sábado, 23 de marzo de 2019

Letra 613, 24 de marzo de 2019


LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
LOS JUDÍOS DESPUÉS DE LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO (II)
Samuel Pagán

La comunidad judía en Jerusalén se sentía completamente insegura. Las relaciones con los samaritanos eran cada vez más tirantes. A su vez, este fue un período cuando los árabes estaban en un proceso de reorganización y reconquista. Sus incursiones militares hicieron que los edomitas tuvieran que abandonar sus tierras, y se ubicaran al sur de Palestina, hasta el Norte de Hebrón.

Para los judíos, esas no eran buenas noticias, pues las relaciones entre judíos y edomitas no eran las mejores (véase Abdías 1.14,15-21). Con este marco histórico de referencia podemos identificar algunas causas de la inseguridad de la población jerosolimitana durante el reinado de Artajerjes I: la hostilidad de parte de los samaritanos; la enemistad con los edomitas que se acercaban; el desarrollo político y militar de Egipto; y las dificultades con el imperio persa, fomentadas por los samaritanos.

Frente a esta realidad, la comunidad judía decidió reconstruir las murallas de Jerusalén y fortalecer la ciudad. Éste fue el marco político que antecedió a la llegada de Nehemías a la ciudad de Jerusalén, en el año vigésimo del rey, o sea, el año 445 a.C. (Neh 2.1-10).

Como consecuencia de la destrucción de la ciudad de Jerusalén y la deportación de muchos judíos a Babilonia, se establecieron comunidades judías en diversos lugares de Egipto, Asia y Babilonia. Algunas de esas comunidades prosperaron; además, mantuvieron contactos con la comunidad judía restaurada en Jerusalén.

LA RUPTURA DE LOS MATRIMONIOS MIXTOS (ESD 9-10)
Philippe Abadie

Lo mismo que Esd 7-8, este conjunto se articula en dos relatos parcialmente paralelos. Así, 9.1-2 remite a 10.2 (tema de la infidelidad), y 9.4 (“todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel”) a 10.1 (“el pueblo lloraba copiosamente”). […]

Al llegar, Esdras se encontró con una comunidad muy heterogénea: “La raza santa se ha mezclado con los pueblos de los países; los jefes y los consejeros han sido los primeros en sucumbir a esta infidelidad” (9.1-2).

Hay que pensar sin duda en la relectura teológica: a la lista de los “pueblos de los países” (v. 1, repetición de numerosos textos bíblicos del éxodo) se opone la “raza santa” que remite a la “nación santa” de Éx 9.16. Es lo que proclama la paráfrasis editorial del cap. 10 (segundo relato): “Ahora, pues, glorificad al Señor, Dios de vuestros antepasados, y cumplid su voluntad. Separaos de la población del país y de las mujeres extranjeras” (10.11).

No se trata de una cuestión racial, ni tampoco racista. Se denuncia el peligro del sincretismo, es decir, de una mezcolanza religiosa, en consonancia con el espíritu de Malaquías 2.10-12: “Los de Judá han sido infieles; en Israel y en Jerusalén se ha hecho algo abominable. Los de Judá han profanado el santuario tan querido al Señor, casándose con mujeres que adoran a dioses extranjeros”.

La idea que se propone es la de separación, heredada de Lev 19.2; 20.7; 21.8; se deriva de la idea de elección. De hecho, sólo una raza santa, separada de todo elemento impío y mezclado (Neh 13), puede pretender la posesión de la tierra santa (Sal 78.54; Zac 2.16). Vivir su misión, que es la de proteger la Torá (Esd 9.9). ¿No es eso lo que proclama Esdras en su oración?: “El Señor nuestro Dios nos ha mostrado su misericordia, dejándonos un resto y dándonos un refugio estable en su lugar santo” (9.8).

El radicalismo de las medidas tomadas por Esdras no puede comprenderse más que a esta luz. El objetivo primero de este relato se refiere a “la identidad religiosa de la comunidad” (J. Blenkinsopp), problemática tanto más complicada en este periodo tras el destierro, cuanto que Israel no gozaba de autonomía política. De ahí nacerá la particularidad del judaísmo del segundo Templo, que vivía sin cesar una tensión dialéctica entre el universalismo y el particularismo. […]

Por contraste, la carta de Jeremías a los deportados (Jer 29.4-7) ofrece una imagen mucho más positiva de las relaciones de Israel con las naciones: “Trabajad por hacer próspera la ciudad adonde yo os haya desterrado y rogad por ella al Señor, porque su bien será también el vuestro” (v. 7). Es que el sentimiento de culpabilidad colectiva de la nación que se expresa en Neh 9 coincide con una temática especialmente viva en la vuelta del destierro. […]

Estas pocas observaciones sobre la oración de Esdras, redaccional en su mayor parte, muestra perfectamente cómo Israel se define en su identidad pecadora ante Dios, oponiendo su debilidad (v. 8) a la grandeza de su misión (v. 9). Por este título esta oración es esencial para comprender la naturaleza del separatismo judío.

Si el libro de Esdras pertenece a una corriente separatista, “teocrática” (según la terminología de P. Hanson), no debe hacernos olvidar otras corrientes de este mismo judaísmo. Así, el librito de Rut mantiene una mirada abierta al “matrimonio mixto” de una moabita (Rut 1.4, 22; 2.2, 6, 10-13, 21; 4.5-10) con un israelita, del que nacerá el abuelo del mismo David (Rut 4.18-22). “La judía (Noemí), sin la moabita (Rut), no es más que un leño muerto” (cf. Rut 1.11).

