domingo, 27 de enero de 2019

Letra 605, 27 de enero de 2019


¿RETORNO DEL EXILIO O EVOCACIÓN DEL ÉXODO? (II)
Philippe Abadie y Pierre de Martin de Viviès

Resultado de imagen para el imperio persa


Así pues, el retorno se perfila a imagen del éxodo, como lo confirma, el uso del verbo “subir”. La alusión es totalmente directa en el inciso "en todos los lugares donde él resida", que evoca el nombre que Moisés pone a su primer hijo, “Gersón, pues dijo, he sido un residente [hebreo: ger] en una tierra extranjera” (Ex 2,22).
Este mismo verbo gûr, “residir”, es el que se usa para designar la estancia de los hebreos en Egipto, una tierra extranjera (Ex 23.9; Dt 26.5; Is 52.4). Como muestran estos datos, el edicto de los vv. 2-4 no podría emanar de la cancillería persa. Tampoco podemos ver en él un texto “oficial” redactado por un judío —habría sido censurado—. Se trata más bien de una relectura teológica de un fenómeno cierto de retorno a la tierra ancestral, pero sin necesidad para ello de una aprobación real. Siempre y cuando estuvieran sometidos a la autoridad persa que reinaba desde Irán hasta las puertas de Egipto, eran posibles los movimientos de población.
Así pues, de la experiencia dolorosa del exilio unida a la alegría de un retorno posible nace la visión teológica de un nuevo éxodo, a menos que pueda considerarse lo contrario. Pero dejemos abierta la cuestión para analizar un último paralelo en la alusión final a los regalos recibidos: “plata, oro, hacienda, ganado”, que evoca Ex 11,2 (mientras que el cumplimiento de la acción en Esd 1.6 remite a Ex 12.35). De nuevo, el redactor establece una equivalencia entre el fin del exilio y la salida de Egipto, aunque añade un hecho importante, puesto que en Egipto despojaron a los egipcios (Ex 12,36), mientras que el don es ahora voluntario. Y lejos de la figura hostil del faraón, se describe al rey persa Ciro positivamente (Esd 1.7).
¿Qué concluimos finalmente? El carácter positivo dado a la figura de Ciro lo erige en modelo de los reyes del futuro, al mismo tiempo que se convierte en el contratipo del rey babilónico Nabucodonosor. Si este aparece en la historia como el destructor de Jerusalén y de su Templo, Ciro es su restaurador, y es a él a quien se refiere Darío para permitir la reanudación de los trabajos, largamente interrumpidos, para reconstruir el Templo (Esd 6.1-12). La visión subyacente no está lejos de los oráculos del Segundo Isaías, que hacen de la llegada de Ciro al poder el instrumento de la justicia divina (Is 42.25) y del rey mismo un mesías (Is 45.1-6); unos oráculos que procede fechar a comienzos del período persa.

La caravana del retorno
De hecho, el plural se impone aquí, puesto que, a pesar de lo enunciando en Esd 2.1: “Estos son los hijos de la provincia que han regresado de la cautividad, de la deportación —aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado a Babilonia—, y que retornaron a Jerusalén y Judá, cada uno a su ciudad”, el v. 2 detalla el nombre de once jefes del grupo (el paralelo en Neh 7.7 añade un duodécimo nombre, Najamaní). La ausencia de Sesbasar, pese a 1.1, y este número muestran el carácter artificial de la lista, que, por otra parte, no obedece a una sola regla. Los repatriados son inicialmente contados por clanes (vv. 3-19), después por lugares de residencia (vv. 20-25) y, finalmente, por sus posiciones sociales (vv. 36-58). Lo más importante de todo para comprender la función aparece en los vv. 59-63, donde se detallan los repatriados de ascendencia dudosa, excluidos por ello del sacerdocio hasta que se muestra la verdad de sus orígenes. La asamblea se compone de 42 360 personas, sin contar sus siervos y sus bienes (vv. 64-65), y la escena concluye con las ofrendas hechas en el Templo por el logro del regreso (vv. 66-70).
________________________________

EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

La justicia oculta
Una vez que el capítulo 5 nos ha hablado del carácter visible de la comunidad de los seguidores de Jesús, culminando en el perisso (lo “extraordinario”) e indicándonos que lo cristiano debe ser entendido como lo que sale del mundo, lo supera, como lo extraordinario, el capítulo siguiente vuelve a recoger esta idea de lo extraordinario y la desvela en lo que tiene de equívoco. Porque existe un gran peligro de que los discípulos la interpreten de forma totalmente equivocada, como si debiesen esforzarse en instaurar, despreciando y destruyendo el orden del mundo, un reino de los cielos sobre la tierra; como si debiesen esforzarse en realizar y hacer visible, en una indiferencia de iluminados frente al mundo, lo extraordinario del mundo nuevo, separándose del mundo con un radicalismo total y una ausencia completa de compromiso, a fin de forzar el advenimiento de lo cristiano, de lo conforme al seguimiento, de lo extraordinario.
Era muy fácil caer en el error de pensar que lo que aquí se les predicaba era, de nuevo, una forma, una configuración piadosa de la vida —ciertamente libre, nueva, entusiasta— y qué dispuesto estaría el hombre piadoso a cargar con esto extraordinario, con esta pobreza, con esta veracidad, con este sufrimiento, e incluso a buscarlo, con tal de que fuese al fin satisfecho el deseo de su corazón, el deseo de ver algo con los propios ojos, y no tener que contentarse con creer. Se habría estado dispuesto, ciertamente, a realizar aquí un pequeño desplazamiento de los límites, acercando demasiado una forma piadosa de vida y la obediencia a la palabra, para terminar no pudiendo mantenerlas separadas. Así se hizo con el fin de que lo extraordinario fuese puesto en práctica.
No, no es precisamente lo extraordinario, sino lo cotidiano, lo habitual, lo oculto, lo que constituye el signo de la verdadera obediencia y de la auténtica humildad. Si Jesús hubiese indicado a sus discípulos el camino de su pueblo, de su profesión, de su responsabilidad en la obediencia a la ley, tal como lo explicaban al pueblo los escribas, habría aparecido como un hombre piadoso, verdaderamente humilde y obediente. Habría dado un poderoso impulso a una piedad más seria, a una obediencia más estricta.
___________________________

GRACIA, MISTERIO, BELLEZA Y LIBERTAD: CUATRO AFIRMACIONES DE LA TEOLOGÍA REFORMADA (II)
Cynthia Rigby

Resultado de imagen para cynthia rigbySiguiendo las Escrituras, la teología reformada no enseña que Dios nos da más de lo que merecemos o algo que no merecemos en absoluto, sino que Dios nos ha reclamado como suyos completamente aparte de nuestro valor o indignidad.
En un mundo económicamente precario en el que a menudo se nos recuerda que nadie es insustituible, la realidad de la gracia de Dios puede tranquilizarnos y transformarnos. El reto es, sin embargo, vivir con una percepción de ello. Para vivir cada día con el conocimiento de que uno se salva por la gracia y la gracia sólo se requiere atención y práctica. También se necesita el apoyo de una comunidad. Orar y adorar, estudiar y discutir en comunión con otros miembros de una congregación reformada nos ayuda para ser cada vez más conscientes de nuestra identidad inalterable como hijos de Dios.
Cuando sabemos que somos hijos amados e irremplazables de Dios, no sólo podemos sobrevivir a un mundo que mide sin descanso nuestro valor, sino que también podemos trabajar para convertir este mundo en un lugar que manifieste más claramente el Reino de Dios. Podemos, cada vez más, llegar a ver a los demás también como insustituibles, tratándolos en consecuencia, viviendo de manera diferente juntos como miembros de la comunidad de amor.

Mente y corazón unidos
En un momento político, social y ambiental en el que nos estamos volviendo cada vez más escépticos acerca de la religión organizada y, al mismo tiempo, estamos desesperados por extraer de la sabiduría creativa que se encuentra más allá de nosotros mismos, la teología reformada insiste en unir la palabra y el sacramento, la interpretación y el misterio. Lo metafísico y lo místico.
En La muerte de Adán, la novelista y académica calvinista Marilynne Robinson destaca este enfoque, argumentando que “para Calvino... la metafísica ... [es] un vuelo apasionado del alma” y “el misticismo [es] un método de investigación rigurosa”. En esta línea, los miembros de las congregaciones que participan en la adoración reformada están practicando la integración de la mente y el corazón.
Escuchamos el sermón, y nuestro conocimiento de Dios viene no sólo a través de los conocimientos que recibimos, sino también a través de la conexión de la Palabra proclamada con lo que vendrá después: nuestra participación en el cuerpo y la sangre de Jesucristo en la mesa. Y participamos del pan y la copa no como aquellos que hemos puesto nuestro intelecto, análisis y escepticismo a un lado, sino como quienes todavía están escuchando la Palabra por medio de palabras ordinarias y extraordinarias. Y, entonces, estamos invitados a seguir usando nuestro cerebro y nuestro corazón mientras comemos y bebemos, considerando lo que Dios está haciendo y cómo podemos participar en la obra.

