Esdras, por Miguel Ángel
3 de marzo, 2019
Esdras era un
sacerdote y un maestro que conocía muy bien la ley que Dios había dado por
medio de Moisés; la estudiaba constantemente, la obedecía y la enseñaba a los
judíos.
Esdras 7.6, TLA
Por fin, en el cap. 7
de su libro, aparece Esdras, el escriba, el sacerdote. Su historia abarca hasta
el cap. 10. “Los capítulos 7 y 8 describen la llegada del
reformador a Jerusalén, al frente de una nueva caravana de exiliados judíos. En
los siguientes dos capítulos se describen la condición religiosa de la comunidad
y los programas de restauración que Esdras impulsó. En la elaboración de esta
narración el autor-cronista utilizó una fuente literaria conocida como ‘las
Memorias de Esdras’”.[1]
“Esdras es la forma griega de Ezrah, que es a su vez la forma
arameizante del hebreo Azarías (‘Yahvé ha socorrido’). […] Según los datos
genealógicos de Esd 7,1b-5, se trataría de un sacerdote descendente de Aarón.
[…] Es un escriba (sopher, palabra
hebrea derivada del acadio sapiru, ‘escriba
de la ley del dios del cielo’: 7.12, 21)”.[2]
La expresión “pasadas
estas cosas” del v. 1 hace referencia a los aproximadamente 57 años de
diferencia entre los caps. 6 y 7. El relato se ubica, en términos históricos,
durante el reinado de Artajerjes I Longímano, sucesor de Jerjes, que gobernó
entre 465 y 424 a.C. La genealogía (vv. 1b-6, cf. I Cr. 6.3-15.6) tiene como
objetivo indicar que Esdras era descendiente directo de Aarón y de Sadoc y, por
ello, tenía el derecho a ser sacerdote y, de manera muy relevante, “a
introducir reformas en la comunidad judía”. Su presencia, pues, “era una
prolongación auténtica del liderato sacerdotal preexílico” (S. Pagán). El retrato
de Esdras (7.6, 10) es verdaderamente espléndido, pues, por un lado, era “un
judío, miembro de la Golah (diáspora)
babilonia, convertido en alto funcionario de la corte de Persia, una especie de
comisario para los asuntos judíos, que no ejerció sin embargo (a diferencia de
Sesbasar, de Zorobabel y de Nehemías) las funciones de gobernador provincial”.[3]
Por el otro lado: “La
llegada de Esdras a Jerusalén se interpreta como el cumplimiento del designio
divino: ‘la mano benévola de su Dios estaba sobre él’ (cf. 7.9, 28; 8.22, 31;
Neh 2.8, 18). Y en 7.10 se describe perfectamente su papel: ‘No en vano Esdras
había aplicado (kun) su corazón a
buscar (darash) la Ley de YHWH, a
practicarla (asah) y a enseñar (lamad) en Israel el estatuto (joq) y el derecho (mishpat)”.[4]
Este personaje encaja completamente en cada aspecto de la labor de un escriba,
figura religiosa que se depuró en el exilio y que es celebrada en Eclesiástico
39.1-11 (Dios Habla Hoy) mediante sus
tres características: estudio, observación e instrucción. Esd 7.6-8 atestigua por otra parte un movimiento
de retorno descrito según el modelo arquetípico de Esd 2. (“Esdras llegó a
Jerusalén en agosto de ese año. Había hecho arreglos para partir de Babilonia
el 8 de abril, el primer día del nuevo año, y llegó a Jerusalén el 4 de agosto,
pues la bondadosa mano de su Dios estaba sobre él”. Esd 7.8-9, Nueva Traducción Viviente.) “Al obrar así, el redactor inscribe el
paralelismo de los dos periodos (Zorobabel-Josué / Esdras-Nehemías) en la
tensión dramática de su relato”.[5]
Con Nehemías, quien
aparecerá en la sección del libro que lleva su nombre, se completará el cuadro
de líderes y personajes clave en el proyecto y la obra de reconstrucción integral
del culto, el templo y la ciudad de Jerusalén. Tal como lo resumió Elie Wiesel
(1928-2016), Premio Nobel de la Paz 1986, sobreviviente de los campos de
concentración de Auschwitz y Buchenwald:
Esdras, el escriba.
El intelectual. El ideólogo. Y Nehemías, el organizador, el pragmático, el
hombre de acción.
