor relativo). Ese cristianismo escocés, calvinista, es el que critica principalmente Marx. Leamos un texto un tanto inadvertido en la tradición marxista (y por supuesto cristiana): “De ahí que la crítica esté en su perfecto derecho, cuando obliga al Estado (cristiano del norte de Europa) que invoca la Biblia, a reconocer lo torcido de su conciencia (…) desde el momento en que la vileza de sus fines seculares, que trata de encubrir con la religión, se hallan en flagrante contradicción con la pureza de su conciencia religiosa.”
Marx, blandiendo la tradición teológica crítica del pensamiento semita y cristiano mesiánico primitivo, critica el cristianismo nord-europeo, que ha negociado con la política moderno-liberal (léase igualmente en economía: con el capitalismo) su mutua fundamentación (la religión sacraliza las “formas profanas” de la política y la economía, y éstas apoyan la religión invertida de la cristiandad, criticada ya por S. Kierkegaard). El mensaje del cristianismo mesiánico de los primeros siglos no puede aceptar ni el liberalismo ni capitalismo, ya estaría en contradicción con sí mismo. Esta contradicción es lo que debe mostrar la crítica de la teología (sea el crítico creyente o no). Y lo peor es que, a partir de la Ilustración, no como crítica sino que negación de la religión, se proclama lo que mucho después Nietzsche enunciará como la “muerte de Dios”. Pero el “dios” que muere es el del cielo, y renace como un “dios profano” de la tierra, sacralizando o “dioses profanos” constituyen el hecho del fetichismo que sólo una crítica de la teología (profana) puede erradicar.
Los fundamentalismos (cristiano, como el de G. Bush; islámico o sionista) son un retorno de un “dios” (o un politeísmo como diría Max Weber) que justifica y absolutiza una política, una economía, una cultura, una raza, un género, etcétera, y usa las armas en vez de argumentos razonables, comprensibles para el otro interlocutor (nadie como el fundamentalismo estadunidense utiliza las armas en vez de argumentos: pretende imponer la “democracia” con guerras en vez de argumentar desde la tradición del otro, por ejemplo, con los creyentes del Islam a partir del Corán ). Al fundamentalismo no se le vence con las armas (y no olvidar que fue la CIA la que enseñó al fundamentalismo islamita en Afganistán a usar las armas contra la Unión Soviética, y ahora cosechamos las consecuencias sobre cuyo origen nadie habla), sino con argumentos razonables y con una praxis honesta (como enseñaba Bartolomé de las Casas respecto de la conquista). Pero esto último no entra en el horizonte de los intereses del imperio. Se utiliza la violencia irracional islamita para justificar y aumentar la violencia irracional del neoliberalismo político-económico.
La izquierda honesta, por el contrario, debe comenzar una crítica de la teología como momento de una crítica de la política liberal y de la economía capitalista, tal como la practicó Karl Marx.
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BIENAVENTURADO EL HOMBRE
Salmo 1
Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925)


B
ienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gangsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans

Será como un árbol plantado junto a una fuente

ÓYEME PORQUE TE INVOCO
Salmo 4

Ó
yeme porque te invoco Dios de mi inocencia
Tú me libertarás del campo de concentración

¿Hasta cuándo los líderes seréis insensatos?
¿Hasta cuándo dejaréis de hablar con slogans
y de decir pura propaganda?

Son muchos los que dicen:
        ¿quién nos librará de sus armas atómicas?
Haz brillar Señor tu faz serena sobre las Bombas

Tú le diste a mi corazón una alegría
mayor que la del vino que beben en sus fiestas

Apenas me acuesto estoy dormido
y no tengo pesadillas ni insomnio
y no veo los espectros de mis víctimas
No necesito Nembutales

           porque tú Señor me das seguridad

Actividades

LOS NUEVOS HORARIOS DE CULTO ESTARÁN VIGENTES DESDE ENERO-HASTA ABRIL. SE DIALOGARÁ SOBRE SU CONTINUIDAD.

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 20 de enero, 19 hrs.
Modera: Mauricio Magallanes G.