The Presbyterian Outlook, 7 de enero de 2019

Actividades y avisos

SIGAMOS EN ORACIÓN POR TODOS LOS PLANES Y PROYECTOS DE LOS MINISTERIOS PARA ESTE NUEVO AÑO

***

CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 29 de enero, 19 hrs.
Modera: A.I. Vicente Orozco Gallegos

Llamamiento: Salmo 145.10-21
Oración de ofrecimiento
Himno: “Al estar aquí” (37)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Daniel 12.8-13
Tema: Los días finales (II)
Himno: “De gloria en gloria” (543)
Ofertorio
Bendición pastoral

EL MOMENTO FINAL
José Héctor Lüdy

La respuesta, bajo solemne juramento que compromete al Dios vivo, indica un tiempo preciso: dentro de tres años y medio, cuando haya terminado la persecución. Aunque esta respuesta parece clara, Daniel no logra comprenderla y vuelve sobre el argumento: Señor, ¿en qué terminará todo esto?

Esta última sección de Daniel podría considerarse como una segunda conclusión del libro. Para algunos comentaristas presenta varios agregados de redactores posteriores que intentan releer y precisar la respuesta ofrecida al personaje que pregunta sobre el momento en que se cumplirán estas cosas prodigiosas (Dn 12,6), es decir estas profecías.

El mensajero de la revelación vuelve a asegurar a Daniel sobre la veracidad del mensaje que le ha transmitido. Sólo en el tiempo final este mensaje será plenamente comprendido. Este tiempo será un período de prueba, purificación y perfeccionamiento; los planes de los inicuos prosperarán, sin que ninguno entienda lo que sucede. El libro de Daniel vuelve a referirse con estas expresiones al tiempo de persecución y de confusión que vive la comunidad judía bajo Antíoco IV, pero agrega que los sabios sí comprenderán; se refiere con esto a los judíos que manteniéndose fieles a la ley de Moisés buscarán comprender el sentido de la prueba y de las profecías

El tiempo de la prueba vuelve a ser mencionado como un período largo descrito en días: mil doscientos noventa (posiblemente tres años y medio) y se anuncia la superación de la prueba y la realización de la salvación después de mil trescientos treinta y cinco días. Las diferencias entre las diversas cifras dadas respecto del tiempo del cumplimiento de este mensaje que recibe Daniel quedan sin explicación y no concuerdan con las cifras ofrecidas en otras partes del libro. Esta dificultad podría indicar la intención del redactor final del libro de dejar abierta su lectura a ulteriores reflexiones, lo que fue claramente percibido por los comentaristas antiguos y actuales del libro que siempre han tratado de precisar el tiempo de este cumplimiento.

¿El libro de Daniel carece de conclusión? Para algunos comentaristas el libro de Daniel anuncia el inminente advenimiento del reino de Dios que pone fin a la sucesión de los imperios temporales e instaura en su lugar el reino eterno.
________________________________________

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

3 – Santa Cena / Ordenación e instalación de oficiales / Reunión de Consistorio
 Reunión de trabajo consistorial


10 – Ceremonia especial con la familia Orozco Olea

Reconstruir el altar y el culto: un compromiso de fe, L. Cervantes-O.



27 de enero, 2019

Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio.
Esdras 3.2, TLA

Una de las realidades sobre el Dios de la Biblia que no tiene mucha fortuna en las iglesias es la que aparece enunciada por el teólogo y biblista estadunidense Walter Brueggeman: “Yahvé es afectado por Israel en el exilio”,[1] lo que plantea que eso sucedió en otros momentos de la historia de ese pueblo. Las imágenes que describen a Yahvé, “más radicales e intensas” (alfarero, jardinero, pastor, madre, sanador), no solamente como el fuerte que atiende a alguien débil, lo muestran “como aquel en quien la situación del objeto necesitado puede incidir radical y profundamente, de manera que […] el estado del objeto mueve a Yahvé a hacer lo que de otro modo no haría” (Ídem, énfasis agregado). De ese modo es posible advertir muchas de las acciones nuevas de Yahvé como la designar como “ungido” (mesías) a Ciro, rey de Siria, modificando todas las tendencias tradicionales sobre la dinastía de David: “Así, Israel discierne y articula la promesa de forma que este resoluto Dios reclutará a quien sea necesario en el reparto humano para reordenar la historia de los hombres. Por consiguiente, tanto aquellos que confían en las promesas como aquellos que nunca han oído hablar de ellas son reclutados para este más amplio designo de Yahvé”.[2] El exilio, pues, impacta de tal manera en Yahvé, que lo “empuja a actuar de una forma que anteriormente parecía imposible o no estaba contemplada” por Él.