Juntos simbolizan la
esperanza de Israel. La renovación de Israel. Juntos incitarán a sus hermanos
de infortunio a arrancarse de su entorno, de la comodidad del exilio, a
renunciar a las condiciones familiares de sus domicilios provisionales, ya
volver a casa. […] Sin ellos, la historia judía quizá se hubiera diluido en la
historia de otros pueblos, engullida por la ciénaga de los tiempos.[6]
Si se relaciona el
dato de Esd 7.1 con Neh 2.1; 5.14, según el cual Nehemías llegó “el año 20 del
rey Artajerjes”. obtenemos la secuencia cronológica siguiente: la misión de
Esdras comienza el 458 y la de Nehemías el 445. Así pues, hubo 13 años entre la
llegada de Esdras y la lectura solemne de la Ley (Neh 8). El redactor de estos
documentos, llamado el Cronista, relacionó entre sí a las dos grandes figuras
fundadoras del judaísmo bíblico, con lo que asoció en un mismo modelo sus dos
obras: la restauración de Jerusalén y la promulgación de la Ley al servicio del
pueblo de Dios. A Esdras se le atribuyen dos funciones centrales del judaísmo
bíblico: el ejercicio del culto (“sacerdote”) y el estudio de la ley
(“escriba”).
La teología de fondo de estas narraciones explica la
importancia la importancia del orden en que ocurre todo: “Una vez el Templo de
Jerusalén es reconstruido, es necesaria una reforma religiosa que produzca e
incentive la pureza cúltica de toda la comunidad. Por un lado, se reorganiza el
culto; por el otro, se necesita la pureza de los adoradores”.[7]
El resto del capítulo expone la misión de Esdras, tal como fue definida por el
rey Artajerjes: el primer objetivo era “averiguar si se está obedeciendo la ley
de Dios que tú conoces bien” (v. 14), el segundo: “quiero que lleves el oro y
la plata que nosotros hemos ofrecido al Dios de Israel, que tiene su templo en
Jerusalén” (v. 15), el tercero: “Lleva también todo el oro y la plata que
puedas conseguir en toda la provincia de Babilonia, más las ofrendas que la
gente y los sacerdotes den voluntariamente para el templo” (v. 16).Con esos
recursos, debían comprarse “toros, carneros y corderos, y también trigo y vino
para ofrecerlos sobre el altar del templo” (v. 17).
Finalmente, el grupo de Esdras podría decidir qué
hacer con el dinero sobrante (v. 18). Los vv. 19-24 son instrucciones precisas
para facilitar la labor de Esdras. Los vv. 20 y 24 son particularmente
importantes: “Todo lo que necesites, lo pagará el tesoro del reino. […] Sepan también que no deben cobrar ninguna
clase de impuestos a los sacerdotes, sus ayudantes, cantores y guardianes, ni a
ningún servidor del templo de Dios”. La exhortación siguiente es eminentemente
política: “Esdras, tu Dios te ha
dado muchos conocimientos. Úsalos para nombrar gobernantes y jueces que
conozcan la ley de tu Dios, y gobiernen con justicia a los habitantes de la
provincia al oeste del río Éufrates. Estos líderes deberán enseñar la ley a los
judíos que no la conozcan” (v. 25, extensión de la jurisdicción geográfica del
escriba y funcionario real). Las sanciones por desobediencia se anuncian
también (v. 26). El capítulo no podía terminar sin las palabras de gratitud y
reconocimiento del propio Esdras: “Doy gracias al Dios de nuestros
antepasados, que puso en el rey el deseo de devolverle al templo de Dios su
belleza. Dios hizo que el rey y sus consejeros me trataran bien, y me dio ánimo
para convencer a muchos jefes judíos de que regresaran conmigo a Jerusalén”
(27-28).
Con la aparición de este notable escriba y dirigente
judío se cumpliría, con su labor relacionada con la ley religiosa, lo resumido
por Walter Bruggemann: “A través de las acciones y estrategias interpretativas
llevadas a cabo por Esdras, Israel pretende con gran audacia organizar su vida
de un modo que se corresponda con el Dios que crea, salva y ordena”.[8]
[1] S. Pagán, Esdras, Nehemías y Ester. Miami, Caribe,
(Comentario bíblico hispanoamericano), p. 89.
[2] P. Abadie, El libro de Esdras y de Nehemías. Estella,
Verbo Divino, 1998 (Cuadernos bíblicos, 98), p. 36.
[3] Ídem.
[4] Ibíd., p. 37.
[5] Ibíd., p. 36.
[6] E. Wiesel, Celebración profética. Personajes y leyendas
del antiguo Israel. Salamanca, Sígueme, 2009 (El peso de los días, 73), p.
281.
[7] S. Pagán, op. cit., p. 89.
[8] Teología
del Antiguo Testamento. Un juicio a Yahvé. Testimonio. Disputa. Defensa. Salamanca,
Sígueme, 2007 (Biblioteca de estudios bíblicos, 121), p. 474.
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