Llamamiento: Miqueas 4.1-8
Oración de ofrecimiento
Himnos: “Tiernas canciones alzad al Señor” (421)
                “Hay quien vele mis pisadas” (354)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Amós 7.10-17
Tema: El sacerdote y el profeta
Himno: “Me guía Él” (346, 1ª y 3ª estrofas)
Ofertorio
Bendición pastoral

EL SACERDOTE Y EL PROFETA (AM 7)
Jesús M. Asurmendi

Este relato es uno de los más conocidos del libro de Amós. Su enfrentamiento con el sacerdote de Betel no podía menos de llamar la atención, teniendo en cuenta sobre todo que Amós, profeta, parece desmarcarse aquí de los que profetizan como él. El texto, que contiene muchos elementos teológicos fundamentales en la historia de la fe de Israel, merece un análisis atento. […]

El texto (7.10-17) está claramente localizado: estamos en Betel. Aparece un personaje nuevo que va a ocupar el primer lugar del escenario: el sacerdote Amasías, desconocido hasta entonces. También es claro el final de la unidad: en 8, 1 volvemos a encontrarnos con un relato de visión, con sus fórmulas de introducción y sus características propias. Amasías desaparece, y Dios entra de nuevo en acción.

El lugar ocupado por Am 7.10-17 no es casual. Hay un vínculo literario y temático evidente que une este relato con la visión de 7.7-9. En efecto, en 7.9 se dice que “los altozanos de Isaac serán devastados, los santuarios de Israel serán arrasados, cuando yo me levante con la espada contra la casa de Jeroboam”. La mención de los altozanos, de los santuarios y de Jeroboam arrastra tras de sí el relato de la confrontación entre Amós y Amasías, señalando las consecuencias del anuncio profético, así como el trasfondo político, institucional y religioso que recubre esta amenaza.

El relato puede comprenderse como una pieza teatral en varias escenas. En la primera (vv. 10-11) aparecen tres personajes: el sacerdote Amasías, el rey y el profeta, ocupando el primer lugar el sacerdote. Este envía un mensaje al rey, advirtiéndole de lo que ha dicho el profeta. La segunda escena (vv. 12-13) refiere las palabras que el sacerdote dirige al profeta, derivándose su contenido de la secuencia anterior. En la tercera escena (vv. 14-15), el profeta responde al sacerdote, y su respuesta explica y justifica el mensaje transmitido por éste al rey. La última escena (vv. 16-17) ve intervenir a un cuarto personaje: Dios (al que Amós había mencionado en el v. 15), en cuyo nombre habla el profeta. El oráculo va dirigido a Amasías y se refiere a él, pero el texto ensancha las perspectivas según las dimensiones del conjunto del pueblo.
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"Levantémonos y edifiquemos...": Con un propósito firme, D.I. Mario González Pérez

18 de enero de 2015

Efesios 5.1-20



La Palabra (Hispanoamérica)

1 Puesto que son hijos amados de Dios, procuren parecerse a él 2 y hagan del amor su norma de vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios. 3 Y en cuanto a la lujuria, a cualquier clase de impureza o a la avaricia, ni siquiera se mencionen entre ustedes. Así deben comportarse los creyentes. 4 Y lo mismo digo de las obscenidades, conversaciones estúpidas o indecentes, cosas todas que están fuera de lugar; lo de ustedes es dar gracias a Dios. 5 Tengan bien entendido que ningún lujurioso, ningún indecente, ningún avaro —la avaricia es una especie de idolatría—, tendrá parte en la herencia del reino de Cristo y de Dios.
6 Que nadie los engañe con palabras falaces. Estas son precisamente las cosas que encienden la ira de Dios sobre quienes se niegan a obedecerle. 7 ¿Quieren también ustedes ser cómplices suyos? 8 En otro tiempo eran tinieblas, pero ahora son luz al estar unidos al Señor. Pórtense como hijos de la luz, 9 cuyos frutos son la bondad, la rectitud y la verdad. 10 Hagan lo que agrada al Señor 11 y no tomen parte en las estériles acciones de quienes pertenecen al mundo de las tinieblas; desenmascaren, más bien, esas acciones, 12 pues hasta vergüenza da decir lo que esos tales hacen a escondidas. 13 Pero todo cuanto ha sido desenmascarado por la luz, queda al descubierto; 14 y lo que queda al descubierto, se convierte, a su vez, en luz. Por eso se dice: “Despierta tú que estás dormido,/ levántate de la muerte,/ y te iluminará Cristo”.

15 Estén, pues, muy atentos a la manera que tienen ustedes de comportarse, no como necios, sino como inteligentes. 16 Y aprovechen cualquier oportunidad, pues corren tiempos malos. 17 Así que no sean irreflexivos; al contrario, traten de descubrir cuál es la voluntad de Dios. 18 Y no se emborrachen, pues el vino conduce al libertinaje; llénense, más bien, del Espíritu, 19 y entonen entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados. Canten y toquen para el Señor desde lo hondo del corazón, 20 dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...