La continuidad y discontinuidad que se observa en los acontecimientos relacionados con el retorno de los exiliados acentuará cada vez la novedad de la acción divina porque los procesos asociados a la reconstrucción del templo, el culto y la ciudad requerían de nuevas formas de relación con el Dios de la alianza:

El desplazamiento y la discontinuidad del exilio (en parte geográfica, pero de forma aún más importante simbólica, emocional y litúrgica) supusieron una profunda crisis en la fe de Israel. En ese momento sus más firmes certezas se encontraban en peligro, y por consiguiente se vio forzado a cuestionar y rearticular radicalmente a Yahvé. Lo importante teológicamente en el contexto del exilio es que, dadas las circunstancias de Israel, Yahvé se siente impulsado a emprender nuevas acciones; va más allá de su previa intencionalidad y, podemos suponer, más allá de su previo discernimiento. Las circunstancias y las expresiones de Israel influyen en Yahvé, posibilitando (exigiendo) que éste actúe nuevamente a favor de Israel —una acción que, con anterioridad a las circunstancias y las expresiones de Israel, no figuraba entre las intenciones de Yahvé—. Yahvé se convierte, a causa de la insistencia de Israel, en alguien que todavía no había sido.[3]

El trato con Dios por parte del pueblo atravesará nuevas formas, políticas algunas de ellas, y una comprensión diferente de los imperios que se van sucediendo para darse cuenta de que a Dios le place servirse de ellos para realizar sus planes, lo que exige una visión nueva de los poderes humanos. Varias de esas naciones imperialistas serán, paradójicamente, “compañeras” de Yahvé para la ejecución de dichos planes:

Yahvé tiene la intención de que existan poderes en el mundo, y que estos poderes de hecho gobiernen, pero dentro de los límites del mandato de Yahvé. […]Así, la prosperidad egipcia se verifica mediante la bendición de Jacob (Gn 47, 7-10), Asiria es encargada de ser un poder devastador (Is 10,5-6; 37,26-27), Babilonia recibe una orden de parte de Yahvé (Jr 25,9; 27, 6; Is 47, 6a) y es recompensada con el bienestar (Dn 4, 21-24). Persia recibe una orden diferente a la de Asiria o Babilonia, pues ahora el objeto del mandato de Yahvé es la rehabilitación de Jerusalén. El testimonio del Antiguo Testamento es explícito a la hora de expresar el fuerte interés de Yahvé en el proceso público”.[4]

Con todo ese trasfondo, Esdras 3.1-7 describe una experiencia que reedita lo sucedido en el Éxodo como acontecimiento fundador (Dt 12.10-12): “Son los mismos temas (entrada en la tierra, construcción del templo, ofrendas, alegría colectiva) que se recogen en el relato”.[5] Además, Esd 3.1 parece ser la repetición literaria de Neh 7.72b-8,1, pues el redactor relaciona teológicamente algunos de los grandes actos fundadores del judaísmo: reanudación del culto (Esd 3) y lectura de la ley (Neh 8). El “séptimo mes” está marcado simbólicamente como el mes de las grandes fiestas comunitarias: el Yom Kippur y la Fiesta de las Tiendas (Nm 29; Lv 23.23-43). En el v. 2 la referencia a “lo que está escrito en la ley de Moisés, el hombre de Dios”, inscribe el acto de reconstrucción del templo en una clara y definida continuidad (Dt 27.6-7; 1 Re 2.3; 2 Re 14.6; 2 Cr 23.18; 35.12). en los dos últimos casos se trata de reanudar el culto después de un largo tiempo de abandono. Esd 3 describe la reanudación del culto abandonado durante el largo tiempo del destierro, con lo que se esboza así el paralelismo entre las grandes reformas que, según la tradición del Cronista, marcaron al primer templo (Joás, Josías) y la reanudación del culto en tiempos del segundo templo. En esta visión teológica, sólo los desterrados, miembros de la diáspora, representaban al Israel purificado, digno de restablecer el culto y darle continuidad nuevamente, pues con su ausencia, no podía haber un culto verdadero.