Escrita en tiempos de Esdras y de Nehemías, esta historia es un “panfleto político subversivo” (A. Lacocque). De hecho, vemos allí a una moabita entrar en la asamblea de Israel, en oposición al conservadurismo de inspiración deuteronómica y sacerdotal, representado por las reformas de Esdras y de Nehemías.

Esta fuerte corriente utopista está mejor representada todavía por el libro profético de Jonás. La visión de los ninivitas convertidos frente al profeta judío mosqueado es una imagen impresionante. Como escribe justamente V. Mora: “El Dios de Jonás no tiene más que una preocupación, la salvación de los ninivitas; e Israel tiene una sola misión, ser el instrumento de su salvación. ¡Era demasiado!". Bajo una forma más nacionalista (“la salvación llega por medio de Jerusalén”: Is 60.62), la colección de oráculos del Tercer Isaías (ls 56-66) atestigua igualmente un universalismo más amplio (“…pues mi casa será casa de oración para todos los pueblos”: 56.3-7). […]

El movimiento de reformas emprendido por Esdras lo llevó a radicalizar ciertas medidas tomadas por Nehemías. Ésta es la conclusión que se deriva de una lectura de Esd 10, comparado con Neh 13.4-9, 23-29 que, más allá de la exhortación general, no se enfrenta más que con dos casos realmente escandalosos. Según 10,7-8, Esdras convocó la asamblea de "todos los repatriados" en Jerusalén y les dio la orden de separarse de las gentes del país y de las mujeres extranjeras", una orden que se inscribía en la fidelidad a Dios (10,10-11). La unanimidad que se alcanzó (v. 12) no debe ocultar algunas oposiciones de laicos y de levitas (v. 15): signos probables de tensión entre algunos ambientes laicos y un radicalismo hierocrático con el que parece estar ligado el «sacerdote" Esdras (cf. Esd 8.33; 10.6), a diferencia del “laico” Nehemías.
______________________________

CONFRATERNICE: ¿BRAZO RELIGIOSO DE LA “CUARTA TRANSFORMACIÓN”? (II)

En este tenor fue el análisis del momento:

Los impulsos neoliberales encaminados al adelgazamiento del Estado y a la formalización del Tratado de Libre Comercio exigían cambios fundamentales en las áreas económica, agrícola, educativa y también en la cuestión religiosa, que se fueron dando sistemáticamente. Ya con las reformas constitucionales en marcha, varios organismos eclesiásticos trataron de reaccionar, unos con mayor fuerza y claridad que otros. […]
Contra la costumbre de los grupos protestantes, habituados al silencio y la pasividad, las nuevas condiciones jurídicas les exigirían formas impredecibles de respuesta y de expresión de sus proyectos. (L. C.-O., “Política y nuevo régimen constitucional de las iglesias. Mentalidades, discursos, acciones” (1995)

Atrás quedaban los tímidos encuentros y acercamientos de agrupaciones como el Comité Nacional Evangélico de Defensa (www.facebook.com/conedef), que promovía el respeto a los derechos de las iglesias protestantes o evangélicas y reclamaba el cumplimiento de la libertad de cultos establecida en la Constitución, denunciando los frecuentes casos de intolerancia anti-protestante. […]

La actitud evangélica hacia lo político y público, pasó de un “letargo social” (en palabras de Carlos Mondragón) a un inesperado interés por acceder a las esferas del poder o, al menos, organizar algún partido confesional que pudiera expresar sus inquietudes, sueños e ideales, algunos de ellos de corte francamente integrista.

El ímpetu por formar agrupaciones políticas trató de encarnar en varias organizaciones que, finalmente, no cuajaron, aunque dicho ímpetu resurgía periódicamente (Jean-Pierre Bastian, “Los nuevos partidos políticos confesionales evangélicos y su relación con el Estado en América Latina”, 1999). Esas iniciativas preludiaron lo que finalmente vino a conseguir el Partido Encuentro Social (PES), que hoy se encuentra al borde de la desaparición, si se aplica adecuadamente la ley en materia electoral, luego de no alcanzar el porcentaje establecido en las elecciones de julio de 2018 (véase: Ricardo Raphael, “La resurrección del PES”, en El Universal, 7 de marzo de 2019).

El 21 de marzo (fecha del nacimiento de Benito Juárez, presidente que promulgó las Leyes de Reforma en 1860) siguió siendo, hasta fines del siglo XX, el momento en que los contingentes evangélicos hacían confesión de su militancia oficialista dentro de los regímenes encabezados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esta actividad, de marcado sabor liberal (o “juarista”, como se decía entonces), que incluso contaba con el apoyo de la masonería por causa de su típica filiación anticlerical, sería sustituida por el evento denominado “Marcha de Gloria”, realizado en la Plaza de la Constitución (y en otros lugares) el sábado de gloria de cada año, desde la primera década del nuevo siglo (http://marchadegloria.org/). El énfasis ahistórico y apolítico de esta nueva celebración muestra la desconexión de los nuevos liderazgos evangélicos (pentecostales y de nuevas iglesias, predominantemente) de la identidad protestante de las décadas anteriores, así como el surgimiento de una pluralidad ideológica inédita al interior de estas comunidades religiosas.  (LC-O)

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...