La cascada de sucesos muestra una intencionalidad litúrgica firme: restauración del altar (v. 2a) “donde había estado antes” (3a; Según Jr 41.5, seguía celebrándose una especie de culto en las ruinas del templo), presentación de ofrendas (3b), celebración de la fiesta (v. 4a). Todo ello realizado a pesar del miedo que sentían los judíos a causa del rechazo que se veía venir hacia la reconstrucción como proyecto completo por parte de las poblaciones no-judías deportadas allá por los soberanos asirios. La cronología muestra la dificultad enfrentada para avanzar: el culto se reanudó entre los años 538 y 537 a.C. (cf. Esd 5.13-16), se interrumpió por un tiempo (cf. Esd 4.24), hubo un nuevo impulso y se concluyeron los trabajos de reconstrucción del templo entre 520-515.[6] La segunda parte del v. 5 destaca la participación popular en la restauración de las actividades rituales: “También ofrecieron las ofrendas acostumbradas en la fiesta de la luna nueva y en todas las fiestas dedicadas a Dios. Además, daban a Dios ofrendas voluntarias” y el siguiente enfatiza cómo, a pesar de que el templo aún se encontraba en ruinas, “comenzaron a presentar a Dios ofrendas para el perdón de pecados” como antaño y como parte de un orden litúrgico bien restablecido, sobre todo en la conciencia religiosa del pueblo. El v. 6b menciona que aún no comenzaba el esfuerzo inicial por colocar los cimientos del templo, lo que

El v. 7 cierra esta sección mostrando al pueblo respetuoso de la necesidad de contar con la autorización del rey para continuar con sus tareas e, incluso, su deseo de comprar madera preciosa a los fenicios para la reconstrucción del templo recuerda las acciones que en el mismo sentido llevó a cabo Salomón en su momento (v. 8: la mención del “segundo mes”, 1 Re 6.1, 37:), así como la profecía del Segundo Isaías (60.8, 13-14): “Llegan barcos de alta mar / trayendo a los habitantes de Jerusalén / con su oro y su plata. / Vienen para adorarme, / pues soy el Dios santo de Israel […] Todas las riquezas del Líbano / y todas sus finas maderas / vendrán a dar hermosura a mi templo, […] Los descendientes / de sus antiguos enemigos / vendrán y se humillarán ante ustedes; / quienes antes los despreciaban, / se arrodillarán ante ustedes / y llamarán a Jerusalén: / “Ciudad del Dios santo de Israel”.

Con todo esto, el compromiso de fe para levantar el culto y el templo nuevamente miraba un horizonte cada vez más claro para su realización efectiva.


[1] W. Brueggemann, Teología del Antiguo Testamento. Un juicio a Yahvé. Testimonio. Disputa. Defensa. Salamanca, Sígueme, 2007 (Biblioteca de estudios bíblicos, 121), p. 302.
[2] Ibíd., p. 193.
[3] Ibíd., p. 303.
[4] Ibíd., p. 547.
[5] Philippe Abadie, El libro de Esdras y de Nehemías. Estella, Verbo Divino, 1998 (Cuadernos bíblicos, 95), p. 21, www.mercaba.org/SANLUIS/CUADERNOS_BIBLICOS/095%20El%20libro%20de%20Esdras%20y%20de%20Nehemias%20(PHILIPPE%20ABADIE).pdf.
[6] Ibíd., p. 20.

sábado, 26 de enero de 2019

Esdras 3.1-7 / Hebreos 7.11-19, TLA

En el mes de Etanim,[a] los judíos ya se habían instalado en sus pueblos, así que fueron a reunirse en Jerusalén. Entonces el sacerdote Josué hijo de Josadac, y los demás sacerdotes comenzaron a construir el altar de Dios, junto con Zorobabel hijo de Salatiel y sus parientes. Hicieron esto para poder ofrecer allí ofrendas para el perdón de los pecados, de acuerdo con las instrucciones que Moisés había dado. A pesar de que tenían miedo de la gente que vivía en ese lugar, colocaron el altar donde había estado antes, presentaron a Dios ofrendas por la mañana y por la tarde. 4-5 También celebraron la fiesta de las enramadas de acuerdo con lo que ordenaba la ley, y ofrecieron diariamente la cantidad de ofrendas que correspondía. También ofrecieron las ofrendas acostumbradas en la fiesta de la luna nueva y en todas las fiestas dedicadas a Dios. Además daban a Dios ofrendas voluntarias. Y aunque todavía no habían empezado la reconstrucción del templo, desde el primer día del mes de Etanim comenzaron a presentar a Dios ofrendas para el perdón de pecados.
7 Después, le pidieron permiso al rey Ciro para que los habitantes de Tiro y de Sidón cargaran sus barcos con madera de cedro del Líbano y la llevaran hasta el puerto de Jope. A esta gente le pagaron con comida, bebida y aceite, y a los albañiles y carpinteros les dieron el dinero necesario para comenzar su trabajo.
*
11 Dios le dio la ley al pueblo de Israel. Esa ley se hizo pensando en que los sacerdotes de la familia de Leví ayudarían al pueblo a ser perfecto. Pero como aquellos sacerdotes no pudieron hacerlo, fue necesario que apareciera un sacerdote diferente: uno que no fuera descendiente del sacerdote Aarón,[a] sino como Melquisedec. 12 Porque si cambia la clase de sacerdote, también cambia la ley.
13-14 Ese sacerdote tan distinto, del cual estamos hablando, es nuestro Señor Jesucristo. Como todos sabemos, él no descendía de la familia de Aarón, sino de la de Judá. La ley de Moisés dice que de esa familia nadie puede ser sacerdote, y nunca un sacerdote ha salido de ella.
15 Todo esto es más fácil de entender si tenemos en cuenta que ese sacerdote diferente es como Melquisedec. 16 Es diferente porque no fue elegido por ser miembro de una familia determinada, sino porque vive para siempre. 17 Acerca de él, dice la Biblia:
Tú eres sacerdote para siempre,
como lo fue Melquisedec.
18 Así que la ley de Moisés ha quedado anulada, porque resultó inútil.19 Esa ley no pudo hacer perfecta a la gente. Por eso, ahora esperamos confiadamente que Dios nos dé algo mucho mejor, y eso nos permite que seamos sus amigos.

sábado, 19 de enero de 2019

Letra 604, 20 de enero de 2019


¿RETORNO DEL EXILIO O EVOCACIÓN DEL ÉXODO?
Philippe Abadie y Pierre de Martin de Viviès

Resultado de imagen para Cuatro libros de esdras verbo divinoCuando leemos el relato de Esdras 1 observamos que todo comienza con alegría. Lleno de espíritu profético, el rey persa Ciro emite un edicto que permite a los judíos exiliados retornar a su país (1.1-4) y tiene un arrebato de generosidad (vv. 5-6). Sin embargo, en lo que sigue se despierta la sospecha de que el gesto del rey, devolviendo a los judíos los utensilios del templo de Jerusalén antaño transportados a Babilonia (vv. 7-8 + v. 11b), tiende a anular los efectos del exilio.
Si la lista de los utensilios devueltos (vv. 9-11b) crea un efecto de credibilidad por parte del lector, la tonalidad misma del relato plantea dudas al historiador. De hecho, a lo largo de la lectura, un juego sutil de inclusiones unifica el relato y pone de relieve a los diferentes actores del drama, vinculando el pasado al presente:

v. 1 “Ciro, rey de Persia” (proclamación)
v. 7: alusión a la deportación (pasado)
v. 8a “Ciro, rey de Persia” (acción)
v. 8b: “Sesbasar”
v. 11b: “Sesbasar”
v. 11c: alusión a la deportación (presente)

Una tal claridad de expresión no deja de plantear problemas, comenzando por la indicación cronológica del v. 1: "el primer año de Ciro, el persa", que no remite al ascenso al trono de este rey (557 a.C.), sino a su conquista de Babilonia (539). No hay que poner en cuestión una cierta moderación de Ciro con respecto a los pueblos conquistados. Basta con recordar el cilindro con escritura cuneiforme (Museo Británico) en el que rey dice que debe su victoria a “Marduk, el gran Señor”, a él, “que le hizo entrar en Babilonia sin batalla ni combate” y liberar la ciudad de la tiranía de Nabónidas, el último rey babilonio.
El texto prosigue con la devolución por parte del vencedor de las esculturas de las divinidades a sus templos respectivos, esculturas de las que Nabónidas, el rey vencido de Babilonia, se había apoderado. Bajo esta luz, el relato no presenta ninguna incoherencia, salvo que la perspectiva que da es muy “judeocéntrica” y poco compatible con las actuaciones de un rey persa. Además, es difícil admitir, siguiendo el edicto mismo, que Ciro se reconociera muy en deuda con el dios hebreo: “Todos los reinos de la tierra, el Señor, el Dios de los cielos, me los ha dado, y me ha encargado, él mismo, construirle una Casa en Jerusalén, que está en Judá”.
En realidad, la política persa apenas se diferenciaba de la babilónica: el respeto o la deportación de esculturas y emblemas religiosos dependían de la actitud de sumisión de los pueblos vasallos. Por consiguiente, las medidas adoptadas por Ciro a favor de los judíos no tienen nada de excepcional, en la medida en que éstos se muestren vasallos fieles.
A esta primera interrogación se añade el análisis literario del edicto mismo. Además de una fraseología muy judía, marcada por la influencia de los profetas del exilio (en particular por los oráculos de Is 40–55), la fórmula de apertura, “Así habla Ciro, rey de Persia”, es un calco de los oráculos proféticos, cuando sería más apropiado que un edicto real comenzara así: “Yo, Ciro, el gran rey, el Dios del cielo me ha dado…”. Asimismo, el título divino en el v. 3, “el Señor, el Dios de Israel”, se inscribe en la teología bíblica de la alianza, estableciendo también un estrecho vínculo entre Dios y su Templo.
También resulta sospechosa la orden de retorno que pone en escena a los deportados: “Quien entre vosotros es de todo su pueblo, que su Dios esté con él, y que él suba […] y que él construya”. Singulariza a los judíos como un pueblo perteneciente a la divinidad que reina en Jerusalén, algo que, sin duda alguna, nunca habría admitido un rey persa. Más fundamental aún es que hace del retorno la obra de todos, legitimando así a los repatriados como la parte verdadera que pertenece a Dios —algo que refuerza más la lista que sigue en el cap. 2—.

_________________________________

EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

¿En qué se diferencia el discípulo del pagano? ¿En qué consiste “lo cristiano”? Aquí aparece la palabra hacia la que está orientado todo el capítulo 5, en la que se compendia todo lo anterior: lo cristiano es lo “particular”, lo extraordinario (perisso), lo anormal, lo que no resulta natural. Es la “justicia mayor” que “supera” a los fariseos y marcha por delante de ellos, lo más, lo sumo. Lo natural es uno y lo mismo para paganos y cristianos, coloca a lo natural en su justa luz. Donde no se da esto particular y extraordinario, no existe lo cristiano. Lo cristiano no se da entre las cosas naturales, sino entre las que sobrepasan. Lo extraordinario nunca queda absorbido en lo uno y lo mismo. El mayor error de una falsa ética protestante consiste en convertir el amor a Cristo en amor a la patria, a la profesión o a la amistad, en diluir la mayor» en justicia civil. Jesús no habla así. Lo cristiano depende de lo «extraordinario». Por eso el cristiano no puede equipararse al mundo, ya que debe pensar en lo extraordinario.
¿En qué consiste lo extraordinario? Es la existencia de los bienaventurados, de los discípulos, es la luz resplandeciente, la ciudad sobre el monte, el camino de la negación de sí mismo, la caridad plena, la pureza plena, la veracidad plena, la ausencia plena de poder; es el amor indiviso al enemigo, el amor a aquel que a nadie ama y a quien nadie ama; el amor al enemigo religioso, político, personal. Es en todo esto, el camino que encontró su cumplimiento en la cruz de Jesucristo. ¿Qué es lo extraordinario? Es el amor del mismo Cristo, que marcha obediente y paciente hacia la cruz, es la cruz. Lo peculiar de lo cristiano es la cruz, que sitúa al cristiano por encima del mundo, dándole con ello la victoria sobre el mundo. La pasión amorosa del crucificado es lo “extraordinario” de la vida cristiana. Lo extraordinario es indudablemente lo visible, por lo que se alaba al Padre celestial. No puede permanecer oculto. La gente debe verlo. La comunidad de los que siguen a Jesús, la comunidad de la justicia mejor es una comunidad visible, separada de los órdenes mundanos; lo ha abandonado todo para conseguir la cruz de Cristo.
¿Qué hacéis de particular? Lo extraordinario, y esto es lo más sorprendente, consiste en una acción de los discípulos. Igual que la justicia mejor, debe ser hecho, debe ser hecho visiblemente. No con un rigorismo ético, no con formas excéntricas de vida cristiana, sino con la obediencia sencilla y cristiana a la voluntad de Jesús.
____________________________

GRACIA, MISTERIO, BELLEZA Y LIBERTAD: CUATRO AFIRMACIONES DE LA TEOLOGÍA REFORMADA (I)
Cynthia Rigby

Resultado de imagen para cynthia rigby
Lo que pasa con la teología reformada es que en realidad no apunta a ser “reformado”, apunta a ser cristiano. Está tratando de articular, de la mejor manera posible, el carácter de nuestra relación con Dios. Toma la Biblia seriamente, mirando a través de ella como si fueran lentes para ayudarnos a ver dónde y cómo Dios está presente en el mundo. Aprende y dialoga con nuestros antepasados en la fe, a través de los credos y confesiones de la iglesia. Se centra en Jesucristo, quien revela el amor de Dios y nos llama a participar en la obra de Dios. Depende del Espíritu Santo para que nos forme y nos guíe en el camino que debemos seguir. Y mira las leyes de Dios para imaginar lo que Dios desea y cómo Dios ha prometido que llegará a buen término.
Mucho de lo que he dicho en el párrafo anterior es cierto para todas las principales tradiciones cristianas, no exclusivamente para la teología reformada. ¿Hay algo distintivo en ser reformado? ¿Por qué deberían las congregaciones dedicarse a estudiar y aprender sobre esto? ¿Qué tiene la teología reformada para ofrecer a nuestras vidas en estos días?

Cuatro marcas de la teología reformada
En este breve artículo discuto cuatro temas teológicos enfatizados en la tradición reformada que pueden ser importantes para nuestro contexto actual. Creo que, si las congregaciones los atendieran, estarían mejor equipadas para contribuir a la curación de algunas heridas en nuestro mundo. Específicamente, creo que la teología reformada tiene los medios para:

  • Transmitir a las personas que su valor no está determinado por su desempeño.
  • Honrar el misterio sin dejar de lado el intelecto.
  • Celebrar la belleza incluso cuando estamos rodeados de profunda fealdad.
  • Y defender la libertad de Dios de manera que garantice y promueva la libertad de todas y cada una de las criaturas.


Permítanme reflexionar sobre el valor curativo de cada uno de estos cuatro temas con más detalle.

La gracia dice que el valor no está determinado por el desempeño
La teología reformada hace una gran aportación al enfatizar la gracia en un mundo que a menudo no tiene gracia. No me malinterpreten, creo que es algo muy común que las personas reciban más de lo que merecen. En medio de todo el odio, hay muchos ejemplos de personas que son realmente amables. Pero la gracia, tal como lo enseña la teología reformada, no se trata de ser excepcionalmente amable. Dios no es simplemente más amable, digamos, que el más amable entre nosotros en nuestro día más amable. La gracia es algo totalmente disociado del mérito, algo que no se puede conceptualizar en términos de contratos, transacciones o acuerdos increíbles.

(Versión: LC-O)

The Presbyterian Outlook, 7 de enero de 2019

Actividades y avisos

OREMOS POR TODOS LOS PLANES Y PROYECTOS DE LOS MINISTERIOS PARA ESTE NUEVO AÑO

*

CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 22 de enero, 19 hrs.
Modera: D.I. Ismael Núñez Cabrera

Llamamiento: Salmo 145.1-9
Oración de ofrecimiento
Himno: “Cristo está conmigo” (330)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Daniel 12.1-7
Tema: Los días finales (I)
Himno: “Dios cuidará de ti” (366)
Ofertorio
Bendición pastoral

TIEMPOS DE ANGUSTIA Y PROMESA DE RESURRECCIÓN
José Héctor Lüdy

Para muchos judíos contemporáneos del autor del libro que escribió en un tiempo de angustia como no hubo otro desde que existen las naciones, el fin de la opresión del poder seléucida debía coincidir con la manifestación escatológica de Dios.

En medio de la persecución Daniel proclama proféticamente la salvación que Dios traerá a su pueblo en el tiempo de la angustia. Dios no dejará desprotegido a su pueblo durante la persecución: Miguel, jefe del ejército celestial y protector de Israel, se levantará para ejercer su misión de defender al pueblo judío. El hombre vestido con túnica de lino y encargado de comunicar la revelación a Daniel (Dn 10,5.11-12) proclama que Dios salvará a los que estén escritos en el libro (véase Dn 7,10), resucitará incluso a los muertos y tendrá lugar el juicio divino que será definitivo: castigo eterno para unos, vida eterna para otros. En la perspectiva de Daniel la intervención divina significa castigo de los que tramaron la ruina de sus fieles y salvación de los que confiaron y esperaron en ella (véase Dn 3,22.48; 6,24-25). La salvación luminosa proclamada para los sabios y para los que condujeron a muchos por el buen camino es una imagen de la salvación eterna concedida a los fieles. Los sabios no constituyen un grupo especial dentro del mismo pueblo, sino aquella parte de la comunidad judía que permaneció fiel al cumplimiento de la ley de Moisés en medio de la persecución provocada por la ambición del poder de Antíoco IV y a pesar de la deserción de muchos judíos que traicionaron su fe y su cultura (véase Dt 4.5-8; Is 53.11).

La orden que recibió en su día Daniel, el vidente de Babilonia, de mantener oculto el mensaje que le había sido revelado y de sellar el libro hasta que llegue el momento final justifica que sólo ahora, llegado ese momento final, el autor del libro comunique a sus contemporáneos lo que fue revelado al sabio judío en el destierro.
12.5-13 El momento final. Como sucede en tiempos difíciles, de confusión y de persecución, muchos de los judíos fieles, contemporáneos del autor del libro, se preguntaban por la realización de la salvación prometida por Dios y seguramente no faltaban quienes querían hacerla coincidir con la intervención escatológica, ligándola al momento presente de la persecución seléucida.

A estas preguntas viene a responder esta última sección del libro de Daniel. Dos nuevos personajes acompañan ahora al hombre vestido con túnica de lino y uno de ellos le pregunta: ¿cuándo se cumplirán estas cosas prodigiosas?
________________________________________

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

27 – Culto de Avance y Fortalecimiento

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...